martes, 8 de enero de 2013

GRAFIAS




Siempre me atrajo la palabra escrita, deje lo hablado de lado y me asusto el silencio. El misterio de las grafías, me fue llevando curiosamente por el tiempo a través del mundo desconocido de lo literario, ¿Hará mil años? ¿Será cierto? que aprendimos a dibujar signos que unidos, pasarían a ser la representación visual de lo que hablábamos ¿En que momento un deseo del alma? ¿Un grito del corazón? ¿Un odio? Cual tormenta desatada, se convirtió en dibujo de tal manera, que todos entendieran que pasaba y además de eso, que la posterior humanidad supiera que fue lo sucedido, halla en el pasado escrito de las cosas, que nunca volverán a repetirse como hechos, pero si, como dibujos volcados sobre el texto, que vayan dando forma, mediante símbolos inventados ¿Por quien? a las palabras. Escribir, se me hace similar a la construcción de una casa, cada grafía es un ladrillo, cada montón de ellas una habitación, muchísimas, una estructura que una ves terminada, nos será permitido retocar, revocar, sacar o colocar nuevos ladrillos, anular otros, para darle al fin la forma definitiva que deseamos el edificio tenga. Es mas, soy un convencido que la escritura viene de la magia de lo desconocido, que existe dentro de la mano que la escribe, que es un misterio y no se puede develar, es mas, pienso que la interpretación exacta del destino es el texto, la ininterrumpida alineación de grafías detrás de una línea conductora, donde todas ellas se acomodan al azar, que es quien las dirige. De nuestra pluma brota un devenir continuo de dibujos, que nos han sido dado, a través del tiempo en función del pasado y a los cuales, nos entregamos sin saber nada, en el mas absoluto secreto que el texto nos impone, ¿O acaso el que escribí, entiende realmente como aparecen en su pluma, o sobre las teclas del ordenador, las grafías que forman las palabras, que van dando curso a su relato? Nada sabrá de el hasta que lo tenga terminado. El destino, la grafía como manifestación visual de él, de el azar y el texto, forman el camino, el riel, sobre el cual marcamos el paso de la vida, somos sin ser, pero lo dejamos escrito, para que otros crean que fuimos, así se mantiene la magia, escribir también es pintar, las plumas son pinceles, el abecedario colores y las palabras, acuarelas que sobre el lienzo del blanco papel, crean el paisaje, el dibujo, la sensación de mundo que nos da el nuevo espacio, que ocupan las grafías de un texto diferente, que acaso nunca sabremos cómo fue hecho. Yo creo que solo existen las grafías. Millones de ellas por cada una de las manos que las sueltan, vuelan por el cielo y recorren el tiempo, pienso… me detengo un segundo en el correr de la pluma y entonces encuentro, que bienvenida sea la ortografía, porque ella a hecho –no se si ella o el azar que todo lo conduce- que esas manos cuando escriben y sueltan las grafías, al soltarlas las combinen de tal manera, que caigan iguales y así puedan comprenderse, los textos por ellas originados. Pero nada mas, -que quizás sea mucho e inesperado- lo otro, es el correr de la pluma, es la palabra, es el dejarse llevar por un camino, el marcado por cada renglón del texto, rumbo al final, rumbo a la casualidad tan cerca de ¿Por qué escribí esto? Que me resulta el dibujo inesperado, de una mancha de tinta, sobre un papel blanco apretujado. Creo que escribir es un conjuro, la pura magia de las letras, ordenadas tras un hilo conductor, que no es el nuestro, sino el presagio que nos ofrece el propio texto.





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