sábado, 16 de julio de 2011

CUENTA SE DABA


Se daba cuenta ahora que la quería y ese pensamiento quedó rondando en su cabeza, mientras en la mesa del bar escribía el artículo para el diario del domingo, ese artículo diría…; la verdad que no le importaba lo que dijera, es más, no tenía tema para la entrega del domingo, solo un recuerdo invadía su permanencia en esa mesa, más allá del diario y del momento político que atravesaba el país y de su condición de escritor, esa invasión a su espíritu y a su tranquilidad, a la concentración necesaria para volcar en el papel el tema que fuera noticia en la semana, hacía que se alejara de el todo deseo de escribir, porque en el fondo, en el lugar donde predomina lo privado, el espacio de nuestra personalidad, que reservamos para nosotros y nadie más, fue ahí, en esa mañana mientras buscaba la lapicera para escribir sobre el cuaderno espiralado, que el recuerdo de ella se hizo muy intenso, tan intenso, que se dio cuenta tarde ya, que la quería, pese a que en su momento estúpidamente jugo con ella, la imaginó una aventura más en su vida de escritor no valorando lo que ella representaba para el y la dejo, es más, la humilló burlándose de sus sentimientos para con el, fue un tonto, un tarado, un escritor que equivoco la trama de su relato y el cuento que iba a vivir terminó mal, el principio no tuvo relación con el final, porque el no supo tal ves dejar de jugar con el amor y entregarse al amor ¿Cómo solucionarlo y como terminar el artículo para el diario?¿Como reencontrarse con ella y llegar a buen puerto con lo que estaba
escribiendo? Eso es lo que debía arreglar cuanto antes mejor. ¿Pero como? Solo había una manera, un modo, una forma, el personaje de su cuento debía actuar, afrontar la realidad y el de última, estaba ahí para cambiar el relato si le era posible, para modificar el final, ¡Porque no había otra! Dejo de escribir y a través de su celular empezó a hablar; pero no obtuvo respuesta.

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