Esteban
caminaba por la cortada que lo llevaría a Juramento y luego a su departamento,
vivía solo, ya habían pasado cerca de dos años, cuando decidió dejar su casa
familiar, por desavenencias con su hermano Julio, a quien consideraba protegido
de su madre y en consecuencia, acreedor de ventajas, que él nunca gozaba, ambos
pasaron a convertirse, en enemigos irreconciliables, de hecho, así lo
manifestaban en cuanta ocasión le fuera propicia. Apuro el paso, de pronto,
desde la esquina opuesta, observo una persona que en dirección contraria se
acercaba hacia él, tardo poco en reconocerlo, era su hermano Julio, nada se le
ocurría para no cruzárselo, pasar desapercibido imposible, la calle era
estrecha y solitaria, en ese momento no transitaban más que ellos dos.
Inexorablemente en medio de la tarde, se fueron aproximando, un paso, lo
inevitable, los puso el uno frente al otro. Se detuvieron callados, sus miradas
fijas, sus puños crispados, quizás los golpes definieran todo, dejarían saldada
una cuenta pendiente, pero no, inesperadamente, Julio dijo.
--Mira
mejor vamos a hablar aquí cerca hay un café, si tenes tiempo veni.
--Bueno -contesto Esteban- de acuerdo.
Caminaron
hacia la avenida y doblaron a la izquierda, un rato más tarde, ambos se
encontraban sentados en una mesa, a discutir sus cosas.
--¿Que
queres tomar? -pregunto Esteban-
--Un
cortado.
--Por
favor dos cortados, uno con más leche.
Mientras
esperaban el café, se miraron sin saber que decir, ni por dónde empezar, la
llegada de la moza, con su pedido, los obligo a rebobinar y ver de qué hablar. Julio
fue el primero que hablo, antes rompió parsimoniosamente la bolsita de azúcar,
mientras con la mayor atención posible, revolvía su tasa.
--Hace
mucho que quería esta charla con vos, nunca me anime a llamarte para hacerlo,
pero hoy que la casualidad, nos puso frente a frente, espero explicar lo que
siento. Te fuiste de mama hace dos años, creído que ella te dejaba de lado
porque volcaba toda su atención hacia mí,
primero, que tu ego te jugó una mala pasada, antes de esa situación, siempre
estuvimos juntos, compañeros en todo, de pronto un día, así lo notaste vos,
quizás haya sido cierto, mama empezó, a prestarme más atención de la debida,
vos, en vez de preguntar el porqué, o aunque mas no sea, enfrentar a mama y
criticarle su comportamiento, te convertiste en una víctima, de tu propio hermano
y sin esperar ninguna explicación, te fuiste con tu orgullo herido.
--¿Podía
decidir otra cosa? La dedicación de mama
para vos, fue total, como si existieras vos solo en esa casa, es cierto, soy
orgulloso, pero una madre, debe tratar a sus hijos por igual, no soy de
aquellos que me rebaje a pedir explicaciones a los demás, prefiero
arreglármelas por mi cuenta, por otro lado, creo que fue lo mejor, ustedes
están todo lo junto que siempre quisieron y yo me las arreglo sin ningún
problema.
--Por
tu partida te tome mucha bronca, mama se puso mal, porque aunque no lo creas,
te quiere tanto como a mí, es más, siempre pensó, en tener una charla con vos,
explicarte la situación, pero la verdad, que no sabíamos, en donde vivías
últimamente, eso complico mucho más las cosas.
--¿Querer
hablar conmigo para qué? Lo hubiera
hecho antes de irme de casa, o mientras estaba en ella, después, ya no tenía sentido,
te digo más, no hizo nada para retenerme.
--En
ese momento le era imposible hacerlo, había un secreto, entre mama y yo, que
ella no quería revelar a nadie, ese secreto, la obligaba a dedicarle más tiempo
a mi persona, de lo que ella hubiera querido, al resto de la familia.
--¿Cual
puede ser el secreto imposible de rebelar?
Acaso no soy tu hermano, es que dudaban de mi, pensaban que los podría
defraudar, si sabía lo que estaba pasando en casa, seré orgulloso, como te dije,
pero no desalmado, creo, que siempre ayude en todo lo necesario.
--No,
no existía desconfianza de mama, para con vos, por el contrario, siempre creyó
en vos, lo que paso, que entre ella y yo, se genero un pacto de silencio,
producto de que hay cosas, que duelen decirlas más, cuando somos hermanos y
jóvenes, porque forman parte de la vida, que todos queremos vivir, pero a veces
se da lo contrario, el tiempo que estemos en este mundo, que no depende de
nosotros, puede de un día para otro, hacerse mucho más pequeño, tan pequeño
como una palabra.
¿Que
palabra? ¿Cuales letras, me queres
mezclar que cambien el sentido del tiempo de tu vida?
--Cáncer.
--¡Que!
Cáncer, ¡Vos mi hermano, tenes cáncer!
--Si
Esteban, tu hermano Julio, tiene cáncer, un cáncer, que nadie sabe cuándo,
terminara conmigo, mientras se mantenga encapsulado, todo bien, pero ahí está,
expectante, decidido a controlar el reloj de mi vida, se pone en movimiento,
hoy, mañana, cuan largo será el tiempo, que me permita vivir, solo él lo sabe y
a él debo hoy, poder estar aquí, hablando con vos, así que si lo nombro como un
dios extraño, es para pedirle piedad por mi persona, me permita caminar por
este mundo, un poco más, aunque la felicidad sea pequeña, que la pueda gozar,
esta y no otra, fue la causa de que mama, se volviera totalmente hacia mí, te
apartara de lo que para vos, podría ser una situación muy triste, que
perjudique a su criterio, tu vida normal.
Esteban
se quedo silencioso, no sabía qué actitud tomar, si castigarse, por no haberse
dado cuenta, del drama que se estaba desarrollando, años atrás frente a sus
ojos, de su poca perspicacia, o de su
absoluta falta de solidaridad, para con los suyos, en el momento que más lo
necesitaban, o de su estúpido orgullo, que todo lo hecho a perder. Tomo aire y
pregunto.
--¿Como
podemos arreglar esto? ¿En qué puedo
ayudarte? Para disminuir un poco, la
incomprensión que desate, sobre tu persona y la de mama.
--No
te castigues ni te eches culpas, hermano, las cosas son cual debieron ser, lo importante
que a partir de hoy, podamos funcionar, encolumnados detrás, de una única
familia, tratando de olvidar el pasado y vivir juntos el presente.
--Por
mi parte totalmente de acuerdo ¿Pero en qué
forma hacemos eso?
--Tengo
la solución, nada más, necesito que estés conforme, con lo que yo proponga.
--De
acuerdo, por supuesto acepto, hermano no sé explicarme, pero debo rogar que me
perdones, por todo el tiempo que te hice sufrir, sin saber la causa de tu
dolor.
--Olvídalo,
no digas mas, entende igual que yo, que el cáncer esta encapsulado, estará ahí
cuanto más tiempo mejor, ahora espérame un poquito, que enseguida vuelvo.
Julio
se levanto, fue hacia un reservado del bar, una vez solo, saco su celular y
llamo.
--Hola
mama.
--Hijo,
¿Que tal?
--Bárbaro,
no te asombres, áseme un favor, prepara la mejor de las cenas, voy a comer con
Esteban, chau.