jueves, 5 de abril de 2012

EL ESTUCHE



Se encontraba en el subsuelo del banco, en el sector de cajas de seguridad esperando entrar, mientras esto hacia, su mirada recorría despreocupadamente a aquellos, que esperaban turno para hacer lo mismo que el, de pronto le llamo la atención un hombre mayor con aspecto de hipee de los años sesenta, camisa floreada, pantalón de tela negra algo gastado y un perramus liviano, de corte antiguo y el mismo color que lo usaba abierto, pero lo más raro de él, era lo que llevaba en sus manos, un estuche de guitarra española con mucho uso encima, que su brazo derecho apretaba contra su cuerpo ¿A qué? -pensó- ¿Alguien viene a su caja de seguridad con una guitarra bajo el brazo? ¿Qué trae dentro de ese estuche? ¿Toda su plata, las partituras de música que puede haber compuesto y las imagina únicas e irrepetibles y las quiere guardar para la posteridad? O algo más simple ¿Una agujereadora grande y potente para robar el banco? ¿O quizás tan solo sueños? ¿Viene a guardar sus sueños que siempre fueron eso, sueños, para no soñarlos nunca más? O acaso ¡Abuelo enamorado de una mujer joven! ¿Necesita dejar el fuego de una pasión que lo enloquece y que jamás podrá ser? Vaya uno a saber. Lo cierto que el anciano en la cola de las cajas de seguridad y a punto de entrar en ellas, era para él una incógnita, más aun, lo era su viejo estuche de guitarra española que apretaba contra el cuerpo, como si no quisiera abandonarlo jamás. El empleado del mostrador, le hizo firmar los papeles al viejo y entraron en el recinto de las cajas, perdiéndose de la vista de los que estaban esperando para ingresar en ellas. Al poco tiempo volvió el empleado y fue entonces, cuando a continuación del viejo le tocó entrar a el, hizo los tramites y paso al recinto donde estaban las cajas una vez en poder de la suya y ya solo en el lugar, se encamino hacia los boxes donde la gente una vez en ellos, guarda o saca lo que desea dejar o llevar. Aunque los minutos pasaban veloces, calculo que sería posible acertar con el box donde el anciano se encontrara ¿Por qué? Porque este era de contextura voluminosa y el estuche de la guitarra, un elemento incomodo para manejarse dentro de un lugar tan pequeño como el reservado a cada cliente, para manipular el contenido de su caja por lo tanto, imagino que la puerta menos cerrada de alguno de ellos, sería el lugar donde el viejo se encontraría y una cosa loca, se le ocurrió que debía abrir esa puerta y ver al viejo con el estuche y sobre todo, observar lo que hacía con él, sentía una necesidad de ver al otro, que jamás la había sentido y movido por ella, empezó a recorrer los pasillos hasta que de pronto se topó con la puerta menos cerrada de todas, no dudo, se asió del picaporte y lentamente con ansiedad la abrió, temiendo sobre todo y casi seguro que así sucedería, chocar con el cuerpo del viejo y lo que aún era peor, con el extraño estuche que lo había movilizado a hacer esto que estaba haciendo, circunstancia esta que nunca pensó fuera a realizar en su vida. Ya decidido porque lo que se empieza se termina, abrió del todo la puerta y ¡Oh sorpresa! ¡Hecho increíble! ¡Realidad imposible de imaginar!  El box estaba vacío, ningún humano había en el, pero arriba del pequeño pupitre donde se colocan las cajas para revisar su contenido, se encontraba el estuche, descansando sobre el mismo cuan largo era, cerró la puerta y se lo quedo mirando, del viejo por supuesto ni el menor detalle, aunque no, debajo del pupitre en un pequeño estante que el mismo tiene, asombrado vio el perramus negro, prolijamente doblado y dejado en el lugar, tal vez como queriendo acompañar al estuche en ese cubículo de cemento y luz, elemento indiscutible de la absoluta soledad. Ante esta situación desorientado, no supo qué hacer, el tiempo pasaba y debía volver al empleado del banco, para entregarle las llaves y retirarse, sino su actitud sería sospechosa y lo vendrían a buscar, no obstante eso no pudo irse, el estuche lo retenía allí, llevado por una curiosidad a esta altura enfermiza e irresistible, decidió hacer lo que desde un primer momento quiso hacer abrirlo y lo hizo. Era un lugar vacio sin guitarra ni tiempo ni contenido alguno, en el solo habitaba el silencio, el sepulcral silencio de las bóvedas de la muerte y del recinto en donde anida la fortuna, busco el fondo, el sitio donde debió apoyarse el instrumento, tampoco estaba, solo era un agujero negro que abarcaba todo lo incluido en este mundo, incluso a él y no sin terror vio, como de dentro de lo que parecía un largo e interminable túnel, la figura imprevista del viejo lo llamaba ¡No aguanto más y cerró los ojos! Cuando los volvió a abrir, se encontró acostado en una camilla y alguien de casaca blanca que le decía cosas, como…
--¡Cálmese! Tranquilo ¡Ya todo está bien! Solo allá en las cajas tuvo un desmayo por la baja de presión -para a continuación preguntarle- ¿Este estuche de guitarra es suyo no?  ¿Lo mismo que el perramus?   

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