La casa en silencio y a oscuras, anunciaba que
era noche plena y todos dormían, sobre la mesa del comedor, dos copas vacías
chocaron de repente en un brindis, a la mañana siguiente al despertar, la dueña
de casa inquieta, como presintiendo algo, dejo su cuarto y bajo al comedor, las
copas ya no estaban, pero el comedor no era el mismo que el de la noche
anterior, otro distinto se encontraba en ella y sentado a la mesa un hombre, un
desconocido, con sendos desayunos servidos la esperaba, sorprendida preguntó.
--¿Quién es? ¿Qué hace en mi casa?
--No estoy en tu casa, sino en la mía y hace
mucho tiempo te aguardaba.
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Era una noche de invierno muy fría y
solitaria, solo en la calle, el hombre avanzaba lentamente, en sentido
contrario, una cartonera venía hacia él, por esas cosas del destino sus miradas
se cruzaron, la cartonera, algo vio en sus ojos, botellas, papeles, trapos
viejos, lo tiró en su changuito y se lo llevó.
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Corrió como un loco el colectivo, porque
llegaba tarde al trabajo y por suerte, lo pudo alcanzar, gracias a la luz roja
y justo cuando esta se ponía verde, sudoroso y cansado, se paro frente a la
máquina expendedora, uno hasta el centro -le dijo al chofer- al tiempo que ya
algo más tranquilo, metía la mano en su bolsillo, buscando las monedas, se
quedo frío, no tenía ninguna, se tuvo que bajar en la parada siguiente.
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Caminaba inquieto, apurado, siempre le dijeron
que una manera de buscar el amor, era ir a su encuentro y hoy precisamente, eso
estaba haciendo, desesperado, como en un sueño corría, más que correr volaba
hacia él, cuando lo tuvo cerca, cuando llegó a su lado, este lo miró, como solo
el amor mira y le dijo como solo el amor habla, él, escucho en silencio y
volvió resignado.
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Mientras esperaba conectarse en Skipe repasó
su vida, que se proyectaba veloz hacia el mañana, huyendo del presente, pensó,
nadie está conforme consigo mismo, en cierta manera, todos buscamos el futuro,
tras de una esperanza, que sabemos casi imposible de encontrar y de pronto la
halló, la pantalla de Skipe, luminosa y blanca, profunda y desconocida, lo
atrapó y se fue con ella.
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Se asomo al conteiner de basura, como tantos
días lo hacía con otros iguales, la cartonera dirigió su mirada al interior
para llevarse si encontraba, algo útil que vender y ¡Oh sorpresa! En el conteiner
no había nada, estaba vacío y lleno de luz y en el fondo, un pueblo, una
ciudad, un lugar habitado por gente, que bailaba y parecía feliz y se reía, uno
del grupo, un joven, dejo de bailar y miró hacia lo alto, al borde mismo del conteiner,
vio en el asomada a la cartonera, sus ojos se encontraron, entonces él le
habló, con una voz dulce y agradable.
--Estas en el límite final de nuestro mundo,
¿Por qué no vienes con nosotros?
Ella lo miró y no pudo o no quiso contenerse,
sin esfuerzo alguno se arrojo, el la tomo en sus brazos y en el preciso momento
que esto sucedía, el conteiner, hecho globo de luz desapareció, junto al cordón
de la vereda en la calle, solo quedo un changuito con desperdicios dentro.
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Tenía muchas preocupaciones últimamente,
estaba amargado de lo mal que le iban las cosas, es por eso que decidió
hacerlo, nada más que por eso, busco un pendrive fue a su PCU y almaceno en él
todos sus problemas, ya más liberado, sonrío y se fue a gozar de la vida.
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El artificio, la posibilidad de transformarse
en otra cosa de lo que se es, para conseguir sus objetivos, era lo que
predominaba en su espíritu, por consiguiente, poco le importaba en que se
convertía para lograr sus fines, por lo tanto y dado que estaba loco por ella y
ella no le correspondía en su amor, soñando con su cuerpo, deseándolo
intensamente, decidió que debía estar en contacto con él. Esa tarde, la tarde
que ella cumplía años, no lo pensó más y fue al encuentro de las amigas de la
mujer que tanto amaba, se convirtió en collar y estas lo regalaron, para que se
cumpla su deseo.
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Quería conocer de los misterios y recorrió los
caminos del mundo, que llevan a ellos. En una isla del pacifico, mitológica por
sus totenes de piedra, se encontró frente al Brujo de la comunidad, aquel
Chaman que guardaba en su memoria, todas las páginas del libro de la vida,
entonces le hizo la pregunta tantas veces repetida.
--Cual es el misterio más insondable, que
observaste en este mundo, en el cual ambos vivimos.
--La mujer, no cabe dudas.
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En el lago, junto a la orilla, donde las
malezas se mezclaban con las flores silvestres y una gramilla creaba, un
sendero suave y fresco de hierba plana y bien dispersa, había un cisne, secando
su plumaje blanco y reluciente, como las inmensas nubes, atravesadas por el sol,
en los cielos de oriente, con su pico absorbía, las gotitas del agua y peinaba
sus plumas, húmedas y frescas, mientras esto hacia, como quien no quiere mirar,
miraba atentamente, la figura de un joven, que un rato atrás llegara al lugar y
al verlo, se dirigía hacia él con paso lento, pudo haber volado, tan fácil
desplegar sus alas e irse, pero no sabía porque, se quedó como estaba, a la
orilla del lago, con su pico secando las plumas del pecho, con sus alas
cerradas sobre el cuerpo, el joven se acercó resuelto, el tampoco sabía mucho,
porque hacia lo que estaba haciendo, pero irreflexivamente ya casi al lado del
cisne, acarició su cuello con la palma abierta y cerró sus dedos, sobre la mano
de una hermosa joven, que en el lugar donde el cisne había estado, apareció de
pronto, bella, muy bella a su lado.
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Era inglesa, recorrió el mundo, para estar al
final con un argentino en Buenos Aires, él, se tatúo pájaros en las piernas,
ella, cielos en los brazos, un día de tantos, mientras caminaban por el barrio
de Belgrano, cerca, muy cerca del Lago de Palermo, pasó rasante sobre ellos un
cisne, un bello cisne negro, que girando su cuerpo en el espacio, se elevó muy
alto y se perdió en el cielo. Fue en ese instante, en ese preciso momento tal
vez señalado, por las fuerzas ocultas del mundo irreal que nos acecha, en que
de golpe ambos, se transformaron desde sus piernas y sus brazos, corporizando
tatuajes, en pájaros y vientos, en cielos claros y se perdieron sin más, detrás
del horizonte, convertidos en aves migratorias, hacia otros mundos, hacia otros
sitios, donde solo reina la ilusión y el sentimiento, a veces los tatuajes se
hacen realidad, si un cisne negro, revela el sentido oculto que contienen.
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Una hechicera de la ciudad del país donde
vivía, en relación al viaje que quería hacer le predijo, que si estaba decidida
a viajar lo hiciera, pero las condiciones astrales que se presentaban para ello
eran, que una vez en ese nuevo sitio, conocería a un hombre, tendría sexo con
él y quedaría embarazada, soplo la vela sobre el circulo de ceniza y le dijo,
que la consulta había terminado, que haga lo que quiera, que su voz, solo era
la figura de las cartas zodiacales y nada más, ella, decidió partir y días
después, pisaba el aeropuerto de su destino y conoció mucha gente y visitó
lugares, donde bailó y se divirtió. Una mañana, cuando salía de su departamento
que, se topo con un joven, algo vio en el que se detuvo y no pudo seguir, el
joven habló. Soy extranjero aquí, una hechicera del país de donde vengo, sobre
una mesa de cuatro candelabros, me aseguró que conocería a una mujer, nos
amaríamos y esta me haría padre, todo esto pasaría, si me desidia a venir y
vine, porque quizás no creí, lo que me dijo la hechicera. Yo estoy acá, porque
lo mismo me habló una hechicera y también dude de sus presagios, pero ahora que
lo pienso y habiéndote encontrado, se me ocurre que haríamos bien en probar, si
eso que nos anunciaron puede suceder.
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Abrió la puerta de su casa y se alejo rumbo al
trabajo, mientras caminaba por la calle se cruzó con él una joven que se detuvo
y volvió sobre sus pasos.
--Señor disculpe, me podría decir dónde queda
la calle.
--Perdone señorita esa calle no pertenece a
este barrio, está equivocada.
--¿Esta seguro? Mire a su alrededor, me parece
que el equivocado es usted.
--El perplejo miró a todos lados y no supo
donde se encontraba.
----o----
Estaban los dos en la habitación, ella le
preguntó si la amaba, él le dijo que sí. Al rato se fueron juntos, antes de
separarse el quiso saber si lo quería, ella le dijo que ya no, porque dentro de
la habitación lo amaba y fuera de ella en la calle, era un cliente más.
----o----
Dos adolescentes se querían y el era tímido.
Se caminaron todo Palermo incluido los lagos y el rosedal, al atardecer cuando
se separaron, el se fue con su timidez y ella no volvió a verlo nunca más, pero
en un sueño una noche soñó al tímido y este se le apareció, lo raro y
lamentable para ella que en el sueño, también él siguió siendo tímido.
----o----
Corría el año de mil ochocientos sesenta y
tres, en la cubierta de un parao por un error inadmisible, Yáñez hirió a
Sandokan con su larga cimitarra, no solo eso peor aún, confundido lo arrojó al
mar. Por esas cosas del destino, Salgari que estaba pescando en la costa del
mar frente a Borneo, lo enganchó en su línea y lo saco a la superficie,
asombrado y viendo de quien se trataba llamó a su mujer Ida Peruzzi, entre
ambos lo pudieron revivir y les sirvió para su próximo libro. Yáñez cuando se
entero ya en las páginas de esa nueva novela, de que Sandokan seguía en acción,
sintió un profundo alivio y le pidió disculpas, aduciendo que un error lo puede
tener cualquiera, pero que un escritor como Salgari era imposible que se
equivoque así.
----o----
Sobre las tumbas egipcias, más allá de las
pirámides y llegando casi a la orilla del Nilo, hay una grieta en la arena,
sobre la misma creció el árbol de la vida y la luz y las tinieblas surgieron de
ella, aquel que la descubra, verá que no hay principio ni fin en esta esfera
que habitamos, sino solo resplandor grises y sombras rodando en un círculo
perfecto, cuya tangente es a la grieta, como el centro de la piedra, al círculo
que se repite siempre sobre sí mismo, cuando esta cae en la superficie del agua
que quieta comparte el universo con la tierra.
----o----
Cuando la quiso volver a ver ya no estaba, en
la pensión donde vivía le dijeron que había vuelto a la villa, a su mundo
extraño y diferente, al cual un día dejara para buscar un horizonte nuevo a su
vida de villera, pero no pudo o no quiso, o tal vez fue él quien con su actitud
de dejarla, la obligó a eso, lo cierto, que se había ido, que ya no estaba y
que el volvía para encontrarse con la nada, bajo los escalones solo, en el
mismo lugar que tantas veces bajara acompañado y feliz al lado de ella, cruzó
la puerta sabiendo que no volvería más a verla y cruzó la calle, sin entender
porque carajo un día se le ocurrió dejarla, una vez enfrente, empuño con fuerza
las dos varas de su carro y siguió cartoneando.
----o----
Le tocaba definir el último hoyo, por esas
cosas de la pericia o la casualidad, su pelotita se encontraba más cerca que la
de ella, tomo el palo correspondiente y con un golpe suave y efectivo, tal como
le enseñaron la emboco adentro, contento de su triunfo fue a retirarla, cuando
la sacó y se dio vuelta ella ya no estaba, todo el golf club había
desaparecido, el lugar ahora era un barrio cerrado y el espantado, se vio a sí
mismo y no pudo creerlo, era un viejo, con barba rala y encorvado en mitad de
una calle, levantando un papel que el viento cerca suyo había llevado.
----o----
Le dio un beso en la boca y apretó su mano y
se levanto del lecho y fue hacia el baño, como tardaba en volver el fue a ver
que le pasaba, encontró sobre el mármol del lavatorio un papel y asombrado vio
que en el baño no había nadie, leyó lo escrito en el papel. “Solo has estado
con tu imaginación”.
----o----
Tropezó con la puerta al entrar y se cayó
sobre la alfombra del dormitorio, de espaldas a la cama donde su mujer dormía,
el hombre que estaba con ella, aprovechó esta circunstancia para huir
velozmente.
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Tenía un sueño pendiente que jamás terminaba
de soñar, un día sin darse cuenta siquiera, lo soñó entero y de una sola vez,
cuando despertó, sorprendido, no encontró su existencia, es que muchas veces le
dijeron, que la vida era un sueño y nunca lo creyó.
----o----
Las tres se sentaron alrededor de la mesa
circular y una de ellas, tomó el cubilete con cinco dados dentro y agitándolo,
arrojó los mismos sobre la mesa 2-3-6-2-4 diecisiete puntos y anotó en la hoja
de papel colocada a su lado, la otra recogió los dados de la mesa y volvió a
tirar 6-6-4-3-2 veintiún puntos y le dio el cubilete a la tercera con los dados
dentro, esta agitó levemente y arrojo los dados como imaginando saber el
resultado 6-6-6-6-6 generala servida. Todas se miraron, quien había ganado era
la muerte, las otras dos que perdieron esta vez, la casualidad y la suerte.
----o----
El bullicio
de la playa lo distrajo un poco, sentado en la arena se dejaba llevar por lo
bucólico del día cuando de pronto, un pedazo de papel llevado por el viento
inusitadamente termino en su cara. Malhumorado se lo quito del rostro y cuando
lo iba a tirar se le ocurrió mirarlo, en el estaba dibujado como último final
de su existencia estar allí sentado.
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Le dijeron
que podía hacerlo y se largo del colectivo detrás de ella que ya había bajado.
Empezó a seguirla y de pronto se dio cuenta que debía hablarle, caso contrario
ni ella ni el llegarían a ningún lado. Apuro el paso y una vez cerca casi a la
par, entendió que lo que le dijeron no lo podía
hacer.
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En el sendero de hierba que bordea el lago la
ausencia del sol iba tejiendo sombras, a medida que la tarde se alejaba del
lugar, rumbo a otras latitudes lejanas a ese sitio, fue entonces que las
primeras mariposas negras, de alas transparentes empujadas por el viento que
venía de oriente, comenzaron a llegar y en su vuelo se posaban sobre el
pentagrama y en cada una de sus cinco líneas, quedaba atrapada una nota que iba
anunciando su final, como un sol amarillo en el redondel del chat, que no
responde al dialogo que él hubiera querido iniciar. Seguro era el texto del
relato de una música, que debiera ser tocada por sonoros instrumentos y tan
solo sería una partitura más, adscripta a un incomprensible silencio. Por un
segundo vio de nuevo el chat, el redondel naranja al lado de un nombre de mujer
y la línea del lago y la luminosa superficie calma del agua, le parecieron una
notebook ¡Su notebook! En donde el navegaba con placer, sintió frío pero con el
maus en la mano solo hizo lo que quizás mucho le reprocharían después
–internautas sin coraje- se dejo llevar.
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Toco al
gato suavemente y sentado en el sofá del living miró hacia la pileta donde ella
y el gozaban del agua, del aire y del amor que se tenían. Hermoso es ver cómo
la gente disfruta de lo que hace pensó -por un momento- mientras su mirada se
perdía en el paisaje y a su lado el gato, ronroneaba feliz por las caricias. Lo
lamentable para él, que aquella mujer era su esposa.
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Como
la joven de Marcel Schwob que corría perseguida por el hombre en tres estados
diferentes de su vida sexual y de los tres escapaba y elegía la muerte como
destino final, así tal vez, la joven de los hoteles de lujo cansada de no poder
escapar, ella también algún día decida partir y no habrá espejito de plata,
manzana de oro ni senos perdidos que le permitan huir, solo serán los años, el
paso del tiempo y su cuerpo marchito, que le indicarán el fin.
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Siddharta
una tarde se levantó de debajo del árbol donde estaba meditando y creyó haber
encontrado a Atman el indestructible.
Como todo hombre sabio de la India, se dedicó desde entonces a enseñar
el camino que lo había llevado hasta él, pero dado que todo camino espiritual
es subjetivo y transitado solamente por la propia subjetividad de aquel que lo camina,
debido a ello, jamás Atman fue hallado.
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La
peluquera china de la calle Arribeños tomó con su mano la tijera y cortó un
cabello de su cliente, fue ello suficiente para que este se transformara en el
animal al cual correspondía, en el horóscopo que una mujer leía imperturbable.
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La miro un segundo y le dijo.
--Siempre sospeche de usted como la asesina de
él, pero la única prueba encontrada en la escena del crimen, un cabello, no
corresponde a su ADN, por lo tanto no tengo evidencia alguna con que
incriminarla en el hecho, puede retirarse.
Mientras caminaba gozando del sol y de la
tarde, ella pensó que hizo muy bien en quemar esas extensiones de cabello, que
usara la noche que se acostó con él para matarlo.
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Me dijo la chica boliviana que vendía verduras
en la feria, que si pudiera verla sin prejuicios y desnuda de amor y de
tristeza, me daría cuenta que es igual a todas las mujeres de distintas etnias.
Yo, no supe que decirle pero para probarlo me fui con ella.
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El museo de alfombras
rojas y obras de autores modernos abría sus puertas -le habían dicho- a las
diez de la mañana, ella, impostergablemente llueve o truene, se acercaba al
mismo alrededor de esa hora. Es cuestión de esperarla. Encontrarse con ella es tan solo eso,
esperarla cerca de las diez de la mañana a la entrada del museo de alfombras rojas.
Por lo tanto, esperándola ahí estaba el ese día, esperándola sin impaciencia,
porque estaba seguro que vendría, tan seguro, que cuando se quiso acordar la
tenía a su lado y como vaciló por un instante al querer abordarla, sin poder
evitarlo se le escapo y entró. Maldiciendo su mal comienzo, rápido entró detrás
de ella y fue a su encuentro. Entonces notó algo extraordinario, algo raro muy
raro, ella que caminaba delante de él, de pronto embistió una pared y se convirtió
en un cuadro.
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