Dejo la gran ciudad y su auto buscó la ruta
que lo llevaba a la provincia, de todos sus pueblos, eligió uno pequeño a
orillas del largo río que la atravesaba y entre las casas de ese pueblo, busco
la de una sanadora que le dijeron, tenia el don de curar las culpas del amor,
las infidelidades que se cometen a espaldas de la mujer que se dice amar y que
pese a ese amor, se la engaña con otra , cosa extraña esta aventura no obstante
ser buscada, genera en algunos una culpa insoportable, al volver a encontrarse
con el ser así engañado. El pertenecía a la especie de esos algunos, por ello
con su culpa a cuestas se dirigía en busca de la que le contaron lo aliviaría
de ella. Sería el mediodía cuando divisó la casa, la misma se encontraba algo
lejos del pueblo, casi sobre el costado de la avenida que conducía hacia la
capital, tenía un jardín al frente y un parque bien cuidado detrás, se hallaba
enclavada en medio del lote, encerrada de verde y flores a su alrededor, un
camino de cemento gris separaba la entrada de la puerta principal, por ese
sendero comenzó a transitar en busca del timbre y el posterior acceso a la
vivienda, una ves frente a la puerta llamó, en el interior se escucharon pasos
que se fueron acercando y un instante más tarde, se encontraba delante de una
mujer de edad indefinida, ni joven ni vieja, que le pregunto.
--¿El señor que viene por la culpa?
--Si.
--Pase, lo esperaba antes ¿Qué le pasó?
--Me atrase en la ruta, mucho transito.
--Como siempre.
--Como siempre ¿Qué?
--Una excusa, todos lo que vienen a verme
atrasan su llegada, nadie en el fondo quiere perder sus miedos porque tal ves
dejarían de ser como son, los culpables aman su culpa como los valientes su
coraje.
--¿Usted cree eso, supone por un segundo de su
vida, que estoy contento con esta culpa que en el fondo me impide ser feliz? Ya
que no gozo como quiero lo que deseo hacer.
--No digo eso señor-culpable, simplemente le
hago ver que usted convive con su culpa, le pregunto ¿Conviviría con una mujer
que no ama?
--¡No!
--Ve, entonces tan equivocada no estoy, aunque
reconozco que todas las personas no son iguales, por lo tanto no debo
generalizar en mis conceptos sino por el contrario, escuchar atentamente el
problema de aquel que viene a verme, pero venga sígame por favor, no nos
quedemos de pie aquí en el living, vayamos a esos dos sillones sobre el
ventanal, allí donde el sol genera un cálido ambiente estaremos mejor y lo
escuchare a usted atentamente, hablare después de oírle y mis palabras tendrán
dos consecuencias sobre usted, lo liberaran de sentirse culpable, o harán que
no haga más cosas que lo pongan en situación de culpa, porque usted debe saber
que si domina la culpa puede incurrir en ella, pero por el contrario, si la culpa
lo domina a usted ¿A que entonces meterse con ella? Mejor ignorarla.
--El problema es muy simple señora que adivina
y consuela, es que amo a una mujer pero por otro lado, busco sin amar a todas
las mujeres y cuando me encuentro con una que me gusta y me acepta, me voy con
ella para después volver culposo y angustiado al lado de mi verdadero amor.
--¿Será su verdadero amor?
--Si por supuesto ¡Como que no! Aunque en
relación a lo que le estoy contando, poco tiene que ver que sea o no mi
verdadero amor, en el fondo es la mujer que me produce el sentimiento de culpa
y con ello, es más que suficiente.
--Buen razonamiento señor-culpable, del cual
dedujo que usted no considera y tal vez no quiera hallar, una mujer que cubra
todas las expectativas de su ansiedad curiosa y lo haga quedarse con ella y
olvidar a todas las otras que gustoso saldría a buscar.
--¿Existe esa mujer?
--No se, no se si existe esa mujer, como
tampoco se si existe un hombre que tenga tan puros sentimientos frente a una
mujer, pero mi experiencia me dice, que si usted como en un sueño soñara que su
deseo fue colmado y satisfecho por el objeto que lo produce, entonces su deseo
mas allá del objeto mismo dejaría de ser, nadie desea más de lo que tiene si
considera que es lo necesario, porque mas allá del límite de lo necesario llega
la avaricia y se pierde el deseo y solo queda el temor ¿No será señor-culpable?
Que usted en realidad, es un avaro del amor y su necesidad de salir con
mujeres, muchas mujeres, es el temor de perderlas. Acumulo fortuna no porque me
haga falta sino para el día que no sabre que hacer si me hace falta.
--No me cuadra eso, me considero canchero con
las mujeres, se conseguirlas, conquistarlas, nunca me quedaré solo.
--Nunca se quedará solo ¿Pero se está
acompañado cuando únicamente el deseo o la culpa es lo que nos une al ser
amado?
--No lo se puede que no, puede que más allá
del deseo o la culpa este el verdadero amor.
--Siguiendo su razonamiento ¿Si encontrara el
verdadero amor?
¿No habría más deseo ni culpa? O en otras palabras
¿Es posible una mujer que le haga prescindir de todas las otras mujeres?
¿Existirá la pareja que se auto desee en todos los momentos de su vida? Si esto
fuera así no habría culpa entre ellos, porque el deseo esta eterno en el núcleo
de su unión.
--¿Los seres que formen esa pareja que usted
menciona se encontrarían fácilmente en este mundo?
--Lo ignoro no soy adivina, pero lo cierto que
en una situación así, la culpa no aparecería en usted.
--De lo que se desprende de todo esto, que la
culpa en mi es inevitable, porque a mi deseo no lo comparto solo con la mujer
que amo.
--Exacto usted no tiene anclado su deseo en la
que es su pareja, sino que el a la ves que sucumbe ante ella, vuela suelto
detrás de toda mujer, como lo manifestara usted mismo cuando empezamos esta
charla, de ahí su culpa, porque esta traicionando los sentimientos de una mujer
que ama, no de una que convive con usted.
--¿Que debo hacer entonces para no tener
culpa?
--Aceptarla, o otra cosa que podría hacer, no
amar a ninguna mujer, ni tratar de formar pareja con nadie y vivir solo. La
soledad del hombre, le da la oportunidad de conocer mujeres y no quedarse con
ninguna de ellas, en esa situación, no hay lugar para la culpa.
--¿Y en que otra situación no hay lugar para
la culpa?
--Como le dije antes, cuando tiene de
compañera una mujer que no le interesa, alguien que usted utiliza, para ocultar
de los demás su propia soledad.
--¿Entonces?
--De usted depende, sujetar su deseo, vivir
solo, buscarse una mujer que no le interese, o sufrir la culpa en harás de esa
mujer que ama, pero a la que le es imposible encerrar ella sola todos los
deseos que usted tiene.
--¿Solo yo soy el culpable?
--Si, uno solo es el culpable de su propia
culpa, por no actuar en consonancia con lo que
se es, acá en esto último hay un nuevo camino para poner en práctica,
acostúmbrese a lo que se es.
--¿Y si no me acostumbro?
--Lo despido con esto ¡Será culpable!
gracias por compartirlo ...me gusto ...muy bueno
ResponderEliminarMe gustó mucho.
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