lunes, 11 de marzo de 2013

ES MI PAREJA




Acaso una llamada, una simple llamada puede alterar el animo de un ser razonable, si este, por medio de esa simple llamada, no consigue comunicarse con aquella mujer que quiso hablar ¿Puede ser esto posible? Quizás si, tal vez sea más común de lo que parece, sobre todo si quien llama, en el fondo desea a la mujer que intenta comunicarse, la busca, la inquieta, debido a que sin darse cuenta, en el fondo de su corazón empezó a amarla, lo que fue una simple llamada que no obtuvo respuesta, termina convirtiéndose  en el fin de una relación frustrada, eso atino a pensar Antonio Luis Daudet, mientras apagaba su celular en un bar, de los tantos que abundan cerca de las estaciones de tren de la Capital, justamente, una inmensa pantalla estaba pasando la retrasmisión del partido de Argentina con Alemania y el ruido del local era infernal, pero aún para Antonio, más infernal era todavía, que no obtuviera del otro lado de la invisible línea de teléfono, respuesta alguna, en su cerebro se mezclaban cosas, el deseo de hablar con Diana, la vos del relator “avanza Mesi se la pasa a Teves” y el ruido de la cancha a pleno, la verdad no era ese el mejor lugar para establecer una comunicación, sobre todo, si del otro lado no estaban interesados en hablar, decidió irse del bar, caminar un poco, cargar el celular con quince pesos y después nada, ya era tarde, mas de las diez de la noche, ir a su casa, hacerse algo rápido de comer, para luego dormir, mañana domingo vería que hacer, casi siempre los domingos se le convertían en días complicados, que no sabía casi nunca que iría a pasar y Diana, lógicamente, era la posibilidad de resolver el domingo, de no estar solo en ese día de por si tan solitario y poder estar acompañado parte del día y porque no, de la noche -el peor momento- con una mujer que le caía bien, que le había gustado, poder hablar un rato con ella, pero bueno, parece que eso no podía ser, no dependía solo de él, los encuentros lo programaban dos personas, no una, por lo tanto, ¡A joderse! Ya vería que hacer, algo se le iría a ocurrir, Diana ¿Quién era Diana? ¿Por qué nunca más lo llamo y ni siquiera le atendía el teléfono? De golpe, mientras caminaba sin rumbo fijo, por el solo hecho de perder el tiempo, estas preguntas revivieron en su mente la historia  de ella. La había conocido, o mejor dicho, creyó conocerla, en una fiesta de fin de año, en casa de su hermana Laura, había llegado a casa de su hermana tarde, porque no le gustaban mucho las fiestas de familia y menos, las navidades y los años nuevos, tan cargadas de recuerdos y nostalgias, pero bueno debía ir y fue, después de los saludos familiares abrazos y besos a los sobrinos, la clásica pregunta ¿Que me regalas? De los más chicos, termino con el protocolo ancestral y siempre establecido acto seguido, Laura lo tomo del brazo y lo llevo por el living al final del mismo.

--Veni, veni Antonio, te voy a presentar a una amiga, hace lo que quieras, pero te adelanto algo, esta sola como vos, la invite porque la quiero, la conozco y fundamentalmente, porque ya no puedo soportar más que sigas sin formar pareja ¿Por qué Antonio?
--No se Laura, no he tenido la suerte de vos, que hace años conociste a Jorge, se casaron, cuando aún la gente se casaba y desde entonces, están juntos, con tres hermosos niños, que son mis adorables sobrinos.
--Veni y no hables más.

Lo guío hacia el lugar donde estaba sentada una agradable joven, tal vez por lo que pudo ver, aproximadamente de su misma edad, hablando con el esposo de Laura y otros familiares.

--Diana.
--Si Laura.
--Te presento a mi hermano Antonio, del que te hable tantas veces.
--Mucho gusto, Diana.
--Lo mismo digo.
--Veni sentate aquí en el sillón, me corro un poco y tenes lugar.

Antonio se sentó tal como le indicara Diana y se quedo mirando los lugares tan familiares para el, la casa de su hermana le recordaba tantas cosas que pensó, no le parecía este el sitio indicado para trabar relación con una mujer por primera vez, ha decir verdad, tampoco le gustaban las presentaciones, le parecían situaciones forzadas, que al final no llegaban a nada, pero bueno, no sería culpa de el, si en esta circunstancia sucedía lo mismo, después de todo, fue una ocurrencia de su hermana nada más, lo peor era, que nunca pasó por ser un buen conversador en reuniones sociales, le pasaba que en esas ocasiones su timidez de por si molesta, le jugaba siempre una mala pasada, espero a ver si la amiga de su hermana hablaba, de esa forma las cosas saldrían mucho mejor, tuvo suerte, Diana se dio vuelta y lo miro de frente.

--¿No hablas Antonio? ¿Te comieron la lengua los ratones?
--Si, la verdad me cuesta hablar, estaba pensando en eso y deseando que seas vos, quien empiece a hacerlo.
--¿Te adivine el pensamiento?
--Sería un peligro para mí.
--¿Por?
--Porque pienso mucho y no me gustaría, que nadie adivine lo que pienso.
--No te creo, hay cosas que te gustarían, se sepan de tu pensamiento.
--Creo que ninguna.
--Depende de las circunstancias, por ejemplo, no me digas que no te gustó que yo hablara y te solucione así, el molesto silencio que se habia establecido entre los dos.
--Si eso es cierto, entonces podemos decir, que no me vendría mal que me adivinen los pensamientos, de aquellas cosas que me cuesta hacer y me las faciliten.
--Exacto, comprendiste, esto es lo que quiero decir Antonio, todos nos vemos molestos en muchas situaciones, por los pensamientos absurdos, o por aquellos que no podemos resolver, entonces nos vendría bien tener alguien a mano, que nos comprenda y solucione aquello que nos molesta.
--¿Sos sicologa?
--Si.
--¿Ejerces?
--Si.
--Que jodido debe ser estar con vos, salir, hablar.
--¿Por qué? ¿Qué te crees que soy, una computadora racional? Nada de eso, cuando salgo del consultorio, cierro con llave y chau.
--¿Seguro eso? Creo que no, me imagino que continuamente estarás estudiando a la persona que tenes al lado y es más, tratando de ver si te conviene estar con el.
--Mira depende de las circunstancias, no siempre es así, aunque debo reconocer, que la profesión, algunas veces te ayuda, para evitar personajes que no te convendrían para nada, no se, ¿Porqué estamos hablando esto Antonio? ¿Acaso sos un sicópata? ¿Tenes problemas sexuales? ¿Sos homosexual? ¿A que te atajas antes de tiempo? Sinceramente no entiendo adonde queres llegar.
--A ningún lado, tampoco soy nada de todo lo que decís, es más, quizás lo más probable que nunca saldremos juntos, si me perdonas te diría que hable de cualquier cosa, por pasar el rato, en realidad ni me acuerdo que dije.
--Dejalo así, no tiene importancia, cambiando de tema, ya que me preguntaste de que trabajaba y te lo dije, ¿Qué haces vos Antonio?
--Soy abogado, abogado penal, mi trabajo consiste en salvar a horribles seres humanos de la cárcel, acortar lo más posible sus condenas, tratar de pasar homicidio por defensa propia, odio por amor, golpes a una mujer por emoción violenta, antes que me lo digas te lo advierto, no soy el mejor de los mortales, ni soy el peor, estoy en el medio y parezco uno u otro, según las circunstancias.
--¿Sos jodido entonces?
--Estoy solo Diana, no puedo hacer pareja.
--¿Estas solo porque queres o debido a que no podes?
--Discúlpame ¿Abriste la puerta de tu consultorio, ¿Me estas tratando como un objeto a analizar?
--Perdoname, tenes razón, rara vez lo hago, pero también raras vez alguien apenas nos conocemos, se muestra tan abierto como lo haces vos, para calificar su vida privada.
--O quizás por tu forma de ser, seas vos una mujer a la cual no se le tiene desconfianza en contar cosas de la vida de uno.
--Lo que decís puede ser verdad, entonces te diría que vos, me pediste abrir la puerta de mi consultorio.
--Me gusto eso Diana, lo acepto, pero mira, estoy podrido de estar en casa de mi hermana, pese a que la quiero un montón, incomodo en este sillón, donde apenas ambos entramos, por todo esto, ¿Tendrías algún inconveniente en que nos levantemos, saludemos y nos vayamos a caminar un poco y ver si encontramos, un lindo lugar, para café por medio charlar un rato?
--Esta vez, el que adivinaste el pensamiento fuiste vos Antonio.
--Entonces estamos iguales en esto de la adivinación, veni vamos, seguime que la hacemos fácil.

Antonio y Diana se levantaron, saludaron a Laura y demás familiares y poco después ya en la calle decidieron que hacer.

--Antonio, por suerte nos evitamos el bullicio y la despedida del año, que no se porque, poco me interesa, realmente creo que este fin de año, lo voy a pasar, como rara vez lo pase y siempre quise hacerlo, con una persona agradable, con la cual me gusta conversar, solos los dos, en un restaurante no tan bullicioso, brindando después de haber cenado frugalmente ¿Estas de acuerdo?
--Totalmente Diana, te agradezco sinceramente, que por tu experiencia en el tema, me consideres una persona agradable, espero serlo, es mas me esforzare por serlo, aunque no creo que me cueste mucho, ya que me siento muy cómodo a tu lado, pero hablando de otra cosa, ¿Adonde vamos? ¿Tenes idea de un buen lugar para comer? Que además sea todo lo tranquilo que te gusta.
--Si, hay uno en Bompland casi Córdoba, podemos ir allí, creo que te va a gustar, ¿Viniste en auto?
--Si pero si vos tenes, podemos ir en el tuyo, el mío lo dejo aquí y después, vengo a buscarlo.
--Buena idea Antonio, vamos entonces a festejar el fin de este año.
--Eso, el fin de este año y el comienzo de otro, tal vez parecido, quizás diferente, pero nunca idéntico al que paso.
--Estas filósofo.
--Si, me gusta pensar y hablar, entender de las cosas de la vida, ¿Sabes porque?
--Porque te gusta la filosofía.
--No, no es por eso, tal vez algo complicada para mi sea la filosofía, sino porque necesito entender a que y para que vivo, eso me preocupa.
--¿Lo entendiste?
--No.
--¿Entonces?
--Sigo intentando, sigo pensando en tantas cosas ¿Porque un hombre? Pueda arriesgar su libertad por celos, matar por amor, robar a quien le dio trabajo y protección, el ser humano Diana, vos lo sabes mejor que yo, es un mosaico de virtudes, todas revueltas que al acomodarse, según de que manera sea hace genios o desgraciados.
--Antonio.
--¿Qué?
--Deberías haber estudiado mi profesión.
--Siempre me interesó el misterio de tu profesión, pero la verdad, me arrastro mas el crimen y las miserias humanas, no de consultorio, sino del bajo mundo, de la ciénaga de donde parten los cimientos, de la sociedad actual.
--Caramba ¿Serías criminal? ¿Matarías por amor? ¿Por celos? ¿Te gusta la ciénaga, porque en el fondo de tu conciencia imaginas, que podes formar parte de ella?
--Cuántas preguntas juntas Diana, para dos personas que apenas se conocen, no se si mataría por amor o por celos, debería estar ahí en ese momento para saberlo, pero te digo, los criminales vistos fuera del ámbito donde cometieron su crimen, absteniéndose de este, son personas iguales y comunes, tal como somos nosotros, es más, muchas veces en mi actividad de abogado penalista, me he preguntado y este tipo, siendo como es, ¿Por qué mató? Ese es el misterio que me persigue, ¿Por qué personas, aparentemente iguales a nosotros, roban, matan, arruinan su vida, ¿¡Debido a que!?¿Qué hay Diana, dentro de esas cabezas humanas que terminan así, a toda perdida, sin ganancia alguna, que si no lo justifica por el horror que cometen, al menos lo explique?
--Antonio, me asombras, de pronto tengo ante mí, a un sicólogo, no a un abogado penalista.
--No deberías asombrarte, un buen abogado penalista –y yo lo soy- debe tener mucho de sicólogo, a veces tenes de cliente a un loco, que frente tuyo te esta apuntando con un revolver, no es fácil esto Diana, como tampoco pienso será fácil lo tuyo.
--Es cierto, nada es fácil, cuando de conflictos humanos se trata, Antonio mira.
--¿Qué?
--Ya llegamos, es ahí en la media cuadra, ese restaurante, espera que busco estacionar y entramos.
--No busques nada, ahí en la esquina tenes un estacionamiento, entra en el y listo.
--De acuerdo, allá vamos.

Rato después y con un poco de suerte, habían conseguido ubicación en el restaurante y sentados a una mesa, estaban haciendo el pedido, de lo que querían cenar, era un lugar cálido y agradable, con un ruido normal que hacia se podía hablar, sin tener necesidad de andar a los gritos uno con otro, por lo demás, para pasar una buena noche de fin de año, el resto lo ponían ellos que se encontraban muy contentos.

--¿Te gusta el lugar Antonio?
--Si muy agradable, elegiste bien, donde debíamos pasar la última noche del año.
--¿Tiene algo de simbólico el fin de año no?
--Si lo tiene, estas fiestas son un poco el balance de nuestras vidas, quieramos o no.
--¿Cómo da el balance de tu vida Antonio?
--Rojo total.
--¿Por qué? No decís que sos un profesional exitoso ¿No te entiendo?
--No se y fíjate una cosa, siempre me preocupe porque el balance de mi vida no diera rojo y creí, que ello se conseguía siendo lo que soy, un profesional exitoso y paradójicamente Diana, cuando conseguí el éxito, cuando muchos venían a consultarme y pedir mi opinión, cuando vi que un crimen que hoy aparecía en la TV, mañana estaba en mi buffet, cuando todo eso ocurría yo, Antonio Luis Daudet, prestigioso abogado penalista, si en ese momento hubiera hecho el balance de mi vida, el rojo, hubiera saltado inexorablemente.
--¿Cuándo venís a mi consultorio?
--¡Nunca! ¡Jamás! No creo, no admito que un ser humano cualquiera sea su ciencia, puesto a cortar los hilos del destino pueda conseguirlo.
--Yo no ando con tijeras cortando hilos.
--Es una metáfora.
--Es lo que vos crees de mí, de mi profesión.
--¿Vamos a pelear?
--Sos abogado penalista.
--Entonces perdón, soy parte en este asunto, no puedo actuar, conseguite otro que te defienda, pero lo que si puedo hacer, es asesorarme y al asesorarme, soy yo quien pregunta ahora Diana, ¿Y tu balance, el de tu propia vida, fuera de las paredes del consultorio y muy cerca del vacío inmenso de la calle, en el lugar que todos transitamos y estamos expuestos a lo imprevisto no deseado? ¿Cómo resulta Diana?
--¿Queres pelea? ¿Debo contestar para igualarme a vos? Si el color da rojo entonces estarás tranquilo, distendido y justificado en tus creencias, de lo contrario me atacaras de nuevo Antonio, necesitas saber como me siento y te lo digo, no tengo problemas, estoy feliz, tengo trabajo, tengo salud, una casa, un auto, tuve algunos amores que no fueron, pero eso no me inquieta demasiado, se esperar, tengo paciencia, eso es todo, mi vida es simple, no tengo un destino complicado.
--Dichosa de vos entonces, debo reconocer que no todos somos iguales y que en esa diversidad está la pimienta de la vida.
--Tal cual Antonio y ahora te pregunto, ya que nada de eso comentaste, ¿De amores como andamos?
--En ese sentido somos iguales, también tuve algunos que a mi corazón llegaron, pero sin saber como ni porque, un día me dejaron.
--¿Hoy llegó el amor a tu corazón? ¿A través de algún caso policial muy complicado? O como causa de la casualidad, que se te cruzó sin darte cuenta.
--No, nada de eso, te diré, a los casos policiales complicados, más que el amor concurre el odio, el otro extremo de la pasión humana y por la casualidad, debo decirte, que aún esta no me ha tocado.
--¿Entonces estas libre y solitario?
--Así es, sin compromiso a la vista, solo, como el criminal en su condena, ¿Cómo esta tu corazón Diana, sigue desocupado, carente del amor que necesitamos?
--No soy una carenciada Antonio, porque no necesito del amor para vivir y ser plena, pero ya que me preguntas, te digo que estoy libre de ser amada, por aquel que quiera hacerlo y a mí, me agrade que lo haga.
--Bajemos un cambio Diana, como dicen los chicos, nos hemos puesto muy sentimentales, llega el fin de año, faltan minutos para ello, porque no llenamos las copas y brindamos, por nosotros en la paradoja de no saber que pasará con esta relación que apenas comenzamos.
--Tenemos todo un año por delante, para que apurarnos Antonio, no te parece, mejor ir despacio, es más seguro.

Justo las manecillas del reloj, marcaron las doce y las campanas sirenas y bocinas, ruidosamente anunciaron el fin de año, dentro del restaurante, un bullicio general, festejabas la llegada de un año más, en la vida y la historia de todos los que allí estaban. Antonio y Diana, brindaron alegres, contagiados de la algarabía, que a su alrededor se iba extendiendo, no sabemos porque, pero siempre nos resulta agradable, que el año termine, ¿Será quizás, porque nunca quedamos conforme, con ningún año que paso en nuestras vidas? Después del brindis el silencio, cortado por risas que aquí y allá sonaban de repente confundidas con el ruido de sillas, vasos, gente, autos de la calle, todo se mezclaba. Ellos dejaron sus copas y largo se miraron, tal vez quizás, quien sabe, este año comenzaba para ellos a partir de esta fecha, de esta convención, que inventaron los humanos un encuentro en la vida. Fue Antonio quien rompió el silencio, destrabando las miradas, interrumpiendo los pensamientos, intentando hablar de lo que aun no se sabe, pero se presiente.
--Diana, me quede pensando después del brindis, me siento bien a tu lado.
--Yo también Antonio, encuentro en vos la tranquilidad que siempre busco, voy un poco más lejos todavía, que lo que fuiste vos y te confieso, me gustas como hombre, como compañero, te vi y me dije, puede ser la persona que quisiera tener a mi lado.
--Bueno, me ganaste de mano, pienso igual, siento lo mismo, aunque me costaba decirlo.
--¿Porque?
--No se, quizás debas saberlo soy tímido, tal vez tengo mucho miedo al ridículo, por otro lado, me causa mucho daño, el rechazo de una mujer, no lo tolero.
--Sos complicado macho, pretencioso de que todas te tengan que decir que si, ¿Solo porque vos lo deseas?
--Podría ser, tal ves estés en lo cierto, pero por suerte hoy en este momento, ese no ha sido el caso, no me rechazaste por el contrario, me diste la sorpresa de decirme que te encontrabas bien a mi lado, estoy contento.
--¿Feliz?
--Esa es la palabra.
--Bonita y linda, sus cinco letras nos dicen el nombre de lo mejor que nos puede pasar en esta vida, la felicidad, esa cosa inaccesible que no sabemos en que momento llega, pero si llega, es hermoso lo que nos pasa, empezamos a vivir como debiéramos, blindados por la dicha, vemos todo realmente como es, libre de nuestros oscuros pensamientos vamos por el mundo, asombrados de todo lo que vemos que imaginamos es por primera vez. La felicidad Antonio, es un cristal, un cristal con aumento, que potencia lo que somos y nos hace gozar, de la alegría de vivir.
--Lo lamentable que no es para siempre, lo lamentable, que debemos cuidarla, como una plantita débil, ya que es etérea, blonda, algo efímera, que no soporta los previsibles avatares de la vida, por eso Diana, no hablemos de felicidad, gocémosla en silencio, no pensemos en nada, solo tengamos presente que la felicidad en definitiva es eso, pasar bien el día, vivirlo plenamente y al acostarnos, pensar en el próximo día que vendrá, en algo diferente que puede sucedernos o en una situación parecida a la de ahora, pero siempre, siempre es importante algo, aquello que debemos darnos cuenta que el motor de toda felicidad posible, es el de estar juntos, vos y yo, unidos por el afecto, la comprensión y el tiempo.
--Deberías agregarle, así sea, como un cántico litúrgico de la vida, pero tenes razón Antonio, la felicidad se crea día a día, o se pierde en el momento que fallamos, cuando nos mentimos, cuando engañamos, cuando ya no amamos más y estamos sin estar, tratando de fingir que nos amamos.
--Espero no fingir, deseo ser sincero, es lo mejor que nos puede ocurrir en este momento en que presiento, que una relación entre nosotros, es algo previsible.
--Más que algo previsible Antonio yo la deseo, estoy de acuerdo, me gustaría tener algo con vos, no se si formar pareja, de momento me suena demasiado, pero si tratar de vernos, salir, estar juntos, algo de eso haremos y después veremos, que nos depara el futuro, cual es nuestro destino juntos, hasta donde llegaremos en esta relación que hoy comenzamos.
--De acuerdo Diana, no hagamos planes dejemos que las cosas vayan sucediendo, no nos apuremos y estemos juntos, lo más que podamos, sin vivir en un mismo techo, igual nos conoceremos para ver después más adelante, con el correr del tiempo, si llegado el momento y nos amamos, podremos despacio y bien pensado formar una pareja
--Comprendido, stop basta de charla, paga y salgamos, vamos a Palermo, a los bosques, quiero caminar un poco, ver el cielo estrellado, el tibio aire de la noche que acaricie mi cuerpo, ¿Te animas Antonio? Quiero hacerlo.
--Si, ningún problema me gusta caminar al aire libre y entre árboles, con la noche quieta y el cielo arriba con sus infinitos huecos, donde los problemas del mundo que se escapan titilan en lo alto, cual fugaces estrellas. Cuando estemos allá en el sendero del lago, entre el agua y la calle, junto a los cisnes que duermen vigilantes, mientras las sombras ocultan de indiscretas miradas sus cuellos altos, esbeltos, hermosamente blancos, entonces sabrás que es bello Palermo, camino y cielo claro sobre la noche de enero, ojos que se miran -los nuestros- manos que se tocan y en un imprevisto giro de los cuerpos, bocas que se besan, junto con el beso que acaricia los labios, el silencio cubre como un manto diáfano, la intimidad que el alma necesita para encontrar de golpe al amor buscado.
--¿Todo eso es Palermo? Si es así, que estamos esperando, todo eso es hermoso, debemos gozarlo.

Tal como pidió Diana, pagaron y salieron del restaurante, la noche era propicia, para disfrutarla en parques y jardines, en lugares donde se pudiera estar al aire libre y gozar, de la suave caricia del aire y del resplandor de un cielo, totalmente despejado, como dijeron, fueron hacia Palermo, a los lagos y no tardaron mucho en llegar a ellos, detuvieron el coche sobre la avenida frente al golf y se bajaron, a caminar, Antonio la tomo del hombro, Diana le paso su brazo por la cintura y sin hablar, dado que a veces, el silencio dice muchas mas cosas que un dialogo comenzaron a andar, simplemente adonde sus pasos los llevaban, de pronto ambos sin haberlo pensado quizás sintiendo que lo debían hacer, se pararon y acercaron sus bocas en un beso largo y prolongado, como el vuelo rasante de las aves nocturnas que sin cerrar sus alas, al ras del agua recorren el lago de punta apunta, para salir girando hacia lo alto, donde se pierden entre las oscuras sombras.

--Antonio, ¿Que estamos haciendo?
--Nos estamos queriendo.
--Tan rápido amor, apenas hace horas que nos conocemos.
--Hace horas es cierto, que imagino la forma de tu cuerpo, no lo he visto desnudo todavía, hace horas que vos sabes como soy, pero no me has llevado a ningún lecho, sin embargo, no me parece que hace horas que te quiero, por el contrario amor, siento que hace tiempo, mucho tiempo que soñé besar a una mujer, igual a la que siento que sos. Que esperaba encontrar en el sendero de mi vida a una mujer, como la que eres, por eso te beso, por lo mismo te amo y aquí arriba y debajo de este cielo nocturno, de los sueños te digo, que quisiera seas mía, para todos los momentos, para todos los instantes presentes y futuros de mi vida. Te amo Diana, como conocedor de leyes, no se si este juicio a sido apresurado, si debí dejar pasar el tiempo, esperar que nuestros corazones encuentren juntos el latido de los sueños, pero no pude esperar, no supe hacerlo, solo quiero decirte esto, estas dos palabras simples y gastadas, aunque para nosotros suenen nuevas, te amo. No esperaba nunca que en mi el amor tan rápido despertara, pero no puedo ocultarte lo que siento.
--Antonio no digas nada, no a sido apresurado lo que dices y no a sido, porque yo también lo siento, siento que te amo, pese al corto tiempo que hace estamos juntos, pese a eso, siento que hace mucho que nos vimos, nos estuvimos buscando, en otros amores olvidados que tuvimos y hoy estamos aquí en este lago, a la hora más hermosa de la noche, para encontrarnos unidos en este abrazo, en este beso que nos dimos, espero sea así este camino, un hermoso camino a recorrer sin separarnos, en la vida de aquí en mas que tengamos.

Siguieron caminando un trecho, besándose otro, andando el resto, hasta que el amanecer irrumpió de golpe a través de los reflejos de la luz sobre el agua, sobre las aturdidas hojas, sobre los cisnes inmóviles y con sus cuellos hundidos, la luz, el comienzo del día, llenó de leves destellos sus acarameladas vidas, fue inútil todo y se olvidaron de ellos, bañados en claridad buscaron el automóvil, la calle, el transito liviano, la casa de ella, el lecho y sus cuerpos desnudos, gozaron en la cama y sus bocas se unieron y sus manos recorrieron la carne de la carne, los senos, el pecho, el sexo entre las piernas, el riesgo de perderse y volver a encontrarse, en cada caricia que ambos se dieran, luego, luego vino el orgasmo las luces alocadas, gemidos que se sienten, del fondo de las almas, ansias de morir amando, besos fuertes profundos, gritos, pequeño gritos que nacen y sucumben, porque el orgasmo lento, suave se termina y solo queda, en el cuarto, el silencio, el complicado silencio de nuestras propias vidas. Se quedaron dormidos y al atardecer, se despertaron y volvieron a buscarse y otra vez se amaron, con el mismo fervor que antes lo hicieran, sus bocas y sus sexos, sus manos y sus vientres, las piernas y los brazos, el alma y la conciencia, todo estallo en un grito, en un amar de sexo, en donde las palabras pierden su sentido, donde la voz es silencio, donde las ansias de gozar se elevan y el amor sucumbe, dando paso al cuerpo. Todo termino, quedaron quietos, caía el sol detrás del tiempo que pasaba y en el cuarto en penumbras, como un altar pagano, resaltaba el lecho, resaltaban ellos abrazados, felices y contentos, una hora dos, acaso tres, la tarde ya perdida dejo paso a la noche y en el instante en que las sombras todo lo ocupaban, se escucho un suspiro, un suspiro de amor, profundo, prolongado, como el ave feliz que cruza el cielo siguiendo a su bandada. Diana prendió la luz y se incorporó en la cama, miró a su alrededor, todo era un enjambre de ropas mezcladas, desparramadas por el piso, como cosas que fueran olvidadas, dejadas de lado para solo amar y ser amados, se levantó y fue a darse un baño sintió, imaginó, pensó, que acaso Antonio la siguiera y no se equivoco, era cierto, así estaba sucediendo, Antonio detrás de ella también siguió sus pasos y juntos entraron a la ducha, como quería ella.
Más tarde los encontramos sentados en el living tomando un te después del baño y hablando de este modo.
--Antonio ha sido todo muy hermoso, muy bello, desde el principio al fin, desde que nos sacamos la ropa, hasta que fuimos a la ducha.
--Así lo viví también yo Diana, con mucha pasión.
--¿Qué vamos a hacer de aquí en más?
--Lo que dijimos, seguir con nuestros trabajos y nuestras vidas, tratar de estar la mayor parte del tiempo juntos y después, ver como nos va, en una palabra conocernos.
--Me parece bien Antonio ¿Te quedas a cenar?
--No mira, mañana tengo mucho trabajo en el estudio y prefiero ir a buscar el auto, para después ya en casa, fundamentalmente dormir.
--Como quieras ¿Te acompaño a buscarlo?
--No, para que te vas a molestar amor, vos también estarás cansada, deja salgo a la calle y me tomo un taxi.
--Tenes razón mejor así lo mismo yo, mañana tengo un día bravo en el consultorio, veni bajemos que te abro la puerta.

Diana lo acompaño hasta la planta baja, le abrió la puerta del edificio y se despidieron con un beso, subió a su departamento y se preparó algo para cenar, comió, acomodo la cocina y se fue a dormir, mañana la esperaba un día de mucho trabajo, mejor levantarse temprano y descansada, la noche le resultó apacible y el sueño profundo, la acompaño todo el tiempo que durmió, sonó el despertador y se levanto, dispuesta a salir lo más rápido posible, se dio un baño, busco la ropa para vestirse, se tomó un te solo con dos galletitas y bajo al garaje, en busca de su auto, una vez en el, arranco hacia su consultorio, eran las siete y cuarto de la mañana y la primer consulta, la tenia a las ocho, fue hacia Palermo Viejo en donde atendía en una casa antigua que había refaccionado, llegó y tuvo suerte había estacionamiento en la misma cuadra, dejo el auto y se encamino hacia su lugar de trabajo, entró en la casa y abrió un poco las ventanas, para que se ventile, fue a la habitación que hacia las veces de consultorio y acomodo las carpetas, de todos los pacientes que debía atender hoy, el primero como dijo, vendría a las ocho, hacía unos días que le había pedido turno, era un paciente nuevo, de apellido Andrada, lo esperó, toco el timbre a las siete cincuenta y cinco, abrió la puerta y lo hizo pasar.

--Adelante por favor pase, venga por aquí.

Se dirigieron al consultorio una ves en el Diana le dijo.

--Siéntese por favor, mi nombre es Diana.
--Mi nombre Luis, la llame los otros días porque tengo un problema, que me preocupa y quisiera ver como lo puedo resolver, su teléfono me lo dio Esther, una chica creo que a sido paciente suya.
--Si efectivamente ¿Cuál es el problema que lo trae por aquí, Luis?
--Mire vengo a pedirle consejo por lo siguiente.
--Si.
--Yo no soy homosexual, pero me gusta tener relaciones con hombres homosexuales, hace tiempo conocí a uno de ellos y empezamos a encontrarnos en su casa, al principio todo bien, pero poco a poco, se manifestó muy posesivo, tanto que al día de hoy, me es imposible dejarlo y ese es el motivo principal de mi consulta a usted, vengo a que me explique de que manera, puedo desprenderme de un hombre, que no quiere dejarme, que me intimida, que me cela y hace seguir por gente de su entorno más intimo, doctora, como puedo hacer, para convencerlo que lo nuestro no va más, que quiero dejarlo.
--¿Cuál es el principal motivo, además de ser una persona muy posesiva, para que usted no pueda dejarlo? Porque si solo el problema es la obsesión de él por mantenerlo a su lado, veríamos como hacer para que lo deje.
--No, lamentablemente no es que el solo sea un obsesivo, sino que también es un hombre de cuidado, un matón, regentea lugares donde se ejerce la prostitución femenina, esos tipos que le dije me siguen de su entorno, en realidad son sus guardaespaldas, ese es el gran problema.
--La verdad Luis, que mas que un caso de consulta para una sicóloga, esto lo debería tratar con un abogado penalista, casualmente conozco uno muy bueno, creo que esto sería lo mejor para usted, yo no puedo hacer nada, salvo una vez que consiga desembarazarse de ese hombre, entonces si, ver si podemos corregir su inclinación sexual por los hombres a favor de las mujeres, pero mientras tanto, nada puedo hacer, mire, aquí encontré la tarjeta le doy el nombre y el celular, llámelo, es una muy buena persona y competente, le arreglara el problema seguro, anote, doctor Antonio Luis Daudet celular 4000012, llámelo creo que le solucionará todos sus problemas.
--Doctora.
--¿Si?
--Es mi pareja, el hombre que le digo que yo salgo.





 
  



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