Apretó seleccionar en el Smartphone y la imagen quedó retenida en la
pantalla del celular, una foto más rápida y sin laboratorio, ni película, ni
droga alguna que la revele y es más, si no le gustaba como había salido, sacaba
otra y listo y así sucesivamente o sea, la imagen al alcance de la mano de
cualquiera, algo impensado unos años atrás, cuando tenía su antigua Polaroid
Réflex o después, con las cámaras digitales. Ahora con el iPhone todos podían
sacar una foto y subirla a cualquier plataforma, por primera vez, se dio cuenta
que estaba perdido, ya ninguno se fijaría en él como un fotógrafo de planta,
como un profesional del medio, sino más bien como alguien que se tenía que ir,
porque la tecnología lo había superado y ya a nadie le interesaba tener
full-time, a un tipo con una cámara digital y el era ese tipo. Nuevamente metió
la mano en el bolsillo del pantalón y saco el telegrama de despido, ese que le
habían mandado del diario por la mañana, lo volvió a leer “Por reorganización
de planta de fotograbado le comunicamos a usted que queda despedido, bla, bla,
bla” Así de simple y tan luego a él que con su Polaroid, le diera al diario
hermosas instantáneas de los hechos ocurridos, de las tragedias, de las
noticias policiales y hoy los hechos, casi eran registrados por los
protagonistas de los mismos. Se sintió viejo aunque no lo era, se vio vencido
aunque no lo estaba y de pronto, se le ocurrió una idea, con su iPhone
recorrería la ciudad y como un anónimo más, le mandaría al diario, fotos de las
circunstancias que pudiera presenciar, esa al final de cuentas, sería su
venganza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario