viernes, 26 de agosto de 2011

TE VOY A CONTAR


Te voy a contar un cuento….Sobre el desierto azul del oscuro cielo, volaba un trineo empujado por el viento, todo tapizado de estrellas y rayos de sol y nubes blancas, en su interior una princesa había, la preferida del rey de la comarca, que viajaba feliz por el espacio rumbo a ser la prometida del hombre más rico, joven y bello de la tierra, que a su vez la adoraba con locura y solo deseaba ser de ella, por eso ansioso en su reino la esperaba con los preparativos hechos de una gran fiesta, en donde irían a casarse en presencia de su padre, el representante de dios sobre la tierra y el monarca más poderoso del universo entero, rey de reyes le decían todos. Ha dicha fiesta habían invitado a hermosas damas, valientes caballeros, magos que adivinan el futuro y músicos que embriagan los oídos con las melodías más bellas, que hipnotizan animales y alejan con sus notas tan alegres nuestras penas y ni que decir de la comida, que se iba a servir en esa fiesta, la más sabrosa  que se hubiera comido en todos los imperios, los mejores postres, los más caros pescados, los animales más raros y las bebidas más espirituosas, con frutos traídos del oriente y helados que de Persia copiaron sus recetas. Así las cosas, el príncipe anhelante en la puerta de palacio, con su comitiva entera vistiendo los más suntuosos trajes y damas de compañía con arreglos florales nunca vistos antes, así las cosas, el príncipe esperando en la puerta de palacio y la bella princesa volando en su trineo blanco con forma de resplandor que velozmente cruzaba el espacio, con rumbo final hacia los confines de la tierra, allí en la región donde se encontraba el castillo y el príncipe la esperaba. El viaje era largo, muy largo, ya que distintos reinos debían ser atravesados hasta llegar al sitio que el destino le había señalado, pero nada importaba a la princesa, el tiempo pasaba, el cielo siempre se mantenía azul y el trineo volaba dejando atrás espacio y tiempo, en busca del devenir que la acercara al fin de su camino ya que en raudo vuelo iba. En ese mundo las sombras no existían y el anochecer no era más que una penumbra blanca, que no mucho al trineo lo envolvía, para después volver al sol que a la princesa siempre acompañaba. En un momento del viaje la princesa, persona al fin que no podía escapar del todo a las reglas de la vida, sintió sed y tomo el vaso y destapo la jarra que en el trineo había y se dispuso a tomar el agua que ella sola se servía, la tomo de un sorbo decidida y de pronto, dentro del trineo no hubo más princesa, solo quedó una joya, un anillo hermoso sobre una caja abierta, enganchado el mismo en un terciopelo de color rojo fuego. El conductor del trineo no pudo creer lo que veía y asombrado, sin saber que hacer ni que decir, continuo viaje al palacio del joven príncipe que al ver esto seguro se moriría, ya que tanto la amaba, recordó que las brujas decían, dijeron, que la amaba más que a su vida, el conductor trato no obstante de sobreponerse y mantuvo la dirección del trineo, ya que su misión era llevar a la princesa al príncipe y estaba visto, que si no llevaba a la princesa para no morir cuando llegue, al menos debía sin lugar a dudas llegar con el anillo y fue así que lo hizo. Ya observaba a lo lejos las alamedas del castillo, las troneras, las tropas del rey formando fila, todos sus súbditos esperando a la princesa y de toda esa gente allí abajo, nadie sabría ni se le ocurriría jamás, que no iban a recibir a una princesa sino solo a un anillo, que era en lo que ella se había transformado cuando tomo el agua en el trineo. Asustado y pensando en todo esto, el conductor un rato después bajo del cielo y se poso frente al príncipe, este desconcertado al no verla pregunto por la princesa y el conductor apenado le entregó el anillo, contándole todo lo que durante el viaje había pasado, pronto la noticia corrió por palacio, atravesó los campos y caminos y no hubo uno solo de todos los habitantes de ese reino, que no tuviera conocimiento de la existencia del anillo y de lo que con la princesa había sucedido. Demás esta decir que el príncipe a punto de morir estaba, los cortesanos enloquecidos de dolor y el padre, el rey, sin saber que hacer pese a que por ser rey debería saberlo todo pero parece, que así no era el mundo, decidió por fin recurrir a lo que siempre se recurre en estos casos, a las palabras de los magos, la consulta a ellos era inevitable y por la salvación de su hijo comenzó a llamarlos, con el fin de encontrar a quien de todos pudiera romper con ese hechizo, así es que a su presencia fueron llegando infinidad de ellos, más o menos sabios, que en definitiva después de mucho hablar, no decían nada y el anillo seguía ahí, imperturbable y la princesa estaba ausente y el príncipe día a día se moría un poco más sin obtener respuesta, hasta que una tarde, cuando esa sombra apenas sombra que era la noche de ese universo comenzara a aparecer, se hizo presente ante el rey un viejo, con báculo en la mano, cántaro en su alforja, un sayo sobre su cuerpo, los pies descalzos y una larga y tupida barba recorriendo su cara y cayendo en cascada sobre su pecho.
--Majestad -le dijo- vengo acudiendo a tu llamado, ya que estoy solo en la cueva que el destino me ha dado y vivo alimentado de raíces de los árboles y medito día y noche los secretos de los sabios. ¿Cual Majestad es el problema que te aqueja?
--No es otro -respondió el rey- que la prometida de mi hijo.
--¿Qué le ha pasado a ella?
--Al venir hacia aquí en el trineo, tomo agua y se convirtió en un hermoso anillo, que es este que te muestro y aquí tengo, lo que pedimos de vos que la hagas aparecer a ella y desaparecer el anillo, por la vida del príncipe mi hijo y por la felicidad de este nuestro reino, toma el anillo te lo entrego así podes verlo.

El anciano tomo el anillo entre sus dedos y su mirada se perdió en el espacio y su cuerpo adquirió una rigidez de muerte, de pronto se volvió al rey y le pregunto.
--¿Dónde esta el trineo con que la princesa vino?
--Afuera en el patio -respondió el rey-
--Vamos a el que quiero verlo.

El anciano seguido del rey y parte de la corte, guiado por el primer paje puesto a su servicio, siguió a este atravesando arcadas, puentes, jardines y salones inmensos, hasta llegar al sitio donde estaba el trineo, el anciano se paro frente a el,  paje rey y compañía detrás suyo, miró con atención el interior del trineo, todo estaba igual que cuando la princesa tomara el agua, decidido agarro la jarra y lleno el vaso de donde bebiera la princesa, una ves hecho esto, dejo la jarra en su lugar, pronunció unas palabras extrañas por nadie comprendidas y arrojo el anillo dentro del vaso lleno, al instante sonó como un chasquido, hubo algo similar a una nube azul de humo tenue y roto el hechizo del mismo vaso emergió la princesa, tan hermosa contenta y saludable como siempre. El rey tan feliz que no podía creer lo que estaba pasando corrió a su encuentro y la abrazo y beso una y mil veces y entre sollozos de alegría le dijo
--Has sufrido un hechizo, convertida en anillo no sabíamos que hacer hasta que este mago que aquí ves, consiguió romperlo y volverte a la vida.
--No hay ningún problema majestad respondió ella, las princesas siempre padecemos hechizos y siempre salimos airosas de ellos.
--Así es -dijo el anciano- sino majestad de que viviríamos nosotros los magos, gracias a las princesas y a los hechizos los reyes nos encuentran necesarios.
El rey volviéndose a el le dijo.
--¿Qué deseas anciano? Pide lo que quieras que te será acordado.
--Nada majestad, solo volver a mi cueva y seguir meditando, que no hay mejor paga para aquel que medita, darse cuenta que sabe.
Y colorín colorado este cuento ya es hora que acabe.


No hay comentarios:

Publicar un comentario