El príncipe más bello de todos los reinos del
imperio el sonriente Bell-Bell así llamado, se presentó a la Reina Cielo Claro,
para pedirle la mano de su hija, la hermosa princesa Pétalo de Flor, al mismo
tiempo y desde otro lado, también llegó al reino un príncipe que nadie conocía,
era un príncipe más de los tantos que había y lo llamaban Vulg-Vulg, en el país
donde vivía. Nos encontramos entonces, con que la Reina Cielo Claro, tenía a dos
visitantes que recibir esa mañana y ambos, venían a verla por lo mismo, a
pedirle la mano de su hija, por consiguiente, antes de atenderlos y sabiendo
ya, a través de su dama de compañía quienes eran ellos, decidió hablar con la
princesa, para lo cual la hizo llamar a su presencia, una ves su hija ante ella
le hablo así.
--Hija mía, mi adorada Pétalo de Flor, en la
antesala de palacio tengo aguardando a dos príncipes que vienen en busca de tu
amor, uno muy bello, el otro vulgar, ¿Debo escuchar a ambos, o quedarme solo
con el que a mis ojos más agrade?
--No madre, debes escuchar a ambos y lo más
importante, debes dejar elegirme a mí, que sea mi corazón quien lo confirme y
no tu autoridad quien me lo imponga.
--De acuerdo, hablare con los dos y después te
daré a vos la posibilidad de hacerlo con cada uno de ellos por separado o con
quien quieras y serás vos, quien determine quien pasara a ser heredero de este
reino.
--Gracias madre eso espero.
Se alejo la princesa y ya la reina sola, se
encamino a la antesala de palacio para entrevistar por separado a dichos príncipes
que al mismo habían arribado. Una vez allí, llamó a su dama de compañía y le
dijo.
--Has pasar a Bell-Bell el primero que ha
llegado.
Así lo hizo la dama de compañía y un instante
después, Bell-Bell se encontraba frente a la reina, hermoso y presuntuoso,
seguro por su belleza de ser el elegido por la madre y la princesa, la Reina lo
hizo sentar frente suyo y empezó a hablarle.
--¿A que se debe tu presencia en este reino príncipe
Bell-Bell?
--Reina Cielo Claro, se debe a que vengo en
busca de la mano de tu hija Pétalo de Flor, ya que la he elegido como mi amor,
entre todas las princesas de este imperio.
--Estoy orgullosa como madre que un príncipe
de tu valía, se fije en una hija mía, pero como te darás cuenta nada puedo
contestarte hasta no hablar con ella.
--Por supuesto Reina, dile que soy el príncipe
más hermoso de la tierra y que eso, es más que suficiente para que me quiera.
Dile además, que soy el que más dinero tiene y ha apuesto y seductor nadie me
gana, porque de todos soy el más caballero, que camina los sitios de este
imperio, espero tus noticias pero a ser sincero, seguro estoy que cuando la
princesa de mi sepa, tan solo te dirá a ese quiero, estoy convencido de ello y
eso es lo que espero.
Con estas últimas palabras y una inclinación
de cabeza, se retiro de la presencia de la Reina el príncipe Bell-Bell y esta a
continuación hizo pasar al otro príncipe, que estaba aguardando en la recamara
de la sala de audiencias. Cuando Vulg-Vulg se paró frente a ella, la reina noto
de inmediato que tenía frente suyo a un hombre común, que por casualidad quizás
no por heráldicos mandatos, ostentaba la condición de príncipe, pero en el
pueblo lejos de palacio, podía pasar por alguien que ostentara las disciplinas
del arte o de la ciencia, un artesano de habilidosas manos, o un medico-mago de
extrañas pócimas o un sacerdote de dioses olvidados, pero no obstante ello, decidió
considerarlo un príncipe, lo que pese a el era y sin otro sentido que dirigirse
a un casi igual de la realeza, le hablo de esta manera.
--Príncipe Vulg-Vulg, a diferencia de otros
que he tenido frente mío, en tu caso hay algo que me desconcierta, no se de
donde vienes ni que lugar tu reino ocupa en la tierra y como no puedes ser príncipe
de vos mismo, quisiera me aclares todo ello.
--Reina Cielo Claro, para tu tranquilidad debo
decirte que mi padre el rey Kara, domina las regiones heladas y olvidadas bien
al norte del fin del imperio, allá donde las noches son eternas por largas
temporadas y después vienen los días que nunca acaban, en ese lugar, donde la
naturaleza pone a prueba la condición de los hombres y donde cada cosa, es
consecuencia del trabajo de haberla conseguido, de ese lugar vengo, atraído por
lo que los mercaderes en sus continuas caravanas me han contado de tu reino y
mas que de tu reino, de tu hija amada. Por lo tanto soy un príncipe y
pertenezco a un imperio formado de extensos suelos e impenetrables desiertos,
de riquezas como cualquier otro y a cargo tengo un hermoso pueblo, por todo
ello puedes estar tranquila de que no mi apariencia pero si mi formación y mi
carácter, se asemejan a aquellos que han nacido en la corte y no en el llano.
--Siendo así, no tengo por consideración más
que llamarte príncipe y por educación debo preguntar ¿A que has venido desde tu
lejano reino a presentarte frente a mí, en el mío?
--He venido Reina por lo que dije antes, a
pedirte la mano de tu hija, que despertó mi amor en el lejano sitio donde mi
corazón ansioso lo esperaba.
--Príncipe, como tu debes suponer yo soy la
mensajera de un deseo y quien reciba el mensaje, debe responder de acuerdo a lo
que su corazón le indique, en ese caso entonces, yo seré mensajera de una
respuesta y tu sabrás de mi boca, lo que ella piensa, mientras tanto quédate en
palacio, pasa el tiempo en el hasta que ella se decida y cuando esto ocurra, tu
sabrás entonces si te deberás quedar o deberás volver.
--Es justo lo que dices Cielo Claro, tal como
Reina has hablado y yo como príncipe he aceptado si me permites, me retirare
siguiendo a tu dama de compañía, para que me ubique en palacio y esperare aquí
el tiempo que sea necesario, el acontecimiento más importante de mi vida.
Se retiro el príncipe Vulg-Vulg y la Reina se
encaminó al encuentro de su hija la princesa Pétalo de Flor, la encontró a esta
en la biblioteca de palacio entregada a la lectura, pasatiempo que le gustaba
mucho, al ver llegar a su madre la princesa, dejo lo que estaba leyendo y fue a
su encuentro.
--Madre ¿Sacaste alguna conclusión? Ya que
viste a los pretendientes ¿Qué te parecieron ellos?
--No se hija, el uno hermoso y adinerado, algo
fatuo, imagino que tratara de vivir a costillas del, reino y de el dinero que a
vos te corresponda.
--¿Y el otro madre?
--El otro vulgar, podría pasar por un
artesano, no tiene el porte propio de un príncipe y si el no dijera que lo es,
nadie lo sabría, a esta altura debo decirte, que por momentos dudo que lo sea,
a veces se me hace un charlatán de siete suelas, de esos que abundan en todos
los imperios.
--Bien presentados están ante mis ojos para
que yo decida, madre mía.
--Como le dije a ellos hija, tu decisión es la
que vale y a ella ellos y yo nos atendremos.
--Gracias madre eso espero, ahora una pregunta
que aguarda una respuesta ¿Qué se ha hecho del vulgar que pretende ser príncipe,
pese a que su personalidad no de para ello?
--¡Hija! ¡Siempre igual! Sabía que te iba a
interesar el misterio.
--Así es madre no puedo evitarlo, un hombre
que no parece y es, alguien que se dice poseedor de un reino y tal vez habite
una choza en nuestro propio imperio ¡Quiero verlo madre! ¿Dónde esta que no
puedo con mi curiosidad?
--Calma Pétalo de Flor, por favor tu serás una
reina y el quizás nunca pase de ser un plebeyo, pero bueno te diré donde esta,
le dije que se quede en palacio hasta que tu decidas, el ahora se encuentra en
la zona reservada para huéspedes, al sur del recinto mayor, donde el mar cuando
es alta la marea, golpea las rocas de los muros y llama al temor de nuestros súbditos,
allí estará, porque ese es el lugar que le ha sido asignado.
--Gracias madre precisamente, este es el
momento del día donde el mar más se aleja de la costa y la playa inmensa parece
el suelo de la luna, y el sol brilla tan alto, que hace no haya sombras en la
arena, es el instante madre, así lo dicen nuestros hechiceros, que estamos
verdaderamente solos y abiertos a los dictados de nuestro propio deseo, sin la
sombra castradora que repite la imagen espejada de todos nuestros hechos, voy a
verlo, te veré luego, a la hora de cenar y allí he de decirte, a cual de los
dos quiero.
--Ten cuidado entonces que estarás falta de tu
sombra y muy junto a tu deseo, que no te pierda este.
--Se cuidarme madre, porque la sombra del
espejo a veces siento que repite los deseos libres de mi mente, como señales
que yo y ella entendemos, porque una imagen no tiene valor sin nosotros y
nosotros, no podríamos ser sin una sombra que nos represente en el espacio,
adiós madre no te olvides que vuelvo.
La princesa conocedora del palacio y de sus
vueltas, recodos y lugares, categorías puestas a los distintos aposentos, como
una gran biblioteca que en ves de libros guardara gente, se encamino resuelta a
la fortaleza sobre el lejano sur, donde el mar se rendía a sus puertas y era el
lugar reservado a los visitantes sean
estos, nobles o plebeyos de los distintos reinos, para que allí habiten
mientras están en palacio. Después de un
largo rato de andar y atravesar diferentes áreas, de pronto dio con un
pequeño bosque de senderos bien cuidados y lugares protegidos, que servían de
encierro a aves de exóticos plumajes, atravesó el lugar indiferente, tan
conocido era por ella y al poco rato de andar diviso a lo lejos, justo en el
final del bosque, los comienzos del muro que delimitaba la ciudadela de
huéspedes del palacio, apuro el paso, no se quería perder la hora del sol alto,
sobre el mar y la playa inmensa, que alejaba a este de la costa. Cuando llegó
al interior del recinto, justo en el lugar donde todos se encontraban, busco al
mayordomo principal y le pregunto donde estaba el príncipe Vulg-Vulg el recién
llegado, este le respondió que en su aposento y ella le explico entonces, que
vaya a buscarlo le diga que la princesa Pétalo de Flor, estaba en la playa y
quería verle, de serle posible allí lo aguardaba. Dicho lo cual se dirigió hacia
el sur, atravesando el gran salón de recepción y bajando las escalinatas, que
pronto hicieron que sus pies se hundan en la arena y sus ojos a lo lejos,
vieran a la tierra y el cielo juntándose como si el mismo fin del mundo allá
lejos existiera, mientras tanto, el mayordomo fue al encuentro del príncipe
Vulg-Vulg y le notifico todo lo que la princesa le mandara decir.
El sol abarca el cielo y la arena todo el
calor del tiempo y los pasos de la princesa desnudos en la playa, marcaban el
sendero de sus pensamientos, cuando otros pasos distintos que los suyos,
ubicados en la misma dirección que iba ella, pronto se pusieron a su lado fue entonces que Vulg-Vulg- hablo,
dado que debía hacerlo, porque aquel que ama guarda sus mejores palabras para
volcarlas sobre el objeto de su amor y su voz, pareció que era escuchada por la
playa en silencio, el mar que en su quietud se asemejaba a un río y el viento,
tenue brisa que apenas sustentaba el vuelo de las curiosas aves, en su ronda de
lenguajes y misterios, contra el papel celeste del iluminado cielo.
Todo fue el comienzo.
--Princesa -dijo el-
--¿Qué? -contesto ella-
--He venido de tan lejos, de donde no existen
ni este sol, ni este mar y si la arena, que no es playa sino desierto, donde
todo es un mundo frío de desolados vientos y donde los caminos nunca son planos
y rectos, sino que siguen el capricho de los dioses y los vericuetos de las
zonas montañosas, donde los magos ocultos de nosotros, hilan nuestro destino en
la invisible rueca de sus pensamientos y uno de ellos, me expreso una tarde en
que volqué una dadiva en su mano abierta, a la par que lo miraba muy dentro de
sus hundidos ojos, alejados de todo pensamiento, -fue en ese fin del día en una
calle triste de un pueblo de aldea- el sabía que yo era príncipe aunque no lo
dijera y que me gustaba confundirme con la gente común, aunque no lo supiera y
me dijo algo más, que mi corazón estaba triste porque nunca había amado y que
el motivo de ello, era que la persona por la cual mi corazón brincaría de alegría,
no estaba en esa aldea, ni en las montañas, que a lo lejos se veían, ni en
sitio alguno del imperio que como habitantes a los dos nos contenía, sino por
el contrario, esa mujer de la cual el mago hablaba y yo me enamoraría era una
princesa de un reino muy lejano, en dirección al sur, que ocupa las costas del
Golfo de Bengala y el nombre escuchado por mi, fue Pétalo de Flor y desde
entonces, camino día y noche por todos los distintos lugares de este mundo para
llegar a verte y cuando eso ocurra como en este momento ha sucedido, solo
decirte que te amo, solo poder esta contigo y si vos lo quieres, quedarme para
siempre a tu lado.
--Vulg-Vulg- has venido de lejos para
encontrarte conmigo y despertaste en mi, el amor que vos traías, al tomar tus
manos tomo mi nueva vida, y al besar tu boca, me embriaga la bebida de ese mago
que te dijo que me busques, sabiendo el que al encontrarme yo también te
encontraría, por lo tanto estemos juntos desde hoy y hasta el tiempo que el
destino así decida, ven dejemos este mar y esta fortaleza vos ya no sos un
huésped, serás mi esposo en poco tiempo, cuando los preparativos para ello se
terminen, mientras volvamos al centro del palacio donde están los aposentos de
mi madre y el esplendor magnifico de la corte, quiero que ella sepa quien es el
elegido por mi, para que sea príncipe de este imperio.
Se alejaron los dos Vulg-Vulg y Pétalo de Flor, al
volver borraban las pisadas en la arena y volvían a marcar nuevas huellas, que
los mostraban juntos y felices caminando abrazados al encuentro de la Reina,
para anunciarle a ella que estaban enamorados y serían con el tiempo futuros
monarcas de ese imperio, atrás, muy atrás quedaron el desierto, las montañas,
la nieve y el pasado de Vulg-Vulg, adelante en el futuro inmediato, solo
existía la felicidad
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