El quería a Laura ¡Como no quererla! Más de uno de todos los amigos del
colegio la querían y qué no decir de los compañeros del ingreso a la facultad,
muchos de esa clase numerosa pretendían a Laura y la buscaban y le pedían salir
y ella jugaba con ellos aceptándolos con dulzura, o rechazándolos con firmeza y
como suele suceder muchas veces, entre los rechazados estuvo el. Desde ese día,
desde el día que en sus oídos silbaran las palabras -con vos no-
que le dijera Laura fue otra persona, cambió su humor, se volvió taciturno
y no entendió porque, pero se culpo de que Laura no lo quiera y su autoestima,
quedó reducida a un reproche por haber nacido con características tales, que no
despertaban para nada el amor de ella ¿Pero qué hacer entonces? Se preguntó en
medio de su angustia ¿Podemos acaso modificar el juicio que una mujer se ha
hecho de nosotros? No se -dijo- Pero también pensó que las circunstancias de la
vida son extrañas, misteriosas y sorprendentes, por lo tanto quizás ya más
esotérico -porque a veces lo era- imaginó que en los tiempos actuales, muy bien
podrían existir dos Lauras una real, la que perdió y otra virtual, a la que de
pronto se le ocurrió sería posible conquistar. Para ello se encerró en su
habitación, donde lo literario ronda el mundo de lo cierto y las ideas se hacen
realidad, cuando son relatadas por un texto. Una vez allí y después de pensar
largo rato, escribiendo y destruyendo hojas y papeles de diferentes cuadernos,
se decidió al fin por lo que había leído en un viejo almagesto, de un hecho,
que sucediera en el siglo siete en diferentes circunstancias, pero por igual
amor no correspondido, que un hombre y una mujer de esa época tuvieran y tal
situación trayéndola al presente, la resolvió de esta manera, adaptada en un
todo por supuesto a las actuales circunstancias, de la forma de vivir en el
planeta, para lo cual tomo su notebook y su computadora y las enfrentó. En una
abrió su Facebook y en la otra el de Laura. Noto entonces con cierta estúpida
satisfacción, que ambos muros se veían por primera vez -es el comienzo de nuestra
relación se dijo- y a continuación, como en todos los casos que tuviera una
duda de carácter sentimental recurrió a las Cartas del Tarot. Las veintidós
posibilidades restallaron en sus manos y el buscó, casi en trance, en cuales de
todas ellas estaría señalada su oportunidad. Para ello, separó once y once al
azar, las dio vuelta y de cada montón tomo dos, con ellas en su poder volvió a
prestar atención a las máquinas prendidas y conectadas, entonces fue que
decidió construir con tres de las cartas un puente, que uniera ambas pantallas
y para que se sepa la causa del conjuro, las cartas por el utilizadas fueron
“Los dos Caminos” “El Carro de Hermes” y “La Rueda de la Fortuna”. Una vez el
puente tendido, hizo transitar la cuarta carta que le quedaba “El Aker” sobre
el, haciendo el recorrido -que fuera impuesto por el destino- desde la foto del
perfil de Laura hacia su propio muro. Mientras llevaba esto a cabo, solo
recordaba intensamente que lo que se cuenta, comienza a ser realidad en el
momento que se escribe y fue así, que en la pantalla de la computadora, el
Facebook de Laura desapareció y el perfil de ella, chocó contra su muro en la
notebook, formando en él la foto de ellos dos sonrientes, abrazados y dándose
un beso, que todo Facebook de enamorados que se precie tiene y a partir de ese momento -que como mago
improvisado produjera con su extraño experimento- fue hecho realidad el deseo
por el manifestado, que desde ahora y a través del tiempo, mientras el
ciberespacio no sea modificado ella y él, él y Laura, estarán enamorados,
aunque lo sea virtualmente ¿Quién puede decir que es lo real? Si uno vive
imaginando su presente.
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