sábado, 3 de agosto de 2013

ENCUENTRO DE HADAS



En un país lejano vivía una princesa, que a diferencia de otras muchas era fea y reservada y nunca en su vida le había sucedido nada. Pasaba los días en la corte obedeciendo a su madre y dedicada al protocolo, que su condición de noble le obligaba, pero una tarde mientras caminaba distraída por los jardines del palacio, de pronto se detuvo algo turbada. A metros de distancia de donde se encontraba vio a un joven, dedicado al cuidado de las flores de un estanque y le llamo la atención, lo hermoso que era y le llamo la atención, no haberlo visto nunca en el palacio cuando ella, ese jardín lo visitaba muy seguido. Sorprendida quiso seguir caminando, pero fue el joven quien se lo impidió al hablarle.
--Princesa ¿No nos hemos visto antes?
--No que yo sepa joven jardinero.
--Usted no sabe pero yo se que nos hemos visto, yo era la flor de narciso allá en la orilla izquierda del estanque, donde usted cuando venía al jardín se detenía a contemplarme.
Ella inquieta, dirigió la vista hacia la planta que el le indicara y con asombro, noto que la flor ya no se hallaba allí, sorprendida se volvió al joven.
--La flor de narciso ya no está  y según usted era ella ¿Qué significa esto?
--Pueden haber sucedido dos cosas, o bien yo la arranque para presentarme ante usted de esta manera, o por el contrario paso lo que debió pasar y ya le cuento. Vengo de un lugar lejano como ocurre siempre que uno llega, en donde los que allí viven practican la magia de las transformaciones y se aprovechan de ellas, para conseguir sus objetivos. Yo quise conocerla, porque su fama decía que era fea y yo pensaba y pienso, que ninguna mujer puede serlo, que es cuestión del hombre que la mira valorarla y no dejarse llevar, por la habladuría de los otros, por lo tanto le rogué al mago de mi reino, que me convierta en flor e introduzca en su palacio y así fue, como terminé en la orilla de su estanque, pero…siempre hay un pero en toda transformación mágica y este era, que a la tercera vez que usted me mirara en el estanque, se rompería el hechizo y dejaría de ser flor y sería quien soy ahora. Su tercera visita al estanque fue hace cinco días y desde entonces, vuelto a ser hombre, conseguí el puesto de jardinero para quedarme aquí en el jardín, esperando verla y hoy se cumplió mi deseo y aquí mientras usted me ve, yo la veo.
--Jardinero, caballero, príncipe, no sé cómo llamarlo ¿Qué quiere de mi? ¿O que espera conseguir? Que ha atravesado reinos y convertido en flor, para llevar a cabo eso que ignoro.
--Yo que solo busque hermosas mujeres que a mi corazón volvieran loco, hoy quiero saber que le pasa a él en su presencia, si el amor existe más allá de la máscara y de las apariencias, siendo algo propio de uno y de sus circunstancias.
--Al amor no lo conozco, de mi rostro nada dice el mundo que no sepa, pero nadie puede saber el pensamiento que existe tras mis ojos, por lo tanto caballero usted de mi no sabe nada y yo de usted tampoco, apenas lo que dice de su reino, que tal vez sea cierto y de sus transformaciones, que tomo por dudosas.
--Yo en cambio se dé usted mucho, lo suficiente para haberme interesado, ya que las veces que la observe desde el  estanque, vi sus virtudes espirituales y note el verdadero carácter que usted tiene, por lo tanto comencé a estimarla, por lo tanto me di cuenta, que no es suficiente un rostro para conmoverme y si una personalidad, la suya en este caso. Princesa si me transfigure para conocerla, hoy soy yo en persona quien le pide ser su pareja, e ir juntos a palacio a anunciarlo a los reyes y que los pequeños del reino se diviertan.
--Caballero me domina la emoción, pero el sentido común de mis ancestros, me avisa que vamos muy ligero, mejor ver a mis padres los dos juntos para explicarles luego, que venimos a verlos para que sepan que a partir de hoy, trataremos de conocernos más y si todo va bien, lo nuestro que recién empieza terminara en boda, con la llegada al reino de vuestros padres y alguno de sus magos porque no, para transformarme en una princesa hermosa, después de todo en los cuentos de hadas donde nosotros nos movemos, todo es bello y termina bien y yo quiero para nosotros, la belleza.
--Acepto -dijo él- en lo de tu carácter, como me lo demuestras con tu sensatez estuve acertado.
Ambos tomados de la mano se dirigieron al interior del palacio, a encontrarse con los reyes y darles la buena nueva del comienzo de su relación.  

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