viernes, 8 de julio de 2011

EL PENDIENTE


Tocó el pendiente que por pocos pesos había comprado en el Barrio Chino, en un local casi sobre la calle Juramento, lo encontró de casualidad, mezclado con pulseras baratas y collares de fantasía, no sabia porque pero al comprarlo tuvo la sensación que no era el quien lo elegía, sino que el pendiente lo había elegido a el para que se lo lleve, ¿Ridículo no? Una pelotudez si se quiere, pero eso era lo que sentía y ahora que tenía al pendiente entre sus manos, solo en su casa de soltero, mucho más estaba presente en el esa sensación, como si la fantasía barata le estaría manejando la vida, como si su brillo de joya falsa lo estuviera hipnotizando, una vez más, pasó sus dedos por la piedra central, un circulo perfecto de un negro intenso en cuyo centro, había una muy pequeña perlita verde que su dedo índice sin querer -eso supuso- apretó, no fue más que apretarla y hubo un fulgor, una corta e intensa llamarada tan igual recordó de pronto, como cuando en el aceite hirviendo de la sartén de su madre, caían unas gotas de agua, puro y corto fuego, eso es lo que hubo frente suyo y sin entenderlo, detrás del humo y de la llama apareció una mujer, igual a las vendedoras del Barrio Chino, muy parecida quizás a la cajera del supermercado de la otra cuadra, no supo que decir es más, espero que sea ella quien hablara, solo pudo ver que el pendiente ya no existía más entre sus dedos, que la cadenita de la cual colgara, estaba como pulsera en la muñeca de la joven frente a el y que la atmosfera de la habitación era normal, el humo espeso había desaparecido, de las llamas nada quedaba y un silencio, como pedazos de telgopor apretando los oídos se había apoderado del lugar, la miró, se miraron  y ella habló.

--No creas que con tu acción rompiste un maleficio ni me trajiste a la vida presa de un conjuro, ¡No! Fui yo que me convertí en piedra y me hice pendiente, cansada de la vida que me hacia llevar un fabricantes de joyas en oriente y a través de esa perla verde, vi a todos aquellos a los cuales me gustaría pertenecer y de todos los que ví en el Barrio Chino, cada día y todas las noches te elegí a vos y decidí que me lleves, aquí estoy, soy tuya si me quieres, sino, sino deseas estar conmigo, que estemos juntos, solo te pido una cosa, saca la cadenita de mi muñeca , hacele tres nudos y volveré a ser pendiente y solo es mi deseo que me vuelvas a dejar en el local del Barrio Chino en donde me compraste.

El pensó un momento, lo necesario que el hombre piensa para analizar sus sentimientos, después algo cambió en su rostro, se acerco a ella  y le saco la cadenita de su brazo, la tomo de una punta y por un momento la tuvo colgando y bailando frente a sus ojos, después en una decisión pensada, fue hacia la ventana la abrió y la tiró afuera.

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