viernes, 25 de febrero de 2011

La Desconocida

La iba a llamar tocándole su cuerpo para que se despierte y se vuelva a su casa, pero algo en su interior detuvo el intento de hacerlo, ambos estaban desnudos en la cama de su cuarto, mantuvieron una hermosa relación sexual durante la noche y ahora, al comienzo de la mañana dormían, recuperando las energías que habían consumido horas antes, locos de deseo, perdidos en esa pasión desenfrenada, que da y quita el amor cuando se es joven y de él, se necesita. La había conocido en un boliche hacia apenas horas, no sabia quien era ni de donde venía, es más, a decir verdad hasta de su nombre se había olvidado, lo único de lo cual no podía negar conocimiento, era de su condición de mujer, de su cuerpo, ese, que dormía al lado suyo, hermoso y firme y de su propio deseo que estallara repentinamente, de poseerla, de hacerla suya, de perderse en ella para siempre, algo había pasado, no era hombre que se comportara de la forma que se comportó, es cierto que no acostumbraba frecuentar boliches, rara vez concurría a alguno, si lo pensaba bien, esta sería la segunda vez en su vida que lo hacia, pero lo más loco, nunca jamás se le ocurrió llevar a su casa a una mujer sin conocerla, sin saber nada de ella, incluso, sin haberla visto siquiera, porque todo el encuentro ocurrió en la penumbra del local, en el lapso de las cuatro horas que estuvieron allí dentro abrazados, bailando, buscando las palabras que mostraran todo lo que sentía, en ese hecho inesperado de estar juntos, parecía un sueño, solo que había despertado y ella seguía allí, presente al lado suyo, durmiendo boca abajo con sus senos sobre las sabanas, con su sexo dentro de su cama, con toda ella dueña de el, de su vida y de su cuarto. ¡Sí!, estaba decidido, la llamaría para que se levante se bañe y se vuelva a su casa, no era nada conveniente que una desconocida, ¡vaya a saber quien! Se meta en su intimidad, ande dando vueltas por su departamento y encima se crea con el más mínimo derecho sobre él que siempre había sido libre de plena libertad, que amaba su soledad como el más preciado bien que pudiera conseguir, que siempre fue extremadamente cuidadoso en relacionarse con mujeres, que no lo comprometieran sentimentalmente, sabia buscar y más, estaba perfectamente entrenado en el arte de dejar, de irse en el momento justo y oportuno, para no enredarse más allá de lo necesario. Pero ahora se había equivocado, por primera vez, -deseaba que fuese la última- cometió un error imperdonable, no escucho a su cabeza y dejó hablar a su corazón, la verdad, si no hubiera cogido tan bien con ella, maldice ría haber entrado en ese boliche, haberla conocido, ¡Todo! ¡Todo! quería borrar y empezar de nuevo, ¡a ver! Despertarse y que ella no estuviera, desperezarse en la cama totalmente y que fuera totalmente suya, ¡Pero no! A su lado, junto a el, estaban una nuca, una espalda como hermosa planicie en medio de los cerros, un culo, ¿Pueden ser adorables los culos? Porque este lo era, y unas largas y bellas piernas, todo ello daba lugar a la parte de atrás, digamos al contrafrente de un hermoso cuerpo femenino, por tanto su cama en ese momento en esa pequeña fracción de instante de su vida, no le pertenecía por completo, la desconocida, “esa” de la cual ni el nombre sabia la compartía con el,  tanto era así que ni tenia la delicadeza de despertarse, estaba sumida en un sueño dulce y profundo, su respiración era tranquila y al verla, uno imaginaba que se quedaría así eternamente. Ese pensamiento, “quedarse así eternamente” de pronto lo volvió loco, pero no, solo una pavada, la despertaría y adiós, ¡a la calle!, a su mundo y el al suyo, eso es lo que iría a pasar y no otra cosa. De pronto se vio a si mismo en bolas y eso le molesto, recorrió con los ojos la habitación, ropa tirada por todos lados, Yin, remeras, calzoncillo, tanga, corpiño, ¿Que había pasado?  ¿Tanta desesperación consecuencia de tanto desorden? Su calzoncillo por suerte estaba en el suelo cerca suyo, no tendría que molestarse, alargo un brazo lo agarro y se lo puso, miró la hora en el despertador, las once de la mañana, debía tomar una determinación era hora de levantarse, pero no supo porque a ella la dejó que siga disfrutando de su sueño, fue al baño que estaba en la misma habitación y se lavo los dientes, decidió darse una ducha pero no cerró la puerta, ¿Para vigilarla tal vez? ¿Para ver y gozar su bello cuerpo sobre el lecho? Quizás ni se hizo ninguna de estas preguntas, pero la puerta quedó abierta como ojo vigilante, mientras el agua caliente recorría su cuerpo, sus pensamientos y su alma. Estaba contento y al concluir la ceremonia higiénica, noto mientras se secaba, que tal vez la presencia de la desconocida no le preocupaba como antes, que ella la desconocida, podía ofrecerle lo que hacia tiempo había perdido de vista, la posibilidad de estar acompañado, de que alguien aunque sea por una minima porción de tiempo, se encuentre al lado suyo compartiendo su vida, buscó ropa interior limpia y ya oculta su parte sexual fue a la cocina a preparar el desayuno, calentó el agua para el café y saco de la heladera manteca y dulce de leche, enchufo la tostadora y tostó rebanadas de pan lactal, una vez todo ordenado lo ubico en una bandeja, café con leche, manteca tostadas y el dulce ¡listo! Servicio completo, la desconocida no se podía quejar, no sería un hotel cinco estrellas ¿Pero ella sabría de la existencia de los hoteles de cinco estrellas? No se llenó más el bocho con preguntas que no tenían sentido, se dirigió hacia ella que se encontraba durmiendo, ¿De que forma despertarla? ¿Con una palmada en la cola o un beso en la nuca? Se decidió por esto último, le retiro el pelo y apoyando sus labios le dio un profundo y largo beso, el cuerpo de ella se estremeció, un profundo suspiro salió de su pecho al momento que dando media vuelta sobre si, los ojos se encontraron en el silencio de la habitación y porque no, seguro que se vieron por primera vez, por esa vez que la mirada del otro y la nuestra buscan inflexibles el ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos? ¿Nos conviene si o no? Los ojos, esa maquina fotográfica que lleva a nuestra mente las sensaciones de la vida, ellos nos están mirando o los estamos viendo.

--¿Quién sos? ¿Dónde estoy?
--¡Como quien soy! ¡Donde estas! El boliche, estuvimos cogiendo hace un rato y me salís con esto.  ¿Te falopeaste amor?
--¡Estas loco! Es la primera ves en mi vida que entro a un boliche, aunque no la primera que me acuesto con un tipo, ¿No se porque estoy aquí? ¿Ni porque decidí coger con vos? ¡Esto es absurdo que me pase! Lo único que recuerdo que te vi, me viste, comenzamos a bailar ¡bailar! ¡bailar! Y luego aparentemente todo concluyo en tu cama, sobre este lecho donde me encuentro en bolas frente a vos, tenes la delicadeza de alcanzarme el corpiño y la tanga, me pesan las tetas, y no sos quien para mirarme como vine al mundo.
--Toma, aquí tenes la tanga y el corpiño, es una lastima me gusta verte desnuda, pero porque no te sentas en la cama y tomamos el desayuno juntos, es tarde debes tener hambre.
--Si tengo hambre, pero me quisiera higienizar la boca, lavar la cara ¿Tenes dentrífico?
--Por supuesto pero no tengo cepillo.
--No te preocupes uso el dedo, aguarda un segundo que enseguida vuelvo.

La desconocida salto de la cama, en el esplendor de su belleza paso frente al hombre que la miraba contento de haberla poseído, de que por un momento, su cuerpo, el de ella tan bello, hubiera sido suyo.

--Aquí estoy, ¡listo! ¿Qué parte de la bandeja me corresponde?
--La que mas quieras tener, en realidad lo que te traigo es muy simple, café con leche y tostadas, si tenes ganas más tarde podemos ir a almorzar.
--Que te hace pensar que habrá un mas tarde, que te hace suponer que me voy a quedar con vos, más tiempo que el necesario para tomar este café, vestirme y a la calle, chau, ¡me fui! Ni se tu nombre ni me interesa saberlo, estuvimos juntos una noche, es más, ahora que lo pienso no se que me paso, así al lado mío sentado en calzoncillo, sos un tipo igual que tantos, uno cualquiera, si te hubiera visto a plena luz y de día, quizás no hubiéramos ido ni hasta la esquina.
--¿A plena luz y de día? Esta bien, son tus gustos, de ello debo deducir que fui un tipo de suerte, te enganche en un lugar oscuro, justo en tu primera noche de boliche y tal vez hable más de lo que debía, o lo más probable, las circunstancias se dieron así y sin saber como ni porque, terminamos en mi cama ¿Pero no te vas a bañar antes de irte?
--No gracias, me ducho en casa, no hay como mi baño.
--Como quieras, sos dueña de tu cuerpo.
--¿En que barrio estoy?
--Belgrano ¿De donde sos?
--De algún lugar que no interesa, ¡estas pesado! ¿Entendes lo que te dije? Voy por la mitad de la taza, estoy a dos tostadas de desaparecer de tu lado para siempre, ¿Alguna vez le diste tanta importancia a dos tostadas en tu vida, como en este momento?
--Nunca, de haberlo sabido las hacia duras e interminables, pero nunca pensé que serian el reloj que marcaría el tiempo en que no te volveré a ver, ¿Cuál es tu nombre? Se me olvido.
--Mejor así, no tengo nombre, tampoco me digas el tuyo, no quiero llevarme ningún recuerdo de esto que paso entre nosotros.
--Como quieras, veo que ya te comiste las dos tostadas, por lo que a mi respecta me voy a vestir para acompañarte hasta abajo y abrirte la puerta, termina de arreglarte vos.

Ambos en silencio, cada cual en lo suyo, se prepararon para bajar, el ya vestido vio que ella también lo estaba, agarrando las llaves de la mesita de luz le dijo.

--¿Estás lista?, si es así seguime que te llevo a la puerta de calle.
--Es lo que más deseo, irme y no verte ni verme en tu casa.

Salieron al palier, tomaron el ascensor y en planta baja, el se acercó a la puerta de entrada y la abrió, dándole paso para que salga.

--¿Sabes que tomar? ¿Cómo irte?
--No te hagas problema se perfectamente lo que debo hacer, hasta nunca.
--Chau.

La vio alejarse, cerró la puerta y volvió a su departamento, un perfume de mujer lo había invadido, fue y levanto las cortinas, el aire entrando del exterior pronto lo hizo desaparecer.
  

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