miércoles, 26 de febrero de 2014

TODO MEZCLADO



El trineo se deslizaba por la nieve y el sultán de marruecos, bebía sobre la arena del desierto un refresco en copa de marfil, los perros aullaban y el viento, agitaba levemente la bebida en el vaso, mientras los labios de su alteza degustaban de ella y las feroces bestias, con sus patas se aferraban al hielo del camino, levanto el monarca sus ojos y le dijo a la mujer que tenía al lado, luces tan dulce como el licor que bebo y en toda esta inmensidad, no existe una mujer más bella que vos. De pronto estalló el látigo, exigiéndole más y más a la manada, el conductor del trineo tenía miedo y apuraba a sus canes, la tormenta de viento y nieve le estaba haciendo imposible continuar, debía detenerse en algún lugar. Alteza me halagas con tus palabras pero más bello que yo es el oasis, que da refugio a las caravanas y el cielo, por las noches tachonado de estrellas, la jauría de improviso detuvo su marcha, exhaustos por el esfuerzo los perros se negaban a seguir, pese al látigo y los gritos del hombre, ya ellos eran parte de la tormenta y la tormenta era parte de todo y porque no también del desierto, del oasis, del monarca y de la mujer hermosa y cuando menos se lo esperaba, el hombre del trineo voló por los aires y apareció en el desierto, entre el monarca y la bella mujer que lo acompañaba, gritando como un loco y acompañado de sus perros.

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