viernes, 22 de junio de 2012

EL CAPITAN MALAYO


Hace tiempo que huí de todo, estoy lejos, en una isla del Pacifico Norte. Por propia decisión, debido a que no fui correspondida, por el hombre, que ame más que a mi misma, más que al líquido rojo, que recorre mis venas, decidí irme, escapar de él, de su país el mío, hundirme, en la soledad del tiempo y la distancia, para así no verlo nunca más, aquí estoy desde entonces,  -hace tres años- en esta isla, en esta pequeña porción de tierra, entre Japón y Nueva Guinea, tratando de olvidarlo, queriendo que el recuerdo de él, no llegue a mi cabeza, ¿Qué hago aquí? Dirán ustedes, no lo se, aunque me humille decirlo, pensar en él, aunque me cueste entenderlo, pensar en él, miro el cielo infinito, repleto de estrellas, el océano, profundo y sin límites de un azul intenso, entre ambos, los astros luminosos que me indican, el paso de los días, la luz y la sombra, exactas ambas, ambas cotidianas, me van marcando, el final y el comienzo de todas las cosas, menos del recuerdo, que habita mi cabeza, ese pensamiento clavado y fijo, de mi amor imposible, para los que quieran olvidar les digo, la distancia no sirve, para los que hallan amado intensamente, como nunca pensaron y su amor, no fue correspondido, no huyan, no se alejen, no se vayan ese no es el camino, para dejar de pensar en la persona amada. Yo soy el ejemplo de lo que hablo, yo estoy aquí perdida, treinta mil kilómetros de tierra, barro y agua, nos separan, sin embargo, después de tanto tiempo, todavía no pude olvidarlo. ¿Qué será de él? ¿Estará casado? Seguro otro amor abrazaran sus brazos, ¿Por qué me fui? ¿Por qué no me quede para pelearlo? A ese amor tan mío, a ese amor que duele, ¿Por qué maldita sea, pienso solo en un hombre? Habiendo tantos en este mundo inmenso, no lo se, no lo se pero el amor es tonto, no lo se, pero el amor no entiende de razones, que la mente crea, para romper su influjo, no puedo más, no resisto un segundo, su recuerdo, estoy aquí, en medio de esta isla, casi sola, a veces pienso en ella como un barco, como una nave, que me llevara a su encuentro, le pido que se mueva, que avance, que partamos, por el Pacifico inmenso, cuyo fin no alcanza mi mirada, para verme con él, para llegar a su lado, pero las altas montañas, no se inmutan, pero los frondosos árboles, no se agitan, el océano indiferente a todo no se mueve. Entonces vuelvo a tierra, desembarco en la isla y trato de ser útil, a la pequeña comunidad que vive en ella, estas son tierras de pocos habitantes, fueron abandonadas a principios del siglo veinte, cuando un tifón las destruyo, casi por completo, todos se fueron y solo quedaron, unas treinta familias, que hoy son sus habitantes, hacen una vida totalmente comunitaria, sin dinero, ni nada, todo se rige, por el trabajo en común y la pequeña granja cooperativa, ¿De cómo vine aquí? Yo estaba en la isla de Palau, la más poblada de todas estas islas, podríamos decir, la capital de ellas, un día me embarque, en un pesquero japonés y termine aquí, con mi tristeza y esta gente, soy socióloga, trato de ayudarles en lo que pueda, al mismo tiempo que trato de olvidar, sin conseguirlo, al hombre, que origino todo lo que me pasa. Esta mañana de enero, la isla, sus habitantes, están convulsionados, llegó un pesquero malayo, con su velamen roto, buscando refugio en estas playas, aunque no se mezclan con los habitantes, mientras hacen los arreglos de su barco, estos le temen, temen por sus pequeñas cosas, conseguidas con mucho esfuerzo, por sus mujeres, ante estos hombres, de piel mestiza, rostro hosco y mirada huidiza, quisieran conocer sus intenciones y me han pedido a mi, que hable con el capitán, de todos ellos, lo debo hacer, porque no tengo más remedio, ya que me lo piden y yo soy, quiera o no, parte de la gente que aquí vive, el suelo que piso, mientras voy a la orilla del mar, es mi suelo, la brisa que acaricia mi rostro, viene del otro lado del mundo y seguro acaricio, el rostro del hombre que amo, esa brisa, agita la hierba que piso al andar, todo ello lo siento mío, yo también vivo aquí, es por eso, que voy tranquila a hablarle al capitán malayo, a que me explique, que piensa hacer, cuanto tiempo se queda, que no le haga daño a nadie y si necesita de nosotros, colaboración, estaremos con él, en lo que podamos. Mis pasos me llevan, al lugar de la costa, donde está el barco anclado, es un lugar de playa, sin acantilados, donde el barco pudo entrar y podrá salir, en la marea alta, sin ningún problema, todavía algunas de sus velas, siguen rotas, aunque hay alrededor, gente trabajando, acostumbrada a la soledad, esto me desconcierta un poco, los marinos trabajan cada cual en lo suyo, veloz y arduamente, allí veo, cerca de la orilla, a un hombre, al cual todos se dirigen y de él, salen los caminos, que mueven a toda esta gente, ¿Será el capitán supongo? Me acercare y tratare de hablarle, espero que me entienda, pues necesito que me diga, que ideas pasan por su cabeza, cuando de aquí divisa, a nuestra comunidad, en el interior de la isla, estoy llegando ya, se dieron cuenta de mi presencia y me miran, con curiosidad, el hombre al cual quiero hablarle, se detuvo de golpe en sus indicaciones, se dirige hacia mi, viene a hablarme, como mujer les digo, es alto, moreno, su pelo es negro y lacio, tiene un rostro triste y un cuerpo flaco, sus ojos se guardan la mirada, para que no se pueda saber, como es su alma. Ya estamos casi juntos, yo detuve mi marcha, el siguió andando, viene hacia mi, quiere estudiarme, saber quien soy antes de hablarme. Me es imposible callar, estamos frente a frente, detrás de él, el océano profundo y azul, mece su nave, detrás mío, el bosque silencioso y al fondo, las montañas, que emergen de improviso, como silenciosas piedras que todo lo contemplan, de pronto, nadie se mueve, solo la nave y el follaje, nos estamos mirando, el capitán y yo, el verá en mis ojos, en lo profundo de mi alma, al hombre que amo, yo en los suyos, en sus ojos negros, de huidiza mirada, nada.

--¿Estoy equivocada, o es usted el capitán de esta nave?
--Así es, yo soy quien la comanda, quien tiene la responsabilidad, de todo lo que pasa.
--De eso precisamente quisiera hablar, con usted, de la responsabilidad de todo lo que pasa, vengo en representación de los habitantes de esta isla, ya que están preocupados, por lo que ustedes puedan hacer en ella, necesitan conocer sus intenciones capitán.
--Nuestras intenciones, arreglar el barco e irnos, nuestra misión en la vida es pescar, nuestras familias viven de nuestro trabajo en el mar, no cambio Borneo por ninguna isla, ni el mar malayo, por este océano infinito e insondable, nos quedaremos acá, el tiempo necesario para reparar, apenas estemos listos, esto será en dos días, nos iremos, puede decirle a su gente, que este tranquila, nada tocaremos, porque nada nos interesa.
--Gracias capitán, eso me da tranquilidad, a mi y a los míos, disculpe la desconfianza, mejor dicho, el querer saber, pero usted entenderá, que somos una pequeña comunidad, necesitamos protegernos.
--Entiendo señorita, lo que no entiendo y me asombra, que en estas islas, que se habla mucho, una mezcla del idioma Maldiva, encuentre a una mujer blanca, europea, hablando el español, tuvo suerte que yo, recorriera mucho el mar y durante años con los portugueses, aprendiese ese idioma, ¿Sabe una cosa?
--¿Qué capitán?
--Agradezco a los portugueses, por el español, al destino, por cruzarme con usted esta mañana, si me lo cuentan, no lo creo, si los hechiceros de Kuala Lumpur, me hubieran presagiado, que me habría de encontrar con una mujer blanca, cuando las velas de mi barco se rompiesen, en el Mar de las Filipinas, les habría dicho, que a veces tengo razón en dudar de sus presagios, pero no, aquí estoy, asombrado frente a usted, yo vengo del mar, del Meridional de China y entre al océano por Kaohsiung, ¿Usted por donde vino? ¿Cómo llego a las isla de Talaud? Donde solo impera, el océano, la selva, el viento y la soledad.
--Me trajo un barco pesquero desde Palau.
--¿Cuál es su nombre señorita?
--Me llaman Victoria capitán ¿Y el suyo?
--Gomara.
--Entonces Gomara, le agradezco mucho, el que me halla atendido, dado la información que necesitaba, ahora mismo, voy a trasmitir a la gente de la isla, sus palabras, para que se tranquilicen y sepan, de sus buenas intenciones.
--Victoria, escucho sus diálogos, como el rumor del viento, como al sonido acompasado de las olas, viniendo y yendo eternamente de la playa, allí, donde mi barco, descansa sobre el agua, como presto atención a lo que dice, me desconcierta usted con lo que habla, en relación a los habitantes del poblado, dice mi gente –no le creo- usted no pertenece a estos lugares, donde se juntan los océanos y forman solo islas, en medio de los mares, ¿De donde viene usted Victoria? Es más ¿Adonde quiere ir? ¿Por qué en su mirada, en sus ojos claros como el agua, se nota la tristeza de quien no ha sido amada?
--Soy de un lugar de América, ame a un hombre, lo quise con locura, deje de ser yo para buscarme en él, nunca me quiso, de sus propios labios escuche su no rotundo, impersonal, frío, desde entonces huyo de él, desde entonces, cuando más me alejo, más me doy cuenta, que lo quiero, cuando pongo kilómetros de tiempo, más me acuerdo, Gomara, no se lo que decirle, usted me pide que le diga, adonde quiero ir, le contesto ya, a ningún lado, a ningún lado más, donde no lo encuentre.
--¿Como podes amar, a quien no esta con vos y solo es recuerdo? Solo es brisa que pasa y no lo vemos, tempestad que nuestro barco, no ha sentido, debes olvidarlo Victoria, para tu bien, en esta isla, a la orilla del mar, lejos de todo, arrodíllate en la playa, pon tu frente en la arena, repite su nombre muchas veces, su recuerdo se irá, llevado por el viento.
--¿Lo crees Gomara? ¿Imaginas esto tan sencillo?
--Lo complicado sos vos, mujer blanca, en Anambas, donde nací, de donde vengo, de donde soy, como soy hoy aquí, frente a tus ojos, las mujeres hacen lo que te dije, van a la playa y dejan en el viento, perdida la memoria, de aquel que no las ama, vuelven, en busca de otro amor que las contenga.
--¿Y los hombres Gomara? ¿Qué hacen los hombres, cuando aman y no son correspondidos?
--Los hombres deben sufrir Victoria, porque los dioses de halla dicen, que el hombre hiere, el corazón de la mujer por la cual pena, el amor no correspondido, pero dejemos esto, baja conmigo a la playa, aunque no me creas, pon tu frente en la arena, repite su nombre hasta que te canses, así se irá su recuerdo, como te dije, llevado por el viento, sobre las olas del olvido.
--Temo ir a la playa, temo perderme, en ese mar embravecido y más temo, olvidarlo y que sea cierto, lo que dices.
--Pero si vienes conmigo, vamos, el mar esta lejos aunque parezca cerca, pero dentro de un rato, nuestros pies desnudos, sentirán la humedad de la arena, estarás en la playa, e inclinaras tu frente y olvidaras su nombre.
--Gomara, yo también escuche tu dialogo, cuando me dijiste que en mis ojos, se notaba la tristeza, de quien no fue amada, yo mire los tuyos, negros y profundos, como la noche y el mar de estos lugares, note en ellos, la misma tristeza que en los míos, ¿En Anambas, de donde dices ser, se quedo el recuerdo de un amor, que no quiso que lo ames, que se opuso a vos y te alejo de su lado?
--No, no fue en Anambas lo que piensas, sino en Kuala Lumpur, en su cadena de montañas, de donde se divisa el mar, que todo lo rodea, allí, en el misterio del incienso, en el extraño repicar de miles de campanas, por el viento, conocí una noche, a quien estaba como sacerdotisa de uno de los templos, la ame, sabiendo que era imposible que me amara, se lo confesé, después de la liturgia, cuando a los dioses su fe había entregado, me miro mucho tiempo y en silencio, de pronto, me dio vuelta la mirada, se alejo de mi, hacia un lugar sagrado, nunca más la vi., aunque todavía, hoy la siento.
--¿Por qué no pones tu frente en la arena?
-Como explique antes soy hombre, el hechizo en mi no hace efecto, debo sufrir hasta que otro amor, al cual pueda querer y sea querido, me haga olvidar, de todo lo que te dije y ha ocurrido, pero ya estamos en la playa, Victoria, solos, como las gaviotas, que vuelan en lo alto, ante vos, el Pacifico inmenso y solitario, sin nave alguna, que corra por sus aguas, es el momento entonces, es el lugar exacto, para olvidar tus penas, para olvidar su nombre, como las mujeres de Anambas, arrodíllate en la playa, a mi lado, si quieres, retira de tu frente los cabellos, que en ella el viento ha dejado, apóyala en la arena, la arena de la playa, repite en silencio su nombre, tantas veces puedas sin fatigar tu alma, el recuerdo se irá, llevado por el viento.
--Ya esta Gomara, ¿Qué debo hacer ahora?
--Levántate y sígueme, iremos por la playa, más cerca del mar, sobre la espuma del agua, dicen en Kuala Lumpur mis ancestros, aquellos que me hicieron tal cual soy, que cuando una mujer y un hombre, mojan sus pies, en la espuma del mar, en una playa solitaria, mientras las gaviotas vuelan en círculos, sobre ellos, sus almas, quedaran presas del destino y se amaran, para siempre.
--¿Qué pretendes de mi Gomara? ¡No te conozco! ¡No se quien eres! No quiero que la espuma del mar moje nuestros pies, ¡Porque no quiero amarte!
--E aquí la selva, el mar, el silencio, las montañas azules y los ríos revueltos, en medio de esta isla, sobre la costa de ella, vos mujer blanca, hermosa y tan distante, has hecho el prodigio, de que la vida de Gomara, cambie, para estar con vos, por las noches rompería, las velas, que mi gente repara a la luz del día, en la mañana, prolongaría los tiempos, para no alejarme de tu lado, si no me conoces, si no sabes quien soy, deberías entender, que al menos yo te amo, si no quieres amarme, si no me consideras un hombre al lado tuyo, volvamos, te llamare Victoria nuevamente, te acompañare a tu casa, me quedare en la playa, yo se esperarte, si no vuelves, si tus desnudos pies, no buscan la espuma del mar, para quedarse, partiré con mi navío, rumbo al mar, hacia el océano, con la mirada más triste todavía, ya que no conseguí el amor que era mi vida.
--Gomara que estas diciendo, no se puede querer en un instante, apenas se de vos nada, que eres capitán de un barco.
--Soy malayo, desciendo de la gran isla de Borneo, de allí partió mi familia hacia Anambas, me enseñaron que el amor, es una señal del alma, un despertar del corazón, un ver en un segundo, lo que será siempre, un golpe de timón, que impide que te hundas, cuando estoy en el mar, solo y en cubierta, veo la tempestad y lucho contra ella, cuando estoy ante una mujer, solo estoy atento en lo que en mi despierta, no pregunto, quien es ni de donde viene, quien ha sido, solo indago en mi alma, si la quiero. Si tus tiempos son distintos, mujer blanca, te dije, se esperar, romperé tantas velas, como tus deseos quieran, pero si no vuelves, me iré como te dije, ahora volvamos Victoria, te acompañare a tu casa, no quiero que andes sola.
--No se si entiendes, Gomara, me abruman tus palabras, yo solo vine a verte, como capitán de un barco que llego a la playa, de golpe me encuentro, querida por un hombre, que apenas me conoce y quiere caminar, por la espuma del mar, para unir nuestros destinos, Gomara, estoy sola, en un lugar extraño, no se que decirte, por no negarme te pido tiempo, necesito pensar, me vuelvo loca.
--Lo que tu digas Victoria, te llevare a tu casa, ¿Cuál es el camino para llegar a ella?
--Podemos salir, perpendicular a la playa y en aquel claro del bosque, doblar a la izquierda, desde allí se ve mi casa, te digo Gomara, que aquí viven no más de treinta familias, sobran casa abandonadas, cuando toda la población huyo, esto quedo desierto.
--Conozco el tema, no es la primera vez que ando por estas islas que recuerde, pero es la primera vez, que encuentro una mujer como vos en ellas, pienso que la cubierta de mi barco, me resultara extraña, si por ella no caminas vos, al lado mío, como ahora lo hacemos, por el suelo de este solitario lugar.
--Gomara, estamos cerca del claro del bosque.
--¿De tu casa?
--Cuando lleguemos a él, a la izquierda.
--¿Volverás a la playa? ¿Vendrás a verme?
--En este momento, no te prometo nada.
--Ya estamos en el claro, ¿Cuál es tu casa?
--Aquella de tejas rotas, azules, que se ve a lo lejos.
--¿Aquella que esta cerca, del pequeño conjunto de árboles bajos?
--Esa es.
--Entonces vamos, cuando llegues allá, ya pronta a entrar Victoria, para desaparecer en ella, ¿Qué me dirás, antes de cerrar la puerta? ¿Antes de separarnos? ¿Será? Hasta nunca, hasta mañana.
--No se, no lo he pensado, quizás te diga adiós, tal vez no diga nada, quizás te diga gracias, por haberme acompañado.
--¿No te das cuenta que tienes un hombre al lado? Abre tu corazón Victoria, deja que entre en él, solo eso te pido, no me cierres tu alma, no clausures tu vida.
--Estamos llegando, no cierro ni abro nada, soy yo la dueña de mi vida, vos sos un desconocido, como quererte entonces, ya estamos en la puerta, te agradezco haber venido, adiós.

Cerró la puerta y se fue Victoria, Gomara quedo solo y volvió sobre sus pasos, rumbo a  la playa, cuando entro en ella, vio en el suelo, las huellas que dejaran ambos, cuando habían ido hacia la casa, busco los pies de ella, pequeños a su lado, marcados en la arena, camino lenta y pausadamente sobre su huella, porque en Kuala Lumpur los hechiceros, dicen, que cuando una mujer se va, para que vuelva, para que sea tuya, debes caminar sobre su huella, regresando al lugar de donde ella partió. Gomara llegó hasta la playa, cuando los pequeños pies de Victoria, desaparecieron en la arena, dejó de caminar y miro el mar, la inmensidad lleno sus ojos, su alma y su corazón, no pudo dejar de pensar en la mujer blanca, que como un huracán, lo había tomado de sorpresa, ¿Qué hacer? ¿Cómo conquistar su alma? ¿Cómo despertar en ella su amor dormido? No sabia, no era el mar, no era el temporal, no era malaya, era blanca, como los pétalos de la flor Mahidi en los bosques de Anambas, no sabia que hacer, su única certeza que la amaba, dejo la playa y volvió, al costado de su barco, ya eran las últimas horas de luz en la tarde, la gente seguía reparando las velas, para poder zarpar, para volver a surcar los mares, para dejar la inmovilidad de la costa, a la cual no estaban acostumbrados, Gomara se acerco a Galel, su segundo, su compañero en el mar, la persona, a la cual, el confiaría su barco y su vida, si fuera necesario.

--Galel.
--¿Si Gomara?
--¿Como va todo, en que tiempo nos haremos a la mar?
--Todo marcha bien, la gente como siempre responde, creo que un día más y ya podremos irnos de esta isla.
--Galel.
--¿Si?
--Hermano, me duelen tus palabras, no me preguntes porque, pero necesito, que zarpemos no en un día, sino en dos, dile a la gente que vaya más despacio, dile que precisamos tiempo de descanso.
--Como vos digas, sin problemas, estate seguro que nos iremos de estas playas, en dos días más, como vos lo precisas y te es necesario.
 --Gracias Galel, cuida que la gente, no se distraiga y haga cosas, que no debe.
--Perde cuidado, estoy atento a ello.
--Ahora Galel, dispone la guardia y anda a comer, con la tripulación, yo voy a mi camarote, cualquier cosa nos hablamos, por suerte, el tiempo nos acompaña y en los próximos días, no habrá lluvias ni tormentas, hasta luego.
--Cualquier novedad, subo y te digo.

Gomara, busco el costado del barco, la escalera, la cubierta, fue hacia la proa y en el puente de mando, desapareció su figura, tras la puerta de su camarote. La luz del alba, golpeo contra su ventana y la penumbra, se alejó del sitio aquel, donde dormía, Gomara, acaso soñara con la mujer blanca, tal vez el sueño fuera, la foto de una realidad anticipada, ¿Quien puede saberlo? Solo él y su origen malayo, solo él y el mar, que golpea, el costado de su barco, como llamando al capitán, a que despierte, ya que despunta el día y debe hacerse cargo, de él y de su suerte, de todos aquellos, que están bajo su mando, Gomara despierta y la luz le recuerda, que debe levantarse, hoy más que nunca en su vida, porque debe esperar en la playa, junto al barco, como en el medio del mar, a la tormenta, que Victoria vuelva, que sus pies descalzos, dejen en la arena la marca del regreso, que el espera, desea y necesita, ¿Vendrá? Como saberlo, solo es marino, capitán de un barco, conoce el mar, se orienta en las estrellas, encuentra los caminos que lo llevan, a lugares distantes, a islas como esta, pero nada sabe del alma de ella, de su corazón de mujer europea, del amor, de ese amor lejano que no llega. Se levanto y miró por la ventana, el mar tranquilo sereno, le anuncio que sería un día ideal, para el trabajo, abrió el grifo de agua y se aseo, busco en la alacena y se preparó, un desayuno, recogió sus ropas y ya listo, decidió bajar a la playa, debía ver la tarea de su gente, pero lo que más le interesaba ver, era el regreso de Victoria, abrió la puerta del camarote y un rato después, pisaba la arena al lado de Galel, quien estaba atento a los arreglos, que allí se realizaban.

--¿Todo bien Galel?
--Si Gomara, ¿Cómo dormiste, descansaste?
--Pase una buena noche, recorda lo que te dije, que necesito un día más, de estadía en esta isla.
--Ya di las indicaciones para que eso ocurra y así será.
--¿Algo que se te olvide decir?
--No Gomara, estoy pensando, si no debiéramos aprovisionarnos de alimentos en la isla, este tiempo perdido en tierra, hará que restemos días a la pesca.
--Buena idea, voy a averiguar que se puede llevar de aquí, aunque por lo que veo y me parece, creo que nada, después pregunto y te digo, sino, no habrá más remedio que quitarle días a la pesca, otra cosa que podemos hacer, es incrementar los turnos, una hora por día, de esa manera, tendremos más producción en menos tiempo, esta última me parece una solución mejor Galel, porque en esta isla, no creo que halla nada, para llevarnos, y menos alimentos.
--Tenes razón, es mejor hacer lo que vos decís.

Paso la mañana y llego el mediodía, la sombra oscilante, del palo mayor sobre la arena, así lo indicaba, un rato más paso y llegó la tarde, de Victoria nada, no había venido, ¿Estaba tratando de no verle?  De no hablarle, de deshacerse de él, como la playa se aleja del mar, cuando hay bajante, Gomara miró hacia el claro del bosque, miró la distancia que lo separaba y decidió, ir a verla, puso rumbo a su casa en línea recta, del claro del bosque a la izquierda, aquella de tejas rotas y azules, cuando una puerta cerrada, que le impedía seguir, se cruzó en su camino, golpeo y espero, nadie salio a su encuentro, ¿Estaría adentro? ¿Se negaría a verlo? La puerta, fácil presa de sus deseos, pensó romperla y entrar, pero tuvo miedo, del rechazo de ella, por supuesto, trato  entonces de estudiar el suelo, sus ojos de malayo, buscaron en la tierra del sendero, noticias de Victoria, si había salido hacia donde, cual de todas las huellas,  que sus ojos veían, expertos en seguir, a la presa en su huida, serian las que lo llevasen, hacia donde  ella se hallaba, se agacho contra el suelo y clavo su mirada, imagino en su mente, el deseo y la prisa, observo una huella débil, que cambio bruscamente, del caserío al mar, muy de repente, busco seguirla porque convencido estaba, que ese era el camino, que había elegido Victoria esa mañana, siguiéndola comenzó a descender, por la orilla de un riacho, que de pronto apareciera brotando de la tierra, así mientras pensaba, mientras sus pasos lo llevaban, tras los pasos de ella, dejando atrás un bosque, de plantas muy tupidas, de pronto el mar, apareció ante sus ojos, pero algo más que el mar diviso su mirada, lo que vio hizo que su corazón saltara, no muy lejos suyo, debajo de un cocotero, sentada, Victoria contemplaba las aguas, que a la playa llegaban, decidió acercarse y hablarle, porque para eso estaba allí, en ese lugar, donde los dos de nuevo, se encontraban, muy poco le costo estar a su lado, ella lo vio, pero no dijo nada.

--Victoria, he venido a verte, necesite buscarte, porque hoy no fuiste por la playa, donde esta mi barco, no quisiste verme, cuanta falta me haces, no quisiste hablarme, tu silencio duele, que buscas mujer blanca, que en tu interior no encuentras, que necesitas de mi, para sentirte mía, cual es el camino que debo recorrer, para encontrar tu alma, la puerta de tu corazón, que me es negada, ¿No puedes amar? ¿No tienes sentimientos mujer blanca? O un malayo no te dice nada, o un hombre no cambia tu mirada ¿De quien estas presa? Porque no me lo dices, así puedo ayudarte, a que seas libre de los recuerdos tristes, de los pensamientos malos y tengas lugar y tiempo, espacio en el silencio, para enamorarte, mujer blanca ¡Habla! No te calles, desafía a mi palabra con la tuya, yo te veo y no puedo apartarte de mis ojos, solo me falta que hables, para saber que piensas, para entender acaso, porque no puedes estar enamorada, abre tu corazón, dime a mi y al viento de estas playas, al quieto mar que nos contempla, al infinito paisaje que envuelve todo, que te pasa, porque tu alma calla no habla, mujer de piel blanca y transparente, cual amapola que crece en Anambas.
--Tengo la mente en blanco, el corazón bloqueado, el alma destrozada, me olvide de aquel a quien he amado, tanto o más de lo que vos dices amarme, lo olvide, el viento de la playa lo saco de mi lado, lo arrojo a las olas del mar desconocido, ¿Quién hizo que lo olvide? ¿Quién hizo que desaparezca de mi alma, su recuerdo? Gomara ¡Vos has sido! Confundiste mi mente y mi sentido, devoraste mis sueños del pasado, luego que todo has conseguido, resuelto a terminar, me pides que te ame, exiges que te quiera, no se que decirte, no encuentro el camino de mi alma, deshecho, mi corazón te aguarda y si entras en él, solo sabrás de ruinas, no puedo amar, porque tanto he amado, que mi alma esta seca, para siempre, me enseñaste a desprenderme, de aquel que yo quería, pero siento que junto con él, se fueron, el cielo, el infinito mar, estos paisajes, ¡Te fuiste vos Gomara! Se fue mi vida, me supiste enseñar, a vaciar mi corazón, de un amor pleno, pero ni vos, ni yo, ni tus mujeres de Anambas, ni los hechiceros de Kuala Lumpur, saben como lo lleno, como busco un nuevo amor, igual a aquel que tuve, en el pasado, a aquel que motivo, que tanto quiera, no serás vos Gomara el elegido, para llenar esa falta, para suplantar al hombre, que tanto he querido y hoy, sin pesar alguno, por los vientos del mar, lo puse en el olvido. Hoy, estoy libre de cualquier amor, en esta isla sola, hoy, capitán malayo de un buque pesquero, hoy, no te quiero. Vuelve sobre tus pasos, olvídate de mi, no me has visto, tu playa esta sola, vos solitario, nada sabes de mi, en estas islas, regresa, a tu playa, arregla tu barco y parte, yo hoy te repito, no soy de nadie, si tu destino fue liberarme de un imposible amor, que me consumía, no te premio por ello, vete Gomara, estabas solo cuando aquí llegaste, la casualidad te trajo, levanta las velas que arreglaste y zarpa, si tus ojos cargan más tristeza, de la que trajeron, no será por mi culpa, solo vos te enamoraste de una mujer blanca, de una mujer sola, indefensa y triste, que no quiere amarte.
--Si no quieres amarme, no me ames, si solo debo partir, ya elevo anclas, el mar es ancho, infinito, profundo, mi pena, comparada con él, es tan pequeña, que puedo guardarla, para siempre, en el fondo insondable del océano, solo te pido una cosa, solo una cosa, que me escuches y comprendas, yo no he venido a estas islas, el destino me trajo, yo no robe el amor, que en el cofre de tu mente, guardabas para siempre, fue el viento del mar, este mismo, que acaricia tu pelo y levanta tu falda, yo no tengo la culpa, es él, solo él, quien con su brisa, despejo tu alma, tampoco quiero, sustituir a nadie, no me interesa que tu corazón, reciba a mi amor, para calmar su duelo, ni compares si me quieres, más o me quieres menos, para entender el mar, mi navío y yo, necesitamos tiempo, para comprendernos, para amarnos, ambos, los dos, debemos vernos, por dentro del alma y por fuera del cuerpo, precisamos estar seguros, de lo que somos, en función de que queremos, yo Victoria, te quiero, la vez que te vi., en la playa , contra el cíelo, en un segundo, mi alma toda ella, ardió en tu fuego, no necesite más tiempo, se lo que deseo y a quien amo, si vos a diferencia mía, no me ves como el ser amado, todavía, no digas, que no me quieres, no cierres la puerta de tu corazón, pidiéndome, ¡Olvida! Busca en mi al hombre, junto a la mar y al viento, entre lo desconocido de aquello, que ignoramos, trata de retener mi alma, escucha lo que habla, si el oído pones sobre el agua del mar, sabrás de ella cuanto yo te amo, como te dije antes cuando nos conocimos, en la espuma, junto a la orilla revuelta, allí encontraras mi amor, sin saber, sin darte cuenta, porque eso es amar, de improviso, caer dentro del circulo, que la gaviota traza, cuando vuela por sobre el cuerpo erguido, de la mujer amada.
--¿Cuándo te iras de estas playas? ¿Cuándo volara tu barco? ¿Cuándo yo parada, sola, en medio de la arena, vea a tu nave perderse, en el infinito del mar, desaparecer en la curva de la tierra? Para no hallar respuesta, a todo lo que me pasa, tenes razón es cierto, no serás culpable del amor, que me tienes, ni tampoco fuiste, quien provoco el olvido, que mi mente padece, pero ¿Cómo amarte? Aunque lo quiera, te pregunto Gomara ¿Cómo ser tuya, si no puedo ser mía? Si en mi pecho no nace, ese fuego que abrazo tu alma, allá en la playa, por tu gente rodeado, cuando viste mi cuerpo. Puedo ser tuya Gomara, decirte que te quiero, entregarme a vos, en estas playas solitarias, pero te engaño, no cerrare mi corazón diciendo no te amo, pero entornare la puerta de mi alma, porque quiero preservarme de vos, quiero cuidarme, te soy sincera, que pasaría si de pronto te dijera, que la espuma del mar, tocó mis pies descalzos, que tus pies junto a los míos, caminan por el agua, no lo se, siento miedo de lo que estoy viviendo, sufro en pensar, que cuando el ultimo destello de tu mástil, se hunda en el poniente, yo en la playa, malayo, me arrepienta, entonces si, ni el aire del mar, ni los hechiceros de Kuala Lumpur, ni yo, ni nadie, me podrán sacar tu amor, de mi cabeza, ¿Cuándo se va tu barco, en pos de la pesca, quiero saberlo? Necesito del tiempo, como el aire, para vivir de nuevo, para sentir en mi, que algo se estremece, horas, días, meses, ¿Cuánto falta Gomara, para que me dejes?
--Mujer blanca, Victoria, siento una brisa extraña, que atraviesa mi alma, como el aire, cual el viento que anuncia la tormenta, en medio de la nada, mi barco nunca parte, si de esperar se trata, mi amor queda con vos, si piensas atraparlo algún día, cuando entiendas de el y lo sometas, al juicio inapelable de tu alma, te dije una vez y te repito, se esperar, tengo la paciencia del silencio, del cazador nocturno, del hombre quieto, de las horas de altamar, solo en cubierta con el cielo, el mar y mi tristeza, soy malayo, yo también soy extraño, vengo de una raza sufrida de malasia, junto al mar, sobre sus costas, generaciones de piratas, surcaron la muerte y el coraje, e hicieron de mi, lo que soy hoy, ante tus ojos, solo tengo la fortuna del trabajo, la decisión de ser dueño de mi vida y la seguridad, de no saber cuando será mi muerte, pero si lo que se, lo que estoy seguro, lo que quiero una vez mas, que vos lo sepas, lo entiendas, en tu alma y tu cabeza, que no puedo separarme de vos, me siento preso del amor, que te tengo, mujer blanca, por vos, solo por vos, dejaré mi barco, que partirá sin mi mañana, cuando caiga el día, en el instante más alto de marea, cuando así, los dioses lo aconsejan y los hechiceros de Kuala Lumpur, nos dicen, es el mejor momento, para salir al mar y sus misterios, para afrontar al miedo y la tormenta, me quedare en estas playas, esperando tu amor a que amanezca, conseguiré una casa abandonada, cerca de la tuya y abriré su puerta, esperare en ella, el día en que cruces, el marco de la entrada, con tu corazón abierto, tu deseo intacto en busca de mi alma y de mi cuerpo, serás mía, como yo malayo, mujer blanca, serás mía y en la profunda tarde, porque será de tarde no lo dudes, cuando declina el día, cuando la noche sube, cuando el mar se calla, cuando estemos solos frente a nosotros mismos, se buscaran los labios, se encontraran las manos, yo no seré malayo, vos no serás blanca, solo seremos fuego, producto de los dioses, que anidan en el alma.
--¿Te quedaras Gomara, en esta isla, nave que no parte? ¿Esperaras en ella, que mi corazón malvado, un día te ame? ¿Quién comandará tu barco?  Galel estoy segura, ¿Pero quien mi vida? Que será de nosotros, si te quedas y no cruzo el marco, de tu puerta, que será de nosotros, si la tarde no llega, la noche no cae y el mar no se aquieta, tengo miedo Gomara, tengo miedo por vos, porque te arrepientas, cuando veas a tu barco partir sin vos, en la cubierta, tengo pena por mi, por lo que te hago, por no poder estar cuando se aleje Galel, junto a vos, cerca tuyo, simplemente a tu lado. No soy malaya, si soy blanca, no entiendo, el mensaje del mar y las estrellas, pero los habitantes de estas tierras, de esta isla abandonada, dicen que por las noches cuando una pareja sueña, si sus sueños coinciden, es porque el dios Natuna los a enamorado, ojala entonces malayo, un día, una noche, Natuna, nos invada y soñemos los dos, que estamos juntos y soñemos los dos, al mismo tiempo, que el fuego ese de que hablas, invadió nuestras mentes y atravesó nuestras almas, porque al fin, hemos conseguido, ambos, los dos, estar unidos.
--Hay un riacho y sigo su ribera, corre al mar, un poco atrás lo he visto, surgir furioso, del fondo de la tierra, ahora manso se entrega, decidido se calla, ante la inmensidad, de este profundo océano, mi barco es pequeño, mi pasión es muy grande, no he de arrepentirme, si dejo su cubierta, en pos de tu cariño, mujer blanca, en pos de que me entiendas, no te culpes de nada, eres dulce y bella, quiero de tus ojos tristes, su profunda mirada y si, en la orilla del mar, en el momento, que mi navío parta, no estas tu a mi lado, mi pensamiento buscara el tuyo y encontrara tu aliento, para llegar a tu alma y traerla a la playa, para formar con ella, sobre el rayo de luna tu figura, hecha mujer, reflejada en el agua.
--Es tarde ya Gomara, dejemos la playa, quiero volver a casa, quiero que me acompañes, en el camino de vuelta, no quiero volver sola, porque tengo vacía el alma, la soledad me pesa y tu vos, me acompaña, puedo preguntarte, ¿Qué harás cuando la nave parta? ¿Qué harás cuando te quedes solo, en medio de la playa?
--Para que la nave parta, falta un día entero, debo con Galel preparar todo, darle las instrucciones necesarias, esperar la marea, desplegar las velas, al verla partir no estaré solo, porque se que vos estas en esta isla, ocupando a mi alma y a mi vida, una vez el barco parta, vendré no a buscarte, pero si a estar cerca de vos, como te dije antes, me buscare una casa, esperare en ella, que el tiempo pase, para que tu amor llegue.
--¿Cuál será la casa?
--Aquella, esa que ves allí, muy cerca de la tuya, con techo de paja de coco y una simple estructura, no me hace falta nada mas que eso, para dormir en ella, para estar cerca de vos, solo si necesito, tener un huerto, para alimentar mi cuerpo, porque de mi cuerpo, ¿Sabes mujer blanca? Un día serás la dueña, ahora debo irme, es tarde ya, las sombras de la noche serenamente llegan, el mar se pone bravo, debo ir con mi gente y con mi nave, hasta mañana Victoria, cuando vuelva la noche, me veras de nuevo, o al menos sabrás que estoy bajo el techo, que te dije antes, aguardando que cruces la puerta, o que sueñes soñando, el mismo sueño, que sueño dormido y que según Natura, el dios de estas islas, si ambos coinciden, nos estaremos amando.
--Gomara, hasta mañana, tene cuidado, solo te pido que me entiendas, ya que yo no comprendo nada.

Victoria entró a su casa y Gomara, se dirigió al otro lado de la playa, para encontrarse con Galel, ver que había sucedido durante su ausencia. Cuando llegó, los hombres estaban cenando y Galel al verle, se adelanto a su encuentro, era una noche clara y uno se veía a simple vista, sin necesidad de farol alguno.

--Hola Galel ¿Cómo estas, alguna novedad, como ha pasado la tarde hoy?
--Todo tranquilo, para mañana al mediodía, ya estaremos en condiciones de partir, al anochecer con la marea alta lo haremos, salvo que vos Gomara, indiques otra cosa.
--No Galel, estoy de acuerdo, partirán mañana al anochecer.
--Como partirán, ¿Y vos?
--Yo me quedo Galel, algo más fuerte que mi voluntad y mis obligaciones, me retiene en esta isla, no puedo dejarla, porque si me voy de ella, solo se irá mi cuerpo, porque mi alma y mi corazón, quedaran aquí aunque yo no quiera, por eso Galel, no puedo separar a mi persona de sus dos partes fundamentales, me quedaré aquí.
--¿Cuando tu padre llame por el radio preguntando por vos? El capitán del barco, aquel que debe abandonarlo el último de todos, ¿Qué le digo?
--Que el amor, es más fuerte que la voluntad, que no puedo volver, porque el destino, ese que él invoca, cada vez que pisa una cubierta, me puso frente a una mujer hermosa, que se llevo todo lo que era mío, no puedo dejarla, porque aún no me quiere, me quedaré aquí en esta isla perdida, hasta que encuentre su amor y pueda ser mía, por tanto Galel, vos serás el encargado de conducir la nave, mañana cuando parta, si mi padre amenaza, que diga lo que quiera, vos decile que no necesito nada, que solo busco el amor, de una mujer blanca, cuando vuelvas de la pesca, dentro de un mes, pasa por la isla, avisa tu llegada, con un cañonazo del arponero de proa, allí entonces bajaré a la playa y veré lo que hago, ojala baje con ella, para ir juntos a Sandakar, no me gustaría quedarme para siempre, en esta isla solitaria, ahora Galel, me voy a dormir, mañana es el último día, que estaremos juntos yo vos y el barco, que veré partir, sin mi a bordo.

Paso la noche y llegó el nuevo día, Gomara, se puso al frente de sus hombres y dirigió todas las operaciones, para que la partida de la nave, fuera un éxito, cargaron agua potable y frutas, que hallaron en la isla, posteriormente decidieron descansar, en espera de las últimas horas de la tarde, para desplegar velas y zarpar, en el mejor momento de la marea alta, Gomara, sentado en la playa, miraba el mar con nostalgia, esperaba con cierta ansiedad, el momento en que se encuentre solo, para ir en busca de Victoria, cuando ya todos hallan partido, lo saco de sus pensamientos, la llegada de Galel.

--Gomara ya cae la tarde, ya di las ordenes, cuando las primeras sombras de la noche lleguen, cuando la marea suba, cuando la espuma de las aguas, mojen estas arenas que ahora están secas, partiremos hermano, no se que decirte, tu destino te pertenece, aprovéchalo, ojala la mujer blanca, pueda ser tuya y vos puedas ser de ella, ojala consigas amar y ser amado, volveré en un mes y entonces, sabré todo lo que ha pasado.
--De acuerdo Galel, te estaré esperando aquí, en este mismo lugar, donde hoy nos separamos, vos te darás cuenta si estoy solo o no, eso simplemente te dirá sin que hablemos, todo lo que paso en este tiempo, en que buscaré encontrar, para mi y ella lo que necesitamos, ahora Galel un abrazo, anda vos también al barco, quiero quedarme solo, con mis pensamientos.

Galel se alejo, hacia donde estaba la tripulación esperando sus ordenes, todos subieron al barco, he hicieron los preparativos, para que este se encuentre bien alineado, cuando llegue la marea y pueda, partir sin contratiempos, pasaron dos o tres horas, las primeras sombras fueron anunciadas, por la lenta subida del agua del mar, la ancha costa poco a poco, se fue achicando a medida, que las aguas subían, el barco ya flotaba libremente, a la espera de que los hombres, suelten amarras y lo hagan zarpar, Gomara, en la playa, prestaba atención a todo esto, quizás por ello no se dio cuenta, que había alguien más en ella, recién lo supo, cuando de pronto, Victoria, surgida de las sombras, envuelta en los últimos reflejos del día que se iba, estaba junto a él.

--Victoria ¿Por qué estas aquí?
--No pude dejarte solo, Gomara, solo, en el momento más triste, de tu vida, cuando se va tu barco y dudas, si yo seré tuya y yo pienso, si hiciste bien en quedarte, por eso quiero, ser parte de lo que decidiste, porque soy sin quererlo, culpable de este paso que diste, porque siento, que necesitas estar acompañado, por ello solamente, he venido a tu lado.
--¿Por ello solamente? Para cubrir mi soledad con tu presencia, el verte es mucho más que eso, es suficiente, para que desaparezcan, todas mis tristezas, es suficiente, para estar tranquilo, con la decisión que tome, es suficiente, para admirarte, para verte en toda tu belleza, envuelta en el brillo de la noche que empieza, eres hermosa Victoria y ahora más que nunca, cuando se va mi barco, se que hice bien en quedarme, porque se que te quiero y debo, conquistarte.
--Gomara ¡Se va el barco!
--Si Victoria, ya soltó amarras, ya se aleja, poco a poco, lo veremos perderse en la distancia del mar, hasta que desaparezca, ahora estamos solos, este es el momento, que sabes que te quiero, esta es la prueba, que te doy de mi amor profundo, más que las aguas del océano, mujer blanca, bella en esta noche, dulce como nunca, triste como siempre, soy malayo, mi piel bronceada, cuando el sol la quema, sufre igual que la tuya, mi corazón late, mi sangre fluye, mi alma pena, mi deseo aguarda, todo ello de la misma forma, de igual manera, son atributos tuyos ¿Porque entonces te niegas a ser mía? Más ahora, que de improviso, por un golpe de mar, nuestros pies desnudos quedaron cubiertos por la espuma.
--Por la espuma malayo, pero debo decirte, que no hay gaviotas en el aire, no se forman círculos por los cuales, podamos amarnos para siempre.
--Tienes razón Victoria, el conjuro es de día, a plena luz, cuando las gaviotas planean y el mar, esta sereno, la espuma es blanca como tu piel blanca, la alegría vuela, alrededor nuestro, traída de la mano del calor del sol, hoy es noche Victoria, reinan la soledad y las sombras, esta espuma que nos moja, es agua revuelta del río de la vida, resaca de todos los sufrimientos humanos, nuestros pies en ella, confirman que pertenecemos al reino de lo vivo, no podemos huir de lo que somos y seremos, solo el amor Victoria, solo el amor nos salva, en estas solitarias playas, o en el centro de Kuala Lampur , con sus boliches de luces de neon aterciopeladas, nuestros corazones hablan, nuestras almas sufren, aquí en la playa, ¿Cuánto me harás sufrir, mujer blanca? ¿En que tiempo querrás ser mía? ¿O deberé partir de esta isla con las manos vacías?
--No se Gomara, deja que el tiempo pase y nos lo diga, ya desapareció el barco, ya he recibido tu prueba de amor más esperada, ahora permite que lo piense, deja que mi espíritu se calme, que mi corazón tranquilo, me comente los murmullos, que de mi alma salgan, empieza el frío del mar, el frío intenso que el aire del polo nos acerca, salgamos de aquí Gomara, vamos a mi casa y a tu casa, a cubrirnos del viento, una cosa te digo, mañana, cuando el sol este alto, quisiera con vos caminar por la playa, dejar en manos de tus ancestros, de Kuala Lampur el juego, la combinación amorosa de espuma de mar, de pájaros en vuelo y círculos, que forman estos, por sobre nuestras cabezas, sería el destino ¿Verdad malayo? Eso que veo grabado, en tus oscuros ojos, que miran desafiantes buscando que te quiera.
--Es así mujer blanca, aunque no lo creas, llegue a estas playas que nunca las frecuento, para encontrarme con vos una tarde, con vos que estabas sola y desesperada, yo también traía mi soledad a cuestas, nos vimos y vi., más de lo que vos viste, vos te fijaste en un hombre, yo vi. a la mujer amada, yo entendí –malayo- que los dioses me llevaron, al encuentro de la mujer, que debía ser mía, porque no es uno que busca al amor, sino que somos buscados por el, a través del destino, que nos guía hacia la mujer, que será nuestra y de ella seremos, porque dicen los dioses, que el destino de dos personas, cuando se aman de verdad, profunda y sinceramente se quieren, ese destino de ambos, se convierte en uno, para siempre, no se que pasara mujer blanca, pero mi educación de malayo, la vida que he llevado, la cultura de mis dioses y presagios, me dicen, del borde mismo de la isla de Borneo, atravesando el estrecho de Balabac, allí donde los vientos se bifurcan y los hados, se pierden por el mundo, que serás mía, tarde o temprano, de día o de noche, sobre la espuma del mar, o bajo el techo de cocos amarillos, serás mía mujer blanca, los dioses me hicieron la mitad, de tu destino, la otra mitad que te pertenece, encontrara la mía, yo solo se que te amo, yo solo se que te quiero, soy el esclavo mujer blanca, de tus deseos, me dices que hace frío, que nos vamos, nos estamos yendo, me dices que mañana caminaremos en la playa, andaremos mañana en la arena, el día que me digas, que te ame Victoria, ese día sabrás, por los presagios, por el silencio, por tu cuerpo, que nadie te habrá amado tanto.
--Malayo ya llegamos al claro del bosque, cerca estamos de nuestras casas, la noche es bella, el cielo inmenso, el mar visto desde aquí, parece nada, esta noche malayo, en el silencio profundo de este bosque, mientras escucho muy lejos, el tenue rumor de la marea, oirás de mis labios que estoy cómoda a tu lado, que te siento compañero, que estoy contenta que te hallas quedado, no hubiera podido soportar, que te hubieras ido, por eso fui hasta la playa, para confirmar con mis ojos, que estabas ahí, sobre la arena, para no verme sola nuevamente, te traje conmigo a nuestras casas, para no verme sola y tratar, que el amor entre en mi corazón, necesito tiempo, necesito que la mitad de mi destino, que tus dioses, me han dejado, fluya lenta, dulcemente, sin que nadie la obligue, salvo yo y mi deseo, hacia tu lado.
--Estamos llegando, por primera vez, Victoria mujer blanca, escucho de tus labios palabras, que aumentan mi esperanza, despidámosno aquí, solo con mirarnos, con vernos el fondo del alma, en la pupila clara, de nuestros propios ojos, ojala esta noche, dormidos ambos, soñemos sin saberlo, el sueño que nos una, mañana, iremos a la playa, a caminar por ella, descalzos en la arena y si en un momento dado, sin darnos cuenta, mojamos nuestra huella en la espuma del agua, mientras las gaviotas vuelan, en círculos cerrados, sobre nuestras cabezas, mujer blanca se cumplirá el presagio, no podrás escapar de él, yo te anuncie que una tarde, cruzarías el marco de mi puerta y si mañana ocurre, no debería para vos ser una sorpresa.
--No se lo que va a ocurrir mañana, malayo, no me gusta buscar en el futuro, lo que hoy no siento, estoy cansada, pienso que vos también, te dejo, hasta mañana, después del mediodía, golpea mi puerta, saldremos por la playa, no se si las gaviotas, no se si la espuma o los círculos cerrados de las aves, Gomara, tal vez no pase nada, pero igual salgamos, estemos juntos, estoy cómoda a tu lado, hasta mañana malayo, que descanses y ojala como vos dices, soñemos los dos el mismo sueño.
--Hasta mañana mujer blanca, cuando el sol empiece, a caer hacia las sombras, golpeare tu puerta, para que juntos vayamos por la playa.

Ambos se separaron y la noche, silenciosa y profunda, cayó sobre la isla, sobre la mente y el cuerpo de sus habitantes, todos durmieron y también al otro día, con la primera claridad del alba, se despertaron todos, para seguir cada cual, como hasta ahora y siempre, con su vida, pasado el mediodía, Gomara, fue en busca de Victoria y tal como habían quedado, golpeo su puerta, ella salió descalza, con una pollera y una remera, el pelo suelto, dispuesta como dijera anoche, a caminar por la arena.

--¿Qué tal Gomara? Te esperaba deseaba salir a caminar con vos.
--Victoria, eres hermosa y mis ojos, te contemplan embelesados, puedo en esta isla solitaria, donde la naturaleza es exuberante, ver la belleza propia de lo nuevo, o de lo raro, pero en vos, miro la belleza, de la mujer amada.
--Malayo no me envuelvas, de tan bellas palabras, no se que contestarte, me hace daño, quizás yo tenga otro modo de mirarte, que no lo adorne tanto, como tus bellas frases, pero bueno, caminemos, eso quiero que hagamos, por la playa y si quieres hablarme, yo te escucho.
--Vamos, te propongo, el sentido contrario al que hasta ahora recorrimos, cada playa, es un mundo de grutas, desvíos, cursos de agua que llegan al mar, pequeños acantilados, zonas rocosas de dura arena, donde podremos subir y ver más ancho el horizonte, yo conozco la tierra, se de todo lo que hay sobre la playa, te iré contando, si quieres mujer blanca, la historia de cada marca, de cada piedra, de las extrañas hierbas de la costa.
--Adelante malayo, llévame adonde quieras, que me gusta caminar sobre la arena.

Caminaron un rato, recorrieron la playa, la tarde de sol los puso felices y se olvidaron del mar y de sus misterios, de sus flujos y reflujos, del ir y venir del agua en la costa, de pronto ambos se encontraron, con que estaban caminando, sobre espuma, levantaron sus ojos asombrados y por sobre ellos vieron, gaviotas que volaban, en círculos perfectos, círculos cerrados.

--¿Qué hemos hecho malayo?
--Nosotros nada, el destino lo hizo mujer blanca, unió nuestras mitades, en un solo giro del vuelo del ave, ahora estamos presos de sus designios, tu corazón y el mío atrapados, cae la tarde volvamos, no puedo ni puedes hacer nada, deberás cruzar el marco de mi puerta, porque declina el día, porque la noche sube, porque el mar se calla, vamos.

Fueron tomados de la mano, muy juntos sus cuerpos y sin hablar palabra, para dejar la playa, él la tomó del hombro, para sentir que amaba ella, paso el brazo por su espalda. Caminaron, jugando sobre la huella de sus propios pasos, que habían ido, así llegaron a la casa, Victoria cruzó el marco de la puerta, con presagio cumplido, estaba enamorada, estaba enamorada de Gomara y ambos, se encontraban soñando, que soñaban un mismo sueño, mientras el rumor del amor, como el del mar distante, hacia ellos llegaba.

--¡Amor! Gomara, ya te quiero, ya veo tu cuerpo junto al mío, desnudo en esta cama, ya beso tus labios, ya cierro mi mano, con tu mano, ya acaricio tus piernas, con mis piernas, ya tus pies los toco, ya nuestros dedos tiemblan, ¿Amor que me hiciste? Que estalló ese fuego, que presagiaste tanto, no es posible dejarte, ahora que te amo, tu piel morena, es mía malayo, te la roban mis besos, te la arrancan mis manos, has lo mismo vos, con mi piel blanca, quiero sentirme tuya, para siempre, sobre la tierra firme y en el mar infinito, sentir que me amas, que tus besos son míos, que mi sexo penetras, que a mi ansiedad la calmas, solo se que te quiero, que mis pechos estallan si los besan tus labios, que mi pena termina, porque te amo malayo.
--Victoria, estas al lado mío, como lo quise siempre, como busque que así sea, desde que te vi. en la playa, tu cuerpo tan perfecto, tu piel tan blanca, siento que te amo más allá del deseo, siento que eres mía y no puedo creerlo, recorro con mis manos, tu calido cuerpo, tus piernas y tu sexo, tu vientre y tus senos, más allá de todo, tus labios que los beso, quisiera ser espuma, de mar que te penetre, como el agua se pierde, en la humedad de la arena, como pasa el tiempo y nos encuentra quietos, mirando a nuestro amor, que hermoso va naciendo. Así estamos, en esta nave isla, perdida en el océano, los dos juntos, abrazados, tus senos y mi pecho, tus brazos que me aprietan, los míos que te envuelven, las bocas y los dientes, las lenguas que se pierden, adentro de la gruta, donde anidan los besos, juntos los dos, viendo nuestros ojos que brillan en la tenue oscuridad del cuarto, pensamos y soñamos, un circulo es el ave, un vuelo tu misterio, un sueño, que se copia del sueño que tu tienes, un dulce orgasmo que te sacude entera, vibra tu piel blanca, tiembla mi piel morena, es que soñamos juntos, amarnos para siempre.

El lecho muy revuelto, dos cuerpos abrazados, dormían en la noche que ya había llegado, la isla silenciosa, muy dentro ellos del alma, se soñaban, como si estuvieran despiertos, tal si hubieran buscado, cada uno un recuerdo, que los representara, en el mundo del sueño, el tiempo imaginado, donde desnudos ambos, cubriéndose de besos, de nuevo volverían, al juego del amor, el uno junto al otro, caricias encontradas, que repiten el plano del deseo interior, entonces, estalla el beso y las bocas se encuentran, los sexos se unen, como capullos que de pronto se convierten en flor, los suspiros brotan de los pechos dormidos y en las almas quietas, ruge el volcán encendido, de la pasión oculta, que no descorre el velo, de la fantasía de aquellos que despiertan, cuando aparece el día, el sol que se abre paso, ella y el desnudos, de pronto, por sus cuerpos un ligero temblor.

--¿Amor, estar despierto?
--Mi vida, eso estoy.

--Gomara, hemos gozado juntos, nos hemos amado Gomara, como nunca imagine amarte, pero si como creí, que me amarías, ¿Qué ha pasado entre nosotros amor? Sucumbí ante tu deseo sin darme cuenta, ¿Habrá sido la espuma del mar? ¿El vuelo de las aves? ¿Qué habrá sido malayo, tu piel, tu raza, tu cuerpo tan bonito, el negro profundo de tus ojos?
--A sido todo eso junto que preguntas, mujer blanca, yo podría agregarte, tu dulzura infinita, tu piel blanca, mi deseo, mis ansias de que seas mía, el buscarte siempre, aunque no quisieras, porque estaba seguro, confío en los presagios, que al atardecer de algún día, no sabia cual, poco importaba eso, al fin serías mía, se que no entiendes, imagino que es imposible para vos, comprenderlo, pero yo supe siempre, que los hechiceros de Kuala Lampur, halla en sus templos, donde el incienso vuela por el aire y las campanas, dejan oír lamentos y conjuros, ellos con sus pases y sus hechizos, sellaron nuestros destinos.
--¿Porque ellos decidieron sobre nosotros Gomara?
--Porque ambos, vos y yo, veníamos de amores imposibles, que por distintas razones, propias de cada situación, destrozaron nuestras almas, e inundaron de soledad nuestras mentes.
--¿Pero no sabían de mi existencia malayo y no se, si acaso de la tuya?
--La visión del que anuncia los presagios, va más halla que la nuestra, Victoria, si aparecí en la playa, ¿Por qué habrá sido? Si viniste vos a mi encuentro, habiendo otros, que pudieron haberlo hecho en tu lugar, ¿A que se debió esta circunstancia? Deja que mi mente de malayo, sueñe y sienta, que eres mía, que te pertenezco, porque así lo quisieron, mis ancestros, el mar, la cubierta, la soledad, el no saber ni donde ni cuando, surgirá la tormenta, mi fragilidad humana, todo eso mujer blanca, me entrega al destino, me pone en sus manos, de el dependo para encontrar la muerte, o el amor que haga feliz a mi alma, yo encontré el amor en esta isla, vos junto a mi lo hallaste, porque mi barco rompió velas, si te digo que nunca me paso esto, si te cuento, que eran limpias y blancas, eran nuevas, ¡Se rompieron Victoria! En el giro de timón que di, para no hundirme, te vi. en mi presencia, eras para mi, para lo que yo quiero, la mujer más hermosa que vi en la tierra y en los mares, blanca, luminosa, como las pupilas de mis ojos, que veras mientras vivas, al lado tuyo mirándote siempre, creo que por todo esto, nos enamoramos, mujer blanca, hoy ya no puedo dejarte, porque tome tu cuerpo, vos tampoco puedes irte, ya que de el mío eres dueña, estamos juntos nos amamos, sino te gusta hablar de los presagios, dime coincidencia, acepto lo que digas, comprendo lo que piensas, porque quiero Victoria, que con este amor hermoso, salgamos de esta isla, ambos, vos y yo, hechos pareja.
--¿Piensas que nos iremos juntos, en tu barco Gomara? ¿Qué me ofreces, para estar con vos, además de este amor que me devora?
--Es media mañana, dejemos por un rato nuestros cuerpos desnudos, este hermoso lecho donde el amor hicimos, vayamos a la playa, quiero hablar con ella, quiero escuchar el viento, quiero ver el mar, la humedad de la arena que recorra mi cuerpo, allí ese es el lugar, mi lugar, donde quiero decirte que pienso para nosotros, donde quiero pedir su consentimiento, al dios del mar y nadar en él, para que me otorgue la dicha, de que vengas conmigo ¿Tenes malla Victoria?
--Tengo, en mi casa.
--Vamos allá, quiero hablarte en la espuma del agua, del próximo presente que vivamos juntos, como imagino que será, luego si aceptas lo que digo, si llegas a las mismas conclusiones que he pensado, nos internamos en el mar, quiero nadar con vos en el Pacifico, quiero preguntarle al mar, si puedo llevarte conmigo, es un sentir malayo, vos simplemente amor nada a mi lado, no te alejes de mi, porque en el agua más que en tierra, hay que tener mucho cuidado.

Al lado de ellos estaba la casa de Victoria, ella cambio su pollera por una malla, tomados de la mano bajaron al mar, por el camino de la selva, hasta llegar adonde brotaba el riacho del fondo de la tierra, siguiendo la ribera de este, pronto dieron contra el mar y sus pies, jugaron con la espuma de la playa.

--Victoria este aire, que da en nuestro rostro, acercaría mi nave a estas playas, se que Galel piloteara bien, para que no ocurra eso, cuando mi barco llegue, no se que piensas vos –pero antes de decirlo escucha lo que digo- pienso llevarte, porque esta isla es tan solitaria y falta absoluta de recursos, que es imposible hacer nada en ella, solo un huerto, pescar en la costa del mar o en los ríos, dormir y comer y ese, no es tu destino, ni quiero que lo sea, pienso que deberíamos ir a Sandakar, en Borneo sobre el Mar de Célebes, ahí tengo yo los tres barcos que poseo, es más, tengo mi casa, tu casa, nuestra casa, tu posible mundo al lado mío, si te pido que vengas, porque estoy seguro que te quiero, serás mi mujer, mi amante, mi esposa lo que a vos te parezca, que debes ser, yo siempre seré el mismo, el hombre que te ama, te cuida y te protege, porque cuando nací mi madre, me dijo, si era hombre, eso debía hacer, porque todo malayo en todo Borneo, respeta a la mujer que eligió en su vida, porque sabe, que se respeta el haciéndolo. En Sandakar viviremos juntos, de mi trabajo los dos, dejaré el mar y solo me dedicaré a administrar los barcos, como te dije antes, de lo que tu quieras ser, quiero ser tu hombre, tu amante o tu esposo, pero no quiero, que el mar nos separe, entre el y vos mujer blanca, aunque antes no lo hubiera creído posible, después de conocerte, vos le has ganado y me quedo a tu lado.
--Iré con vos Gomara, como la estela de agua, que sigue al navío que parte, yo te sigo, no se si seré tu amante o tu esposa, no me interesa eso, pero sábelo malayo, que seré siempre una mujer a tu lado, que necesito de tu amor como vos del mío, que estaremos juntos y sobre todas las cosas, que sabremos estarlo, Gomara te pido, que me ames, pero cuando estemos juntos, también quiero que me entiendas, como yo comprenderé tus cosa, malayo mío,  ¿Cómo es Sandakar?
--Para mi hermosa, pero no te digo nada, debes ser vos quien la descubra, quien se enamore de ella, porque ese será el lugar, donde los dos trataremos, de que este sueño que nos regalo el destino, se haga realidad, en el transcurso del tiempo, que vivamos. Victoria, vamos al agua quiero nadar, necesito hablar con el mar, aunque te parezca raro y no lo entiendas, preciso estar con el, ha sido mi mejor amigo y puede de golpe, convertirse en mi peor enemigo, le temo a esto, quiero calmarlo, como vos, el debe entenderme.
--Te sigo Gomara te pido que me cuides mientras nado.
--Estaré siempre cerca tuyo, mujer blanca, tu cuerpo flota en el agua, como las flores en los lagos de Kuching, aún más hermosa eres, ya que mueves los brazos y agitas las piernas, cubriendo tus pétalos de espuma blanca, que brilla al sol, como las perlas, que habitan lo profundo de las aguas, en las costas de Labuán.

Se bañaron. Jugaron en el agua, se besaron en ella, sus cuerpos juntos o separados, siempre en todo momento, fueron cuerpos por ellos amados. Cuando el sol empezó a retirarse, rumbo a otras tierras, decidieron, salir del agua y volver a la casa, de Victoria, que ha partir de hoy, también sería la de Gomara, hasta que el navío de él, venga a buscarlos.

--Amor, quizás le deba, a ese amor imposible que me trajo, a estas islas, el ser hoy tuya, malayo.
--Es así Victoria, lo que una vez quise explicarte, de que los hechiceros unieron nuestro destino, tiene algo que ver con lo que vos ahora dices, ellos fueron la causa, de que mi amor con la Sacerdotisa, del templo de Kuala Lumpur, fuera un imposible, por ello, me guiaron hasta esta isla, para encontrarme con vos y me entregaron, a tu deseo y a tu amor, sabiendo así, que restituían en mi alma, la pasión que en ella se había muerto, no eres de ningún templo Victoria, pero los dioses saben, que te amo como nunca he amado, estuve dispuesto a perder mi barco, mi destino en el mar y quedarme en esta isla, donde tu estas, si no hubieras querido ir a Sandakar, junto conmigo.
--Las cosas cambiaron para bien Gomara, ahora quiero ir, con vos a Sandakar, ahora yo también te amo, como nunca creí que fuera a amar, no me importa tu pasado o el mío, a vos tampoco debe importarte nada de lo que fue, amor, solo tenemos un presente en que debemos ser, ambos felices, nada más.
--Es tal cual lo dices, Victoria, estamos llegando a tu casa, nuestra casa, el lugar que viviremos, hasta que nos vayamos de esta isla, venimos del mar, en todo el camino vi, tu cuerpo casi desnudo junto al mío, sentí como el sol secaba nuestra piel, como el viento, revolvía el húmedo cabello que traíamos de la playa, mi mano en tu hombro, presintió, los lugares donde guardas al amor, en tu  alma, me vino deseos, de llevarte al lecho, mujer blanca, de acostarme de nuevo, de hacerte el amor, porque es hermoso jugar con tu cuerpo, igual que allá en el mar, de donde venimos, las olas te mecieron, la luz del sol, acaricio tu piel y la brisa marina, recorrió todos los secretos, que me muestras, cuando estas desnuda al lado mío, por eso, porque quiero poseerte mujer blanca, quiero ser ola, sol y brisa que habite tu cuerpo.
--Yo también quiero, porque tu piel me dice que me amas, cuando apoyo mí oído en tu pecho, porque tus ojos negros y profundos, son el misterio que enciende mi fuego, porque te amo malayo, como la luz del sol al agua ama, cuando tú la recorres veloz con tu cuerpo.

Entraron en la casa, buscaron el lecho, se vieron un instante, arrancaron sus mallas y estando desnudos, decidieron ser ellos.     

--Besa mi boca, acaricia mis senos, hunde tu mano en mi sexo, quiero gozarte, si estas a mi lado, desnudo, es para eso.
--Tu boca beso y tu lengua esta en mi lengua, al juntarlas siento que entro, a lo profundo de tu alma, halla donde guardas al amor, en tu sexo, siento que besando tu boca, beso todo tu cuerpo, acaricio tus senos y parece que fuera, acariciar el cielo, esas nubes que vuelan, al atardecer del verano, transparentes y llenas de penachos blancos, hundo mi mano en tu sexo y siento, como arena que el mar se la lleva, se que no soy yo que en el entro, sino que eres vos, que me lleva.
--Por favor amor, ¡Abrázame fuerte!
--Te abrazo, entonces somos dos y uno, mi deseo y el tuyo, mi boca y tu boca, tu sexo, mi sexo, tu cuerpo entra al mío, yo el tuyo penetro, somos inseparables, como la flor y el tallo, como el mar y la playa, cual la arena y el agua.
--¡Amor! Ciento que el orgasmo me transporta me lleva, me trae, como el mar a la ola, mientras tus manos naves, recorren mi cuerpo, tu boca dulce me besa los labios, ¡Soy tuya malayo! Como las piedras del acantilado, igual que la arena, son partes inseparables, de la playa.
--Cuanto te quiero, mujer blanca, mientras siento tu cuerpo, entre mis brazos, temblar por el placer que te provoco, escucho de tu boca los gemidos y mi mirada, busca, la placidez, de tus divinos ojos.
--Amor, estemos quietos, la paz todo lo envuelve, no retires tus brazos de mi cuerpo, quiero estar así, juntos un largo rato, porque necesito de vos, de tu presencia, de que no te apartes, de mi lado, saber que eres mi hombre, yo tu mujer, los dos una pareja.

Las primeras sombras de la tarde, trajeron las otras sucesivas de la noche, nuevamente, como tantos otros días, duerme la isla y sus habitantes descansan, esperando el amanecer, que llega y pasa, a Victoria y Gomara, los días con sus noches, se le fueron volando de las manos, como arena seca al sol, como tiempo que se va, tras el ave que escribe el destino, de cada uno de nosotros, así llegó el momento, el instante deseado, que ambos querían que llegara, una mañana igual a tantas, diferente a todas, estando en su casa conversando, escucharon de pronto, el ruido que venia de la playa, entraba en la ventana para anunciarles, que todo estaba listo y preparado, para que de allí se vayan, tal como querían, como esperaban hacerlo, deseando ambos dar comienzo a una nueva vida, que construyeran con sus sueños y esperanzas, el ruido de la playa, ese hermoso sonido, que alegraba sus almas, era el cañón de proa, del Barco de Gomara, que anunciaba jubiloso, que la nave había llegado y Galel, en un bote los esperaba en la playa.

--Es el momento malayo, debemos partir.
--¿Qué nos llevamos?
--Nada.
--¿Dejamos todo aquí?
--Solo nos vamos, vos y yo y la esperanza malayo, nuestros cuerpos vestidos, tomados de la mano, recorrerán el camino, por el claro del bosque, perpendicular a la playa, allí estarán Galel y su bote, subiremos a el y partiremos, ¿Qué quieres llevar de este lugar? Nada es nuestro, todo es de la comunidad, que aquí vive, vamos Gomara, tómame del hombro por favor, vence mis miedos, rodéame con tu brazo, que te quiero, necesito estar muy junto a vos, mientras partimos hacia Sandakar, comencemos a hacerlo, cruzando la puerta y yendo hacia la playa.

Cerraron la casa, Gomara la estrecho contra su cuerpo, juntos caminaron el camino, que un día recorrieron separados, sin imaginar ella y el, que hoy la misma senda los encontraba unidos y enamorados para siempre, en la playa Galel, los esperaba con un bote, más a lo lejos se veía el barco, anclado en el mar, que los aguardaba.

--Galel hermano, ¡Has vuelto! ¿Cómo ha sido todo, la pesca, la gente, la distancia?
--Todo bien Gomara, como quedamos, aquí estoy para llevarte a Sandakar, por suerte para vos y alegría para mi, veo que no volverás solo, sino acompañado.
--Es así Galel, te la presento, aunque ya la conoces de haberla visto en estas playas, te presento a mi mujer, mi compañera, la diferente a nosotros, que en Anambas dicen los dioses, nos acompañara toda la vida, Galel, Victoria.
--Es un gusto Galel, que Gomara me presente a su mejor amigo, nombrándome como su mujer, su compañera, porque eso he sido.
--El afortunado soy yo, de saber que están juntos, porque se que Gomara, mucho lo ha querido.
--Bueno basta de charla, Victoria y Galel, debemos partir, solo una última cosa, preguntarte quiero Victoria, antes de irnos de este lugar, ¿Cuál es el nombre si te acuerdas, -has memoria amor- del navío que te trajo a estas costas?
--¿Del pesquero japonés?
--Si, quiero su nombre, porque debo escribirlo en la arena, antes de partir, para estar seguro, que cuando lo borre la marea, ya no habrá ninguna nave que te aleje de mí.
--No necesitas eso, para saber que siempre estaré a tu lado.
--Ya lo se, si pienso como vos mujer blanca, pero soy malayo, me guío por presagios, por las estrellas en medio del mar cuando navego, hoy en esta playa, que se que voy a dejar, para jamás volver a ella, necesito –mi instinto me lo dice- escribir el nombre de ese barco.
--Si es así, lo recuerdo Atoll Way se llama el barco japonés, ¿Te lo cruzaste en el mar Gomara?
--No puedo hablar, de lo que hago en el mar, porque en el mar queda, el guarda todo lo que he sido, sobre su superficie inmensa. -Espera un segundo- Ya esta su nombre escrito sobre la arena, esta noche cuando lo cubra el agua, estaré libre de mi último presagio, vamos al mar, vamos al bote, muy juntos apretados, partamos Victoria de esta isla, para ir a Sandakar.
--Malayo, Gomara, amor.
--¿Qué?
--Dame un beso en la playa, si tu presagio fue un nombre en la arena, yo quiero que dejemos en la isla de Talaud, en la isla donde estamos y pronto dejaremos, un beso en la playa, que tomara la brisa, lo transportara el aire y quedará por siempre, rondando los espacios, de este nuestro nido de amor, que hoy dejamos.

Se dieron ese beso, subieron al bote, que surco las aguas veloz, hacia el navío, este pronto levo anclas y desapareció, rumbo a Sandakar, tras el horizonte, en la playa, más sola que nunca, quedaron, un nombre escrito sobre la arena y un beso, que la brisa llevaba, mientras en círculos cerrados, planeando sobre el agua, las gaviotas como siempre, jugaban.



       

             
  
     
 
  

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