Recuerdo a Juan en esta tarde soleada de
octubre, mientras alrededor mío, la gente pasa indiferente a todo lo que mira,
concentrada en su ombligo milenario. Pienso en él y me siento sola,
definitivamente abandonada por el hombre que quise, fugas pero intensamente.
Debo decirles que Juan se alejo pronto de mi, nos conocimos una noche en un
boliche, donde mi amiga Esther festejaba su cumpleaños, me lo presentaron, era
delgado y moreno algo más alto que yo, simpatizamos de entrada y pasamos juntos
casi toda la noche, bailando, charlando con amigos, hasta que se hizo la hora
del amanecer, con la claridad del nuevo día, empezaron a dispersarse uno a uno
los invitados, nosotros también decidimos salir, ya en la calle Juan me propuso
caminar, me tomo del hombro, yo pasé mi brazo por su talle y nos perdimos por
esas calles de la ciudad, en donde cada tanto, nos cruzábamos con jóvenes que
al igual que nosotros, venían de bailar.
--Amanda no se que pasará entre vos y yo, no
porque sea un ignorante de mis deseos te lo digo, precisamente no, creo que me
conozco bien, pero debo explicarme, toda esta noche que estuvimos juntos, tejió
en mi, una pasión nueva, siento que me estoy enamorando de una mujer, en este
caso vos, y no se si estoy preparado para ello.
--¡Vamos Juan!, que me estas diciendo, yo
también veo en tus ojos el amor, y esa luz se refleja en los míos, haciendo
nacer en mi alma, la misma pasión que florece en la tuya, de que manera se te
ocurre entonces, decir que no estas preparado para amar a una mujer.
--¿Cuál es? Me cuesta preguntarlo, sobre todo
a vos a quien estoy comenzando a adorar, la causa por la cual un hombre puede
dudar, de pertenecer en cuerpo y alma a una mujer, muy simple, y a la vez
complicado, pero fácil de entender, soy homosexual, me gustan los hombres, casi
toda mi vida estuve con ellos, goce sus favores, entregué los míos, a tu sexo
lo vi como algo inexistente, una simple compañía para charlar, tan solo una
amiga, un ser confidente y muy semejante a mi manera de ver la vida, que me
aconsejaba en mis trifulcas homosexuales, y me prestaba su oreja, para
descargar todas mis penas, cuando esos hombres me dejaran, ese soy yo, así
crecí, sin culpa alguna, porque nunca me gusto el sexo opuesto, siempre busque
el mío propio para amar y ser amado, pero hoy en este instante, creo que peque
por vez primera, me siento socialmente observado y condenado, camino por la
calle llevando del hombro a una mujer, y lo que es peor y porque no para mi
incomprensible, mi sexo desea penetrar tu sexo y mi cuerpo me pide encontrarme
con el tuyo, ¡Amanda!, estimo que por primera vez hago lo que no corresponde, y
creo que te estoy convirtiendo en victima de mi locura, ya que se el camino que
de seguro vamos a recorrer, vos tratando de convencerme y convencerte de que me
apartarás de los hombres, y yo al final enredándome de nuevo en mis amores
homosexuales para dejarte, ¿!que hago!? ¿!que hacemos!? Repito, por primera vez
quiero entregarme a un cuerpo de mujer y tengo miedo, mucho miedo de todo lo
que pueda ocurrir entre nosotros.
--No elegimos la pareja, se nos cruza en la
vida, no podemos medir el tiempo del amor, este fluye entre nosotros y si somos
incapaces de mantenerlo vivo se va, desaparece como el sol detrás del
atardecer, para nunca volver, solo importa, si en lo poco o mucho que estuvimos
juntos, fuimos felices, si cada beso, cada caricia, fue un hecho de sinceridad,
heterosexual, homosexual o bisexual, puede ser muy importante para muchos, pero
quien sabe con cual se acuesta por primera vez, esos que te dejaron y se fueron,
después de una salida y una noche de joda, ¿Qué eran? ¿ ha que condición sexual
pertenecían? Solo puedo comprender que eran seres sin corazón, hombres piolas
como dicen, que solo gozan jodiendo a las mujeres, no buscan más que perder su
semen, y desaparecer en pos de otra mentira, para acumular victimas inocentes,
pavoneándose de ello en una mesa de café. Tipos detestables con los cuales te
cruzas, y te engancharon porque estabas sola, depre, caliente, que se yo. Pero
volviendo a lo nuestro Juan, no tengas miedo, yo no quiero salvarte de tu
homosexualidad, comprendo a los putos, no se lo que nos sucedió esta noche,
pero nos enamoramos, por primera vez sentí un cariño pleno a un hombre, y vos a
una mujer, lo lógico es que nos confundamos en este amor y vivamos sus
consecuencias, por mi, no hay tiempo ni competencia con hombres o mujeres, eso
te lo dejo a vos, lo único que te pido no me engañes, no lo tolero, si se te
aparece un tipo no juegues a dos bandos, se honesto y decímelo, sabré
entenderlo, es más, ya me estoy preparando para ello, porque te doy la razón,
es imposible cambiar nuestro pasado, cuando forma parte importante del presente
que vivimos, ¡pero basta de charla!. Te propongo lo que es una aventura para
vos, y una incógnita que no quiero saber como termina para mí, el primer taxi
que pase páralo, vamos al telo y allí en el lecho del amor, cada cual se
encontrará con su verdad, ¿tenes forros?
--¡Por supuesto!
--Entonces amor úsalos todas las veces que sea
necesario, tanto vos como yo conocimos mucha gente, y el conocer a muchos puede
matar si no se es precavido, soy joven, eres joven, quiero ver el sol todas las
mañanas , además de tener hoy una buena relación sexual con vos, por lo tanto
preservativo.
--Otra vez te repito, es lo que trato de hacer
siempre, no quiero exponer a los seres que quiero y menos no cuidarme yo, pero
mira ahí tenemos un taxi lo paramos y al telo.
Dicho y hecho, Juan detuvo el taxi subieron y
dio una dirección al chofer, el Hotel se encontraba por la zona de Palermo, así
que no tardaron mucho en llegar, bajaron, entraron y mientras Juan arreglaba
con el conserje, Amanda pensaba sin pensar, cual sería el fin de todo esto,
pero se daba cuenta, que cuando te cruzas con ese ser, complementario
apasionante y subyugante a la vez, es imposible retroceder, aunque presentía el
final de la película, estaba decidida a ser parte actora de la misma, la
llegada de Juan, la sacó de sus cavilaciones.
--¿Todo listo?
--Si habitación once en el primer piso vamos.
Tomaron el ascensor y entraron al cuarto en
penumbras, lo que esperaban encontrar estaba, la cama, al pié de ella se
abrazaron y fundieron sus bocas, selladas por sus lenguas que, cual calientes
tentáculos pequeños y anhelantes, los ataban a la pasión y al deseo, se fueron
desnudando lentamente, como quien deja caer los pétalos de una flor muy bella,
cuando sus cuerpos libres de toda atadura, desnudos, se apretaron entre si,
desaparecieron el pecho del hombre y los senos de la mujer y ambos sexos fueron
uno y rodaron por el lecho, como el sol hecho luz , entra y sale de las
burbujeantes espumas, de las aguas caudalosas. Fueron gemidos, caricias,
palabras incomprensibles, breves risas, y exclamaciones de supremo placer, un
acto sexual producto del cariño y no consecuencia del bárbaro deseo. Que solo
busca desagotar un pene indiferente y egoísta. Paso un rato del éxtasis final,
todavía abrazados, mezclados en uno, no se atrevían a separarse, hubieran
querido que el tiempo detenido fuera el escenario, donde poder gozar ese
instante de inmenso placer, donde la ternura arroja afuera toda mezquindad
humana, y nos convierte a través del amor, en seres que se puedan mirar a los
ojos con sinceridad, y decirse te quiero, nos amamos, estamos juntos, al final
del camino la vida nos unió e hizo de nosotros una pareja que se quiere y
necesita del uno con el otro, porque la vida, esta condición humana, es
incomprensible si no estamos juntos, pasando a ser horrible en nuestra soledad.
--Juan es hora de partir, ¿Quién se baña primero? Tiramos la monedita o
voy yo.
--Anda yo te sigo, nos bañamos juntos y chau.
Amanda lo aparto dulcemente, dado que lo que
se quiere produce ternura, se incorporó yendo al baño, su cuerpo de mujer joven,
su culo firme y diferente al de los hombres, produjeron en Juan al mirarlos una
extraña sensación, algo diferente estaba pasando, y le costaba digerir esa
nueva situación, pero la había pasado
bien, gozó sin diferencia alguna y eso lo tranquilizo, ya oía desde la cama el
rumor del agua al caer sobre la bañadera, decidió levantarse él también,
buscando a su amor para concluir el acto sexual higienizando los cuerpos,
mojándolos en el agua purificada , del fuego y de la tierra, la piel de la
mujer amada y su propia piel, ya que ambas fueron el contenido de sus pasiones
desenfrenadas, un instante y ambos se abrazaban, mientras las gotas húmedas
convertidas en cálidas caricias, surcaban en sus cuerpos el misterio del amor
humano, único e indestructible, ya que siempre vuelve en cada hombre o mujer,
en cada miseria o en cada derroche, dado que de el tomamos el néctar de la vida
para seguir andando.
--¡Basta Juan! sequemosno y nos vamos es tarde
ya.
--Como vos quieras.
--Una mala pregunta Juan, ¿Cómo te sentís
bañándote con alguien que no tenga tu mismo sexo?
--Hoy muy bien, lo que pasa no se si durará,
vamos saliendo será mejor.
Se vistieron y fueron en dirección a la calle
y al sol del mediodía, tenían hambre, así que a poco de caminar decidieron
comer, estaban cerca de Palermo Sojo, y buscaron un restaurante donde hacerlo.
--Mira Juan este me gusta, no es muy aparatoso
y me da sensación de intimidad entremos.
--Veni seguime, busquemos si hay una mesa
apartada, quiero estar solo con vos, tengo miedo, de que si no te gozo lo
suficiente y a cada instante, perderte para siempre.
--No me vas a perder y si eso ocurre no será
mi culpa ni la tuya, hay cosas de adentro de uno que gobiernan y pueden más que
la voluntad ¿de que estamos hechos Juan? no de lo que queremos, sino por el
contrario de lo que podemos ser, si estoy a tu lado y te amo, te entiendo, y
empiezo a jugar esta aventura entre una mujer y un homosexual, no solo deseo
hacerlo, también nada en mi rechaza el acto de intentarlo. Con vos pasará lo
mismo, si un día no puedes más, si tu propio sexo te llama imperativo, si el te
exige amor, y vos no podes evitarlo, todo bien, deberé darme cuenta que ese es
tu mandato, y a él sucumbiste.
--Temo fallar, nunca viví este sentimiento
antes, siempre fui seguro al amor que me gustaba, nunca dude, pero anoche y hoy
a la mañana en todo instante estuve a tu lado, me hiciste recorrer una
diferente geografía humana, que antes no me interesaba, lo que despertaste en
mi, fueron sensaciones dormidas en el tiempo, que no conocía y al enterarme de
ellas, descubrí que te amaba.
--Cortémosla acá Juan, disfrutemos la comida
que esta rica, hablemos de otra cosa, ¿Cuál es tu vida?
--Vivo solo, hace mas de un año me recibí de
contador y estoy trabajando en un estudio contable, desde bastante tiempo
atrás, incluso estando allí hice casi toda mi carrera, con unos compañeros,
trataremos de poner nuestro propio estudio, veremos como nos sale.
--Yo comparto el pecado de vivir sola, tengo
un jardín de infantes con una amiga, nos va bien, los chicos, es algo con lo
que me hallo muy a gusto.
--Por lo que veo ambos estamos encaminados, en
ganarnos el dinero para vivir, eso es importante, ahora me pregunto, ¿Cómo
seguiremos nuestra relación? ¿ha que nos debemos de ahora en más?
--No puedo contestarte, lo mejor sigamos viviendo,
veamos que nos depara el futuro, por lo pronto, el día esta muy lindo y podemos
salir, ¿Por qué no me llevas al cine?
--De acuerdo, en aquella mesa hay un diario
nos fijamos, y decidimos a donde ir.
Juan buscó en espectáculos y encontraron una
película que les pareció buena, la daban en un complejo de Belgrano, hacia
halla fueron, llegaron con el tiempo justo para sacar las localidades y entrar,
las luces apagadas y el acomodador, fueron su camino hacia las butacas,
acomodados en ellas, se entregaron a observar la vida de otros, a través de una
pantalla blanca, y un celuloide fragmentado en múltiples colores, tantos como
podamos soportar. A la salida después de un café, decidieron separarse,
reafirmaron su amor con un paseo por Cabildo, diferentes colectivos los llevaron,
a sus respectivos hogares, a las obligaciones de la semana que comenzaría al
día siguiente.
Amanda llegó a su casa y se preparó un baño de
inmersión, mas tarde se dirigió a la cocina, y tomó un café, mientras repasaba
en su cabeza, lo sucedido hasta ahora con Juan, llegó a la conclusión que lo
mejor sería no precipitarse, e irse a dormir, ya que mañana en el jardín le
aguardaba un día de mucho trabajo, por otro lado, sabía que realmente estaba
enamorada, y esto la hacía vulnerable a cualquier problema que se presentara,
además se daba cuenta de la clase de inconveniente que pudiera surgir, para su
tranquilidad, imagino que todo era posible, acaso los milagros también lo
fueran, encontró su dormitorio muy acogedor, apagó la luz y el sueño llegó
rápido, para el olvido de todas las cosas.
En cuanto a Juan, perturbado por su increíble
actitud, de dirigirse sentimentalmente al sexo opuesto, mantener una relación
con Amanda, reconocer que la estaba queriendo, más de lo que el mismo hubiera
supuesto, todo esto lo tenia totalmente confundido y a mal traer, cuando
ingresó a su casa, le dio la sensación de que volvía al pasado, a ese pasado
que inexorablemente haría que se aleje de ella. Sobre una mesita, parecido a
una máquina de matar sueños y manifestar realidades, se encontraba el teléfono,
el maldito elemento del cual, en cualquier momento, surgiría la llamada de un
homosexual, que le pediría de mil maneras, encontrarse, vivir juntos un momento
de amor, ¿podría el, impedir ser arrastrado por ese pedido, como tantas otras
veces, a los brazos de un hombre? ¿De
que manera no hacer lo que siempre hizo, considerándolo algo normal y lógico?
Todas estas preguntas sin respuesta, le complicaban hasta el infinito, su
relación con Amanda, tan nueva, tan singular para él, y por lo tanto alejada de
sus parámetros sexuales convencionales, pensó que era imposible, y supo en ese
momento, que no arrancaría el teléfono de la mesita, ya que dudaba y en el
fondo, necesitaba urgente escuchar una vos masculina, que le dijese te quiero,
necesito joder esta noche con vos, vení a casa, para saber en ese instante a
que jugar, cuanto de fuerte estaba ella incrustada en su deseo, y si era capaz
de negarse a una relación homosexual, con aquel insinuante varón que lo
llamase. ¡Si! No desconectaría el teléfono, dejó de pensar en el asunto y fue a
la cocina, comió lo que encontró en la heladera y se acostó, esperando que las
distintas insinuaciones de los diferentes seres, que poblaban su vida, le indicasen
el camino que debía seguir, no estaba seguro de nada y comprendía que
sucumbiría al deseo sexual que más le agrade, sin querer evitarlo, ya que es
imposible evitar la obra, para la cual nos fuimos construyendo. Con este
laberinto de sensaciones diferentes y opuestas entre si, se quedó dormido, el
futuro pensó, seria el ultimo arbitro de sus decisiones.
Llegó el otro día, Amanda pasó todo el tiempo
en el jardín y al finalizar su trabajo, llamó a Juan a la oficina para
encontrarse.
--Hola Juan, ¿Cómo estas?
--Bien Amanda terminando unos balances.
--Te llamo por si queres salir, es un día
cálido, será una noche hermosa, podemos empezar por un café de Cabildo y Maure,
¿si te parece bien?
--Si, no tengo problemas, ¿vos ya salís para
halla?
--En eso estaba.
--Entonces yo también salgo ya, nos
encontramos en el bar, chau.
--Chau amor.
Los enamorados vuelan por las calles, suben y
bajan de los colectivos, rápida y etéreamente sin darse cuenta, ellos llegan a
su cita de manera casi instantánea, como contrariando principios fundamentales
de la física, allí estaban Juan y Amanda, cuando llegamos nosotros, autor y
lector un poco mas lentos que ellos, tal vez porque no somos protagonistas.
--Juan, como pasaste el día, asombrado,
perturbado, ¡Juan! estas frente a una mujer tomándole las manos, mirándola a
los ojos embobado, te acostaste con ella, y aunque no tenga pene te demostró
que también te puede hacer gozar, que está pensando esa cabecita homosexual,
contame es importante que lo sepa, también que no nos ocultemos nada, necesito
luchar porque te quiero, pero no ganarte, sino estar a tu lado, simplemente
acompañarte en tu decisión, sea cual sea, explícate Juan, quiero saber.
--Amanda, es cierto, tus manos son el refugio
de mis temores, y el fondo de tus ojos, el mundo que me abres para que entre en
el, y me sienta protegido. Ayer a la noche, te confieso, cuando llegué a casa
tuve miedo, terror de una llamada que me hiciera retroceder, horror porque un
hombre me llame, y me invite a salir con el, pero no, tuve suerte no sonó el
teléfono, y te digo tuve suerte, porque quiero ser sincero, no se lo que habría
pasado.
--Seguís nervioso, tu inseguridad te impide
amarme Juan, ¡quereme como mujer! ¿soy un símbolo opuesto a tu deseo?
--No por el contrario, a tu lado, como puerta
que me impide volver al pasado estoy tranquilo, se que hoy seré tuyo, solamente
tuyo en la mirada de tus ojos, y en el deseo, extraño para mi, que ocupa mi
alma cuando te tengo cerca.
--Muy bien Juan, eso quería saber, siempre
estaré cerca de ti si lo deseas, y cuando un hombre te acose, si me llamas, te
amare para que eso no suceda, más no puedo ni quiero hacer, mi camino no es
salvarte ni protegerte, solo estar a tu lado porque te quiero, ambos estamos en
la misma.
--Gracias, sinceramente gracias, espero poder,
veni paguemos y vamos a caminar un poco, hay un hotel por aquí cerca, tus pasos
y los míos, llegaran a su puerta la cual atravesaremos, para amar nuestros
cuerpos y alegrarnos el espíritu, que joven, se embriaga fácilmente de los
goces del amor.
--¡Bravo!, ¡bravo!, mucha poesía equivale a
mucha pasión, y eso es bueno sin duda, me entrego de cuerpo y alma a tu paseo,
vamos.
Esa es la entrada, y los seres enamorados la
atraviesan sin saber que lo hicieron, engarzados uno al otro caminan por las calles,
viendo nada más que sus ojos y tocando sus cuerpos solamente, así llegaron
ellos y fueron al cuarto y al amor, a la piel desnuda, a la piel besada y
acariciada una y mil veces, mordida y apretada, arrojados al lecho sucumbieron
en tantas posiciones diferentes, como entrecruzamientos de piernas y brazos,
fueran necesarios para el placer, hasta que la penetración del hombre a la
mujer, cumplió su rito, la entrega del semen al nido de la vida, la entrega del
hombre a la mujer, para que esta lo contenga en su útero, como matriz sola y
única, diosa engendradora de la especie –no siempre reconocida- que nos obliga
a amarla, antes que nada, porque ella nos dio la posibilidad de estar aquí,
felices o infelices, sabios o brutos, somos lo que ella fue.
Y el acto termina, y el teatro de la vida,
recorre los velos del tiempo afortunado, en que hicimos el amor, y nos obliga,
aunque quisiéramos que sea eterno, a concluirlo. Así fue que Amanda y Juan se
alejaron del hotel, camino hacia el mañana, unidos en la ternura que nos
inunda, cuando fuimos felices con nuestro ser amado. Decidieron separarse y
quedaron en encontrarse al otro día, en el mismo bar, para estar juntos
nuevamente.
Juan entró a su departamento en el preciso
momento que sonaba el teléfono, un sudor frío apareció en sus manos de
improviso, levanto el tubo.
--Hola mi amor, mi queridísimo amor, soy
Claudio, ¿!que pasa con vos!? Me tenes muy caliente desde hace días, y no te
puedo encontrar para sacarme la calentura.
--Que tal Claudio como te va, estuve con mucho
trabajo y llegaba tarde a casa.
--Oime, porque no te venís ahora a mi
departamento, estoy preparando una cena que se que te gusta, cenamos, pasamos
un rato juntos, te quedas a dormir y mañana arrancas para tu trabajo, como
hicimos otras veces, ¿Qué te parece?
--Estoy cansado Claudio, quisiera irme ya a la
cama, sino te enojas déjalo para otro día.
--¡Otro día!, ¿!estás loco!?, quiero coger hoy
no otro día, hoy y con vos, por lo tanto veni que te espero, sabes que no me
gusta que me fallen, me pongo histérico, loco me pongo, o debo imaginar lo
peor, ¡¿estas con otro puto!? formaste pareja guacho.
--Cálmate nada de eso paso, solamente el
trabajo nada más, sabes que sos un tipo con el cual me gusta acostarme.
--Bueno, bueno, eso es interesante, ¿entonces
te espero?
--Hoy no Claudio, estoy cansado y por ahí no
funciono como te lo mereces, mejor aguántate un día, y la fiesta va a ser
mayor, ¿no te parece?
--Está bien guacho, solo por eso te aguanto un
día más, nos vemos.
--Seguro, guarda la cena en la heladera, la
metemos en el microondas y gran comilona, chau amor.
Colgó y se tiró sobre la cama, era un puto y
debía seguir siéndolo, mañana hablaría con Amanda, para terminar con esta
situación, que no tendría fin si no era separándose de ella, diciéndole que no
podía cambiar. Se durmió sin cenar, sin saber a quien amar, y con un sabor
amargo en la boca, fruto de la desesperanza que acongojaba su corazón.
Amanda ocupada en el jardín todo el día, vio
pasar el tiempo volando, poco antes de salir, en su celular recibió una llamada
de Juan.
--¿Amor nos encontramos como habíamos quedado?
--Por supuesto, dentro de un rato salgo para
el café, no te preocupes si te demoras un poco, llevo para leer.
--Bárbaro, termino lo que me quedó colgado y
nos vemos.
Amanda acabo de acomodar todo, cerro el jardín
y se encamino a verse con Juan, iba tranquila, pensando que le gustaría repetir
esta noche, lo mismo que la anterior, pero no dependía de ella, ya que esas
cosas se hacían de a dos, entró al bar, se ubico en una mesa alejada de la
calle, Juan no estaba, pidió un cortado y se dispuso a leer el libro que traía
en la cartera, al rato una mano se apoyo sobre su hombro, era él.
--Hola ¡viniste!.
--Si, por suerte termine antes de lo que
pensaba, quisiera un cortado.
--Pedime para mí una medialuna, tengo hambre.
--Por favor un cortado y una medialuna,
gracias.
--¿Como te ha ido hoy?, ¿llegaste bien a tu
casa anoche?
--Llegue bien, apenas entro sonó el teléfono,
era Claudio un homosexual amigo, me pidió que fuera esa noche a su casa.
--¿Y vos aceptaste?
--Le dije que estaba cansado y que lo deje
para hoy, ese hoy fue la excusa para no fallarte, quería verte antes,
confesarte lo que estoy sufriendo y hacerte ver que así no puedo seguir, casi
anoche voy con Claudio, solo no lo hice porque antes quería que vos lo
supieras, no te puedo ser fiel, amo a los hombres, como me dijiste que no te
engañe, vengo a decírtelo, fuiste la única que me hizo sentir en mi verdadero
rol, pero ese momento ya pasó, hoy debo volver a lo mío, a lo que siempre fui,
te pido perdón ya que estoy haciéndote sufrir y es lo que nunca hubiera
querido, que la pases mal por culpa mía, hoy Amanda será la última ves que nos
veamos, este tiempo que lo pasamos juntos, es un muy buen recuerdo para
nosotros, no lo quería arruinar, por eso estoy aquí para despedirme.
--Lo mejor que podemos hacer Juan, es seguir
lo que nuestro corazón nos indica, si el tuyo lo necesita volve a los hombres,
yo ni nadie puede evitar eso, me dolerá tu ausencia, pero quiero que sepas que
no guardo rencor, se que los pocos días que estuvimos juntos, fuiste mío,
hubieras seguido asi, pero la realidad se opuso a nuestra dicha, es cierto,
mejor de esta manera, no me engañaste y viniste a decirme la verdad, ser
sincero es una virtud y lo agradezco con toda el alma, siempre te recordaré,
como un amor que se cortó de golpe, de la misma forma, que a veces arrancamos
las flores más hermosas, pero debemos seguir Juan y el continuar, muchas veces
implica sufrimiento, el mío y el tuyo, el de los dos juntos se lo ofreceremos a
un amor, que como tantos no pudo ser, culpa de nadie, porque los dos nos
quisimos, tenemos que separarnos Juan y es doloroso, tratemos que el dolor no
nos supere. Te pido un favor, déjame elegir la forma de esta separación,
levántate de la mesa y ándate, después me iré yo, hace de cuenta que es un
hombre que se va y una mujer que vuelve.
F I N
Juan se alejó tal como Amanda se lo pidiera,
pero en lo profundo de su ser, un sentimiento de rebeldía, ocupaba cada vez más
espacio dentro de su corazón. Se sabía un ente ficticio y sin razón de
existencia, y como tal también se daba cuenta, que el final del cuento
propuesto por el Autor, era lógico y correcto ya que, se hacia prácticamente
imposible dejar la homosexualidad, por amar a una mujer, pero a Juan ente
ficticio, no le gustaba nada el final, que el autor propusiera, y al igual que
otros entes ficticios de mejor calidad literaria, pero no por ello diferentes
en su condición de entes, decidió visitar al Autor ya que como personaje quería
seguir con Amanda y por el amor de ella pelearía con el Autor. Sabía donde
encontrarlo, se dirigió al café donde este casi siempre iba, incluso escribía
en él, de ahí Juan estaba al tanto de su existencia. Entró al lugar, el Autor
en una mesa componía un nuevo relato, sin prestar atención a nada, decidido se
acercó a su mesa, y apareció en su papel, la pluma del Autor casi lo lastima
pero tuvo suerte, detuvo su mano súbitamente al verle, y se quedo atónito, ¡Juan
ante sus ojos!, ente ficticio escapado de otro
cuento, ingresando en este nuevo, ¡era un personaje inesperado!
--¿Juan que haces en mi nuevo cuento?
--Autor disculpe, no quiero ser personaje en
su nuevo cuento, estoy conforme con el anterior del cual participo, de lo que
no estoy conforme para nada Autor, es del papel que me ha hecho jugar en el
final del cuento.
--Juan no te olvides: primero que eres un ente
ficticio, segundo, que el trascurso de tu vida en el cuento, me pertenece a mí,
que soy el creador de la misma, tercero que eres homosexual, todo indica que lo
debes seguir siendo, razón por la cual concluí el cuento de esa manera.
--Autor, reconozco que soy un ente ficticio,
acepto que el desarrollo de mi vida está en sus manos, pero usted debe coincidir
conmigo, que muchas veces nosotros los personajes, a través del diálogo que
usted insufla en nuestra lengua, le fuimos cambiando el texto que originalmente
había preparado, y porque no, hasta algún final, fue llevado por nosotros entes
ficticios, a lugares en los que nunca creyó necesario llegar. Debido a todo
esto, vengo a pedirle como objeto excluyente de su creación. Que cambie el
final del cuento, pregunto: ¿la lógica de la realidad, debe siempre mantenerse
en lo literario?, ¿Yo ente ficticio sin razón de existencia, debo terminar como
mis lectores, en mis gustos y sensaciones debo ser igual, que los entes no
ficticios de carne y hueso?, atrapado estoy entre las letras de un abecedario,
incorporado a un idioma, desde este mundo de ficción, le digo Autor, que usted
y no otro me hizo amar a Amanda, que usted y no otro me arrancó breves días de
mi homosexualidad, convirtiéndome en amante desesperado, de una mujer a la que
no quiero perder, ¡le suplico!, es totalmente cierto que usted es el responsable
, del desarrollo de mi vida en el cuento, pero como ente ficticio, pienso que
usted no quisiera ser, a su vez, el responsable de mi sufrimiento eterno dentro
de él, cambie el final, ¿Qué le impide cambiar en la ficción la realidad?
--Juan te observo agitarte en mi papel, me haces sentir orgulloso de mis personajes,
los escribo como si fuera yo mismo, desgajado en distintos entes de ficción, te
has sabido defender bien, vuelve al cuento, espera unos días, y te encontrarás
con Amanda en el lugar que ella te recuerda. Allí te daré una mano, ahora debo
seguir con el nuevo cuento, no te olvides que eres ente ficticio de mi pasado,
ya te incorporaste a mis recuerdos, aunque por un momento de traeré de nuevo
para escribirte.
Una interpretación conservadora del Autor que
la trata de cambiar.
Hacia un rato que Amanda sentada en el banco,
sobre la vereda de la arbolada plaza, gozaba del sol, del paso indiferente de
la gente, pero no tanto de sus recuerdos, que la perseguían, ¿Qué sería del
destino del hombre que amo y amaba todavía? ¿No debió luchar por tratar de
retenerle?, tantas preguntas sin respuesta, herían su alma y aumentaban su
dolor, entendía que su amor jugaba con lo imposible de la vida, pero no
aceptaba perderlo, aguardaba el milagro de volver a recuperarlo, pero su lógica
le susurraba que todo había terminado, sumida en sus pensamientos, pasó un rato
de triste soñolencia. De improviso, noto que el sol desaparecía de su rostro y
de su cuerpo, alguien no sabia quien, se encontraba parado frente a ella, levanto
los ojos y su asombro no tuvo límites.
--Juan, ¡que haces aquí!
Juan, era él y no otro quien estaba a su lado,
la hizo levantar, la estrecho en sus brazos, retiro con su mano el pelo de su
frente, mientras echaba a andar tomándola de los hombros, entre el sol, el
verde y su dulzura, le habló de esta manera, la de un hombre enamorado a la
mujer que quiere.
--Amanda, han pasado muchos días de aquel en
que nos separamos, desde entonces solo pienso en vos, te deseo a vos y te pido,
al lado de esta felicidad que nos embarga, que vengas conmigo a vivir juntos,
formar pareja, no quiero estar más separado de vos, te necesito. No digas nada
amor todavía, quiero que conozcas las otras novedades, que ocurrieron en mi,
nunca más fui con Claudio ni con ningún otro hombre, me mude de departamento,
decidí para siempre alejarme de todo mi pasado, porque lo que solamente quiero
es estar con vos y formar una nueva vida, nuestra vida, ¿ que dices amor?
--Juan querido, ¡que decirte!, sufrí por el
amor que te tenía y que te tengo, hoy mi alegría es infinita, por el cariño con
que me hablas y por la esperanza, que me vuelve recuperada en tus palabras bien
amadas, ¡yo también te amo! Juan, siempre creí en nuestro amor y gracias a él,
hoy volvemos a estar juntos, seré tu pareja, no quiero más estar sola, iremos a
tu casa o a la mía y comenzaremos una vida en común, cuando te fuiste del café,
un hombre se iba y una mujer volvía, hoy ya no, somos dos seres que juntos y
para siempre comenzaremos una aventura diferente.
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