La vieja venía a visitar a la vieja y como ambas eran sordas, la que
llegaba golpeaba alocadamente la antigua puerta de chapa, para llamar la
atención de la que estaba adentro y estos golpes, huían por el barrio
introduciéndose en todas las casas y alterando todos los ánimos. A mí y a
Raquel, el sonido de chapa golpeada siempre nos encontraba cogiendo en la casa
de ella, a la misma hora de los días que nos juntábamos para eso, simplemente
para coger y cosa rara, todas las veces -como si ella estaría esperando ese
momento- su orgasmo aparecía con los golpes de la vieja sobre la antigua puerta
de chapa después, los golpes cambiaban de frecuencia y de pronto, el silencio
absoluto nos hacía saber que todo había terminado y yo también, junto con
Raquel.
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