En la soledad del mar, sobre las
velas del parao se refugia el leve viento que viene de las costas de borneo.
Solo el silencio nos cuenta aventuras extrañas de distintos combates que estas
aguas presenciaron, terribles abordajes, galeones saqueados, tesoros que
acompañaron nuestras vidas y riquezas que yacen eternas en el lecho profundo y
barroso del mar malayo. Es este el camino recorrido por nosotros piratas,
gentiles hombres de negocio y es también el rumbo que toman y tomarán los
galeones de todos los conquistadores que arrasan territorios para llevar
riquezas, ellos vienen, en las tempestuosas noches o en los calmos días, con
sus bodegas llenas de lingotes de ricos metales, abundantes licores y gente que
ama la vida como nosotros -igual de necesaria para ambos- a la luz de las
estrellas o frente al día solar que nos calcina. Allí estamos todos, ellos vienen
nosotros esperamos, ellos robaron nosotros vamos a robar. Arriba de este mar y
bajo el cielo azul y rojo nos encontraremos, ¡Feroces! ¡Terribles! Sin pedir ni
dar perdón, en nombre de que lo tuyo es mío y que solo el vencer nos habilita
para ser justos y que solo al vencernos podrán ser grandes. Exterminadores de
las costas y de los mares, del tiempo y del destino de los hombres, es así y no
de otra forma que nos estamos haciendo mundo, nación, estado. Existo y por lo
tanto pienso, me salpica el agua del mar mientras el parao la abre en dos
chorros de espuma veloz hacia el futuro, seguro pero frágil ante el eterno mar
que nos conmueve, mi mano sobre el timón siente el latido de la bestia de metal
y madera insensible y mi mano sobre mi me informa que soy bestia y lo que es
peor no insensible. Es el oficio dicen los malayos -los malayos piratas- es el
arte de matar o de morir en las costas de borneo, en el mar de malasia, o donde
se encuentren un galeón y un parao. Es el arte de entender porque seguimos
manteniendo igual de firme la barra del timón, surcando el mar, oteando el
horizonte y esperar seguir viviendo esta vida, siempre viendo al otro como
enemigo y deseando abordar su galeón para matarle…Pensamientos de mar en una
noche sin estrellas y con una tenue luz de conciencia en el horizonte, a bordo
todos duermen y delante de mí por mucho tiempo, solo hay silencio.
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