viernes, 2 de noviembre de 2012

EL BARRIO, LAURA Y EL CARNAVAL



Esperábamos ansiosos, la llegada de la murga al barrio, año tras año sucedía lo mismo, era sin duda el momento más deseado por todos nosotros, que unidos por ella, nos poníamos a bailar y cantar y reír, al son de los sordos parches del bombo y sus sonoros platillos, incluso muchos de los vecinos se disfrazaban, para mezclarse entre los murgueros y al ritmo de sus mismas contorciones, por un instante, creerse parte de la comparsa ¡Carnaval! ¡Había llegado el carnaval! Los mas jóvenes chicos y chicas, corríamos uno detrás de otro, para tirarnos agua, hasta que nos entrase por la boca, los oídos y la nariz, más tarde, nos preparábamos para el corso. El mismo, siempre se hacía en las cuadras más comerciales del barrio, allí las distintas comparsas, disputaban entre ellas, a ver quien sería la mejor, noche a noche, pasaban entre la hilera de gente agolpada en la vereda, desbordante de alegría, jugando con pomos, matracas y serpentinas, los murgueros, contagiaban su algarabía y el rebote de su desmesura, devuelto hacía ellos por parte de la gente, los hacia moverse más locamente, como marionetas empujadas por el viento, ellos y nosotros, éramos la representación más acabada, de la fiesta del carnaval, por supuesto, después del corso para muchos, le seguía el baile, el mítico baile de carnaval, en los clubes y en las calles, una vez que las murgas se alejaran, hacia otros barrios, hacia otros rumbos de la ciudad, para dar y recibir la felicidad de luces, ritmo y colores, que llevaban con ellos y era su signo de presentación, en cada lugar en donde se detuvieran a tocar ¡Llegó la murga! ¡Arriba murgueros! Se fue la murga y en la calle llena de serpentinas, papel picado y sensación de fiesta, comenzaba el baile y el desfile de disfraces y el sueño de cada uno, de ser por una ves siquiera, quien hubiera querido ser. En una de esas noches yo, quise ser el amor de Laura y habiendo averiguado, a que baile ella iba, decidí también ir al mismo lugar, Laura, fue una más de mis compañeras, durante todo el secundario, después su familia dejo el barrio y no la vi nunca más, cada tanto, tenia noticias suyas por amigos comunes y esto fue, lo que me hizo saber, que ella esa noche de carnaval, iría a bailar al sitio, donde en este momento yo me encontraba. Serpentinas, mascarones, papel picado, rociadores de perfume, venta de alcohol, música moderna, chicos y chicas en la pista, la banda de moda atronando el ambiente con su música, ellos con sus gorritos y sus vinchas, ellas con sus caras pintadas, sus hombros descubiertos, sus caderas ondulantes, con breves short o polleras muy cortitas, tacos altos, zapatillas, remeras, tatuajes y la botellita de cerveza, moviéndose sensuales en la pista, ¿Baile de carnaval? ¿Cambió el mundo? Si sacamos los gorritos y alguna que otra cara pintada, sin tocar los tatuajes, un baile más ¡A me olvidaba! Fuera también, las serpentinas y el papel picado ¡Pero es carnaval! Dejemos todo como esta entonces y a ver si encuentro a Laura, a decir verdad, soy un temerario, un loco carnavalesco ¿Si por casualidad está con su novio? ¿Si no quiere verme? ¿Si alguien se la levantó antes que yo? O decididamente no le interesa ya nada, que le recuerde su pasado en el barrio, pero bueno, es carnaval, pertenezco a la murga, Los Eternos Decadentes y aquí estoy, a ver si la consigo ¿Total que pierdo? ¿Y si gano? Me saco una duda que llevo hace ya muchos años, así pensando entre a caminar por el boliche, despacio, mirando, esquivando serpentinas y pomos de agua, cubierta la remera y el pantalón, de papel picado y el corazón de carnaval amurallado. Hacía ya un rato largo, que andaba dando vueltas, cuando de pronto, vi cerca del escenario, donde la banda actuaba, a un grupo muy divertido, de chicas y muchachos y mezclada con ellos, la vi a Laura, moviendo las caderas, sonriendo, bailando –si el carnaval precisa de una reina- es ella pensé, pero siendo así, que difícil acercarse a una reina –me dije- pero esa noche, me sentía disfrazado de no se que, con el disfraz, de capaz que hago cualquier cosa y me acerque, atropelle, moví el cuerpo, grite, fui murguero de mi propia comparsa y un rato después, estaba al lado de ella, bailando, provocándola con mis contorsiones y teniéndome sin cuidado, nada de lo que alrededor mío pudiera suceder, se sorprendió, se sorprendieron, no me di por enterado y si alguna ves, forme parte de una murga, allí en ese momento único e irrepetible, puse en practica todo lo que aprendí, contorsiones varias, mucha pelvis, quiebre de cintura y ritmo sin parar, cada ves que los giros del baile, me acercaban a ella, mostraba su sorpresa, pero piolamente me siguió el juego, si alguien estaba con ella, no me intereso, en esa situación, me sentía el Rey Momo, el parche del tambor, el sonido rebelde del platillo, la cinta de serpentina, que a todos los envuelve, pero de pronto la serpentina se cortó, se acabo el papel picado y todo porque la banda, de golpe, ¡Maldita sea! Dejó de tocar, me detuve y se detuvieron todos, un rumor de voces y risas, recorrió el salón y las chicas y chicos, empezaron a hablar, a tomar, a reír y a soñar, yo la miré a Laura y Laura me miró, por un segundo faltaron las palabras entre nosotros y solo nos estudiamos, en busca de recuerdos que a ella, me di cuenta, no le llegaban, al final como no entendía nada, se decidió a hablar.
--Y vos ¿Quién sos?

La miré un segundo, estuve a punto de decirle quien era, de refrescarle su memoria, pero no se porque, solo me salió decirle,
--Nadie, uno que festeja el carnaval, seguí en la tuya,
Y con un paso de murga me aleje.

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