Cuando quiso acordarse, de nada le valió saber que había perdido. La
cosa era muy sencilla, en ese mundo donde él se cobijaba, perdiste y fuiste, eso
es lo que sabía y eso lo que le hicieron entender, hasta ese momento, hasta el día
exacto del quilombo todo le había ido muy bien, acertaba siempre y sus trabajos
eran bien valorados por los de arriba, pero ese día, ese nefasto día sin saber
porque, jugó la ficha equivocada y ahora debía pagar las consecuencias, empacar
e irse y con fortuna salvar el pellejo. Le dijeron tenes suerte, te pasó con la
negra, si fuera otra ya estarías muerto, pero la negra manda y a la negra el
jefe le perdona un desliz, pero a vos quiere verte bien lejos pero no muerto,
porque la negra pidió por vos y el concedió. Tipo extraño el jefe, lo había
hecho cornudo con la mujer que era su compañera y a la vez fue amante suya,
cosa extraña también la negra, como manejaba a dos hombres, se quedo con uno el
más exitoso y seguro de los dos, pero antes hizo que al otro, le perdone la
vida. Suspiro hondo y el cuerpo de la negra le vino a la menoría y también el
día, que los dos fueron al telo y lo orgulloso que se sentía de haberlo hecho,
pero ahora todo cambio, debía irse más sin embargo se negaba a hacerlo ¿Por
qué? Muy simple, le había gustado la negra, quería seguir sintiendo su cuerpo
sobre el suyo por mucho tiempo, y si se iba eso no ocurriría jamás ¿Qué hacer
entonces? Pelear su amor se dijo, por la negra todo, aunque ella hizo que le
perdonaran la vida no sabía que eso no le importaba, que le daba lo mismo vivir
o morir, si el precio era no verla nunca más. Solo debo hacer una cosa pensó,
como cuando tuvo a su lado los pechos y el sexo de la negra, solo una, dejó de
empacar sus cosas y busco en su campera la cuarenta y cinco, la estuvo
sopesando en su mano un largo rato, como
cuando levantara a la negra desnuda en el telo, después, decidido guardo el
arma entre el pantalón y el saco y salió de la habitación, subió al tercer piso
y golpeo en la puerta del cuarto del jefe, una voz autoritaria grito entre, le
hizo caso y entró, cuando se vio frente a él le descargo la cuarenta y cinco,
mientras este caía muerto se le ocurrió pensar, que ahora la negra no tendría
que elegir.
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