martes, 26 de junio de 2012

¿LO VULGAR PUEDE CON LO BELLO?


El príncipe más bello de todos los reinos del imperio el sonriente Bell-Bell así llamado, se presentó a la Reina Cielo Claro, para pedirle la mano de su hija, la hermosa princesa Pétalo de Flor, al mismo tiempo y desde otro lado, también llegó al reino un príncipe que nadie conocía, era un príncipe más de los tantos que había y lo llamaban Vulg-Vulg, en el país donde vivía. Nos encontramos entonces, con que la Reina Cielo Claro, tenía a dos visitantes que recibir esa mañana y ambos, venían a verla por lo mismo, a pedirle la mano de su hija, por consiguiente, antes de atenderlos y sabiendo ya, a través de su dama de compañía quienes eran ellos, decidió hablar con la princesa, para lo cual la hizo llamar a su presencia, una ves su hija ante ella le hablo así.
--Hija mía, mi adorada Pétalo de Flor, en la antesala de palacio tengo aguardando a dos príncipes que vienen en busca de tu amor, uno muy bello, el otro vulgar, ¿Debo escuchar a ambos, o quedarme solo con el que a mis ojos más agrade?
--No madre, debes escuchar a ambos y lo más importante, debes dejar elegirme a mí, que sea mi corazón quien lo confirme y no tu autoridad quien me lo imponga.
--De acuerdo, hablare con los dos y después te daré a vos la posibilidad de hacerlo con cada uno de ellos por separado o con quien quieras y serás vos, quien determine quien pasara a ser heredero de este reino.
--Gracias madre eso espero.
Se alejo la princesa y ya la reina sola, se encamino a la antesala de palacio para entrevistar por separado a dichos príncipes que al mismo habían arribado. Una vez allí, llamó a su dama de compañía y le dijo.
--Has pasar a Bell-Bell el primero que ha llegado.
Así lo hizo la dama de compañía y un instante después, Bell-Bell se encontraba frente a la reina, hermoso y presuntuoso, seguro por su belleza de ser el elegido por la madre y la princesa, la Reina lo hizo sentar frente suyo y empezó a hablarle.
--¿A que se debe tu presencia en este reino príncipe Bell-Bell?
--Reina Cielo Claro, se debe a que vengo en busca de la mano de tu hija Pétalo de Flor, ya que la he elegido como mi amor, entre todas las princesas de este imperio.
--Estoy orgullosa como madre que un príncipe de tu valía, se fije en una hija mía, pero como te darás cuenta nada puedo contestarte hasta no hablar con ella.
--Por supuesto Reina, dile que soy el príncipe más hermoso de la tierra y que eso, es más que suficiente para que me quiera. Dile además, que soy el que más dinero tiene y ha apuesto y seductor nadie me gana, porque de todos soy el más caballero, que camina los sitios de este imperio, espero tus noticias pero a ser sincero, seguro estoy que cuando la princesa de mi sepa, tan solo te dirá a ese quiero, estoy convencido de ello y eso es lo que espero.
Con estas últimas palabras y una inclinación de cabeza, se retiro de la presencia de la Reina el príncipe Bell-Bell y esta a continuación hizo pasar al otro príncipe, que estaba aguardando en la recamara de la sala de audiencias. Cuando Vulg-Vulg se paró frente a ella, la reina noto de inmediato que tenía frente suyo a un hombre común, que por casualidad quizás no por heráldicos mandatos, ostentaba la condición de príncipe, pero en el pueblo lejos de palacio, podía pasar por alguien que ostentara las disciplinas del arte o de la ciencia, un artesano de habilidosas manos, o un medico-mago de extrañas pócimas o un sacerdote de dioses olvidados, pero no obstante ello, decidió considerarlo un príncipe, lo que pese a el era y sin otro sentido que dirigirse a un casi igual de la realeza, le hablo de esta manera.
--Príncipe Vulg-Vulg, a diferencia de otros que he tenido frente mío, en tu caso hay algo que me desconcierta, no se de donde vienes ni que lugar tu reino ocupa en la tierra y como no puedes ser príncipe de vos mismo, quisiera me aclares todo ello.
--Reina Cielo Claro, para tu tranquilidad debo decirte que mi padre el rey Kara, domina las regiones heladas y olvidadas bien al norte del fin del imperio, allá donde las noches son eternas por largas temporadas y después vienen los días que nunca acaban, en ese lugar, donde la naturaleza pone a prueba la condición de los hombres y donde cada cosa, es consecuencia del trabajo de haberla conseguido, de ese lugar vengo, atraído por lo que los mercaderes en sus continuas caravanas me han contado de tu reino y mas que de tu reino, de tu hija amada. Por lo tanto soy un príncipe y pertenezco a un imperio formado de extensos suelos e impenetrables desiertos, de riquezas como cualquier otro y a cargo tengo un hermoso pueblo, por todo ello puedes estar tranquila de que no mi apariencia pero si mi formación y mi carácter, se asemejan a aquellos que han nacido en la corte y no en el llano.
--Siendo así, no tengo por consideración más que llamarte príncipe y por educación debo preguntar ¿A que has venido desde tu lejano reino a presentarte frente a mí, en el mío?
--He venido Reina por lo que dije antes, a pedirte la mano de tu hija, que despertó mi amor en el lejano sitio donde mi corazón ansioso lo esperaba.
--Príncipe, como tu debes suponer yo soy la mensajera de un deseo y quien reciba el mensaje, debe responder de acuerdo a lo que su corazón le indique, en ese caso entonces, yo seré mensajera de una respuesta y tu sabrás de mi boca, lo que ella piensa, mientras tanto quédate en palacio, pasa el tiempo en el hasta que ella se decida y cuando esto ocurra, tu sabrás entonces si te deberás quedar o deberás volver.
--Es justo lo que dices Cielo Claro, tal como Reina has hablado y yo como príncipe he aceptado si me permites, me retirare siguiendo a tu dama de compañía, para que me ubique en palacio y esperare aquí el tiempo que sea necesario, el acontecimiento más importante de mi vida.
Se retiro el príncipe Vulg-Vulg y la Reina se encaminó al encuentro de su hija la princesa Pétalo de Flor, la encontró a esta en la biblioteca de palacio entregada a la lectura, pasatiempo que le gustaba mucho, al ver llegar a su madre la princesa, dejo lo que estaba leyendo y fue a su encuentro.
--Madre ¿Sacaste alguna conclusión? Ya que viste a los pretendientes ¿Qué te parecieron ellos?
--No se hija, el uno hermoso y adinerado, algo fatuo, imagino que tratara de vivir a costillas del, reino y de el dinero que a vos te corresponda.
--¿Y el otro madre?
--El otro vulgar, podría pasar por un artesano, no tiene el porte propio de un príncipe y si el no dijera que lo es, nadie lo sabría, a esta altura debo decirte, que por momentos dudo que lo sea, a veces se me hace un charlatán de siete suelas, de esos que abundan en todos los imperios.
--Bien presentados están ante mis ojos para que yo decida, madre mía.
--Como le dije a ellos hija, tu decisión es la que vale y a ella ellos y yo nos atendremos.
--Gracias madre eso espero, ahora una pregunta que aguarda una respuesta ¿Qué se ha hecho del vulgar que pretende ser príncipe, pese a que su personalidad no de para ello?
--¡Hija! ¡Siempre igual! Sabía que te iba a interesar el misterio.
--Así es madre no puedo evitarlo, un hombre que no parece y es, alguien que se dice poseedor de un reino y tal vez habite una choza en nuestro propio imperio ¡Quiero verlo madre! ¿Dónde esta que no puedo con mi curiosidad?
--Calma Pétalo de Flor, por favor tu serás una reina y el quizás nunca pase de ser un plebeyo, pero bueno te diré donde esta, le dije que se quede en palacio hasta que tu decidas, el ahora se encuentra en la zona reservada para huéspedes, al sur del recinto mayor, donde el mar cuando es alta la marea, golpea las rocas de los muros y llama al temor de nuestros súbditos, allí estará, porque ese es el lugar que le ha sido asignado.
--Gracias madre precisamente, este es el momento del día donde el mar más se aleja de la costa y la playa inmensa parece el suelo de la luna, y el sol brilla tan alto, que hace no haya sombras en la arena, es el instante madre, así lo dicen nuestros hechiceros, que estamos verdaderamente solos y abiertos a los dictados de nuestro propio deseo, sin la sombra castradora que repite la imagen espejada de todos nuestros hechos, voy a verlo, te veré luego, a la hora de cenar y allí he de decirte, a cual de los dos quiero.
--Ten cuidado entonces que estarás falta de tu sombra y muy junto a tu deseo, que no te pierda este.
--Se cuidarme madre, porque la sombra del espejo a veces siento que repite los deseos libres de mi mente, como señales que yo y ella entendemos, porque una imagen no tiene valor sin nosotros y nosotros, no podríamos ser sin una sombra que nos represente en el espacio, adiós madre no te olvides que vuelvo.
La princesa conocedora del palacio y de sus vueltas, recodos y lugares, categorías puestas a los distintos aposentos, como una gran biblioteca que en ves de libros guardara gente, se encamino resuelta a la fortaleza sobre el lejano sur, donde el mar se rendía a sus puertas y era el lugar reservado a los  visitantes sean estos, nobles o plebeyos de los distintos reinos, para que allí habiten mientras están en palacio. Después de un  largo rato de andar y atravesar diferentes áreas, de pronto dio con un pequeño bosque de senderos bien cuidados y lugares protegidos, que servían de encierro a aves de exóticos plumajes, atravesó el lugar indiferente, tan conocido era por ella y al poco rato de andar diviso a lo lejos, justo en el final del bosque, los comienzos del muro que delimitaba la ciudadela de huéspedes del palacio, apuro el paso, no se quería perder la hora del sol alto, sobre el mar y la playa inmensa, que alejaba a este de la costa. Cuando llegó al interior del recinto, justo en el lugar donde todos se encontraban, busco al mayordomo principal y le pregunto donde estaba el príncipe Vulg-Vulg el recién llegado, este le respondió que en su aposento y ella le explico entonces, que vaya a buscarlo le diga que la princesa Pétalo de Flor, estaba en la playa y quería verle, de serle posible allí lo aguardaba. Dicho lo cual se dirigió hacia el sur, atravesando el gran salón de recepción y bajando las escalinatas, que pronto hicieron que sus pies se hundan en la arena y sus ojos a lo lejos, vieran a la tierra y el cielo juntándose como si el mismo fin del mundo allá lejos existiera, mientras tanto, el mayordomo fue al encuentro del príncipe Vulg-Vulg y le notifico todo lo que la princesa le mandara decir.
El sol abarca el cielo y la arena todo el calor del tiempo y los pasos de la princesa desnudos en la playa, marcaban el sendero de sus pensamientos, cuando otros pasos distintos que los suyos, ubicados en la misma dirección que iba ella, pronto se pusieron  a su lado fue entonces que Vulg-Vulg- hablo, dado que debía hacerlo, porque aquel que ama guarda sus mejores palabras para volcarlas sobre el objeto de su amor y su voz, pareció que era escuchada por la playa en silencio, el mar que en su quietud se asemejaba a un río y el viento, tenue brisa que apenas sustentaba el vuelo de las curiosas aves, en su ronda de lenguajes y misterios, contra el papel celeste del iluminado cielo.
Todo fue el comienzo.
--Princesa -dijo el-
--¿Qué? -contesto ella-
--He venido de tan lejos, de donde no existen ni este sol, ni este mar y si la arena, que no es playa sino desierto, donde todo es un mundo frío de desolados vientos y donde los caminos nunca son planos y rectos, sino que siguen el capricho de los dioses y los vericuetos de las zonas montañosas, donde los magos ocultos de nosotros, hilan nuestro destino en la invisible rueca de sus pensamientos y uno de ellos, me expreso una tarde en que volqué una dadiva en su mano abierta, a la par que lo miraba muy dentro de sus hundidos ojos, alejados de todo pensamiento, -fue en ese fin del día en una calle triste de un pueblo de aldea- el sabía que yo era príncipe aunque no lo dijera y que me gustaba confundirme con la gente común, aunque no lo supiera y me dijo algo más, que mi corazón estaba triste porque nunca había amado y que el motivo de ello, era que la persona por la cual mi corazón brincaría de alegría, no estaba en esa aldea, ni en las montañas, que a lo lejos se veían, ni en sitio alguno del imperio que como habitantes a los dos nos contenía, sino por el contrario, esa mujer de la cual el mago hablaba y yo me enamoraría era una princesa de un reino muy lejano, en dirección al sur, que ocupa las costas del Golfo de Bengala y el nombre escuchado por mi, fue Pétalo de Flor y desde entonces, camino día y noche por todos los distintos lugares de este mundo para llegar a verte y cuando eso ocurra como en este momento ha sucedido, solo decirte que te amo, solo poder esta contigo y si vos lo quieres, quedarme para siempre a tu lado.
--Vulg-Vulg- has venido de lejos para encontrarte conmigo y despertaste en mi, el amor que vos traías, al tomar tus manos tomo mi nueva vida, y al besar tu boca, me embriaga la bebida de ese mago que te dijo que me busques, sabiendo el que al encontrarme yo también te encontraría, por lo tanto estemos juntos desde hoy y hasta el tiempo que el destino así decida, ven dejemos este mar y esta fortaleza vos ya no sos un huésped, serás mi esposo en poco tiempo, cuando los preparativos para ello se terminen, mientras volvamos al centro del palacio donde están los aposentos de mi madre y el esplendor magnifico de la corte, quiero que ella sepa quien es el elegido por mi, para que sea príncipe de este imperio.
Se alejaron los dos Vulg-Vulg y Pétalo de Flor, al volver borraban las pisadas en la arena y volvían a marcar nuevas huellas, que los mostraban juntos y felices caminando abrazados al encuentro de la Reina, para anunciarle a ella que estaban enamorados y serían con el tiempo futuros monarcas de ese imperio, atrás, muy atrás quedaron el desierto, las montañas, la nieve y el pasado de Vulg-Vulg, adelante en el futuro inmediato, solo existía la felicidad

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