Fui uno de los tantos que la habían querido,
que habían soñado tenerla entre sus brazos, apretada contra su pecho, en la
cama oportuna y siempre dispuesta, de cualquier hotel del bajo, pero lamentablemente,
uno de los pocos, que no se la había cogido, digamos más, ni siquiera cruzado
una palabra con ella, si es así, es como lo piensan, era un boludo. Pero las
cosas son como son, dentro del carácter humano, hay circunstancias que lo
marcan a uno para siempre y la boludez, es una de ellas, incluso, ¿No es boludo
acordarse ahora de La Choricera? La puta más hermosa y apetecible de la villa
de Belgrano, a fines de los cincuenta, ¿Cuándo ya pasó tanto pero tanto tiempo?
¿Cuándo ya no existen más villas en Belgrano? Hace mucho de esto, ¿Cuándo ya
sus calles no la recorren, hermosas villeras que hacían estremecer el corazón,
de solo verlas? La llamaban La Choricera, porque su padre vendía sándwich de
chorizo en la Costanera, todas las mañanas salía con su carrito de la villa,
cargado de panes, chorizos y carbón, hacía el río y ella, al atardecer de todos
los días, salía con su cuerpo cargado de esperanzas, a vender amor a quien lo
pida, por un precio arreglado de antemano. ¡Era hermosa! Fue durante años, la
mujer más atractiva y codiciada entre Libertador, La Pampa, Alcorta y Monroe,
su coto de caza, su lugar, su selva, allí donde iban a morir todos los hombres,
de todas las clases, de mucha o poca plata, de a pie o con auto, ella reinaba
allí, ¡Era Afrodita! La Diosa del Amor por todos deseada y como Diosa, más allá
del bien y del mal, a todos se entregaba. Nunca se le conoció un amor, un
hombre que estuviera a su lado. ¿Nunca? Bueno….hubo una vez, solo una, que se
la vio salir acompañada de la villa, asombrado el barrio, se estremeció, ¡La
Choricera con novio! ¿Dejaría de ser puta? Pensaron todos, acaso imaginaron que
la jovial muchacha, llevada de la mano por un hermoso joven, como aquel con
quien salía, ¿Podía cambiar su destino? ¿Su deseo de ser lo que era? Nadie supo
contestarse, todos esperaron en silencio, espiando día a día, el transcurrir de
las cosas entre ellos. Por lo que supimos todos, de boca de las chimenteras de
la villa, de los changarines que hacían arreglos en el barrio, el venía de una familia
de clase media alta, era educado y la verdad, tenía presencia de hombre
inteligente y hábil, pero estaba loco por ella, perdido en las tinieblas de ese
amor desconocido, al que uno se entrega sin saberlo, quizás para siempre y una
única ves, lo cierto, que al principio fueron visitas a la villa y después,
poco a poco, el amor y La Choricera, lo fueron atrapando y él seguro sin darse
cuenta casi, se fue metiendo cada vez más en el mundo de ella, cada vez más en
su cuerpo, cada vez más en su mente, hasta que un día, no salió más de la
villa, la convirtió en su casa, en su hogar y a ella, en su pareja. ¿Fueron
felices? Pienso que si, aquellos que los vimos juntos, vimos que se amaron con
locura, ya no solo el padre de ella salía con su carrito a vender chorizos al río,
él, el de clase media alta, el perdido en el amor, también lo hacia. Apenas el
día despuntaba, salía con su propio carrito, a vender sándwich de chorizo a la
ribera del río, a sus clientes de siempre, los pescadores, los camioneros, los
laburantes, todos aquellos que detenían su mirada en las grises aguas del
estuario, terminaban dándole a su estomago lo que este pidiera al verlos sobre
la parrilla, ¡Un sándwich de chorizo con chimichurri! y él, el héroe, el único
dios pedréste y pasajero, que había conquistado a la reina de los chorizos con
pan y a la villera, complacía a los estómagos del pueblo. ¡Salve muchacho, has
conseguido lo imposible!.....Siempre me he preguntado y nunca tuve la
respuesta, tal vez porque nunca hable con ella,
¿Porque La Choricera jamás dejó la villa? ¿Porque, si como creo de verdad,
amo con locura a un hombre, que dejo de ser él, por ella, cuando después de
unos años, el no pudo más con el ambiente y decidió volver de donde era, ante
sus ruegos de que la siga, ella prefirió la villa al amor y no lo siguió?...Me
acuerdo una noche, una solitaria noche de otoño, en que me encontraba solo en
la calle, yo y mi alma, todo el barrio en silencio y con las familias dentro de
sus casas cenando, estando así como digo, solo, en la orilla del cordón de la
vereda, frente a casa, en plena adolescencia, cubierto por las sombras,
pensando en mis cosas, en la vida ajena a mis deseos, en lucha perpetua con lo
que quería ser y lo que era, fue cuando de pronto asombrado y aterrado por mi
timidez, veo a dos mujeres jóvenes, que de la vereda de enfrente se cruzan
adonde yo estaba, una de ellas la más hermosa, se me acerca resuelta y me
abraza con amor, con ternura. Por un momento sus pechos chocaron contra el mío,
por un momento me apretó y murmuro ¡Volviste! Para después desconcertada,
soltarme de sus brazos, me equivoque dijo y siguió caminando con su amiga.
Tarde un rato en reponerme, cuando me di cuenta lo que pasó, ellas ya no
estaban, se perdían dentro de la villa, la que me habia confundido con él, ¡Con
su hombre!, con su compañero que hacia poco la había dejado para siempre, era
La Choricera….. Lo que no entendí en ese instante y quizá lo entienda hoy,
después de tantos años, que si como dije, no me acosté con La Choricera, dudo
que hombre alguno -salvo dos- haya recibido en un abrazo de ella, tanto amor y
tanta ternura, a la distancia y en donde estés, muerta o viva, pero siempre
puta, ¡Gracias Choricera!
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