Cerró la oficina con la satisfacción de que era día viernes y no vendría
más allí hasta el lunes, dos días para él pensó, mientras descendía por la
escalera los tres pisos que lo separaban de la calle. Una vez abajo, saludo al
conserje que hacía guardia en el hall del edificio y se dirigió a la calle, ya
en ella comenzó a caminar entre la gente como un transeúnte más, gozando de su
libertad y siendo el dueño de su tiempo, pensó que podía ir al café que se le
ocurra a tomar un cortado, recorrer la cantidad de librerías de viejo que le
viniesen en ganas, total era viernes, mañana dejaría el despertador apagado,
total era viernes y hasta si lo quisiera la suerte, encontrar una chica e ir a
algún lado. Estaba dispuesto a todo, a la aventura como a caminar lugares
conocidos, por lo pronto iría al café de siempre, total al final, uno es uno y
su rutina, dicho lo cual entró en el boliche que lo tenía como cliente diario,
se sentó a una mesa, alegre, despatarrado.
--Che José una medialuna y un cortado.
El mozo lo miró sorprendido y le dijo.
--Cortado si medialuna no. ¿Tanto tiempo que venís y te olvidaste, que
los jueves a la tarde no hay factura? ¡El panadero viejo! Acordate ¡Hoy es jueves!
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