jueves, 2 de enero de 2014

CON LA CARTERA EN LA MANO




Cruzó el cuarto desorientado y por el amplio ventanal miró a la calle. Ya era pleno día y a través del vidrio se movían las familiares postales de su barrio, se había quedado dormido eso era todo, pero ese todo implicaba haberse perdido una reunión sumamente importante en el trabajo y despertarse con ella, que aún dormía despatarrada en su cama. ¿Cómo se había dado el lujo de esa irresponsabilidad? No lo sabía ¡Ni idea! Pero de lo que estaba seguro de que se había metido en un quilombo, la reunión perdida -demasiado importante- y ella, que apenas si la conocía, para ser más exacto no sabía quién era, pero había tenido la habilidad de retenerlo en la cama mucho más de lo previsto y ahora, estaba pagando las consecuencias. Fue al baño y se higienizo, luego a la cocina donde preparó dos cafés, unas tostadas con dulce y manteca para después, encaminarse con todo ello al dormitorio a despertarla y desayunar juntos. Cuál sería su sorpresa, cuando la encontró vestida y a punto de salir con la cartera en la mano. ¿Por qué te agarró tanto apuro? -le pregunto- ¿No vas a desayunar conmigo? No me voy -le dijo- he perdido una reunión importante y apenas si te conozco. Dicho lo cual atravesó el living, abrió la puerta de calle que tenía las llaves puestas y desapareció.

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