miércoles, 15 de enero de 2014

FOTOS AL FINAL DE CUENTAS




Apretó seleccionar en el Smartphone y la imagen quedó retenida en la pantalla del celular, una foto más rápida y sin laboratorio, ni película, ni droga alguna que la revele y es más, si no le gustaba como había salido, sacaba otra y listo y así sucesivamente o sea, la imagen al alcance de la mano de cualquiera, algo impensado unos años atrás, cuando tenía su antigua Polaroid Réflex o después, con las cámaras digitales. Ahora con el iPhone todos podían sacar una foto y subirla a cualquier plataforma, por primera vez, se dio cuenta que estaba perdido, ya ninguno se fijaría en él como un fotógrafo de planta, como un profesional del medio, sino más bien como alguien que se tenía que ir, porque la tecnología lo había superado y ya a nadie le interesaba tener full-time, a un tipo con una cámara digital y el era ese tipo. Nuevamente metió la mano en el bolsillo del pantalón y saco el telegrama de despido, ese que le habían mandado del diario por la mañana, lo volvió a leer “Por reorganización de planta de fotograbado le comunicamos a usted que queda despedido, bla, bla, bla” Así de simple y tan luego a él que con su Polaroid, le diera al diario hermosas instantáneas de los hechos ocurridos, de las tragedias, de las noticias policiales y hoy los hechos, casi eran registrados por los protagonistas de los mismos. Se sintió viejo aunque no lo era, se vio vencido aunque no lo estaba y de pronto, se le ocurrió una idea, con su iPhone recorrería la ciudad y como un anónimo más, le mandaría al diario, fotos de las circunstancias que pudiera presenciar, esa al final de cuentas, sería su venganza.  

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