jueves, 22 de septiembre de 2011

UN ENCUENTRO DIFERENTE


Sin lugar a dudas ese sería su día de suerte, después de mucho insistir ella al fin le había dicho que si, que aceptaba salir con el y fue entonces que concretaron una cita y hoy, justamente hoy, era el día determinado para ello, más que el día las primeras horas de la noche, que lo veían caminar por las calles en dirección al café en donde quedaron en encontrarse, se sentía contento, muy contento, ella le gustaba y le costó conseguir que aceptara salir con el, pero que ahora todo había ocurrido como el lo imaginó, no existía otra que dejarse llevar por la alegría que esto le producía, apuro el paso, aunque aun faltaba tiempo para que ella llegase, el quería estar en el café un rato antes así mientras la esperaba, sentado a la mesa, podía relajarse un poco y pensar todo lo que tendría que decirle, en otras palabras, como llevar adelante la conquista, ese momento con tanta adrenalina en donde uno percibe que las palabras en fin, el discurso que se diga, bien dicho, será de un efecto importante en los sentimientos de ella, sentimientos que no olvidaba por otro lado durante un tiempo le fueron esquivos. Sin notarlo, llevado por el ritmo de sus pasos llegaba ya al boliche donde quedaron en verse, allí y a su derecha en medio de la cuadra sobre esa avenida de Belgrano, estaba el café de la cita, el sitio donde no tenia ninguna duda pasaría un hermoso momento y recibiría en su ego, la satisfacción del conquistador aquel que consigue lo que quiere, esa mujer entre tantas que supo separar, individualizar y por último hacerla trofeo de su interés, no pensó mas y entro al boliche, se acomodó en la mesa más alejada de la calle y mas cerca de su intimidad, al venir la moza le dijo que todavía no hacia el pedido, porque estaba esperando a otra persona, cuando la moza se retiró comenzó a darle forma en su cabeza a lo que le diría a ella cuando llegue, cosas como que estaba contento que haya aceptado salir con el, que si bien eso no significaba ningún compromiso para ambos, lo que si sin duda permitía, era que ellos se conozcan y a partir de ese conocimiento, estarían en condiciones de ver de que forma iría transcurriendo esa relación, así estaba el en ese instante, rodeado de palabras y conversaciones inconclusas, sin interlocutor válido, porque solo hablaba su deseo y algo ansioso también, dado que de pronto se dio cuenta, que el tiempo volaba y la hora del encuentro ya había pasado y ella no venia cuando noto, que abriéndose camino entre las mesas, se dirigía a la suya una chica de la calle, aquellas que entran a los boliches para dejarnos estampitas, lapiceras, evitando a las mozas para que no noten su presencia y las echen, cuando llegó frente a el y sin que pudiera evitarlo, le dejó una cajita sobre la mesa y como vino desapareció, sin que se diera cuenta casi, pero antes de irse le dijo como en un susurro para que solo el lo escuchara “Esto es para usted, de parte de la joven que esperaba”  Se quedó de una pieza, no entendía nada, cierto temor ocupó su cuerpo y sorprendió su mente, receloso dirigió sus ojos a la cajita que descansaba en la mesa al alcance de su mano, como deseando que la abra, de pronto pensó que algo malo habría dentro de esa cajita que lo podía perjudicar, o de última, por todo lo que estaba sucediendo que ella fuera una bruja, metida en cosas de hechicería y por más que le gustaba ya no le interesaba una mujer así, complicada pensó, supersticiosa siguió y algo loca concluyo, e impulsado por un repentino miedo que tomo posesión de sus sentidos, se levantó de la mesa y escapo del lugar lo más pronto que le fue posible hacerlo. A la moza atendiendo mesas en medio del boliche, le llamó la atención ver la mesa vacía y concluyo que a su cliente le habían fallado y decidió irse, igual que tantas veces le habia ocurrido con otros tantos pero no, algo era distinto esta ves y esa diferencia la obligó a acercarse a la mesa vacía, lo extraño, era una cajita que sobre ella había, tal ves olvidada en el apuro por quien tan rápido se habia ido, su forma cuadrada de madera le recordó a esas cajitas que se venden a montones en el Barrio Chino, la tomó en sus manos y curiosa la abrió, dentro se encontró con un papel que contenía un escrito, lo saco del interior y leyó lo que decía.
“Si pasas la prueba de la cajita y lees este escrito, seguro saldré con vos, te estaré esperando media hora más donde nos vimos por primera ves”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario