Las voces del televisor del departamento pegado al suyo le impedía
escribir. Buscaba hilar la trama de un cuento y esta se cruzaba con el diálogo
sin sentido proveniente del aparato. Viendo que no podía soportar más esta
situación, se levantó de su escritorio y salió al palier. Parado a la puerta
del departamento de su vecino, tocó timbre para terminar con este parloteo
infernal que lo incomodaba tanto, una vez, dos, tres…nadie respondía a su llamado,
intrigado empujó la puerta y esta se abrió, se encontró en un living frente al
tan maldito televisor. Sentada en un sofá una mujer absorta veía la novela, ni
se percato de su entrada como antes no había escuchado los timbres que él
tocara, dispuesto a decirle todo aquello que su bronca le impulsara a llegar
hasta allí, se le acercó, pero al momento de hacerlo maquinalmente le prestó
atención a la telenovela. Sintió que algo lo atrapaba y empujado por esa
sensación de no poder dejar de mirar, se sentó al lado de la mujer, se olvidó
de su cuento y de la puerta abierta, ambos ni ella ni él, le prestaron atención
al otro que a su lado estaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario