viernes, 3 de mayo de 2013

COSAS QUE SE PIENSAN EN UN CAFE




Sentado en el bar, a su derecha el pocillo de café recién servido, frente a él, el pequeño plato con tres masitas, que completaban el pedido, todo sumergido en el murmullo de las voces, el ruido de vajilla, el más dulce rumor de palabras femeninas, con melodioso acento centroamericano. El sol hermoso del invierno, joya por escasa, maravillosa, entraba raudo por el ventanal, que a su izquierda se encontraba, todo era calido, tranquilo, hasta la vida misma, se mostraba afectuosa, considerada, sumisa, como superficie de lago entre montañas, pasaron tantas cosas, tantas, en una vida adulta, demasiado adulta para analizarla, pero hoy, rodeado de esta paz, parecía que todo estaba justificado, que lo que fue, debía ser, que todos los fracasos fueron necesarios y por el contrario, las pequeñas alegrías, seguro resultaron consecuencia de la casualidad. Como jamás quiso reconocer, todo en este mundo, de alguna manera, estaba compensado, hoy, justamente hoy, por primera vez, reconocía que la vida de uno era un plan, una sucesión de hechos y circunstancias, que eran ajenas a la propia voluntad y estaban, mas cerca de la casualidad y la improvisación, era indudable, el carácter nos conducía indiferente, por los hilos de la gran telaraña del destino. Miro un poco a su alrededor, solo gente, gente como él, tal vez más linda, más alegre, quizás despreocupada de los laberintos insondables, que las cosas ofrecían, estaban dispuestos, solo a ver y gozar las superficies, sin palpar los dolorosos cuerpos, en busca de la verdad o la mentira. ¿Estaba bien? Si. ¿Estaba mal? No. ¿A que observar lo que nos pueda traer preocupaciones? ¿Por qué tensar la cuerda de nuestro ser, con problemas que no son nuestros?  Mejor dejar todo como esta, vivir la vida de uno, lo mejor posible y listo, ¿Egoísmo? No, no era eso, nadie es egoísta porque no quiere pensar, ver o sufrir por el otro, simplemente él, es eso, no quiere, no se involucra, no es el otro, tal vez toda la estructura de su felicidad, radica en una única cualidad, es él y lo asume plenamente. Observó por la ventana, la gente en la calle pasaba frente a él, con la cara clavada hacia adelante, la cabeza gacha, los ojos que miraban sin ver lo que veían, solo salvaban obstáculos, como células fotoeléctricas, que chocaran sobre objetos inanimados, mucha gente era así, encerrada en si misma, el lo era, el lo habia sido y por supuesto lo seguiría siendo y todos los que circulaban frente a el, tras el vidrio de la ventana, en la calle, también lo serían, irremediablemente, paradójicamente quizás, hasta el fin de sus días, de improviso pensó, que todo lo escrito era mentira, la justificación sobre papel y signos azules, que representaban letras, de un texto que nunca habría podido escribir, porque no encontraba que poner, de que hablar ¿Cuáles frases sería aquellas que narraran su existencia? ¿De que hablar sobre su vida? Solo de recuerdos, de fracasos, de olvido y soledad, así nada se cuenta, no hay sustento para prolongar el relato, la imaginación por si sola, no es mas que un llamado de atención, para mantenerse a flote, en medio de todos los obstáculos, que se presentan en el tortuoso, oblicuo y desparejo camino de la vida, ¿Qué pensar? ¿De que hablar? ¿Qué hacer? Tres preguntas, que siempre le generaron el horror de lo social, la incertidumbre, de que no estaba haciendo bien las cosas y que en definitiva, todo era una mentira, condimentada, con un poco de tristeza, con algo de abandono sobre las esperanzas abiertas al futuro, su futuro, el que solamente le interesaba, puesto a elegir en ese momento, en el preciso instante, en que estaba esperando a nadie, porque nadie llegaría, como siempre, en esa inútil espera de todos los días, imaginada por el y que nunca ningún ser o ente o sentimiento fuera del mundo de lo creado, se acercaría de golpe frente a el, para decir aquí estoy, tal ves un poco tarde, pero he llegado, estoy a tu lado, soy quien esperabas, no te angusties más yo estoy aquí, ya puedes olvidarte de todo tu pasado, ¿Se podía acaso olvidar de su pasado? Y si así fuera, ¿Qué le quedaría entonces? Como empezar de nuevo para repetir los mismos errores, los hechos parecidos, las circunstancias iguales que lo llevaría a volver en el curso del tiempo, a ser el mismo, casi igual o parecido a lo que hoy era. No dudo, no quiso que la duda gane nuevamente a sus sentidos, si, es cierto, es imposible cambiar porque el carácter existe, porque la vida es un vuelo repetido, donde el ave ya sabe su camino y bajo los azules cielos, siempre terminará por volver al mismo sitio de donde un día partió. Escucha una vez más ¡Café con leche! Ve al mozo servir el liquido oscuro y a continuación el blanco y sobre la taza, se hunde la medialuna, para luego huir de ella y terminar en la boca, de la persona ajena, que en la otra mesa, calmaba su ansiedad con la comida, pensó un instante en eso, en que el comienzo del alma y el principio de razón suficiente, al fin y al cabo, terminan donde comienza el estomago del hombre, su estomago, el de todos, el de aquellos seres, que dominados por el placer de sus sentidos, una vez complacidos estos, descansan en paz, lejos de los sobresaltos del alma hambrienta y desvalida, que siempre rechaza al estomago, que trata de imponerse en su final. Todo es así, claro y oscuro, absurdo y comprensible, bueno y malo, alegre o triste, combatientes todos que se enfrentan y terminan, manejando los sentimientos y el corazón humanos y él ¿El de que la juega? Allí sentado, solo, en una mesa, cualquier mesa de algún Bar de Belgrano. ¿De que la juega? ¿Qué conclusión piensa sacar de todo esto? Quizás se crea suficiente, imagina tal ves, porque se habla a si mismo y en silencio, porque le cuenta a su soledad lo que no vive, se salve de sufrir aquello que no hace, cuando su alma le pide que lo actúe, a todo aquello que llega cerca suyo. ¿Podrá hacerlo? ¿Es posible vivir entre palabras, cuando no se tienen hechos? ¿Es posible caminar entre las flores, pisando todos los jardines? No lo se, ¿Quién lo sabe? ¿Quién puede alzar la voz y preguntarlo? Más aún, ¿De quien podremos recibir respuesta? Estamos solos, en el café, en el mundo y en el tiempo, todo nos pertenece, la soledad, el ruido de la gente, el universo y los años que se fueron y los pocos que nos quedan y si todo nos pertenece y lo usamos mal, ¿Qué hacer entonces? Como cambiar aquello, que nos pasa, si es inevitable, si esta escrito en la grieta de nuestro carácter, rubricado por el destino que nos guía, del cual ni siquiera podemos rebelarnos, ¿Será posible todo? O al menos algo, que guarde relación con lo que somos. Es extraño el café, la calle, Belgrano, cuando cae la noche y todo se transforma, hay un montón de pocos parroquianos, mi corazón anhela algo, que cambie el curso de su historia, mi alma, que la tristeza no la inunde como ahora y yo, sentado en esta mesa miro, el reloj y siento, veo, observo que es la hora, en que debo partir y estoy dispuesto, dejo el café, la calle, los recuerdos ¿Puedo dejar acaso el pensamiento eterno, de aquello que pudo ser y nunca ha sido? ¿Es posible todo? Quizás si. ¿Es imposible todo? Compruébalo vos mismo, acompaña mis pasos.




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