jueves, 23 de mayo de 2013

SENTIRCE ENAMORADA



Isabel mientras se dirigía a discutir el divorcio con su esposo Alejandro repasaba los momentos vividos con aquél, desde que se casaron hace ya veintisiete años. Tuvieron dos hijos hoy adolescentes y siempre durante esa etapa de sus vidas se dijeron amar y prometieron estar unidos luchando mano a mano, ante los problemas que se fueran presentando. Lo conoció cuando cumplía diecinueve años y el treinta y tres, para ir a vivir juntos tuvo él que separarse ya que era casado, ella soportó el rechazo de su familia en desacuerdo con su juventud y los años de él más su condición de divorciado. Pero todo pasó y al fin pudieron encauzar sus vidas en función del amor que se tenían. Pero hace unos años las condiciones económicas del país cambiaron, ella al igual que  tantas mujeres se vio obligada a buscar trabajo para ayudar en la casa, era una época propicia para ello, ya que los chicos estaban grandes y se arreglaban solos. Por otro lado su madre vivía con ellos y podía dar una mano. No sabía porque empezaba a sentirse cansada, no de Alejandro, sino de la rutina de años dedicados a él y a su hogar, tal situación le parecía que la apartaba del mundo real, y solo lo veía a este a través de una mirada, la de su esposo, por lo tanto esta merma en los ingresos de él le vino muy bien, ya que la obligaba a trabajar fuera de su casa, apartarse de ese entorno que la condicionaba tanto y comenzar a conocer.
¿Es que había vivido pensó? Dio toda su juventud a esa casa por entero, y hoy de golpe como un mazazo del destino todo se terminó, ¿Quizás lo buscó ella?, ¿Tal vez no supo perdonar él?, poco importaba ya, en estos días se firmaría el divorcio y sería una mujer libre. Por otro lado pensó, qué había pasado para llegar a esto y volvió, a un año atrás para recordar todo lo sucedido.
Resulta que comenzó a trabajar en un Estudio Jurídico, atendiendo al público, su jefe un abogado divorciado, algo más joven que ella, y varios empleados de distintas categorías
qué cubrían todos los puestos necesarios, formaban un grupo de gente sin responsabilidad familiar, solteros, divorciados, y algún que otro recién casado, tal era la comparsa que se fue introduciendo en su vida y cambiando mas sus sentimientos. Organizaban fiestas todos los viernes por la noche y comenzó a ir a ellas, esto significaba –y se daba cuenta- volver atrás, realizar hoy lo que debió ser hecho a los veinte años y por no serlo quedó en el interior de su alma, como una deuda pendiente que tal vez el amor de Alejandro tapara, pero sin impedir el deseo existente de que esto algún día explote y salga a la superficie de su ser, y esto fue lo que pasó, se dio, independiente de su familia, de todos, inclusive de sus hijos, se vio arrastrada por el deseo de ser ella y de vivir la vida como hubiera querido y no pudo, es que tal vez el temprano amor tapa pasiones que independientes de él, explotaran más tarde de manera alocada, poco le importaba, lo cierto, que se entregó por entero a las fiestas de los viernes, en casas de distintos compañeros de trabajo y, esto poco a poco mello su relación con Alejandro, tuvieron discusiones, desencuentros, él no quería que tal situación continuase,  ya que era imposible siendo ella una mujer casada, que los viernes a la noche hiciera uso de una soltería que no le correspondía y se fuera a bailar por ahí hasta las seis o siete de la mañana del sábado, sin saber él en donde estaba e inclusive algo más terrible, que le sea infiel con un compañero de trabajo y el, pasara a ser un cornudo más que ignorase todo como corresponde a los cornudos, Isabel negaba, le decía que le tuviese confianza, que era una etapa de su vida a la cual necesitaba recurrir, para calmar los años que la mantuviera dentro suyo sin haber conseguido que se manifestara, pero ahora brotaba de manera independiente ajena a su voluntad, debía ser necesario que él comprendiera que lo consideraba el único amor, el hombre de su vida y por lo tanto siempre le sería fiel.
Isabel en esto último mentía, ya que en realidad estaba saliendo con un abogado recién recibido casado hacia poco tiempo, y más joven que ella, ¿Por qué lo hacía? , no sabía, no era amor lo que la impulsaba, tan solo curiosidad, el deseo de verse amada por otro hombre joven, cuando ella lo fue y enterró todas esas experiencias en pos de Alejandro y su seguridad matrimonial. Sí, salía con Alfredo en el mayor de los secretos, sin que nadie lo sepa, ni en las fiestas de los viernes, ni en el trabajo ni en ningún lado, salidas furtivas de besos en el coche, de charlas en el café, entre ellos sentían que se instalaba la culpa de que ambos estaban casados y que esta situación no la querían cambiar. Solo una aventura se lo manifestó Alfredo una tarde en el café al encontrarse después del trabajo.
--Lo nuestro lo veo así Isabel, amo a mi esposa, no me separaría de ella, pero con vos soy sincero, quisiera acostarme en pos de un deseo, de una necesidad de cambiar, de conocer otro cuerpo femenino, cada cuerpo de mujer que uno desnuda por vez primera, es único e irrepetible, conocerlo de una vez y para siempre en su totalidad es hermoso.
--Estas demasiado poético, por mi parte yo también quiero a mi esposo, no lo dejaría, sin embargo se me vuelan los deseos de un cuerpo más joven que me penetre, tocar y acariciar la piel de una juventud que nunca estuvo al lado mío haciendo el amor, ¿Entendes Alfredo? No es meterle los cuernos a nadie ni amar menos o más, es una necesidad de vivir lo que no vivo hace veintisiete años. Aunque fui amada, siento que el amor flaquea cuando el volcán sexual no nos devora, en el momento que lo rutinario nos atrapa y la ceremonia del acto, pasa a ser un tramite más de los muchos a llevar a cabo en el hogar, algo deja de ser entre nosotros. ¿Te das cuenta? No es el no amor lo que me impulsa a tus brazos, es la repetición del rito lo que me aplasta.
--Te comprendo, yo no lo vivo  de esa manera, ya que me casé con una mujer de mi edad, no hace un año y andamos de maravilla, por lo tanto te lo dejo claro una aventura y nada más, por supuesto nadie debe enterarse en la oficina porque si no se nos armaría un despelote terrible.
--Tal cual así quedamos, fíjate este viernes lo podemos hacer, la fiesta se suspendió, yo digo en casa que salgo igual que siempre y nos encontramos, podemos ir a cenar, tomar algo y después vamos al telo, ¿Qué te parece?.
--Perfecto, el viernes nos vemos, pero de nuevo te informo, sin compromisos por el solo hecho de estar en una cama.
--De acuerdo, pienso igual chau.
Las cosas sucedían de esa manera. Cuando el destino se cruza es imposible abandonarlo, esa semana en su casa transcurrió igual a tantas que habían pasado, tuvo que lidiar con la desconfianza de Alejandro pero lo supo manejar como otras veces, y el viernes a eso de las nueve de la noche estaba en Cuba y Ramallo lejos de su casa, esperando el coche de Alfredo, que la pasaría a buscar y efectivamente ya llegaba, paro el auto y la hizo subir.
--¿Adonde vamos? –se besaron-
--Busca Cabildo, girando a la izquierda a pocas cuadras tenes un restaurante muy lindo donde podemos cenar.
Arrancó y tal lo indicado por Isabel doblo por Cabildo y a no muchas cuadras se encontraron con el restaurante, tuvo suerte y estacionó no muy lejos de la puerta, bajaron y entraron en él dispuestos a cenar y hablar de sus cosas, mientras hacían tiempo para lo que en realidad los convocara esa noche. Ya sentados, vino el mozo, eligieron el menú y esperaron ser servidos, una vez que tal cosa ocurrió la conversación devino entre ellos.
--Isabel, quiero hacerte una pregunta.
--Si todas las que quieras.
--Yo recién soy casado y estoy loco por mi señora, ¿Esto será siempre así? O tal vez me veré en tu situación,  más adelante.
--Es difícil decirlo, yo cuando me casé pensé que lo hacia para toda la vida, pero la vida aparentemente tiene una totalidad que va cambiando con los años, lo que ayer nos parecía eterno y hermoso, de pronto se nos vuelve un ahogo de libertad que no podemos comprender ni manejar.
--A mi espero no me ocurra.
__Ojala tengas suerte no se, será la personalidad de cada uno, de que forma se vivió la adolescencia y juventud, la pareja que nos tocó en suerte, la verdad no lo entiendo y en este momento no me interesa.
--A propósito ¿Cómo fue la pareja que te toco en suerte?
--Alejandro es un hombre bueno, trabajador, respetuoso, que tira para su hogar y cuida de sus hijos, los míos y los de su matrimonio anterior, como ves un hombre bueno, ideal de cualquier mujer, pero ¿Seré yo cualquier mujer? Lo cierto que me siento cansada de tanta normalidad, me tomó de tan joven, que a veces no se si es mi marido o mi padre, si mi relación es una libre elección o un incesto, presiento que esta noche lo sabré.
--Que extraño yo con mi señora no vivo nada de eso, la tomo como mi igual, una compañera que me complementa en el lado femenino que no poseo, lo nuestro siguiendo tu razonamiento sería tal vez un matrimonio andrógino.
--Puede ser, los hay, dos seres complementarios que se encuentran y se transforman en uno solo e indestructible para el resto de sus vidas, yo no, yo me casé con alguien en donde apoyarme y afrontar la vida a partir de ese apoyo, ahí estuvo mi error, no entender -era muy joven- que para ser feliz uno debe saber desenvolverse ante cualquier situación y yo, por el contrario deje que Alejandro me resuelva todos los problemas, cosa extraña hoy creo es el primer intento de ser yo misma independiente de todos.
--La verdad tenes razón, yo en ese sentido siempre he sido muy independiente y veo la vida como una normalidad a la que estoy adaptado.
__Suerte para vos entonces, mira ya es hora de irnos, no quiero postre, tomamos el café y nos vamos en busca del hotel ¿no te parece?
--Si, espera que llamo al mozo ¡Por favor! La cuenta y dos cafés, ¡Gracias!
Tomaron el café, arreglaron la cuenta y salieron rumbo al hotel para pasar el rato de amor que se habían propuesto, a Alejandro le estuvieron hablando de uno solitario y tranquilo por la Provincia, pronto llegaron ya que se encontraba cerca de donde cenaron, dejó el auto frente a la habitación y fue a arreglar con el conserje, cuando volvió Isabel estaba acostada en la cama, toda su ropa sobre una silla.
--Cámbiate y vine conmigo que tengo frío.
Alfredo apago la luz, se desnudo, y se metió en el lecho junto a ella, pronto ambos cuerpos se tocaron y buscaron el lugar de lo prohibido, los anhelantes y palpitantes sexos que aguardan ser recibidos y aceptados en función del avasallante deseo, que se desarrolla entre las caricias y los besos mordiendo la piel y el alma del ser amado. A veces sin embargo el cuerpo, ese que se cree independiente, preso de la mente, de la maquina infernal que obliga y manda en nuestros deseos, no consigue lo que quiere,  quizás debido a que el mandato moral es no lo hagas. Lo que sucedía para hablar más claramente es que a Alfredo no se le paraba, pese a todas las artimañas y esfuerzos de Isabel, no se le paraba.
--Déjame no sigas no puedo hacerlo, me siento como en otro lado distinto que aquí, es como si estuviera en casa pero no está mi señora, no puedo hacerlo Isabel, perdóname pero tengo la libido por el suelo, no se me para.
Isabel dejó de acariciar el dormido sexo, se volteó sobre un costado y llegó a la conclusión que la situación no daba para más.
--Anda al baño y vestite Alfredo, no salgas hasta que yo te lo diga, pienso vestirme en la habitación.
--Bueno listo, Alfredo se incorporó prendió la luz agarró su ropa y se dirigió a vestirse, cuando él desapareció, Isabel se levantó fue a la silla donde dejara sus cosas, empezó por la tanga en primer termino siguiendo en ese orden con todo lo demás, en el momento que terminó llamó a Alfredo.
--¿Estas listo? Podes salir quiero entrar a lavarme un poco y pintarme.
--Si, ya termino yo también.
Isabel frente al espejo, se lavó las manos, la cara, se hizo buches de agua y luego acomodó su pelo, se pintó los labios y maquillo para estar como si nada hubiera pasado, en realidad pensó, no paso nada.
--Vamos Alfredo, llévame hasta casa es tarde para andar sola.
--Por supuesto quien pensas que soy, iremos hasta tu casa.
En el camino hablaron poco, cada uno sumido en sus propios pensamientos, ya llegando Alfredo dijo.
--Discúlpame Isabel creo que no pude serle infiel a mi señora, nos queremos y de pronto comprendí que iba a hacer algo que ella no se merecía.
--Te entiendo perfectamente y poniéndome en tu lugar, pienso que fue mejor así, de ahora en más nada paso entre nosotros, volveremos a ser compañeros de oficina y nada más ¿de acuerdo?
--Totalmente, ya estamos llegando a tu casa no te voy a dejar frente a ella por cualquier cosa, paramos un poco antes, yo me voy y vos te apareces caminando, así evitamos todo tipo de problemas.
Alfredo se detuvo Isabel descendió, cerro el auto suavemente y este partió cuadras abajo en pos de la panamericana. Comenzó a caminar rumbo a su hogar, ya el día estaba aclarando y la brisa suave que corría era más bien cálida, aspiro un montón de aire en sus pulmones para despejar la mente, esperando que todos duerman como siempre, puso la llave en la cerradura del portón de entrada, levantó la cabeza y se dio cuenta que estaba equivocada, en su dormitorio la luz se encontraba encendida y Alejandro la veía llegar, inmediatamente comprendió que habría discusión entre ellos y analizó que debía decir, de pronto una rara sensación la fue ganando, entendió que estaba harta de toda esta situación, sería mejor dejarlo hablar a él, y esperar a ver como termina todo. Entró a la casa, ya en el living la aguardaba Alejandro visiblemente ofuscado, aparentemente todos dormían,  le pareció mejor esta circunstancia así nadie tomaría parte en la conversación, decidida fue a su encuentro no sabía lo que sucedería, pero por primera vez se hallaba segura y tranquila de lo que fuera a pasar.
--Que tal amor, ¿Despierto a estas horas? ¿Qué te pasa? ¿No podes dormir?
--No te hagas la chistosa ¿Que queres que me pase? Estoy repodrido de tus salidas de todos los viernes, de tus chats con tus amigos y de la desatención que has puesto en el hogar últimamente. Además ¿De dónde venís? ¿Como es que Alfredo te trae en auto hasta aquí? Si, no me digas nada, no trates de mentirme porque vi su auto pasar recién por el frente de casa, te dejó un poco lejos para que yo no vea nada y así cubrir la situación, esto solo significa que saliste a joder con él, Alfredo de aquí –que buen amigo- Alfredo de allá, y al final hoy terminaron cogiendo, estoy seguro, nada me lo saca de la cabeza fueron a un telo, se burlaron de mi, esto es lo peor que me podes haber hecho, o lo mejor que elegiste para separarnos, pero ya está, me separo, a partir de este momento no vivís más bajo este techo, ándate a la casa de tu amiga Marta y contale lo que pasó, yo te hecho, cuando los chicos se despierten les explico todo y después veremos que hace cada uno, en cuanto a tu vieja que ya mismo se vaya de tu hermana, y a vos ¡fuera! se acabo, anda con Marta no quiero verte nunca más.
Isabel pudo haber dicho que todo lo que él imaginaba, era una absurda mentira, negar como niegan las mujeres que engañan a sus esposos, explicarle que igual que siempre venían de una fiesta y no de un telo, decirle que ella le pidió a Alfredo que se detenga antes, así no despertaban a nadie en la casa, mostrarle que esa casa le pertenecía tanto a ella lo mismo que a él, enfrentarlo que si estaba loco, como evidentemente lo estaba, que se las tome ya mismo de allí, y le haga todos los juicios que quiera, pero ella se quedaría en su hogar, el techo de sus hijos y por supuesto la que debía estar cuidándolos era ella. Pero, no sabemos que pasó por su mente, tal vez esa tenue libertad que empezara a florecer muy tímidamente la hizo callar. Lo cierto que subió a su habitación, lleno su valija con todo lo que creyó le fuera necesario para vivir sola un largo tiempo, e hizo dos llamadas una a su amiga Marta diciéndole que iba hacia su casa, otra a un remix, esperó en el dormitorio hasta que este llegara, cuando escuchó el timbre,  bajó y se fue sin despedirse de nadie pretendiendo nada más estar sola y tranquila en la casa de Marta para ordenar sus pensamientos. Esta vivía con una hija y estaba divorciada, se apreciaban mucho y como la situación de ambas empezaba a parecerse, esperaba que podría estar un tiempo allí, hasta alquilar algo para poder   nuevamente hallarse con sus hijos, pronto se encontró frente a lo de Marta pues no vivía muy lejos de ella, bajo pago el remix y tocó  timbre, un segundo después su amiga aparecía en la entrada, abriendo la puerta y haciéndola pasar.
--Isabel que sorpresa, ¿Qué esta sucediendo?
--Mira no se pienso que lo que tenía que suceder, ya creo que no lo quiero más a Alejandro, estoy harta del tipo de vida que llevo.
--Se pelearon, ¿Cómo fue eso?
--En pocas palabras, volvía con Alfredo que me traía a casa, me dejo unos metros antes y arranco solo, el lo vio pasar, después enseguida entre yo caminando, allí se enfureció, me hecho en cara la posibilidad de que hubiéramos estado cogiendo juntos y que esto no podía ser y me hecho de casa.
--¿Y vos que hiciste?
--Nada, en otra oportunidad, habría hablado, defendido mi posición, pero en ese momento decidí aceptar y tirar veintisiete años de felicidad y matrimonio por la borda a las frías aguas de la inseguridad, mi inseguridad, pero siento que ya no lo quiero, es como si hubiera estado a oscuras muchísimo tiempo y de pronto, la vida me descorre un velo y veo el sol, no se lo que va a pasar conmigo por mi carácter, pero hoy estoy segura de una sola cosa se me fue el amor, voló como un pájaro de entre las manos y me es imposible recuperarlo.
--Por lo que me doy cuenta todo se me hace irreconciliable entre ustedes, vení pasa, acomódate y dormí un poco, al mediodía te llamó para comer y después vemos que podemos hacer.
--Gracias Marta, ahora solo quiero una cama estoy molida este viernes fue para mi, mucho mas que un viernes, fue una semana entera.
Se dirigió al cuarto donde Marta hacia dormir a sus amigas cuando se quedaban en su casa y se durmió como un tronco, a eso de las dos de la tarde la estaban llamando para almorzar.
--Veni Isabel sentate tenes la comida servida.
--Espera que voy al baño hago pipi, me lavo los dientes y estoy con vos.
Un rato después en la mesa.
--¿Qué hiciste de comer? ¿Todo rico?
--No jodas, tiré unos bifes a la plancha, puse a hervir zapallo y papas, un buen puré y listo, dale come ¿Pensaste lo que vas a hacer?
--Por lo pronto el lunes voy al trabajo como siempre, me vas ha tener que aguantar unos días pero espero que no sean muchos, te decía, en el trabajo una compañera tiene un departamento sin alquilar por Cabildo de dos ambientes, un segundo piso contrafrente, seguro me lo da, porque le gusta cerrar operaciones con conocidos, eso hecho, la tengo un tiempo a la vieja con mi hermana y veo que quieren hacer los chicos, quizás                  
Rosa se quede con el padre y José seguro va a querer venir a vivir conmigo, en el departamento hay lugar, después lo inevitable, comenzará el juicio de divorcio, espero que sea lo más rápido posible, por mi parte estoy dispuesta a no poner objeción alguna para que sea así, por supuesto siempre y cuando la repartija sea justa, pero en ese caso estoy tranquila con Alejandro, el es un tipo derecho.
--¡Isabel no lo puedo creer! ¡Se querían tanto! Vivieron el uno para el otro y de pronto todo se vino al suelo, por otro lado son dos personas no proclives ha hacer macanas, no entiendo.
-- Yo sí, si algún día se presenta la ocasión lo voy a hablar con él, será la última charla entre nosotros, pero por primera vez me parece que va a escuchar lo que pienso y no lo que me convenía pensar. Ahora si me permites, voy a hablar con mis hijos, a ver si nos encontramos en un bar y arreglamos esto, ya son grandes y entenderán.
--Seguro, llama y si tenes que salir hacelo, te voy a dar una llave de la entrada, tengo varias, tantas como amigas, quédate a vivir conmigo hasta que arregles todo como corresponde.
--Muchas gracias Marta, no se como agradecerte.
--No tenes nada que agradecer, para eso somos amigas.
Isabel tomo su celular y llamo a su casa, le parecía rarísimo hacerlo desde otro lugar a aquel, donde siempre estuvo a esa hora años de su vida, por suerte atendió Rosa.
--Hola Rosa
--¡Mamá! ¿Qué pasó? ¿ Que despelote hubo entre vos y papá?
--¿No te lo dijo?
--Me habló de que se separaron nada más
¿José también lo sabe?
--Si, nos reunió a los dos para que lo sepamos, lo cierto es que no entiendo nada.
--Cálmate, tranquila, ¿Te acordas del bar ahí en Maipú, donde íbamos siempre?
--Si ya se.
--Bueno vayan para allá y espérenme allí. Calcula que tomo el colectivo y en tres cuarto de hora llego, sí.
--Quédate tranquila, nos vemos luego.
--Cuídense enseguida estoy con ustedes chau.
--Chau ma.
Apago el celular, saludo a Marta  y se encamino a la parada del colectivo, apenas llegó venia uno, lo tomó, se sentó mientras pensaba que decirles a sus hijos, bueno ya vería, lo principal sería verlos y hablarles. El viaje duró lo que cálculo y un rato mas tarde bajo en Maipú y entró en el bar donde ya se encontraban Rosa y José.
--¡Mamá! Llegaste, ¿Estás bien?
--Si, si todo bien, un poco de calma, ¿Pidieron algo?
--No te esperábamos a vos.
--¿Vos que tomas José?
--Una bebida sin alcohol.
--Lo mismo yo mamá.
--Muy bien para mí un café, ¡mozo! Dos bebidas sin alcohol y un café por favor, gracias. A ver chicos escuchen bien lo que pasó, las personas grandes, no siempre fueron grandes, un día llegamos a ser tan jóvenes como ustedes, teníamos ilusiones, sueños, amor, eso nos pasó a papá y a mí, nos casamos, nacieron ustedes, fuimos felices, pero los años pasan y al pasar del tiempo va cambiando la mente de algunas personas, nosotros no somos una excepción y caímos en esa regla de la evolución humana, de pronto nos dimos cuenta que no éramos los mismos que ayer y que nuestro amor junto con nosotros, se había perdido en el cambio de que les hablo, eso, simplemente eso, aunque papá no se de cuenta la rutina nos mató, tiramos el cariño y quedamos vacíos de afecto, eso es todo, en ese caso a que seguir, lo mejor que cada cual haga su vida como quiera, ha partir de hoy eso pasará con nosotros al igual que tantos otros, lo que ustedes tienen que hacer decidir con quien quieran quedarse y esperar que el paso del tiempo, lleve normalidad a lo nuevo y diferente, ¿Estamos?
--Si mamá, nosotros hablamos ya del tema y estamos de acuerdo con lo que decís, José decidió estar con vos, si no te enojas voy  un tiempo con papá después vemos.
--¡Como me voy a enojar! Tanto papá o yo para ustedes somos iguales en afecto y no interesa con quien estén, para nosotros aunque separados son nuestros hijos y ambos les tenemos el mismo amor.
--Gracias, ma.
--Bueno pago y nos vamos, vuelvan a casa, en la semana arreglo donde vivir y José se viene conmigo, lo demás lo iremos solucionando de a poco.
Pagaron y se fueron, Isabel esperó que tomen el colectivo para luego también ella alejarse del lugar, todo se le fue presentando tal como lo pensó. El lunes volvió a trabajar y su compañera le alquiló el departamento, fue a su antigua casa y se trajo lo necesario para amueblarlo, compró una cama, una heladera y José y su mamá se fueron a vivir con ella las fiestas de los viernes ya no le interesaban y solo quería concluir el divorcio, para instalarse en su propia casa, seguir trabajando y empezar una nueva vida, estaba tranquila, ya no se sentía enamorada.  
 
 
 

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