domingo, 18 de mayo de 2014

POMELO ROSADO





--Cómprame pomelo rosado, si vas al super pomelo rosado, no te olvides.
Mientras eso decía cortaba con el cuchillo el aire de la habitación. La mujer que al borde de la cama se vestía apresurada le dijo.
--Si querido ya voy ¿Pomelo rosado? Enseguida.
Y salió con rumbo al super, en la cocina agarró el chango y un rato después estaba en la calle en busca de lo que su hombre le había pedido. Mientras tanto, éste dejó el cuchillo en su vaina, cocida en el interior de un saco azul de corte sport, decidió levantarse también, se vistió con pantalón camisa y mocasines y un rato después, ya se hallaba preparando el desayuno. Era sábado y se habían quedado un poco más en la cama, sería cerca del mediodía cuando se levantaron mejor dicho, cuando a él le agarró el antojo de pomelo rosado y fue que le dijo a ella que vaya a comprarlo, calentó el agua y preparó dos cafés, seguro pensó, las medialunas las traería ella, nunca se olvidaba y esa vez tampoco, porque no paso mucho tiempo y ella regresaba con sus pomelos rosados y media docena de medialunas de manteca, como de costumbre tres para cada uno, el entonces le agregó leche al café y ambos se sentaron frente a frente, medialunas por medio, el hombre se molestó por no tener su cuchillo para abrirlas por la mitad y ponerles dulce de leche, pero se conformó con uno de la cocina, la mujer en tanto decidió como siempre, comer las medialunas sin ponerles nada, solo introducirlas en el café con leche y ya blanditas masticarlas con unción, para que dentro de la boca se complete la mezcla de líquido y factura tan apetecible. Masticaron y tomaron, tomaron y masticaron hasta que no quedo nada para comer y tomar luego retirando las tazas un poco hacia el centro de la mesa, ambos se miraron y comenzaron a hablar.
--Yo no quise matarlo -dijo el hombre-
--Pero lo hiciste.
--No había más remedio, era la noche y el silencio, dos hombres armados y gane yo, también pude haber perdido.
--Mejor que ganaste porque te tengo mío, de no haber sido así, hoy sería yo quien lloraría y no otra, que lo haga por su compañero herido.
--Además algo muy importante ¿Quien el pomelo rosado se hubiera bebido?
--Yo a comprarlo no hubiera salido.
Ambos se rieron y fueron a buscar sendas copas y con pomelo rosado, brindaron por su suerte. Habían según pensado, escapado de la muerte.

viernes, 16 de mayo de 2014

EL GUARDAESPALDAS



Las dos de la tarde eran y por el desvencijado muelle, venía un pescador de marea alta,  con sus botas y sus enmarañados aparejos en pos de tierra firme, para descansar un poco de las duras tareas de la pesca, soñar sobre un lecho que no se mueva al compas de las olas y caminar con paso firme sin irse de costado. Volver al continente significa eso, dejar la alfombra de agua del océano y pisar el terreno de la piedra, descansar de estar suspendido de la nada para, encontrarse de nuevo con su gente. Encamino sus pasos hacía el bar, que al final del muelle lo esperaba con sus puertas abiertas y entró, dejó sus bártulos a un costado de la puerta y se dirigió a la barra, pidió al tipo que atendía el local una bebida y sentado sobre un taburete, mirando el lugar a través del espejo que estaba frente suyo, se dispuso a tomarla sorbo a sorbo, lentamente, como si de esa forma le sacara más el gusto al alcohol, en eso estaba cuando de pronto advirtió que en un reservado casi oculta de la mirada de muchos, se hallaba una mujer joven, aparentemente forastera, ya que el no la había vista nunca por el pueblo, estimulado por la curiosidad le pregunto al tipo del bar.
--¿Che Pedro quien es esa mujer del reservado que está sola? No creo haberla visto por acá.
--Como la vas a ver si llegó hace tan solo dos días y tu barco en ese momento estaba en alta mar.
--Cierto sí. ¿Quién es? ¿Qué hace aquí?
--Vino y directamente entro a trabajar en la casa de don Renzo, allá en el centro, dicen que es la chica que le va a cuidar a los hijos, dado que la mujer va a trabajar todos los días con él.
--Ahh…bueno saberlo, servime otro de esto voy a ver si le hablo un poco, está sola y seguro aburrida, espero no equivocarme porque si no me va a sacar vendiendo almanaques.
Dicho lo cual con su bebida en mano fue al encuentro de la joven que lo había intrigado tanto. Esperaba tener éxito, esperaba…
--Hola ¿Qué tal? ¿Puedo sentarme?
Sus ojos se encontraron y por un momento a él le pareció que ella le iría a decir -quien te conoce raja de aquí- pero no, por el contrario, respondió a la sonrisa y dejo que se siente, así lo hizo y escucho una vos femenina que le preguntaba.
--¿A qué debo tu visita?
--De verdad que a nada, te vi sola y pensé, voy a hablarle a esa mujer para que no se aburra, nada más.
--Muy gentil de tu parte, lo cierto que estoy aburrida por lo tanto habla.
--Para eso vine pero no es tan fácil, cuando dos personas de diferente sexo es la primera vez que se ven.
--Trata que lo tuyo sea ameno porque puede ser la última.
--Tratare que ello no ocurra, aunque te voy a decir una cosa, vengo de estar dos semanas en el mar, contemplando a las gaviotas y tirando redes para pescar, como ves estoy algo retrasado en cuanto a lo acontecido aquí en estos días.
--Yo hace que llegué dos días, vengo de la ciudad, estos dos días bien pueden ser tus dos semanas, así que estamos igual.
--Correcto sin sacarnos ventajas entonces, me parece magnífico, cambiando de tema, escuche que estas en la casa de Renzo cuidando a sus hijos. ¿Es cierto eso?
--Si soy maestra y apareció un aviso en el diario pidiendo institutriz para unos jóvenes, escribí y aquí estoy.
--Tan simple.
--Sí ¿Por qué?
--No te creo, Renzo es un personaje con mucho poder y guita, nadie entra a su casa por un aviso en el diario al contrario, tiene que estar bien acomodado con su entorno para hacerlo.
--¿Te parece?
--Sí.
--¿Entonces te mentí?
--Seguro, pero que importa eso, tendrás tus motivos para ello lo que sí es verdad, que estas en su casa trabajando para él.
--¿Y vos que haces?
--Lo mismo que vos.
--¿Cómo lo mismo que yo? ¿Sos maestro?
--No trabajo para Renzo, nada más que a diferencia tuya lo hago en su pesquera.
¿Pesquera San Antonio? ¡Qué casualidad!
--No casualidad no, si Renzo es dueño de casi todo aquí.
--¿De casi todo?
--Por no decirlo todo, salvo este bar y algunos comercios más, después la mayoría de los emprendimientos comerciales acá en el pueblo son suyos.
--¿Todo un personaje entonces?
--Si…y de nuevo me estas mintiendo ¿Cómo es que no sabes quién es Renzo y el poder económico con que cuenta en este pueblo?
--¿Por qué tengo que saberlo?
--¿Por qué estás trabajando con él?
--Recién hace dos días que trabajo con él y ni siquiera lo conozco personalmente, siempre hable y trate con la señora.
--Puede ser, pero algo me dice que viniste porque precisamente lo conocías muy bien, no estás de casualidad acá, lo tuyo fue premeditado y pensado hace tiempo.
--¿Cuánto tiempo señor sabelotodo?
--Seis meses.
Al escuchar esto último ella se sobresalto y su rostro empalideció, él advirtiendo esto continuo su razonamiento.
--Si hace seis meses, el tiempo justo en que fue abordado el pesquero Albatros por prefectura, hubo un pequeño lío y Renzo tuvo que ir a dar explicaciones a la ciudad capital, pero después todo quedó en la nada.
--¿Y entonces?
--Aparentemente porque parece que el asunto siguió caminando según rumores que corren por ahí y de pronto vos, como un ángel de la guarda apareces en su casa.
--¿Te puedo hacer una pregunta? Curioso desconocido.
--Sí.
--¿A vos que te importa todo esto?
--Sabes una cosa, yo cuidaba a Renzo, era su guardaespaldas favorito hasta que nos peleamos por un vuelto, entonces fue bueno conmigo no me mando matar, pero me dejó enterrado como marinero de uno de sus barcos pesqueros.
--O sea que estas despechado, le tenes broncas, queres vengarte.
--Puede ser todo depende de vos.
--¿Cómo de mi?
--Si de saber quien sos y de darme la oportunidad.
--Soy la maestra de sus chicos eso soy ¿Estás loco?
--Prefectura te mando, sos una de ellos y te dijeron anda, metete en la selva, vamos a cazar al lobo en su propia guarida.
--No se dé que hablas sigo pensando que estás loco.
--Conmigo tenes alguien que se ofrece para hacerlo.
--¿Hacer qué?
--Matarlo.
--¿Y cómo lo harías?
--Así.
Sacando una veintidós corta con silenciador disparo casi sobre el cuerpo de la mujer, después corrió la silla un poco más adentro del reservado para que nadie vea el cadáver  y fue en búsqueda del tipo de la barra.
--Che Pedro, allá en el reservado tengo a la mina muerta, hacela desaparecer, no, no me mires así era de la poli, agarró el teléfono y marco un número.
--Hola Renzo, habla su guardaespaldas predilecto ¿Qué tal como le va? Tengo una novedad para usted. Vio la mina esa, la institutriz que tomaron en su casa, era de la prefe, no se preocupe ya no nos va a joder más, después hablamos, chau, colgó y se fue en busca de los aparejos.