Hace tiempo que huí de todo, estoy lejos, en
una isla del Pacifico Norte. Por propia decisión, debido a que no fui
correspondida, por el hombre, que ame más que a mi misma, más que al líquido
rojo, que recorre mis venas, decidí irme, escapar de él, de su país el mío,
hundirme, en la soledad del tiempo y la distancia, para así no verlo nunca más,
aquí estoy desde entonces, -hace tres
años- en esta isla, en esta pequeña porción de tierra, entre Japón y Nueva
Guinea, tratando de olvidarlo, queriendo que el recuerdo de él, no llegue a mi
cabeza, ¿Qué hago aquí? Dirán ustedes, no lo se, aunque me humille decirlo,
pensar en él, aunque me cueste entenderlo, pensar en él, miro el cielo infinito,
repleto de estrellas, el océano, profundo y sin límites de un azul intenso,
entre ambos, los astros luminosos que me indican, el paso de los días, la luz y
la sombra, exactas ambas, ambas cotidianas, me van marcando, el final y el
comienzo de todas las cosas, menos del recuerdo, que habita mi cabeza, ese
pensamiento clavado y fijo, de mi amor imposible, para los que quieran olvidar
les digo, la distancia no sirve, para los que hallan amado intensamente, como
nunca pensaron y su amor, no fue correspondido, no huyan, no se alejen, no se
vayan ese no es el camino, para dejar de pensar en la persona amada. Yo soy el
ejemplo de lo que hablo, yo estoy aquí perdida, treinta mil kilómetros de
tierra, barro y agua, nos separan, sin embargo, después de tanto tiempo,
todavía no pude olvidarlo. ¿Qué será de él? ¿Estará casado? Seguro otro amor
abrazaran sus brazos, ¿Por qué me fui? ¿Por qué no me quede para pelearlo? A
ese amor tan mío, a ese amor que duele, ¿Por qué maldita sea, pienso solo en un
hombre? Habiendo tantos en este mundo inmenso, no lo se, no lo se pero el amor
es tonto, no lo se, pero el amor no entiende de razones, que la mente crea,
para romper su influjo, no puedo más, no resisto un segundo, su recuerdo, estoy
aquí, en medio de esta isla, casi sola, a veces pienso en ella como un barco,
como una nave, que me llevara a su encuentro, le pido que se mueva, que avance,
que partamos, por el Pacifico inmenso, cuyo fin no alcanza mi mirada, para
verme con él, para llegar a su lado, pero las altas montañas, no se inmutan,
pero los frondosos árboles, no se agitan, el océano indiferente a todo no se
mueve. Entonces vuelvo a tierra, desembarco en la isla y trato de ser útil, a
la pequeña comunidad que vive en ella, estas son tierras de pocos habitantes, fueron
abandonadas a principios del siglo veinte, cuando un tifón las destruyo, casi
por completo, todos se fueron y solo quedaron, unas treinta familias, que hoy
son sus habitantes, hacen una vida totalmente comunitaria, sin dinero, ni nada,
todo se rige, por el trabajo en común y la pequeña granja cooperativa, ¿De cómo
vine aquí? Yo estaba en la isla de Palau, la más poblada de todas estas islas,
podríamos decir, la capital de ellas, un día me embarque, en un pesquero
japonés y termine aquí, con mi tristeza y esta gente, soy socióloga, trato de
ayudarles en lo que pueda, al mismo tiempo que trato de olvidar, sin
conseguirlo, al hombre, que origino todo lo que me pasa. Esta mañana de enero,
la isla, sus habitantes, están convulsionados, llegó un pesquero malayo, con su
velamen roto, buscando refugio en estas playas, aunque no se mezclan con los
habitantes, mientras hacen los arreglos de su barco, estos le temen, temen por
sus pequeñas cosas, conseguidas con mucho esfuerzo, por sus mujeres, ante estos
hombres, de piel mestiza, rostro hosco y mirada huidiza, quisieran conocer sus
intenciones y me han pedido a mi, que hable con el capitán, de todos ellos, lo
debo hacer, porque no tengo más remedio, ya que me lo piden y yo soy, quiera o
no, parte de la gente que aquí vive, el suelo que piso, mientras voy a la
orilla del mar, es mi suelo, la brisa que acaricia mi rostro, viene del otro
lado del mundo y seguro acaricio, el rostro del hombre que amo, esa brisa,
agita la hierba que piso al andar, todo ello lo siento mío, yo también vivo
aquí, es por eso, que voy tranquila a hablarle al capitán malayo, a que me
explique, que piensa hacer, cuanto tiempo se queda, que no le haga daño a nadie
y si necesita de nosotros, colaboración, estaremos con él, en lo que podamos.
Mis pasos me llevan, al lugar de la costa, donde está el barco anclado, es un
lugar de playa, sin acantilados, donde el barco pudo entrar y podrá salir, en
la marea alta, sin ningún problema, todavía algunas de sus velas, siguen rotas,
aunque hay alrededor, gente trabajando, acostumbrada a la soledad, esto me
desconcierta un poco, los marinos trabajan cada cual en lo suyo, veloz y
arduamente, allí veo, cerca de la orilla, a un hombre, al cual todos se dirigen
y de él, salen los caminos, que mueven a toda esta gente, ¿Será el capitán
supongo? Me acercare y tratare de hablarle, espero que me entienda, pues
necesito que me diga, que ideas pasan por su cabeza, cuando de aquí divisa, a
nuestra comunidad, en el interior de la isla, estoy llegando ya, se dieron
cuenta de mi presencia y me miran, con curiosidad, el hombre al cual quiero
hablarle, se detuvo de golpe en sus indicaciones, se dirige hacia mi, viene a
hablarme, como mujer les digo, es alto, moreno, su pelo es negro y lacio, tiene
un rostro triste y un cuerpo flaco, sus ojos se guardan la mirada, para que no
se pueda saber, como es su alma. Ya estamos casi juntos, yo detuve mi marcha,
el siguió andando, viene hacia mi, quiere estudiarme, saber quien soy antes de
hablarme. Me es imposible callar, estamos frente a frente, detrás de él, el océano
profundo y azul, mece su nave, detrás mío, el bosque silencioso y al fondo, las
montañas, que emergen de improviso, como silenciosas piedras que todo lo
contemplan, de pronto, nadie se mueve, solo la nave y el follaje, nos estamos mirando,
el capitán y yo, el verá en mis ojos, en lo profundo de mi alma, al hombre que
amo, yo en los suyos, en sus ojos negros, de huidiza mirada, nada.
--¿Estoy equivocada, o es usted el capitán de
esta nave?
--Así es, yo soy quien la comanda, quien tiene
la responsabilidad, de todo lo que pasa.
--De eso precisamente quisiera hablar, con
usted, de la responsabilidad de todo lo que pasa, vengo en representación de
los habitantes de esta isla, ya que están preocupados, por lo que ustedes
puedan hacer en ella, necesitan conocer sus intenciones capitán.
--Nuestras intenciones, arreglar el barco e
irnos, nuestra misión en la vida es pescar, nuestras familias viven de nuestro
trabajo en el mar, no cambio Borneo por ninguna isla, ni el mar malayo, por
este océano infinito e insondable, nos quedaremos acá, el tiempo necesario para
reparar, apenas estemos listos, esto será en dos días, nos iremos, puede
decirle a su gente, que este tranquila, nada tocaremos, porque nada nos
interesa.
--Gracias capitán, eso me da tranquilidad, a
mi y a los míos, disculpe la desconfianza, mejor dicho, el querer saber, pero
usted entenderá, que somos una pequeña comunidad, necesitamos protegernos.
--Entiendo señorita, lo que no entiendo y me
asombra, que en estas islas, que se habla mucho, una mezcla del idioma Maldiva,
encuentre a una mujer blanca, europea, hablando el español, tuvo suerte que yo,
recorriera mucho el mar y durante años con los portugueses, aprendiese ese
idioma, ¿Sabe una cosa?
--¿Qué capitán?
--Agradezco a los portugueses, por el español,
al destino, por cruzarme con usted esta mañana, si me lo cuentan, no lo creo,
si los hechiceros de Kuala Lumpur, me hubieran presagiado, que me habría de
encontrar con una mujer blanca, cuando las velas de mi barco se rompiesen, en el
Mar de las Filipinas, les habría dicho, que a veces tengo razón en dudar de sus
presagios, pero no, aquí estoy, asombrado frente a usted, yo vengo del mar, del
Meridional de China y entre al océano por Kaohsiung, ¿Usted por donde vino?
¿Cómo llego a las isla de Talaud? Donde solo impera, el océano, la selva, el
viento y la soledad.
--Me trajo un barco pesquero desde Palau.
--¿Cuál es su nombre señorita?
--Me llaman Victoria capitán ¿Y el suyo?
--Gomara.
--Entonces Gomara, le agradezco mucho, el que
me halla atendido, dado la información que necesitaba, ahora mismo, voy a
trasmitir a la gente de la isla, sus palabras, para que se tranquilicen y
sepan, de sus buenas intenciones.
--Victoria, escucho sus diálogos, como el
rumor del viento, como al sonido acompasado de las olas, viniendo y yendo
eternamente de la playa, allí, donde mi barco, descansa sobre el agua, como
presto atención a lo que dice, me desconcierta usted con lo que habla, en relación
a los habitantes del poblado, dice mi gente –no le creo- usted no pertenece a
estos lugares, donde se juntan los océanos y forman solo islas, en medio de los
mares, ¿De donde viene usted Victoria? Es más ¿Adonde quiere ir? ¿Por qué en su
mirada, en sus ojos claros como el agua, se nota la tristeza de quien no ha sido
amada?
--Soy de un lugar de América, ame a un hombre,
lo quise con locura, deje de ser yo para buscarme en él, nunca me quiso, de sus
propios labios escuche su no rotundo, impersonal, frío, desde entonces huyo de
él, desde entonces, cuando más me alejo, más me doy cuenta, que lo quiero,
cuando pongo kilómetros de tiempo, más me acuerdo, Gomara, no se lo que
decirle, usted me pide que le diga, adonde quiero ir, le contesto ya, a ningún
lado, a ningún lado más, donde no lo encuentre.
--¿Como podes amar, a quien no esta con vos y
solo es recuerdo? Solo es brisa que pasa y no lo vemos, tempestad que nuestro
barco, no ha sentido, debes olvidarlo Victoria, para tu bien, en esta isla, a
la orilla del mar, lejos de todo, arrodíllate en la playa, pon tu frente en la
arena, repite su nombre muchas veces, su recuerdo se irá, llevado por el
viento.
--¿Lo crees Gomara? ¿Imaginas esto tan
sencillo?
--Lo complicado sos vos, mujer blanca, en
Anambas, donde nací, de donde vengo, de donde soy, como soy hoy aquí, frente a
tus ojos, las mujeres hacen lo que te dije, van a la playa y dejan en el
viento, perdida la memoria, de aquel que no las ama, vuelven, en busca de otro
amor que las contenga.
--¿Y los hombres Gomara? ¿Qué hacen los
hombres, cuando aman y no son correspondidos?
--Los hombres deben sufrir Victoria, porque
los dioses de halla dicen, que el hombre hiere, el corazón de la mujer por la
cual pena, el amor no correspondido, pero dejemos esto, baja conmigo a la
playa, aunque no me creas, pon tu frente en la arena, repite su nombre hasta
que te canses, así se irá su recuerdo, como te dije, llevado por el viento,
sobre las olas del olvido.
--Temo ir a la playa, temo perderme, en ese
mar embravecido y más temo, olvidarlo y que sea cierto, lo que dices.
--Pero si vienes conmigo, vamos, el mar esta
lejos aunque parezca cerca, pero dentro de un rato, nuestros pies desnudos, sentirán
la humedad de la arena, estarás en la playa, e inclinaras tu frente y olvidaras
su nombre.
--Gomara, yo también escuche tu dialogo,
cuando me dijiste que en mis ojos, se notaba la tristeza, de quien no fue
amada, yo mire los tuyos, negros y profundos, como la noche y el mar de estos
lugares, note en ellos, la misma tristeza que en los míos, ¿En Anambas, de
donde dices ser, se quedo el recuerdo de un amor, que no quiso que lo ames, que
se opuso a vos y te alejo de su lado?
--No, no fue en Anambas lo que piensas, sino
en Kuala Lumpur, en su cadena de montañas, de donde se divisa el mar, que todo
lo rodea, allí, en el misterio del incienso, en el extraño repicar de miles de
campanas, por el viento, conocí una noche, a quien estaba como sacerdotisa de
uno de los templos, la ame, sabiendo que era imposible que me amara, se lo confesé,
después de la liturgia, cuando a los dioses su fe había entregado, me miro
mucho tiempo y en silencio, de pronto, me dio vuelta la mirada, se alejo de mi,
hacia un lugar sagrado, nunca más la vi., aunque todavía, hoy la siento.
--¿Por qué no pones tu frente en la arena?
-Como explique antes soy hombre, el hechizo en
mi no hace efecto, debo sufrir hasta que otro amor, al cual pueda querer y sea
querido, me haga olvidar, de todo lo que te dije y ha ocurrido, pero ya estamos
en la playa, Victoria, solos, como las gaviotas, que vuelan en lo alto, ante
vos, el Pacifico inmenso y solitario, sin nave alguna, que corra por sus aguas,
es el momento entonces, es el lugar exacto, para olvidar tus penas, para
olvidar su nombre, como las mujeres de Anambas, arrodíllate en la playa, a mi
lado, si quieres, retira de tu frente los cabellos, que en ella el viento ha
dejado, apóyala en la arena, la arena de la playa, repite en silencio su
nombre, tantas veces puedas sin fatigar tu alma, el recuerdo se irá, llevado
por el viento.
--Ya esta Gomara, ¿Qué debo hacer ahora?
--Levántate y sígueme, iremos por la playa,
más cerca del mar, sobre la espuma del agua, dicen en Kuala Lumpur mis
ancestros, aquellos que me hicieron tal cual soy, que cuando una mujer y un
hombre, mojan sus pies, en la espuma del mar, en una playa solitaria, mientras
las gaviotas vuelan en círculos, sobre ellos, sus almas, quedaran presas del
destino y se amaran, para siempre.
--¿Qué pretendes de mi Gomara? ¡No te conozco!
¡No se quien eres! No quiero que la espuma del mar moje nuestros pies, ¡Porque
no quiero amarte!
--E aquí la selva, el mar, el silencio, las
montañas azules y los ríos revueltos, en medio de esta isla, sobre la costa de
ella, vos mujer blanca, hermosa y tan distante, has hecho el prodigio, de que
la vida de Gomara, cambie, para estar con vos, por las noches rompería, las
velas, que mi gente repara a la luz del día, en la mañana, prolongaría los
tiempos, para no alejarme de tu lado, si no me conoces, si no sabes quien soy, deberías
entender, que al menos yo te amo, si no quieres amarme, si no me consideras un
hombre al lado tuyo, volvamos, te llamare Victoria nuevamente, te acompañare a
tu casa, me quedare en la playa, yo se esperarte, si no vuelves, si tus
desnudos pies, no buscan la espuma del mar, para quedarse, partiré con mi navío,
rumbo al mar, hacia el océano, con la mirada más triste todavía, ya que no conseguí
el amor que era mi vida.
--Gomara que estas diciendo, no se puede
querer en un instante, apenas se de vos nada, que eres capitán de un barco.
--Soy malayo, desciendo de la gran isla de
Borneo, de allí partió mi familia hacia Anambas, me enseñaron que el amor, es
una señal del alma, un despertar del corazón, un ver en un segundo, lo que será
siempre, un golpe de timón, que impide que te hundas, cuando estoy en el mar,
solo y en cubierta, veo la tempestad y lucho contra ella, cuando estoy ante una
mujer, solo estoy atento en lo que en mi despierta, no pregunto, quien es ni de
donde viene, quien ha sido, solo indago en mi alma, si la quiero. Si tus
tiempos son distintos, mujer blanca, te dije, se esperar, romperé tantas velas,
como tus deseos quieran, pero si no vuelves, me iré como te dije, ahora
volvamos Victoria, te acompañare a tu casa, no quiero que andes sola.
--No se si entiendes, Gomara, me abruman tus
palabras, yo solo vine a verte, como capitán de un barco que llego a la playa,
de golpe me encuentro, querida por un hombre, que apenas me conoce y quiere
caminar, por la espuma del mar, para unir nuestros destinos, Gomara, estoy
sola, en un lugar extraño, no se que decirte, por no negarme te pido tiempo,
necesito pensar, me vuelvo loca.
--Lo que tu digas Victoria, te llevare a tu
casa, ¿Cuál es el camino para llegar a ella?
--Podemos salir, perpendicular a la playa y en
aquel claro del bosque, doblar a la izquierda, desde allí se ve mi casa, te
digo Gomara, que aquí viven no más de treinta familias, sobran casa
abandonadas, cuando toda la población huyo, esto quedo desierto.
--Conozco el tema, no es la primera vez que
ando por estas islas que recuerde, pero es la primera vez, que encuentro una
mujer como vos en ellas, pienso que la cubierta de mi barco, me resultara
extraña, si por ella no caminas vos, al lado mío, como ahora lo hacemos, por el
suelo de este solitario lugar.
--Gomara, estamos cerca del claro del bosque.
--¿De tu casa?
--Cuando lleguemos a él, a la izquierda.
--¿Volverás a la playa? ¿Vendrás a verme?
--En este momento, no te prometo nada.
--Ya estamos en el claro, ¿Cuál es tu casa?
--Aquella de tejas rotas, azules, que se ve a
lo lejos.
--¿Aquella que esta cerca, del pequeño
conjunto de árboles bajos?
--Esa es.
--Entonces vamos, cuando llegues allá, ya
pronta a entrar Victoria, para desaparecer en ella, ¿Qué me dirás, antes de
cerrar la puerta? ¿Antes de separarnos? ¿Será? Hasta nunca, hasta mañana.
--No se, no lo he pensado, quizás te diga adiós,
tal vez no diga nada, quizás te diga gracias, por haberme acompañado.
--¿No te das cuenta que tienes un hombre al
lado? Abre tu corazón Victoria, deja que entre en él, solo eso te pido, no me
cierres tu alma, no clausures tu vida.
--Estamos llegando, no cierro ni abro nada,
soy yo la dueña de mi vida, vos sos un desconocido, como quererte entonces, ya
estamos en la puerta, te agradezco haber venido, adiós.
Cerró la puerta y se fue Victoria, Gomara
quedo solo y volvió sobre sus pasos, rumbo a
la playa, cuando entro en ella, vio en el suelo, las huellas que dejaran
ambos, cuando habían ido hacia la casa, busco los pies de ella, pequeños a su
lado, marcados en la arena, camino lenta y pausadamente sobre su huella, porque
en Kuala Lumpur los hechiceros, dicen, que cuando una mujer se va, para que
vuelva, para que sea tuya, debes caminar sobre su huella, regresando al lugar
de donde ella partió. Gomara llegó hasta la playa, cuando los pequeños pies de
Victoria, desaparecieron en la arena, dejó de caminar y miro el mar, la
inmensidad lleno sus ojos, su alma y su corazón, no pudo dejar de pensar en la
mujer blanca, que como un huracán, lo había tomado de sorpresa, ¿Qué hacer?
¿Cómo conquistar su alma? ¿Cómo despertar en ella su amor dormido? No sabia, no
era el mar, no era el temporal, no era malaya, era blanca, como los pétalos de
la flor Mahidi en los bosques de Anambas, no sabia que hacer, su única certeza
que la amaba, dejo la playa y volvió, al costado de su barco, ya eran las
últimas horas de luz en la tarde, la gente seguía reparando las velas, para
poder zarpar, para volver a surcar los mares, para dejar la inmovilidad de la
costa, a la cual no estaban acostumbrados, Gomara se acerco a Galel, su
segundo, su compañero en el mar, la persona, a la cual, el confiaría su barco y
su vida, si fuera necesario.
--Galel.
--¿Si Gomara?
--¿Como va todo, en que tiempo nos haremos a
la mar?
--Todo marcha bien, la gente como siempre
responde, creo que un día más y ya podremos irnos de esta isla.
--Galel.
--¿Si?
--Hermano, me duelen tus palabras, no me
preguntes porque, pero necesito, que zarpemos no en un día, sino en dos, dile a
la gente que vaya más despacio, dile que precisamos tiempo de descanso.
--Como vos digas, sin problemas, estate seguro
que nos iremos de estas playas, en dos días más, como vos lo precisas y te es
necesario.
--Gracias Galel, cuida que la gente, no se
distraiga y haga cosas, que no debe.
--Perde cuidado, estoy atento a ello.
--Ahora Galel, dispone la guardia y anda a
comer, con la tripulación, yo voy a mi camarote, cualquier cosa nos hablamos,
por suerte, el tiempo nos acompaña y en los próximos días, no habrá lluvias ni
tormentas, hasta luego.
--Cualquier novedad, subo y te digo.
Gomara, busco el costado del barco, la
escalera, la cubierta, fue hacia la proa y en el puente de mando, desapareció
su figura, tras la puerta de su camarote. La luz del alba, golpeo contra su
ventana y la penumbra, se alejó del sitio aquel, donde dormía, Gomara, acaso
soñara con la mujer blanca, tal vez el sueño fuera, la foto de una realidad
anticipada, ¿Quien puede saberlo? Solo él y su origen malayo, solo él y el mar,
que golpea, el costado de su barco, como llamando al capitán, a que despierte,
ya que despunta el día y debe hacerse cargo, de él y de su suerte, de todos
aquellos, que están bajo su mando, Gomara despierta y la luz le recuerda, que
debe levantarse, hoy más que nunca en su vida, porque debe esperar en la playa,
junto al barco, como en el medio del mar, a la tormenta, que Victoria vuelva,
que sus pies descalzos, dejen en la arena la marca del regreso, que el espera,
desea y necesita, ¿Vendrá? Como saberlo, solo es marino, capitán de un barco,
conoce el mar, se orienta en las estrellas, encuentra los caminos que lo
llevan, a lugares distantes, a islas como esta, pero nada sabe del alma de
ella, de su corazón de mujer europea, del amor, de ese amor lejano que no
llega. Se levanto y miró por la ventana, el mar tranquilo sereno, le anuncio
que sería un día ideal, para el trabajo, abrió el grifo de agua y se aseo,
busco en la alacena y se preparó, un desayuno, recogió sus ropas y ya listo, decidió
bajar a la playa, debía ver la tarea de su gente, pero lo que más le interesaba
ver, era el regreso de Victoria, abrió la puerta del camarote y un rato
después, pisaba la arena al lado de Galel, quien estaba atento a los arreglos,
que allí se realizaban.
--¿Todo bien Galel?
--Si Gomara, ¿Cómo dormiste, descansaste?
--Pase una buena noche, recorda lo que te
dije, que necesito un día más, de estadía en esta isla.
--Ya di las indicaciones para que eso ocurra y
así será.
--¿Algo que se te olvide decir?
--No Gomara, estoy pensando, si no debiéramos
aprovisionarnos de alimentos en la isla, este tiempo perdido en tierra, hará
que restemos días a la pesca.
--Buena idea, voy a averiguar que se puede
llevar de aquí, aunque por lo que veo y me parece, creo que nada, después
pregunto y te digo, sino, no habrá más remedio que quitarle días a la pesca,
otra cosa que podemos hacer, es incrementar los turnos, una hora por día, de
esa manera, tendremos más producción en menos tiempo, esta última me parece una
solución mejor Galel, porque en esta isla, no creo que halla nada, para
llevarnos, y menos alimentos.
--Tenes razón, es mejor hacer lo que vos decís.
Paso la mañana y llego el mediodía, la sombra
oscilante, del palo mayor sobre la arena, así lo indicaba, un rato más paso y
llegó la tarde, de Victoria nada, no había venido, ¿Estaba tratando de no
verle? De no hablarle, de deshacerse de
él, como la playa se aleja del mar, cuando hay bajante, Gomara miró hacia el
claro del bosque, miró la distancia que lo separaba y decidió, ir a verla, puso
rumbo a su casa en línea recta, del claro del bosque a la izquierda, aquella de
tejas rotas y azules, cuando una puerta cerrada, que le impedía seguir, se
cruzó en su camino, golpeo y espero, nadie salio a su encuentro, ¿Estaría
adentro? ¿Se negaría a verlo? La puerta, fácil presa de sus deseos, pensó
romperla y entrar, pero tuvo miedo, del rechazo de ella, por supuesto, trato entonces de estudiar el suelo, sus ojos de
malayo, buscaron en la tierra del sendero, noticias de Victoria, si había
salido hacia donde, cual de todas las huellas,
que sus ojos veían, expertos en seguir, a la presa en su huida, serian
las que lo llevasen, hacia donde ella se
hallaba, se agacho contra el suelo y clavo su mirada, imagino en su mente, el deseo
y la prisa, observo una huella débil, que cambio bruscamente, del caserío al
mar, muy de repente, busco seguirla porque convencido estaba, que ese era el
camino, que había elegido Victoria esa mañana, siguiéndola comenzó a descender,
por la orilla de un riacho, que de pronto apareciera brotando de la tierra, así
mientras pensaba, mientras sus pasos lo llevaban, tras los pasos de ella,
dejando atrás un bosque, de plantas muy tupidas, de pronto el mar, apareció
ante sus ojos, pero algo más que el mar diviso su mirada, lo que vio hizo que
su corazón saltara, no muy lejos suyo, debajo de un cocotero, sentada, Victoria
contemplaba las aguas, que a la playa llegaban, decidió acercarse y hablarle,
porque para eso estaba allí, en ese lugar, donde los dos de nuevo, se encontraban,
muy poco le costo estar a su lado, ella lo vio, pero no dijo nada.
--Victoria, he venido a verte, necesite
buscarte, porque hoy no fuiste por la playa, donde esta mi barco, no quisiste
verme, cuanta falta me haces, no quisiste hablarme, tu silencio duele, que
buscas mujer blanca, que en tu interior no encuentras, que necesitas de mi,
para sentirte mía, cual es el camino que debo recorrer, para encontrar tu alma,
la puerta de tu corazón, que me es negada, ¿No puedes amar? ¿No tienes
sentimientos mujer blanca? O un malayo no te dice nada, o un hombre no cambia
tu mirada ¿De quien estas presa? Porque no me lo dices, así puedo ayudarte, a
que seas libre de los recuerdos tristes, de los pensamientos malos y tengas
lugar y tiempo, espacio en el silencio, para enamorarte, mujer blanca ¡Habla!
No te calles, desafía a mi palabra con la tuya, yo te veo y no puedo apartarte
de mis ojos, solo me falta que hables, para saber que piensas, para entender
acaso, porque no puedes estar enamorada, abre tu corazón, dime a mi y al viento
de estas playas, al quieto mar que nos contempla, al infinito paisaje que
envuelve todo, que te pasa, porque tu alma calla no habla, mujer de piel blanca
y transparente, cual amapola que crece en Anambas.
--Tengo la mente en blanco, el corazón
bloqueado, el alma destrozada, me olvide de aquel a quien he amado, tanto o más
de lo que vos dices amarme, lo olvide, el viento de la playa lo saco de mi lado,
lo arrojo a las olas del mar desconocido, ¿Quién hizo que lo olvide? ¿Quién
hizo que desaparezca de mi alma, su recuerdo? Gomara ¡Vos has sido! Confundiste
mi mente y mi sentido, devoraste mis sueños del pasado, luego que todo has
conseguido, resuelto a terminar, me pides que te ame, exiges que te quiera, no
se que decirte, no encuentro el camino de mi alma, deshecho, mi corazón te
aguarda y si entras en él, solo sabrás de ruinas, no puedo amar, porque tanto
he amado, que mi alma esta seca, para siempre, me enseñaste a desprenderme, de
aquel que yo quería, pero siento que junto con él, se fueron, el cielo, el
infinito mar, estos paisajes, ¡Te fuiste vos Gomara! Se fue mi vida, me supiste
enseñar, a vaciar mi corazón, de un amor pleno, pero ni vos, ni yo, ni tus
mujeres de Anambas, ni los hechiceros de Kuala Lumpur, saben como lo lleno,
como busco un nuevo amor, igual a aquel que tuve, en el pasado, a aquel que
motivo, que tanto quiera, no serás vos Gomara el elegido, para llenar esa
falta, para suplantar al hombre, que tanto he querido y hoy, sin pesar alguno,
por los vientos del mar, lo puse en el olvido. Hoy, estoy libre de cualquier
amor, en esta isla sola, hoy, capitán malayo de un buque pesquero, hoy, no te
quiero. Vuelve sobre tus pasos, olvídate de mi, no me has visto, tu playa esta
sola, vos solitario, nada sabes de mi, en estas islas, regresa, a tu playa,
arregla tu barco y parte, yo hoy te repito, no soy de nadie, si tu destino fue
liberarme de un imposible amor, que me consumía, no te premio por ello, vete
Gomara, estabas solo cuando aquí llegaste, la casualidad te trajo, levanta las
velas que arreglaste y zarpa, si tus ojos cargan más tristeza, de la que
trajeron, no será por mi culpa, solo vos te enamoraste de una mujer blanca, de
una mujer sola, indefensa y triste, que no quiere amarte.
--Si no quieres amarme, no me ames, si solo
debo partir, ya elevo anclas, el mar es ancho, infinito, profundo, mi pena,
comparada con él, es tan pequeña, que puedo guardarla, para siempre, en el
fondo insondable del océano, solo te pido una cosa, solo una cosa, que me
escuches y comprendas, yo no he venido a estas islas, el destino me trajo, yo
no robe el amor, que en el cofre de tu mente, guardabas para siempre, fue el
viento del mar, este mismo, que acaricia tu pelo y levanta tu falda, yo no
tengo la culpa, es él, solo él, quien con su brisa, despejo tu alma, tampoco
quiero, sustituir a nadie, no me interesa que tu corazón, reciba a mi amor,
para calmar su duelo, ni compares si me quieres, más o me quieres menos, para
entender el mar, mi navío y yo, necesitamos tiempo, para comprendernos, para
amarnos, ambos, los dos, debemos vernos, por dentro del alma y por fuera del
cuerpo, precisamos estar seguros, de lo que somos, en función de que queremos,
yo Victoria, te quiero, la vez que te vi., en la playa , contra el cíelo, en un
segundo, mi alma toda ella, ardió en tu fuego, no necesite más tiempo, se lo
que deseo y a quien amo, si vos a diferencia mía, no me ves como el ser amado,
todavía, no digas, que no me quieres, no cierres la puerta de tu corazón, pidiéndome,
¡Olvida! Busca en mi al hombre, junto a la mar y al viento, entre lo
desconocido de aquello, que ignoramos, trata de retener mi alma, escucha lo que
habla, si el oído pones sobre el agua del mar, sabrás de ella cuanto yo te amo,
como te dije antes cuando nos conocimos, en la espuma, junto a la orilla
revuelta, allí encontraras mi amor, sin saber, sin darte cuenta, porque eso es
amar, de improviso, caer dentro del circulo, que la gaviota traza, cuando vuela
por sobre el cuerpo erguido, de la mujer amada.
--¿Cuándo te iras de estas playas? ¿Cuándo
volara tu barco? ¿Cuándo yo parada, sola, en medio de la arena, vea a tu nave
perderse, en el infinito del mar, desaparecer en la curva de la tierra? Para no
hallar respuesta, a todo lo que me pasa, tenes razón es cierto, no serás
culpable del amor, que me tienes, ni tampoco fuiste, quien provoco el olvido,
que mi mente padece, pero ¿Cómo amarte? Aunque lo quiera, te pregunto Gomara
¿Cómo ser tuya, si no puedo ser mía? Si en mi pecho no nace, ese fuego que
abrazo tu alma, allá en la playa, por tu gente rodeado, cuando viste mi cuerpo.
Puedo ser tuya Gomara, decirte que te quiero, entregarme a vos, en estas playas
solitarias, pero te engaño, no cerrare mi corazón diciendo no te amo, pero
entornare la puerta de mi alma, porque quiero preservarme de vos, quiero
cuidarme, te soy sincera, que pasaría si de pronto te dijera, que la espuma del
mar, tocó mis pies descalzos, que tus pies junto a los míos, caminan por el
agua, no lo se, siento miedo de lo que estoy viviendo, sufro en pensar, que
cuando el ultimo destello de tu mástil, se hunda en el poniente, yo en la
playa, malayo, me arrepienta, entonces si, ni el aire del mar, ni los hechiceros
de Kuala Lumpur, ni yo, ni nadie, me podrán sacar tu amor, de mi cabeza,
¿Cuándo se va tu barco, en pos de la pesca, quiero saberlo? Necesito del
tiempo, como el aire, para vivir de nuevo, para sentir en mi, que algo se
estremece, horas, días, meses, ¿Cuánto falta Gomara, para que me dejes?
--Mujer blanca, Victoria, siento una brisa
extraña, que atraviesa mi alma, como el aire, cual el viento que anuncia la
tormenta, en medio de la nada, mi barco nunca parte, si de esperar se trata, mi
amor queda con vos, si piensas atraparlo algún día, cuando entiendas de el y lo
sometas, al juicio inapelable de tu alma, te dije una vez y te repito, se
esperar, tengo la paciencia del silencio, del cazador nocturno, del hombre
quieto, de las horas de altamar, solo en cubierta con el cielo, el mar y mi
tristeza, soy malayo, yo también soy extraño, vengo de una raza sufrida de
malasia, junto al mar, sobre sus costas, generaciones de piratas, surcaron la
muerte y el coraje, e hicieron de mi, lo que soy hoy, ante tus ojos, solo tengo
la fortuna del trabajo, la decisión de ser dueño de mi vida y la seguridad, de
no saber cuando será mi muerte, pero si lo que se, lo que estoy seguro, lo que
quiero una vez mas, que vos lo sepas, lo entiendas, en tu alma y tu cabeza, que
no puedo separarme de vos, me siento preso del amor, que te tengo, mujer
blanca, por vos, solo por vos, dejaré mi barco, que partirá sin mi mañana,
cuando caiga el día, en el instante más alto de marea, cuando así, los dioses
lo aconsejan y los hechiceros de Kuala Lumpur, nos dicen, es el mejor momento,
para salir al mar y sus misterios, para afrontar al miedo y la tormenta, me
quedare en estas playas, esperando tu amor a que amanezca, conseguiré una casa
abandonada, cerca de la tuya y abriré su puerta, esperare en ella, el día en
que cruces, el marco de la entrada, con tu corazón abierto, tu deseo intacto en
busca de mi alma y de mi cuerpo, serás mía, como yo malayo, mujer blanca, serás
mía y en la profunda tarde, porque será de tarde no lo dudes, cuando declina el
día, cuando la noche sube, cuando el mar se calla, cuando estemos solos frente
a nosotros mismos, se buscaran los labios, se encontraran las manos, yo no seré
malayo, vos no serás blanca, solo seremos fuego, producto de los dioses, que
anidan en el alma.
--¿Te quedaras Gomara, en esta isla, nave que
no parte? ¿Esperaras en ella, que mi corazón malvado, un día te ame? ¿Quién
comandará tu barco? Galel estoy segura,
¿Pero quien mi vida? Que será de nosotros, si te quedas y no cruzo el marco, de
tu puerta, que será de nosotros, si la tarde no llega, la noche no cae y el mar
no se aquieta, tengo miedo Gomara, tengo miedo por vos, porque te arrepientas,
cuando veas a tu barco partir sin vos, en la cubierta, tengo pena por mi, por
lo que te hago, por no poder estar cuando se aleje Galel, junto a vos, cerca
tuyo, simplemente a tu lado. No soy malaya, si soy blanca, no entiendo, el
mensaje del mar y las estrellas, pero los habitantes de estas tierras, de esta
isla abandonada, dicen que por las noches cuando una pareja sueña, si sus
sueños coinciden, es porque el dios Natuna los a enamorado, ojala entonces
malayo, un día, una noche, Natuna, nos invada y soñemos los dos, que estamos
juntos y soñemos los dos, al mismo tiempo, que el fuego ese de que hablas, invadió
nuestras mentes y atravesó nuestras almas, porque al fin, hemos conseguido,
ambos, los dos, estar unidos.
--Hay un riacho y sigo su ribera, corre al
mar, un poco atrás lo he visto, surgir furioso, del fondo de la tierra, ahora
manso se entrega, decidido se calla, ante la inmensidad, de este profundo océano,
mi barco es pequeño, mi pasión es muy grande, no he de arrepentirme, si dejo su
cubierta, en pos de tu cariño, mujer blanca, en pos de que me entiendas, no te
culpes de nada, eres dulce y bella, quiero de tus ojos tristes, su profunda
mirada y si, en la orilla del mar, en el momento, que mi navío parta, no estas
tu a mi lado, mi pensamiento buscara el tuyo y encontrara tu aliento, para
llegar a tu alma y traerla a la playa, para formar con ella, sobre el rayo de
luna tu figura, hecha mujer, reflejada en el agua.
--Es tarde ya Gomara, dejemos la playa, quiero
volver a casa, quiero que me acompañes, en el camino de vuelta, no quiero
volver sola, porque tengo vacía el alma, la soledad me pesa y tu vos, me
acompaña, puedo preguntarte, ¿Qué harás cuando la nave parta? ¿Qué harás cuando
te quedes solo, en medio de la playa?
--Para que la nave parta, falta un día entero,
debo con Galel preparar todo, darle las instrucciones necesarias, esperar la
marea, desplegar las velas, al verla partir no estaré solo, porque se que vos
estas en esta isla, ocupando a mi alma y a mi vida, una vez el barco parta, vendré
no a buscarte, pero si a estar cerca de vos, como te dije antes, me buscare una
casa, esperare en ella, que el tiempo pase, para que tu amor llegue.
--¿Cuál será la casa?
--Aquella, esa que ves allí, muy cerca de la
tuya, con techo de paja de coco y una simple estructura, no me hace falta nada
mas que eso, para dormir en ella, para estar cerca de vos, solo si necesito,
tener un huerto, para alimentar mi cuerpo, porque de mi cuerpo, ¿Sabes mujer
blanca? Un día serás la dueña, ahora debo irme, es tarde ya, las sombras de la
noche serenamente llegan, el mar se pone bravo, debo ir con mi gente y con mi
nave, hasta mañana Victoria, cuando vuelva la noche, me veras de nuevo, o al
menos sabrás que estoy bajo el techo, que te dije antes, aguardando que cruces
la puerta, o que sueñes soñando, el mismo sueño, que sueño dormido y que según
Natura, el dios de estas islas, si ambos coinciden, nos estaremos amando.
--Gomara, hasta mañana, tene cuidado, solo te
pido que me entiendas, ya que yo no comprendo nada.
Victoria entró a su casa y Gomara, se dirigió
al otro lado de la playa, para encontrarse con Galel, ver que había sucedido
durante su ausencia. Cuando llegó, los hombres estaban cenando y Galel al
verle, se adelanto a su encuentro, era una noche clara y uno se veía a simple
vista, sin necesidad de farol alguno.
--Hola Galel ¿Cómo estas, alguna novedad, como
ha pasado la tarde hoy?
--Todo tranquilo, para mañana al mediodía, ya
estaremos en condiciones de partir, al anochecer con la marea alta lo haremos,
salvo que vos Gomara, indiques otra cosa.
--No Galel, estoy de acuerdo, partirán mañana
al anochecer.
--Como partirán, ¿Y vos?
--Yo me quedo Galel, algo más fuerte que mi
voluntad y mis obligaciones, me retiene en esta isla, no puedo dejarla, porque
si me voy de ella, solo se irá mi cuerpo, porque mi alma y mi corazón, quedaran
aquí aunque yo no quiera, por eso Galel, no puedo separar a mi persona de sus
dos partes fundamentales, me quedaré aquí.
--¿Cuando tu padre llame por el radio
preguntando por vos? El capitán del barco, aquel que debe abandonarlo el último
de todos, ¿Qué le digo?
--Que el amor, es más fuerte que la voluntad,
que no puedo volver, porque el destino, ese que él invoca, cada vez que pisa
una cubierta, me puso frente a una mujer hermosa, que se llevo todo lo que era mío,
no puedo dejarla, porque aún no me quiere, me quedaré aquí en esta isla
perdida, hasta que encuentre su amor y pueda ser mía, por tanto Galel, vos
serás el encargado de conducir la nave, mañana cuando parta, si mi padre
amenaza, que diga lo que quiera, vos decile que no necesito nada, que solo
busco el amor, de una mujer blanca, cuando vuelvas de la pesca, dentro de un
mes, pasa por la isla, avisa tu llegada, con un cañonazo del arponero de proa,
allí entonces bajaré a la playa y veré lo que hago, ojala baje con ella, para
ir juntos a Sandakar, no me gustaría quedarme para siempre, en esta isla
solitaria, ahora Galel, me voy a dormir, mañana es el último día, que estaremos
juntos yo vos y el barco, que veré partir, sin mi a bordo.
Paso la noche y llegó el nuevo día, Gomara, se
puso al frente de sus hombres y dirigió todas las operaciones, para que la
partida de la nave, fuera un éxito, cargaron agua potable y frutas, que
hallaron en la isla, posteriormente decidieron descansar, en espera de las
últimas horas de la tarde, para desplegar velas y zarpar, en el mejor momento
de la marea alta, Gomara, sentado en la playa, miraba el mar con nostalgia,
esperaba con cierta ansiedad, el momento en que se encuentre solo, para ir en
busca de Victoria, cuando ya todos hallan partido, lo saco de sus pensamientos,
la llegada de Galel.
--Gomara ya cae la tarde, ya di las ordenes,
cuando las primeras sombras de la noche lleguen, cuando la marea suba, cuando
la espuma de las aguas, mojen estas arenas que ahora están secas, partiremos
hermano, no se que decirte, tu destino te pertenece, aprovéchalo, ojala la
mujer blanca, pueda ser tuya y vos puedas ser de ella, ojala consigas amar y
ser amado, volveré en un mes y entonces, sabré todo lo que ha pasado.
--De acuerdo Galel, te estaré esperando aquí,
en este mismo lugar, donde hoy nos separamos, vos te darás cuenta si estoy solo
o no, eso simplemente te dirá sin que hablemos, todo lo que paso en este
tiempo, en que buscaré encontrar, para mi y ella lo que necesitamos, ahora
Galel un abrazo, anda vos también al barco, quiero quedarme solo, con mis
pensamientos.
Galel se alejo, hacia donde estaba la
tripulación esperando sus ordenes, todos subieron al barco, he hicieron los
preparativos, para que este se encuentre bien alineado, cuando llegue la marea
y pueda, partir sin contratiempos, pasaron dos o tres horas, las primeras
sombras fueron anunciadas, por la lenta subida del agua del mar, la ancha costa
poco a poco, se fue achicando a medida, que las aguas subían, el barco ya
flotaba libremente, a la espera de que los hombres, suelten amarras y lo hagan
zarpar, Gomara, en la playa, prestaba atención a todo esto, quizás por ello no
se dio cuenta, que había alguien más en ella, recién lo supo, cuando de pronto,
Victoria, surgida de las sombras, envuelta en los últimos reflejos del día que
se iba, estaba junto a él.
--Victoria ¿Por qué estas aquí?
--No pude dejarte solo, Gomara, solo, en el
momento más triste, de tu vida, cuando se va tu barco y dudas, si yo seré tuya
y yo pienso, si hiciste bien en quedarte, por eso quiero, ser parte de lo que decidiste,
porque soy sin quererlo, culpable de este paso que diste, porque siento, que
necesitas estar acompañado, por ello solamente, he venido a tu lado.
--¿Por ello solamente? Para cubrir mi soledad
con tu presencia, el verte es mucho más que eso, es suficiente, para que
desaparezcan, todas mis tristezas, es suficiente, para estar tranquilo, con la
decisión que tome, es suficiente, para admirarte, para verte en toda tu
belleza, envuelta en el brillo de la noche que empieza, eres hermosa Victoria y
ahora más que nunca, cuando se va mi barco, se que hice bien en quedarme,
porque se que te quiero y debo, conquistarte.
--Gomara ¡Se va el barco!
--Si Victoria, ya soltó amarras, ya se aleja,
poco a poco, lo veremos perderse en la distancia del mar, hasta que
desaparezca, ahora estamos solos, este es el momento, que sabes que te quiero,
esta es la prueba, que te doy de mi amor profundo, más que las aguas del océano,
mujer blanca, bella en esta noche, dulce como nunca, triste como siempre, soy
malayo, mi piel bronceada, cuando el sol la quema, sufre igual que la tuya, mi
corazón late, mi sangre fluye, mi alma pena, mi deseo aguarda, todo ello de la
misma forma, de igual manera, son atributos tuyos ¿Porque entonces te niegas a
ser mía? Más ahora, que de improviso, por un golpe de mar, nuestros pies
desnudos quedaron cubiertos por la espuma.
--Por la espuma malayo, pero debo decirte, que
no hay gaviotas en el aire, no se forman círculos por los cuales, podamos
amarnos para siempre.
--Tienes razón Victoria, el conjuro es de día,
a plena luz, cuando las gaviotas planean y el mar, esta sereno, la espuma es
blanca como tu piel blanca, la alegría vuela, alrededor nuestro, traída de la
mano del calor del sol, hoy es noche Victoria, reinan la soledad y las sombras,
esta espuma que nos moja, es agua revuelta del río de la vida, resaca de todos
los sufrimientos humanos, nuestros pies en ella, confirman que pertenecemos al
reino de lo vivo, no podemos huir de lo que somos y seremos, solo el amor
Victoria, solo el amor nos salva, en estas solitarias playas, o en el centro de
Kuala Lampur , con sus boliches de luces de neon aterciopeladas, nuestros
corazones hablan, nuestras almas sufren, aquí en la playa, ¿Cuánto me harás
sufrir, mujer blanca? ¿En que tiempo querrás ser mía? ¿O deberé partir de esta
isla con las manos vacías?
--No se Gomara, deja que el tiempo pase y nos
lo diga, ya desapareció el barco, ya he recibido tu prueba de amor más
esperada, ahora permite que lo piense, deja que mi espíritu se calme, que mi
corazón tranquilo, me comente los murmullos, que de mi alma salgan, empieza el frío
del mar, el frío intenso que el aire del polo nos acerca, salgamos de aquí
Gomara, vamos a mi casa y a tu casa, a cubrirnos del viento, una cosa te digo,
mañana, cuando el sol este alto, quisiera con vos caminar por la playa, dejar
en manos de tus ancestros, de Kuala Lampur el juego, la combinación amorosa de
espuma de mar, de pájaros en vuelo y círculos, que forman estos, por sobre
nuestras cabezas, sería el destino ¿Verdad malayo? Eso que veo grabado, en tus
oscuros ojos, que miran desafiantes buscando que te quiera.
--Es así mujer blanca, aunque no lo creas,
llegue a estas playas que nunca las frecuento, para encontrarme con vos una
tarde, con vos que estabas sola y desesperada, yo también traía mi soledad a
cuestas, nos vimos y vi., más de lo que vos viste, vos te fijaste en un hombre,
yo vi. a la mujer amada, yo entendí –malayo- que los dioses me llevaron, al
encuentro de la mujer, que debía ser mía, porque no es uno que busca al amor,
sino que somos buscados por el, a través del destino, que nos guía hacia la mujer,
que será nuestra y de ella seremos, porque dicen los dioses, que el destino de
dos personas, cuando se aman de verdad, profunda y sinceramente se quieren, ese
destino de ambos, se convierte en uno, para siempre, no se que pasara mujer
blanca, pero mi educación de malayo, la vida que he llevado, la cultura de mis
dioses y presagios, me dicen, del borde mismo de la isla de Borneo, atravesando
el estrecho de Balabac, allí donde los vientos se bifurcan y los hados, se
pierden por el mundo, que serás mía, tarde o temprano, de día o de noche, sobre
la espuma del mar, o bajo el techo de cocos amarillos, serás mía mujer blanca,
los dioses me hicieron la mitad, de tu destino, la otra mitad que te pertenece,
encontrara la mía, yo solo se que te amo, yo solo se que te quiero, soy el
esclavo mujer blanca, de tus deseos, me dices que hace frío, que nos vamos, nos
estamos yendo, me dices que mañana caminaremos en la playa, andaremos mañana en
la arena, el día que me digas, que te ame Victoria, ese día sabrás, por los presagios,
por el silencio, por tu cuerpo, que nadie te habrá amado tanto.
--Malayo ya llegamos al claro del bosque,
cerca estamos de nuestras casas, la noche es bella, el cielo inmenso, el mar
visto desde aquí, parece nada, esta noche malayo, en el silencio profundo de
este bosque, mientras escucho muy lejos, el tenue rumor de la marea, oirás de
mis labios que estoy cómoda a tu lado, que te siento compañero, que estoy
contenta que te hallas quedado, no hubiera podido soportar, que te hubieras
ido, por eso fui hasta la playa, para confirmar con mis ojos, que estabas ahí,
sobre la arena, para no verme sola nuevamente, te traje conmigo a nuestras
casas, para no verme sola y tratar, que el amor entre en mi corazón, necesito
tiempo, necesito que la mitad de mi destino, que tus dioses, me han dejado,
fluya lenta, dulcemente, sin que nadie la obligue, salvo yo y mi deseo, hacia
tu lado.
--Estamos llegando, por primera vez, Victoria
mujer blanca, escucho de tus labios palabras, que aumentan mi esperanza,
despidámosno aquí, solo con mirarnos, con vernos el fondo del alma, en la
pupila clara, de nuestros propios ojos, ojala esta noche, dormidos ambos,
soñemos sin saberlo, el sueño que nos una, mañana, iremos a la playa, a caminar
por ella, descalzos en la arena y si en un momento dado, sin darnos cuenta,
mojamos nuestra huella en la espuma del agua, mientras las gaviotas vuelan, en círculos
cerrados, sobre nuestras cabezas, mujer blanca se cumplirá el presagio, no
podrás escapar de él, yo te anuncie que una tarde, cruzarías el marco de mi
puerta y si mañana ocurre, no debería para vos ser una sorpresa.
--No se lo que va a ocurrir mañana, malayo, no
me gusta buscar en el futuro, lo que hoy no siento, estoy cansada, pienso que
vos también, te dejo, hasta mañana, después del mediodía, golpea mi puerta,
saldremos por la playa, no se si las gaviotas, no se si la espuma o los círculos
cerrados de las aves, Gomara, tal vez no pase nada, pero igual salgamos,
estemos juntos, estoy cómoda a tu lado, hasta mañana malayo, que descanses y
ojala como vos dices, soñemos los dos el mismo sueño.
--Hasta mañana mujer blanca, cuando el sol empiece,
a caer hacia las sombras, golpeare tu puerta, para que juntos vayamos por la
playa.
Ambos se separaron y la noche, silenciosa y
profunda, cayó sobre la isla, sobre la mente y el cuerpo de sus habitantes,
todos durmieron y también al otro día, con la primera claridad del alba, se
despertaron todos, para seguir cada cual, como hasta ahora y siempre, con su
vida, pasado el mediodía, Gomara, fue en busca de Victoria y tal como habían
quedado, golpeo su puerta, ella salió descalza, con una pollera y una remera,
el pelo suelto, dispuesta como dijera anoche, a caminar por la arena.
--¿Qué tal Gomara? Te esperaba deseaba salir a
caminar con vos.
--Victoria, eres hermosa y mis ojos, te
contemplan embelesados, puedo en esta isla solitaria, donde la naturaleza es
exuberante, ver la belleza propia de lo nuevo, o de lo raro, pero en vos, miro
la belleza, de la mujer amada.
--Malayo no me envuelvas, de tan bellas palabras,
no se que contestarte, me hace daño, quizás yo tenga otro modo de mirarte, que
no lo adorne tanto, como tus bellas frases, pero bueno, caminemos, eso quiero
que hagamos, por la playa y si quieres hablarme, yo te escucho.
--Vamos, te propongo, el sentido contrario al
que hasta ahora recorrimos, cada playa, es un mundo de grutas, desvíos, cursos
de agua que llegan al mar, pequeños acantilados, zonas rocosas de dura arena,
donde podremos subir y ver más ancho el horizonte, yo conozco la tierra, se de
todo lo que hay sobre la playa, te iré contando, si quieres mujer blanca, la historia
de cada marca, de cada piedra, de las extrañas hierbas de la costa.
--Adelante malayo, llévame adonde quieras, que
me gusta caminar sobre la arena.
Caminaron un rato, recorrieron la playa, la
tarde de sol los puso felices y se olvidaron del mar y de sus misterios, de sus
flujos y reflujos, del ir y venir del agua en la costa, de pronto ambos se
encontraron, con que estaban caminando, sobre espuma, levantaron sus ojos asombrados
y por sobre ellos vieron, gaviotas que volaban, en círculos perfectos, círculos
cerrados.
--¿Qué hemos hecho malayo?
--Nosotros nada, el destino lo hizo mujer
blanca, unió nuestras mitades, en un solo giro del vuelo del ave, ahora estamos
presos de sus designios, tu corazón y el mío atrapados, cae la tarde volvamos,
no puedo ni puedes hacer nada, deberás cruzar el marco de mi puerta, porque
declina el día, porque la noche sube, porque el mar se calla, vamos.
Fueron tomados de la mano, muy juntos sus
cuerpos y sin hablar palabra, para dejar la playa, él la tomó del hombro, para
sentir que amaba ella, paso el brazo por su espalda. Caminaron, jugando sobre
la huella de sus propios pasos, que habían ido, así llegaron a la casa,
Victoria cruzó el marco de la puerta, con presagio cumplido, estaba enamorada,
estaba enamorada de Gomara y ambos, se encontraban soñando, que soñaban un
mismo sueño, mientras el rumor del amor, como el del mar distante, hacia ellos
llegaba.
--¡Amor! Gomara, ya te quiero, ya veo tu
cuerpo junto al mío, desnudo en esta cama, ya beso tus labios, ya cierro mi
mano, con tu mano, ya acaricio tus piernas, con mis piernas, ya tus pies los
toco, ya nuestros dedos tiemblan, ¿Amor que me hiciste? Que estalló ese fuego,
que presagiaste tanto, no es posible dejarte, ahora que te amo, tu piel morena,
es mía malayo, te la roban mis besos, te la arrancan mis manos, has lo mismo
vos, con mi piel blanca, quiero sentirme tuya, para siempre, sobre la tierra
firme y en el mar infinito, sentir que me amas, que tus besos son míos, que mi
sexo penetras, que a mi ansiedad la calmas, solo se que te quiero, que mis
pechos estallan si los besan tus labios, que mi pena termina, porque te amo
malayo.
--Victoria, estas al lado mío, como lo quise
siempre, como busque que así sea, desde que te vi. en la playa, tu cuerpo tan
perfecto, tu piel tan blanca, siento que te amo más allá del deseo, siento que
eres mía y no puedo creerlo, recorro con mis manos, tu calido cuerpo, tus
piernas y tu sexo, tu vientre y tus senos, más allá de todo, tus labios que los
beso, quisiera ser espuma, de mar que te penetre, como el agua se pierde, en la
humedad de la arena, como pasa el tiempo y nos encuentra quietos, mirando a
nuestro amor, que hermoso va naciendo. Así estamos, en esta nave isla, perdida
en el océano, los dos juntos, abrazados, tus senos y mi pecho, tus brazos que
me aprietan, los míos que te envuelven, las bocas y los dientes, las lenguas
que se pierden, adentro de la gruta, donde anidan los besos, juntos los dos,
viendo nuestros ojos que brillan en la tenue oscuridad del cuarto, pensamos y
soñamos, un circulo es el ave, un vuelo tu misterio, un sueño, que se copia del
sueño que tu tienes, un dulce orgasmo que te sacude entera, vibra tu piel
blanca, tiembla mi piel morena, es que soñamos juntos, amarnos para siempre.
El lecho muy revuelto, dos cuerpos abrazados, dormían
en la noche que ya había llegado, la isla silenciosa, muy dentro ellos del
alma, se soñaban, como si estuvieran despiertos, tal si hubieran buscado, cada
uno un recuerdo, que los representara, en el mundo del sueño, el tiempo
imaginado, donde desnudos ambos, cubriéndose de besos, de nuevo volverían, al
juego del amor, el uno junto al otro, caricias encontradas, que repiten el plano
del deseo interior, entonces, estalla el beso y las bocas se encuentran, los
sexos se unen, como capullos que de pronto se convierten en flor, los suspiros
brotan de los pechos dormidos y en las almas quietas, ruge el volcán encendido,
de la pasión oculta, que no descorre el velo, de la fantasía de aquellos que
despiertan, cuando aparece el día, el sol que se abre paso, ella y el desnudos,
de pronto, por sus cuerpos un ligero temblor.
--¿Amor, estar despierto?
--Mi vida, eso estoy.
--Gomara, hemos gozado juntos, nos hemos amado
Gomara, como nunca imagine amarte, pero si como creí, que me amarías, ¿Qué ha
pasado entre nosotros amor? Sucumbí ante tu deseo sin darme cuenta, ¿Habrá sido
la espuma del mar? ¿El vuelo de las aves? ¿Qué habrá sido malayo, tu piel, tu
raza, tu cuerpo tan bonito, el negro profundo de tus ojos?
--A sido todo eso junto que preguntas, mujer
blanca, yo podría agregarte, tu dulzura infinita, tu piel blanca, mi deseo, mis
ansias de que seas mía, el buscarte siempre, aunque no quisieras, porque estaba
seguro, confío en los presagios, que al atardecer de algún día, no sabia cual,
poco importaba eso, al fin serías mía, se que no entiendes, imagino que es
imposible para vos, comprenderlo, pero yo supe siempre, que los hechiceros de
Kuala Lampur, halla en sus templos, donde el incienso vuela por el aire y las
campanas, dejan oír lamentos y conjuros, ellos con sus pases y sus hechizos,
sellaron nuestros destinos.
--¿Porque ellos decidieron sobre nosotros
Gomara?
--Porque ambos, vos y yo, veníamos de amores
imposibles, que por distintas razones, propias de cada situación, destrozaron
nuestras almas, e inundaron de soledad nuestras mentes.
--¿Pero no sabían de mi existencia malayo y no
se, si acaso de la tuya?
--La visión del que anuncia los presagios, va
más halla que la nuestra, Victoria, si aparecí en la playa, ¿Por qué habrá
sido? Si viniste vos a mi encuentro, habiendo otros, que pudieron haberlo hecho
en tu lugar, ¿A que se debió esta circunstancia? Deja que mi mente de malayo,
sueñe y sienta, que eres mía, que te pertenezco, porque así lo quisieron, mis
ancestros, el mar, la cubierta, la soledad, el no saber ni donde ni cuando,
surgirá la tormenta, mi fragilidad humana, todo eso mujer blanca, me entrega al
destino, me pone en sus manos, de el dependo para encontrar la muerte, o el
amor que haga feliz a mi alma, yo encontré el amor en esta isla, vos junto a mi
lo hallaste, porque mi barco rompió velas, si te digo que nunca me paso esto,
si te cuento, que eran limpias y blancas, eran nuevas, ¡Se rompieron Victoria!
En el giro de timón que di, para no hundirme, te vi. en mi presencia, eras para
mi, para lo que yo quiero, la mujer más hermosa que vi en la tierra y en los
mares, blanca, luminosa, como las pupilas de mis ojos, que veras mientras
vivas, al lado tuyo mirándote siempre, creo que por todo esto, nos enamoramos,
mujer blanca, hoy ya no puedo dejarte, porque tome tu cuerpo, vos tampoco
puedes irte, ya que de el mío eres dueña, estamos juntos nos amamos, sino te gusta
hablar de los presagios, dime coincidencia, acepto lo que digas, comprendo lo
que piensas, porque quiero Victoria, que con este amor hermoso, salgamos de
esta isla, ambos, vos y yo, hechos pareja.
--¿Piensas que nos iremos juntos, en tu barco
Gomara? ¿Qué me ofreces, para estar con vos, además de este amor que me devora?
--Es media mañana, dejemos por un rato
nuestros cuerpos desnudos, este hermoso lecho donde el amor hicimos, vayamos a
la playa, quiero hablar con ella, quiero escuchar el viento, quiero ver el mar,
la humedad de la arena que recorra mi cuerpo, allí ese es el lugar, mi lugar,
donde quiero decirte que pienso para nosotros, donde quiero pedir su
consentimiento, al dios del mar y nadar en él, para que me otorgue la dicha, de
que vengas conmigo ¿Tenes malla Victoria?
--Tengo, en mi casa.
--Vamos allá, quiero hablarte en la espuma del
agua, del próximo presente que vivamos juntos, como imagino que será, luego si
aceptas lo que digo, si llegas a las mismas conclusiones que he pensado, nos
internamos en el mar, quiero nadar con vos en el Pacifico, quiero preguntarle
al mar, si puedo llevarte conmigo, es un sentir malayo, vos simplemente amor
nada a mi lado, no te alejes de mi, porque en el agua más que en tierra, hay
que tener mucho cuidado.
Al lado de ellos estaba la casa de Victoria,
ella cambio su pollera por una malla, tomados de la mano bajaron al mar, por el
camino de la selva, hasta llegar adonde brotaba el riacho del fondo de la
tierra, siguiendo la ribera de este, pronto dieron contra el mar y sus pies,
jugaron con la espuma de la playa.
--Victoria este aire, que da en nuestro
rostro, acercaría mi nave a estas playas, se que Galel piloteara bien, para que
no ocurra eso, cuando mi barco llegue, no se que piensas vos –pero antes de
decirlo escucha lo que digo- pienso llevarte, porque esta isla es tan solitaria
y falta absoluta de recursos, que es imposible hacer nada en ella, solo un
huerto, pescar en la costa del mar o en los ríos, dormir y comer y ese, no es
tu destino, ni quiero que lo sea, pienso que deberíamos ir a Sandakar, en
Borneo sobre el Mar de Célebes, ahí tengo yo los tres barcos que poseo, es más,
tengo mi casa, tu casa, nuestra casa, tu posible mundo al lado mío, si te pido
que vengas, porque estoy seguro que te quiero, serás mi mujer, mi amante, mi
esposa lo que a vos te parezca, que debes ser, yo siempre seré el mismo, el
hombre que te ama, te cuida y te protege, porque cuando nací mi madre, me dijo,
si era hombre, eso debía hacer, porque todo malayo en todo Borneo, respeta a la
mujer que eligió en su vida, porque sabe, que se respeta el haciéndolo. En
Sandakar viviremos juntos, de mi trabajo los dos, dejaré el mar y solo me
dedicaré a administrar los barcos, como te dije antes, de lo que tu quieras
ser, quiero ser tu hombre, tu amante o tu esposo, pero no quiero, que el mar
nos separe, entre el y vos mujer blanca, aunque antes no lo hubiera creído
posible, después de conocerte, vos le has ganado y me quedo a tu lado.
--Iré con vos Gomara, como la estela de agua,
que sigue al navío que parte, yo te sigo, no se si seré tu amante o tu esposa,
no me interesa eso, pero sábelo malayo, que seré siempre una mujer a tu lado,
que necesito de tu amor como vos del mío, que estaremos juntos y sobre todas
las cosas, que sabremos estarlo, Gomara te pido, que me ames, pero cuando
estemos juntos, también quiero que me entiendas, como yo comprenderé tus cosa,
malayo mío, ¿Cómo es Sandakar?
--Para mi hermosa, pero no te digo nada, debes
ser vos quien la descubra, quien se enamore de ella, porque ese será el lugar,
donde los dos trataremos, de que este sueño que nos regalo el destino, se haga
realidad, en el transcurso del tiempo, que vivamos. Victoria, vamos al agua
quiero nadar, necesito hablar con el mar, aunque te parezca raro y no lo
entiendas, preciso estar con el, ha sido mi mejor amigo y puede de golpe,
convertirse en mi peor enemigo, le temo a esto, quiero calmarlo, como vos, el
debe entenderme.
--Te sigo Gomara te pido que me cuides
mientras nado.
--Estaré siempre cerca tuyo, mujer blanca, tu
cuerpo flota en el agua, como las flores en los lagos de Kuching, aún más
hermosa eres, ya que mueves los brazos y agitas las piernas, cubriendo tus pétalos
de espuma blanca, que brilla al sol, como las perlas, que habitan lo profundo
de las aguas, en las costas de Labuán.
Se bañaron. Jugaron en el agua, se besaron en
ella, sus cuerpos juntos o separados, siempre en todo momento, fueron cuerpos
por ellos amados. Cuando el sol empezó a retirarse, rumbo a otras tierras,
decidieron, salir del agua y volver a la casa, de Victoria, que ha partir de
hoy, también sería la de Gomara, hasta que el navío de él, venga a buscarlos.
--Amor, quizás le deba, a ese amor imposible
que me trajo, a estas islas, el ser hoy tuya, malayo.
--Es así Victoria, lo que una vez quise
explicarte, de que los hechiceros unieron nuestro destino, tiene algo que ver
con lo que vos ahora dices, ellos fueron la causa, de que mi amor con la Sacerdotisa,
del templo de Kuala Lumpur, fuera un imposible, por ello, me guiaron hasta esta
isla, para encontrarme con vos y me entregaron, a tu deseo y a tu amor,
sabiendo así, que restituían en mi alma, la pasión que en ella se había muerto,
no eres de ningún templo Victoria, pero los dioses saben, que te amo como nunca
he amado, estuve dispuesto a perder mi barco, mi destino en el mar y quedarme
en esta isla, donde tu estas, si no hubieras querido ir a Sandakar, junto
conmigo.
--Las cosas cambiaron para bien Gomara, ahora
quiero ir, con vos a Sandakar, ahora yo también te amo, como nunca creí que
fuera a amar, no me importa tu pasado o el mío, a vos tampoco debe importarte
nada de lo que fue, amor, solo tenemos un presente en que debemos ser, ambos
felices, nada más.
--Es tal cual lo dices, Victoria, estamos
llegando a tu casa, nuestra casa, el lugar que viviremos, hasta que nos vayamos
de esta isla, venimos del mar, en todo el camino vi, tu cuerpo casi desnudo
junto al mío, sentí como el sol secaba nuestra piel, como el viento, revolvía
el húmedo cabello que traíamos de la playa, mi mano en tu hombro, presintió,
los lugares donde guardas al amor, en tu
alma, me vino deseos, de llevarte al lecho, mujer blanca, de acostarme
de nuevo, de hacerte el amor, porque es hermoso jugar con tu cuerpo, igual que allá
en el mar, de donde venimos, las olas te mecieron, la luz del sol, acaricio tu
piel y la brisa marina, recorrió todos los secretos, que me muestras, cuando
estas desnuda al lado mío, por eso, porque quiero poseerte mujer blanca, quiero
ser ola, sol y brisa que habite tu cuerpo.
--Yo también quiero, porque tu piel me dice
que me amas, cuando apoyo mí oído en tu pecho, porque tus ojos negros y
profundos, son el misterio que enciende mi fuego, porque te amo malayo, como la
luz del sol al agua ama, cuando tú la recorres veloz con tu cuerpo.
Entraron en la casa, buscaron el lecho, se
vieron un instante, arrancaron sus mallas y estando desnudos, decidieron ser
ellos.
--Besa mi boca, acaricia mis senos, hunde tu
mano en mi sexo, quiero gozarte, si estas a mi lado, desnudo, es para eso.
--Tu boca beso y tu lengua esta en mi lengua,
al juntarlas siento que entro, a lo profundo de tu alma, halla donde guardas al
amor, en tu sexo, siento que besando tu boca, beso todo tu cuerpo, acaricio tus
senos y parece que fuera, acariciar el cielo, esas nubes que vuelan, al
atardecer del verano, transparentes y llenas de penachos blancos, hundo mi mano
en tu sexo y siento, como arena que el mar se la lleva, se que no soy yo que en
el entro, sino que eres vos, que me lleva.
--Por favor amor, ¡Abrázame fuerte!
--Te abrazo, entonces somos dos y uno, mi
deseo y el tuyo, mi boca y tu boca, tu sexo, mi sexo, tu cuerpo entra al mío,
yo el tuyo penetro, somos inseparables, como la flor y el tallo, como el mar y
la playa, cual la arena y el agua.
--¡Amor! Ciento que el orgasmo me transporta
me lleva, me trae, como el mar a la ola, mientras tus manos naves, recorren mi
cuerpo, tu boca dulce me besa los labios, ¡Soy tuya malayo! Como las piedras
del acantilado, igual que la arena, son partes inseparables, de la playa.
--Cuanto te quiero, mujer blanca, mientras
siento tu cuerpo, entre mis brazos, temblar por el placer que te provoco,
escucho de tu boca los gemidos y mi mirada, busca, la placidez, de tus divinos
ojos.
--Amor, estemos quietos, la paz todo lo
envuelve, no retires tus brazos de mi cuerpo, quiero estar así, juntos un largo
rato, porque necesito de vos, de tu presencia, de que no te apartes, de mi
lado, saber que eres mi hombre, yo tu mujer, los dos una pareja.
Las primeras sombras de la tarde, trajeron las
otras sucesivas de la noche, nuevamente, como tantos otros días, duerme la isla
y sus habitantes descansan, esperando el amanecer, que llega y pasa, a Victoria
y Gomara, los días con sus noches, se le fueron volando de las manos, como
arena seca al sol, como tiempo que se va, tras el ave que escribe el destino,
de cada uno de nosotros, así llegó el momento, el instante deseado, que ambos
querían que llegara, una mañana igual a tantas, diferente a todas, estando en
su casa conversando, escucharon de pronto, el ruido que venia de la playa,
entraba en la ventana para anunciarles, que todo estaba listo y preparado, para
que de allí se vayan, tal como querían, como esperaban hacerlo, deseando ambos
dar comienzo a una nueva vida, que construyeran con sus sueños y esperanzas, el
ruido de la playa, ese hermoso sonido, que alegraba sus almas, era el cañón de
proa, del Barco de Gomara, que anunciaba jubiloso, que la nave había llegado y
Galel, en un bote los esperaba en la playa.
--Es el momento malayo, debemos partir.
--¿Qué nos llevamos?
--Nada.
--¿Dejamos todo aquí?
--Solo nos vamos, vos y yo y la esperanza
malayo, nuestros cuerpos vestidos, tomados de la mano, recorrerán el camino, por
el claro del bosque, perpendicular a la playa, allí estarán Galel y su bote,
subiremos a el y partiremos, ¿Qué quieres llevar de este lugar? Nada es nuestro,
todo es de la comunidad, que aquí vive, vamos Gomara, tómame del hombro por
favor, vence mis miedos, rodéame con tu brazo, que te quiero, necesito estar
muy junto a vos, mientras partimos hacia Sandakar, comencemos a hacerlo,
cruzando la puerta y yendo hacia la playa.
Cerraron la casa, Gomara la estrecho contra su
cuerpo, juntos caminaron el camino, que un día recorrieron separados, sin
imaginar ella y el, que hoy la misma senda los encontraba unidos y enamorados
para siempre, en la playa Galel, los esperaba con un bote, más a lo lejos se
veía el barco, anclado en el mar, que los aguardaba.
--Galel hermano, ¡Has vuelto! ¿Cómo ha sido
todo, la pesca, la gente, la distancia?
--Todo bien Gomara, como quedamos, aquí estoy
para llevarte a Sandakar, por suerte para vos y alegría para mi, veo que no volverás
solo, sino acompañado.
--Es así Galel, te la presento, aunque ya la
conoces de haberla visto en estas playas, te presento a mi mujer, mi compañera,
la diferente a nosotros, que en Anambas dicen los dioses, nos acompañara toda
la vida, Galel, Victoria.
--Es un gusto Galel, que Gomara me presente a
su mejor amigo, nombrándome como su mujer, su compañera, porque eso he sido.
--El afortunado soy yo, de saber que están
juntos, porque se que Gomara, mucho lo ha querido.
--Bueno basta de charla, Victoria y Galel,
debemos partir, solo una última cosa, preguntarte quiero Victoria, antes de
irnos de este lugar, ¿Cuál es el nombre si te acuerdas, -has memoria amor- del navío
que te trajo a estas costas?
--¿Del pesquero japonés?
--Si, quiero su nombre, porque debo escribirlo
en la arena, antes de partir, para estar seguro, que cuando lo borre la marea,
ya no habrá ninguna nave que te aleje de mí.
--No necesitas eso, para saber que siempre estaré
a tu lado.
--Ya lo se, si pienso como vos mujer blanca,
pero soy malayo, me guío por presagios, por las estrellas en medio del mar
cuando navego, hoy en esta playa, que se que voy a dejar, para jamás volver a
ella, necesito –mi instinto me lo dice- escribir el nombre de ese barco.
--Si es así, lo recuerdo Atoll Way se llama el
barco japonés, ¿Te lo cruzaste en el mar Gomara?
--No puedo hablar, de lo que hago en el mar,
porque en el mar queda, el guarda todo lo que he sido, sobre su superficie
inmensa. -Espera un segundo- Ya esta su nombre escrito sobre la arena, esta
noche cuando lo cubra el agua, estaré libre de mi último presagio, vamos al
mar, vamos al bote, muy juntos apretados, partamos Victoria de esta isla, para
ir a Sandakar.
--Malayo, Gomara, amor.
--¿Qué?
--Dame un beso en la playa, si tu presagio fue
un nombre en la arena, yo quiero que dejemos en la isla de Talaud, en la isla
donde estamos y pronto dejaremos, un beso en la playa, que tomara la brisa, lo
transportara el aire y quedará por siempre, rondando los espacios, de este
nuestro nido de amor, que hoy dejamos.
Se dieron ese beso, subieron al bote, que
surco las aguas veloz, hacia el navío, este pronto levo anclas y desapareció,
rumbo a Sandakar, tras el horizonte, en la playa, más sola que nunca, quedaron,
un nombre escrito sobre la arena y un beso, que la brisa llevaba, mientras en círculos
cerrados, planeando sobre el agua, las gaviotas como siempre, jugaban.
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