El baile había terminado, estaba cansado pero en el bolsillo tenía el
importe que cobrara por ese cansancio,
dos mil rublos, unos sesenta y cinco dólares pensó, mientras se encaminaba hacia
la salida del salón. Como estudiante
latinoamericano de la RUDN participo de
una fiesta cooperativa y gracias a estos ingresos ocasionales, podía tener un
poco de dinero más para los gastos fuera de la beca que lograra conseguir.
Estudiaba en Rusia desde hacía dos años y poco a poco se iba acostumbrando al
frio y la soledad, sabía que al frio se lo podía combatir con más abrigo pero
la soledad era difícil de combatir, algo muy personal que a veces ni la misma
compañía de sus pares llegaba a solucionar. Siempre estaba el recuerdo, ese
extraño tormento del pasado que se hacía presente de improviso en el aula, la
biblioteca o caminando como ahora por las frías y nevadas calles rumbo al
centro. Quedó con Olga en encontrarse en un bar en el campus de la universidad,
Olga como el estudiaba en ella y además trabajaba de cajera unas horas en un
supermercado. Era rusa pero de una provincia lejana y sola había venido a Moscú
para estudiar, ella también tenía soledad en un vasto territorio, la capital es
un punto tan alejado de la aldea donde uno nació, como lo estaba su patria del
campus de la universidad. Quizás la soledad no sea más que la distancia, que
nos separa de nuestra familia y del lugar que nos vio crecer, algo sencillo
pero contundente a la hora de partir y no volver. Como un amuleto al cual uno
recurre, se le aparecieron rostros familiares y queridos y la nostalgia le
anudo el corazón, me estoy convirtiendo en un ruso -se dijo- ya que el silencio y la melancolía pasan a
formar parte de mí, como una cascara más de las tantas que envuelven a mi
personalidad. Rato después, ya en el campus de la universidad siguió por una
avenida rumbo al bar, entrando en el
divisó a Olga sentada en una mesa que lo estaba esperando, se acerco a ella.
--¿Qué tal Olga como va eso? Aquí
se está bárbaro, afuera te digo hace bastante frio.
--Si estamos dejando atrás un invierno muy crudo, ¿Cómo te fue en la
fiesta corporativa?
--Bien, por suerte no tuve ningún problema y me pagaron que es lo
principal.
Se saco el abrigo y se sentó a la mesa entonces, pidieron algo de comer y
de beber porque ambos tenían hambre y después de hacerle honor a lo que habían
pedido se pusieron a charlar, Olga fue la que hablo primero.
--Seba.
--¿Si?
--¿Cuánto hace que nos conocemos y estamos juntos?
--Que nos conocemos dos años, que nos fuimos a vivir juntos un año y
nueve meses, porque eso fue al final del primer trimestre del año pasado ¿Por
qué me lo preguntas?
--Por nada me gustaba recordarlo. ¿Qué vamos a hacer hoy?
--Le dije a Iván que íbamos a pasar por su residencia, va a estar Nina
con él.
--¿Sigue hablando con Nina?
--Sigue, el es de Perú y me dice que los peruanos, no pueden amar por
mucho tiempo a una misma mujer y ella es de Italia,
--Te habla de que las italianas son apasionadas y aman para toda la
vida.
--Tal cual, tal vez sea esa forma diferente de ver el amor por la que se
mantienen juntos.
--No se Seba no lo creo.
--Bueno es un pensamiento mío, puedo estar equivocado, pero muchas veces
dejaron de verse y después volvieron a juntarse.
--No te das cuenta Seba es que están solos, que pueden hacer sino
acompañarse.
--Todos estamos solos aquí Olga, vos, yo, ellos, todos y sin embargo
estoy seguro que nosotros no estamos juntos a causa de nuestra soledad.
--O no solamente por eso Seba.
--¿Te parece Olga?
--No sé, me gustas como compañero, tanto lejos de mi hogar como si
hubieras sido de mi aldea igual, en cualquiera de esas circunstancias te
hubiera querido.
--Lo mismo siento y pienso yo y sin embargo, a veces tengo miedo que te
vuelvas a tu aldea y me resisto a regresar a mi patria porque temo perderte.
--¿Cuál es tu temor? Tenemos una carrera por delante años de estudio en
la RUDN, no entiendo.
--Mi temor es el después Olga.
--¿Quién puede saber cómo será ese después? Seba.
--Nadie, ni yo ni vos leeremos al futuro, pero alguno de los dos deberá
quedarse en el mundo del otro para siempre.
--¿Existe el para siempre?
--Existe el tiempo que quieras estar conmigo, que ambos queramos estar
juntos y llegará un momento, en que habrá que decidir donde quedarse, Rusia o Latinoamérica.
¿Me adaptaré? ¿Te adaptarás?
--Creo que estas equivocado.
--¿En qué?
--En que hablas de Rusia y Latinoamérica como entes que te contengan,
cuando en realidad no estarás en Rusia sino conmigo y yo no estaré en Latinoamérica,
sino formando pareja con vos, esa es la diferencia pienso, no sé, quizás no sea tan así, pero a mí
se me ocurre que es así.
--Puede ser porque no ¿Pero los afectos? ¿La familia?
--Formarás tu propia familia y esa será la mejor familia que puedas
tener en Rusia, Latinoamérica o China. Seba no digo que la nostalgia no vendrá
alguna vez a nuestros corazones, pero los requerimientos de nuestros hijos la
alejaran.
--¿Sabes una cosa?
--¿Qué Seba?
--No quería ir a lo de Iván para no hablar de la relación de él con
Nina.
--¿Por?
--Tenía miedo de que tarde o temprano se nos presentaran los mismos
problemas a nosotros.
--¿Pero?
--Luego de esta charla con vos ya me siento sin temor alguno, aunque no sé
del futuro sé que si habrá una familia allí, habrá una esperanza.
--Es así Seba como vos decís ¿Entonces?
--Vamos de Iván.
--¡Vamos!
Pagaron y se fueron la residencia estaba cerca y pronto llegarán allí.
la llovizna de nieve llevada por el helado viento empezaba a caer, apuraron el
paso abrazados y felices.
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