Sabe usted, debería contarle, explicarle tal
vez, lo que vi las otras noches mientras atravesaba el bosque, rumbo a mi casa
en las afueras de la ciudad. Venia de bailar en un boliche y serían las tres de
la mañana, todo era soledad y silencio, cada rama que se movía, cada animal que
saltaba frente mío, huyendo de mi paso apresurado, me producía escalofríos,
todo era la sensación del ataque imprevisto, de que algo no se que, humano o fantasmagórico,
brotara de la oscuridad y me atacara, no se cual sería la causa, de que estos
pensamientos llegaran a mi mente, ya que muchas, muchas noches, atravesé el
bosque sin ningún problema, pero esta noche era especial, ventosa, oscura, sin
que la luna ilumine sus sombras, mas que nada destemplada, era como si la
naturaleza me arropara dentro suyo y me arrojara, en un mundo desconocido, al
cual temiera conocer. Decidí silbar , cantar, hablar en vos alta, todo ello
para romper el miedo, que poco a poco iba ganando mi interior, pero todo fue
inútil, pronto note que estaba perdido, desorientado, un leve temblor ya
conocido se iba apoderando de mi, mi cerebro empezó a girar en falso, entre
ideas cada vez mas confusas y solo atine, a sentarme sobre la maleza, ya que
había perdido el camino y comenzaba a andar en círculos, sin saber donde me
encontraba. Esto hizo que del leve temblor, pasara a un sudor frío, que recorrió
mi espalda, la noche oscura, la soledad absoluta, el silencio total, terminaron
por ganarme la partida, comprendí en el último atisbo de inteligencia que me
quedaba, que lo mejor para hacer, era esperar el amanecer y con el sol en lo
alto, ya vencida la noche del bosque, me encontraría más tranquilo y orientándome,
podría continuar el camino a casa. En eso estaba, entretejiendo en la rueca del
saber mis pensamientos, cuando de golpe frente mío, estalló la selva y un largo
túnel, se descubrió ante mis asombrados ojos, no se porque extrañas
circunstancias, ajenas a mi por supuesto, perdí el miedo y solo quede preso del
deseo de conocer, lo que ante mi veía y tanto me atraía, con decisión, me
incorpore de la maleza y me dirigí hacia la boca del túnel, una ves en el
interior del mismo, comencé a recorrerlo, sin siquiera importarme adonde me
llevaría, ni analizar acaso, si estaba viviendo una realidad, o como lo
suponía, todo ello solo era producto de la fantasía, ¿De cual? No se, seguro
que de la mía no, ya que estaba en el uso de mis plenas facultades mentales y
muy atento, a lo que sucedía en mi alrededor. Comencé a internarme por el túnel,
el cual debo decir, estaba intensamente iluminado y sus paredes, decoradas con
pinturas de jardines, caídas de agua y pequeños pueblos, que más que pinturas, parecían
momentos de la realidad, que estaban sucediendo en ese mismo instante, ante mis
atónitos ojos, en una de esas vueltas, que el recorrido del túnel ofrecía a
quien lo transitaba, di de golpe, con la pintura de un pequeño pueblo y a
diferencia de los otros que había visto antes, tenia este, la particularidad de
que un diminuto puente, lo unía al túnel con su aparentemente avenida
principal, de forma tal, que cualquiera que viniera caminando por él, podía
continuar su paseo internándose en el pueblo con solo atravesar el puente. No sé
porque motivo, quizás no lo sabre nunca, pero eso es precisamente lo que hice,
cruce el puente supongo sin pensarlo -de manera instintiva- y algo extraño
sucedió entonces, no fue más que yo terminara de cruzar el puente y en el mismo
instante, coincidente con eso, desapareció el túnel y de pronto me vi,
caminando por las calles de un pueblo desconocido para mi y del cual, no sabía
absolutamente nada, salvo lo que iba viendo, mientras mis pasos me llevaban, no
entendía adonde. La soledad del lugar era absoluta, como un pueblo abandonado
por una peste, o sus habitantes exterminados por una bomba, que solo afectara a
los seres vivientes, camine sin rumbo por sus desiertas calles, nada había en
sus cuadras, más que casas y casas, de un estilo rectangular de planta baja,
con techos planos, en los cuales se veían azoteas, desnudas de todo mobiliario,
en ningún lugar un edificio público, escuelas, iglesias, hospitales,
destacamentos policiales, nada, solo casas y mas casas, rectangulares de
piedra, colocadas una al lado de la otra, con una puerta y dos ventanas a su
frente, abiertas a quien quisiera entrar y ver el interior de las mismas, lugares
estos desprovisto de toda presencia de seres que las habiten, así incluso
fuesen animales, nada, solo la luz del sol penetraba en ellas y las ocupaba
totalmente. Cansado de andar sin rumbo y después de un largo caminar, por
calles diferentes en cuanto a su dirección, pero iguales en cuanto a las casas
que cubrían sus costados, decidí buscar una vivienda, en donde descansar si me
era posible y comer, si algo comestible encontraba, pero además de todo,
conocer como era el lugar, donde habían vivido los habitantes de ese pueblo,
por todo ello entonces, tome la decisión de entrar en la séptima casa, de una
manzana que a mi juicio, era impar y miraba al oriente, como todas las otras,
su puerta y ventanas, se encontraban abiertas, por lo cual, caminando y sin
detener mi marcha, ¡Así!, Ingrese a la vivienda por mi elegida. Esta estaba
compuesta de una sala grande que ocupaba todo el frente, solo, tan solo eso, no
existía cocina, baño, habitaciones, solo la sala con sus paredes, las dos
ventanas y la puerta, busque muebles y solamente encontré nichos en las
paredes, en donde eventualmente quizás sus habitantes habrían guardado sus
cosas, pero en la actualidad solo eran huecos vacíos, sin nada dentro, salvo
polvo acumulado por el tiempo, fue entonces, que me di cuenta de mi situación y
tuve miedo nuevamente y no supe comprender lo que pasaba, ¿Todo sería un sueño?
¿Estaría recorriendo un tiempo de la
humanidad que no era el mío? De ser así ¿Debido a que circunstancia del
destino, era yo el elegido, entre tantos miles de miles, para cumplir esta
misión? El miedo dicen, a veces es lógico, es aquel que nos atrapa cuando no
conocemos de que se trata lo que nos pasa, tal vez fuera ese el temor que
sentía, quizás, lo desconocido, ese momento exacto que nos aleja de nuestro
conocimiento rutinario, producía en mi, el frío sudor que nuevamente sentía en
mi espalda, decidí salir de esa casa ¡Ya! Entrar en otra, ver si todas las
construcciones eran iguales y si como debiera ser, en un pueblo por mi
imaginado, por el contrario, cada una debía tener sus propias características,
de acuerdo a la familia que la hubiera habitado, salí nuevamente a la calle y
camine dos cuadras en la misma dirección y al azar -como me di cuenta que todo
estaba sucediendo- entre en otra casa cualquiera, abierta y silenciosa, del
inmenso montón que se me ofrecían, como únicos habitantes de ese pueblo vacío. Ingrese
a la misma sala que la otra en donde estuve antes, atravesé igual puerta y mis
ojos se fijaron en idénticas ventanas, que dejaban entrar la luz solar, la que
ocupaba los nichos, abiertos en las paredes desiertas, mi primera impresión fue
salir corriendo y así lo hice, corrí sin parar, dos, tres, diez cuadras, hasta
que al fin caí rendido, sobre el cemento mismo, hecho suelo embaldosado, ya que
en ese lugar no habia parque ni jardines y como un mandato del destino, me
quede dormido, para tapar el miedo, el dolor y el asombro, de no saber darme
cuenta, en que lugar exacto del tiempo que me falta por vivir, me habia
perdido.
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