domingo, 31 de marzo de 2013

IMPOSIBLE SABERLO




Se encontraba en la costa del riachuelo, caminando entre la basura y la noche al borde mismo de la villa, llevando en su mano un revolver. El oído atento y los nervios despiertos, lo mantenían seguro de que nada iría a pasarle, primero porque estaba armado y segundo, porque la sorpresa era su mejor arma de combate, nadie lo estaría aguardando si llegaba desde ese lado y menos en plena madrugada. Le molestaban un poco los pies mojados y el frío, que se hacía sentir viniendo del río y subiendo por el riachuelo, pero eso no le importaba, nada le era más necesario que cumplir con lo que había venido a hacer en la villa y eso, ese destino si se quiere, era lo que lo mantenía activo en pos de su cometido, matar o morir se dijo, pero estaba seguro que solo sería matar, solo eso, un tiro en la cabeza de quien debía morir y él terminaría con todos sus problemas, después huir, volver a escapar por la costa, perderse entre los frigoríficos y ganar la ruta donde su auto oculto de miradas indiscretas lo estaría esperando. Bordeó la pila de chatarra y se encaminó por la senda, que los chicos en sus juegos habían abierto, para llegar a la costa y jugar en el agua. Pegado a las sombras avanzaba lentamente de rancho en rancho, de tapera en tapera, buscando  aquel en el que le interesaba entrar de sorpresa solo para matar. Sabía que el rancho que buscaba se encontraba a dos cuadras de la costa, casi sobre el final del pasillo que oficiaba de calle, el mismo se caracterizaba, por tener en el frente chapas de carteles de publicidad, de esos que hay en la vía publica, tal vez sin puerta le dijeron, seguro con solo un toldo que lo separe de la curiosidad de los demás, un pedazo de género sucio que protegía a sus moradores de sus ansias de matar pensó, mientras avanzaba entre el barro y la oscuridad total, rumbo al lugar en donde llevaría a cabo su trabajo de esa noche. Presto más atención porque estaba llegando, fue más cauteloso con sus pasos y el dedo del gatillo acarició el metal del mismo, como se acaricia el cabello de la mujer amada, sus ojos acostumbrados a las sombras divisaron por fin, los carteles de propaganda y la entrada cubierta por una tela. Se detuvo y tomó aire, era el momento en el cual no debía fallar y por lo tanto, repaso mentalmente todo lo que iría  a hacer, tal como se lo imaginaba y en relación a como le dijeron que era el sitio en donde se disponía a entrar, tomo aire nuevamente y entro…El tiro le pegó en la frente y ya no supo nada más, quizás podría haberse imaginado que lo mandaron matar,  pero imposible saberlo.  

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