La tesela dicen en la ciudad de Ur, debe ir pegada con brea consistente,
proveniente de la orilla izquierda del rio Éufrates y la figura que con ella se
realice, ser ofrendada a los inmortales dioses que moran en el pequeño Templo
de Nin Kurzag, cuyas columnas son decoradas, por infinidad de deseos transformados
de formas diferentes, a la hora de crear
para el Sumo Sacerdote lo que el artista siente. Así pensaba Musarak-Abu esa
mañana, mientras dibujaba sobre el papiro con el punzón de piedra, el motivo
que luego sería convertido en mosaico multicolor. A su lado una joven lo miraba
con dulzura, si él era el mejor dibujante de todo Ur, ella sin dudas, pasaba
por ser la mejor colorista del reino, por lo tanto a ambos siempre se los
contrataba para el arte de la piedra, dado que sus motivos -según los Magos
decían- satisfacían plenamente a las divinidades de los templos. Ese día sin
embargo, la atención de ellos en el trabajo se había convertido en una obsesión,
cada línea del dibujo y cada plano encerrado por estas, era prolijamente
dibujado con la mayor exactitud posible y perfectamente coloreado como buscando
que ambos, original y copia sean el uno y el otro iguales, sin diferencia
alguna. Es que Musarak-Abu y la joven que lo acompañaba, estaban compenetrados
por un único y fundamental deseo, hacer todo lo posible para que el rostro del Príncipe
Alu, muerto hacía horas en cruel combate con los barbaros, pueda ser dibujado y
coloreado cual si estuviera vivo, pues esta había sido la condición impuesta
por los dioses, para volverlo a la vida.
--Queremos -habían dicho- una reproducción exacta de su rostro, hecha en
un mosaico de teselas de piedra caliza y coloreado con caldos de hierbas
naturales de forma tal, que la imagen que se reflejase en el trozo de metal
esmerilado, sea idéntica e igual a aquella que le hemos entregado.
Tamaño emprendimiento no era de mortales sin embargo, allí estaban ellos
para realizarlo y poco a poco en el papiro, la cara del príncipe quedo
perfecta. Luego el maestro de teselas colocó estas donde debía exactamente,
siguiendo los contornos de las líneas trazadas por el punzón de piedra, así
quedo formado un rostro gris de material calcáreo, al que el color de la joven
colorista le dio vida. Allí estaba el Príncipe Alu no vivo, pero como si lo
estuviera en el mosaico terminado, estos fueron al encuentro de los Magos que
al verlos llegar mucho se asombraron, del extraño parecido, ya que muerto y
mosaico parecían iguales, sucedió entonces que el Mago Mayor fue al altar con
el mosaico, pidiendo por la vida del Príncipe
se dirigió a los dioses y al momento que levantaba la figura hacía lo alto, por
esas cosas que rara vez se entienden, el mosaico se escapo de sus manos le dio
en la cabeza, mato al Mago y hecho trizas contra el suelo quedó roto en mil
pedazos, a los pies de Musarak-Abu y su joven y bella colorista, que con tanto trabajo
lo habían creado.
Para los descreídos, si visitan el pequeño Templo de Nin Kurzak, todavía
verán pedazos de mosaicos dispersos sobre el suelo del altar mayor.
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