viernes, 22 de julio de 2011

LAO-TSÉ


                                                        
 El Ser de los tres nombres y ninguno, aquel sin cuerpo concebido que no siendo visto se observaba y cuya vos silenciosa se escuchaba en todos los rincones del imperio, un día, -cuando dejo de hablar porque todo lo había dicho- decidió alejarse de los seres y las cosas, tras solo el pensamiento que como el viento venido del oeste lo impulsaba. Camino sin dejar huella, estuvo entre muchos sin ser notado y al fin, terminó su camino frente a un desierto abierto, inmenso, sin fronteras, como un laberinto plano y silencioso, donde la noche y los días se mezclaban, entonces por un instante, olvidó todo lo que había predicado y solo recordó, que el tiempo pasa y es inevitable, tanto es así que se entregó a el sin inmutarse, sabedor de su destino yéndose llegaba y callando para siempre, eternamente hablaba.

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