viernes, 15 de junio de 2012

UN CASO DE AMOR ENTRE CONJUROS


Amoba caminó por el sendero de la costa, detrás del acantilado de coral, las aguas tranquilas, existentes entre la playa y la barrera de caracoles milenarios, le habían permitido dejar la lancha y seguir con el agua hasta la cintura, caminando, hacia donde un desordenado bosque de cocoteros y blanca arena, le indicaban que ese era el final de su recorrido, atrás, en alta mar, mecido por las olas, el barco de carga que lo habia traído hasta allí, se alejaba lentamente, rumbo a nuevas y lejanas islas, a las cuales debía proveer de insumos, comida y agua. Poco a poco, fue dejando la costa y adentrándose, en el bosque de cocoteros, un rato después, se empezaron a ver las primeras casas y las arboladas calles, que perpendiculares al mar, le ofrecían un camino para llegar al pueblo, no le fue difícil orientarse, su trabajo era ese, recorrer las islas y dar a sus habitantes, tratamiento médico sobre las enfermedades tropicales, que estos padecían, también sabía que su primer contacto, debería ser con el chaman del lugar, pues bien entendía, que sin su consentimiento y compañía, no podría curar a nadie, ni siquiera ser respetado por ningún habitante, dado que el chaman era la principal autoridad, en cuestiones del cuerpo y del alma y aunque él, era un joven moderno, respetaba mucho a aquel viejo hombre tribal, porque sus ojos habian visto –nadie se lo contó- curas milagrosas de almas atormentadas que venían a él, en busca de paz y consuelo, para males de la mente que enfermaban sus cuerpos. Mientras avanzaba hacia la casa de Iduli –así se llamaba el chaman de esa isla- se le hacia presente su figura, alta y flaca, de piel bronceada, abundante pelo negro y barba, del mismo color, todo ello enmarcaba a dos profundos ojos grises, de mirar penetrante y calmo, que mas que ver, parecían hablarle a quien tuvieran enfrente. Pensando en Iduli, pronto se encontró con la vista de su casa, que en la lejanía le anunciaba, que ya estaba llegando al fin de su camino. Aparentemente Iduli estaba en ella, porque de su chimenea salía un humo blanco y espeso, lo que anunciaba que estaría quemando algunos de sus yuyos, como ofrendas a dioses, que el solo sabia de su existencia y a quienes, a través de la ofrenda, le pedía la cura para el ser, la persona isleña, que estaría a su lado, hincado frente a el, esperando respuesta. Apuro el paso, siempre lo conmovía ver estas curaciones, porque en el transcurso de ellas, veía, como en ninguna otra parte que le haya tocado estar, a la condición humana, en su mayor esplendor de entrega y consideración para con el otro, nuestro hermano en la vida y el sufrimiento, no era cuestión de curar desde lo alto, el poder del medico moderno, como personaje y el enfermo, criatura humana que potencia ese poder, ¡No!, lo de Iduli era otra cosa, , darse al otro, porque debía entregarse, porque el Chaman, fundido en la personalidad del enfermo, era la cura, Iduli se enfermaba, una y otra vez en cada cura, padecía lo del otro, sufría con el y al sanarse el enfermo, también el lo hacia, jamás en los años que visitó la isla, vio a un Iduli diferente al que siempre viera.  Al entrar en la casa y divisar al Chaman, en el centro del triangulo de la vida, donde era su lugar de atención, lo vio solo, clavada su mirada en la marmita de hierro, donde las ramas de algún árbol de la selva, se consumían lentamente, ningún paciente, nadie cerca suyo, tan solo un leve viento, que entraba por la ventana abierta y hacia bailar a las llamas de formas diferentes, mientras avivando el fuego, lo consumía lentamente. Pasó un rato largo, demasiado largo, para los gustos occidentales del joven y recién llegado médico a la casa, quizás muy corto, para Iduli y sus pensamientos, quien aparentemente no había notado todavía, la llegada del joven a su hogar.

--Amoba, doctor que llegas sin anunciarte y te miró sin verte, ¿Qué haces aquí nuevamente, en la isla y en mi casa? En este territorio, tan propicio a los milagros y  los resplandores de los demonios incansables, que dominan las almas de los vivos, mis iguales, aquellos que sufren lo que yo y vienen hacia mí, en busca de cura sin saber el origen de sus males.
--Iduli, solo vengo a verte, me gusta observarte mientras curas, aunque hoy me llama la atención que estés solo, sobre el triangulo de la vida y en su centro, contemplando el fuego al que preguntas.
--Amoba, hoy estoy solo, porque aquella que sufre, no a querido venir y en su lugar, vino su alma, a estado entre nosotros todo el tiempo, solo que vos no pudiste percibirla, porque tus ojos no están acostumbrados, a ver más allá de las cosas materiales.
--¿Quién es ella Iduli que no quiere verte y solo su alma, en rebeldía viene a vos?
--Es la hechizara Pali, Amoba, la hermosa mujer de la raza de los Mandiba, que dicen los que recurren a ella, cura las penas que el amor deja, en nuestras almas y se resisten, a que nuestra razón las aleje de nosotros.
--¿Cómo puede ser Iduli? ¿Qué una hechicera practica en los ritos del amor, tenga que recurrir a vos, para cicatrizar su alma herida y no comprenda ella, como hacerlo? ¿Acaso hay amores, imposibles de arrancarlos por nosotros mismos? ¿Qué opinas vos, sabio de los ojos claros, como faro de alta mar que guía nuestros pasos?
--Opino Amoba que al conocedor, le es imposible usar sus conocimientos sobre si mismo, ya que su alma le pertenece y no puede observarla alejada de él, su corazón late en su cuerpo pero no tiene la llave para abrirlo, todo aquello que nos pertenece, nunca alcanzaremos a comprenderlo, menos a curarlo.
--Ahora Iduli, vos que viste el alma de la sacerdotisa, de la hechicera llamada Pali, ¿Has podido descifrar su misterio? ¿Sabes acaso porque su alma afligida, pena incomprensible sin que ella que todo lo sabe, nada pueda hacer?
--No Amoba, no pude saberlo, las llamas y sus espacios, la manera como el humo se aleja de mi, los distintos sonidos del fuego, el momento en que este parece apagarse y vuelve a prenderse con ferocidad, nada, nada de todo lo que se, se ha presentado ante mi, para que pudiera yo conocer el misterio, por el cual Pali sufre, pero no todo fue en vano, mis ancestros, aquellos que me enseñaron, el difícil arte de predecir y ver el camino de todas las cosas, me manifestaron a través del trance, ese sueño clarividente que invade mi cerebro, cuando siento que todas las fuerzas del cosmos, entran en mi, para darme la oportunidad de comprender y establecer un presagio, que de la solución al caso planteado, en ese momento de sentir, de ver, de comprender, recibí una visión de los dioses y ellos, me dijeron, Amoba, que solamente ellos en este día, en esta hora en que el presagio esta echado, decidieron que vos estés en esta isla, dentro de esta casa, al lado mío, para que sea yo Iduli, Chaman de todos estos parajes y sitios predeterminados, quien te trasmita, que deberás ir en busca de Pali, presentarte a ella, anunciarle que vienes protegido por Zetan dios del reconocimiento y por Alie princesa del comienzo del amor, para tratar de borrar de su mente, la maligna pasión que la domina, pero ten cuidado Amoba, Pali se curará, de sus males de amor, pero es deseo de los dioses, que no te enamores de ella, ya que no podrás conseguir su amor y solo harás, que la imposible pasión que ella conlleva, pase a vos, convertida en un amor desesperado, que no será correspondido, te echará de su lado y vos pasaras a padecer lo que ella antes sufría. En nombre de los dioses, ¿Aceptas Amoba lo que te ofrezco? Si quieres puedes decir no y alejarte de mi casa, de mi lado y de mi tiempo, no me enojaré por eso.
--Acepto Iduli yo también vine en esta isla a curar, por otro lado que otra cosa puedo hacer, astuto Iduli, sabes muy bien que el misterio me domina y el deseo de complacer a los dioses, tus dioses, siempre me pareció una grata tarea, lo único Iduli que no entiendo, es porque no puedo enamorarme de ella, ¿Qué hay en el amor entre los dos, que lastime a los dioses?
--Eso no lo dice el presagio, solo lo he percibido en el deseo de ellos.
--Esta bien Iduli, a que hablar, si no conozco a Pali, a que preguntar si vos no tenes respuestas, sabes Iduli, solo quiero que me digas una cosa.
--¿Cuál?
--Como debo hacer para ver a Pali, ¿Dónde queda su casa?
--Amoba, estoy orgulloso de vos, desde un principio, pensé que aceptarías el desafío de mis dioses, tan extraños a vos y sin embargo, tan cercanos, que puedes aceptar lo que te piden. ¿Dónde puedes encontrar a Pali? Muy simple, vuelve al mar, a la costa y una vez en ella, cuenta siete calles mas, entra al pueblo por la séptima y a tu izquierda verás una casa Mali, con un jardín de flores, es la tercera desde el comienzo de la calle, allí vive Pali, allí la conocerás y espero, que ella acepte recibirte, porque si no lo hace, tampoco su cura será posible, lo que te recomiendo si ves que mucho se resiste, a que vos trates de curarla, apela a su alma, ella sabrá de mi y será tu aliada.
--Iduli, ¿Cómo puedo recurrir a un alma que me entienda, si en Pali, su corazón y su cerebro me negaran?
--Solo debes intentarlo, mirarla a los ojos y ser su esclavo. De cualquier forma recuerda siempre, por favor Amoba, nunca lo olvides, yo estaré aquí para cuidarte, de Pali y de mis dioses y de vos, ya que mucho me temo puedas enamorarte.
--Si así fuera Iduli, ¿Estarías a mi lado, serías capaz de negar el presagio ancestral, que te ha llegado?
--No se Amoba, solo se que te aprecio, solo se que estoy viejo y un día cercano, inexorable, deberé partir, hacia la isla grande de la cual no hay regreso. En ese momento, en que mi cuerpo se llenará de luz y yo, entraré en la oscuridad eterna, en ese momento, como te digo, quisiera Amoba que vos entiendas los presagios, te amigues con mis dioses y puedas ver, más allá de las cosas materiales, porque en ese instante único e irrepetible, Amoba, desearía que los dioses, me concedan, el único deseo que les pido en la vida, que vos Amoba, como antes yo lo fuera y todavía lo sigo siendo, seas Chaman de esta isla, ahora que lo sabes, ahora que entiendes, porque puedo llegar a protegerte de mías parientes ancestrales, si así deba hacerlo, te pido que me dejes, te indico que te vayas hacia la casa de ella, saliendo esta la playa, siete cuadras al norte llegarás a verla.
--Iré Iduli, ya salgo, espero no tener que recurrir a vos, si por amor me muero.
--Vete ya, pero tene presente que el amor, ese don divino de los dioses, el más hermoso de los sentimientos, que nos atraviesa el alma, a veces mata.

Salió Amoba y camino hacia la playa, una vez en ella, contó siete cuadras y entró de nuevo al pueblo por la séptima, rumbo a la casa de Pali, que como dijera Iduli, era la tercera después del comienzo de la calle, se detuvo frente al jardín de flores y macetas colgantes, que adornaban el frente pintado de celeste cielo, al costado de la puerta, un llamador colgaba, tiró de el y espero paciente, al rato se abrió la puerta y una joven mulata, de ojos almendrados, dientes muy blancos y negro cabello trenzado, que en cascada se perdía tras sus hombros, apareció ante sus ojos, adornando todo con una sonrisa franca.

--Señor ¿Qué desea?
--Mi nombre es Amoba, acostumbrado estoy en recorrer estas islas, que me son tan familiares como mi mano y mi vida, pero hoy, que estoy en una de ellas, casualmente la que tu morada tiene, me siento mal, el mal que me preocupa, no es de mi cuerpo al que lo siento sano, sino el de mi alma, a la que se enferma y no puedo curarla.
--¿De que se enfermo tu alma Amoba, que no noto nada en tu mirada, que me avise a mi que debo salvarla? ¿Acaso estas mintiendo, que pretendes Amoba? ¿Por qué vienes a mi casa, aduciendo algo que no tienes? No quiero cerrarte la puerta sin saberlo.
--Estas en lo cierto, solo quiero verte, si te he mentido antes, ahora no lo hago, me han hablado de vos, de tus curas, del imposible amor que llevas en tu alma y sin poder impedirlo, lo reflejan tus ojos.
--¿Quién ha hablado?
--Rumores, charlas, frases sueltas, diálogos de viejas en el mercado, soy medico, recorro el pueblo curando gente, aunque no lo quiera yo, al final todo se sabe.
--¿Qué te movió a vos venir a verme? ¿Qué quieres hacer, curarme? En tu condición de medico itinerante, que llego a estas islas sin saber siquiera, que en ellas yo existía.
--No se Pali, el porque estoy frente a tu puerta, si fue por lo que escuche, de aquellos que me hablaron, si porque quería conocer a la hechicera del amor, a la que todos recurren, o solo por la curiosidad de verte, no pretendo en nada curarte, solo arreglo cuerpos lastimados, apenas se de almas que enamoradas sufren, apenas se de vos, que no te he visto nunca, solo quiero entrar y hablar contigo, me gustaría hurgar en el camino, de lo que fue tu vida, así te cuento algo de la mía. Solo hablar, pasar un rato en compañía, tomar un te si quieres, sabes Pali, estoy solo acá en la isla, quizás empiece a darme cuenta, que necesite de la hechicera del amor y sus consejos.
--Me dijiste que tu nombre es Amoba, ya sabes el mío, pienso en lo que dices, lo estoy pensando y creo no equivocarme, en suponer que podemos hablar un rato juntos, porque no, tal vez tengas razón, aunque no creas y estar solo no en la isla, sino en la vida, sea un problema para vos y no te des cuenta, por lo tanto acepto, pasa, entra a mi casa, te serviré un te y charlaremos, después partirás Amoba y nunca más, ni en la tierra ni en el cielo nos veremos.

Amoba entro a la casa detrás de ella, siguiendo sus pasos, sus pies desnudos, que no dejaban huella, en la alfombra del piso que cubría a la tierra, fueron hacia una habitación interior, cruzaron el living y terminaron su recorrido, en un cuarto amoblado al estilo oriental, una mesa ratona, ocupaba el centro cuyas patas eran tigres agazapados, coloridos almohadones en el suelo, hacían las veces de sillas para los recién llegados, mas allá, un mueble de bambú, contenía pócimas y remedios naturales, hierbas y ramas del bosque, que tarde o temprano, terminarían en el fuego de una pequeña marmita de hierro alimentada a leña, que contra una de las paredes se veía, Pali dio la vuelta a la mesa y se sentó al medio de ella, sobre un almohadón rojo, que en el suelo había, tomo la posición del loto, esa flor ausente y melancólica, que vive en los pantanos de la isla de Joia, cruzó sus piernas, enderezo su torso y clavo, sus almendrados ojos de mestiza euroasiática, sobre los ojos de Amoba, que absorto la miraba.

--Siéntate frente mío, vos que has venidos del sur y cruzaste, la barrera de corales y mojaste, tu cuerpo en las aguas del Pacifico, con el único intento de llegar a estas islas y curar a su gente, si tu sabes el arte de combatir, a quienes dañan el cuerpo, ¿A que vienes a mi? Que no te atreves a decírmelo y solo argucias pones, para justificar tu presencia en esta casa ¡Habla Amoba! Te escucho, estoy atenta, como la fiera en la selva, al cazador furtivo, como el pescador que a su presa espera y solo ve su hilo, habla por favor, te escucho.
--He estado con Iduli, el Chaman de la isla a quien vos y todos conocen, a quien todos visitan.
--¿Qué te ha dicho Iduli si estuviste con el?
--Llegue esta mañana, entre sin que lo note y vi. que estaba solo, en el triangulo de la vida. Exorcizando a nadie, pero con su marmita prendida y el humo de las hierbas, saliendo desde el fuego, buscando los conjuros, que alguien requería, ¿Quién será ese alguien? Me pregunte y cuando el Chaman hablo, le dije, ¿A quien curaba? Ya que yo a ningún ser en el lugar veía. Me respondió, al alma de Pali curo, ya que ella no vino con su cuerpo, fue su alma, que busco el auxilio necesario y preciso, que no quiere darse Pali, para salvarse de un amor dañino, que destroza su alma lentamente, por eso nada has visto, eso me comento Iduli cuando hable con el.
--No lo creo, no sentí yo, que mi alma saliera de mi cuerpo, cansada del pesar que le provoco, por lo tanto Iduli miente, ¿Qué más te dijo?
--Me anunció, que en el conjuro hecho por los dioses Del Reconocimiento y el Principio del Amor, hablaron y le anunciaron, que había caído en mi, la señal de curarte, que yo, mi persona, más allá de lo que soy y comenzando a convertirme, en lo que ellos quieren que sea, debía venir a verte Pali, escucharte y entender que te pasa, , porque ellos los dioses, a través del Chaman Iduli, su interprete en la tierra, decidieron que yo era el único que podía curarte, arrancarte del pecho al amor equivoco y limpiar de tu alma, sus dolores, que en forma de sombras te persiguen, a través del tiempo que tu vives. ¿Estas dispuesta Pali a que te cure, o al menos, trate de hacerlo en lo posible de mis fuerzas, que desconozco poseer, pero que los dioses de Iduli me han dado, junto al mandato de curarte? Estoy pendiente Pali de tus palabras, mientras miro tus ojos almendrados, en esta habitación que nos encierra y nos hace a los dos, conjuros de la nada.
--Amoba, la empresa que te propones es inmensa, más grande aun , que haber atravesado los mares que cruzaste, en pos de esta isla y este encuentro no esperado, pero si los dioses así te lo han ordenado, debes cumplir su mandato y llegar al fin de tu tarea, sea esta buena, sea mala, el tiempo lo dirá sin atenuantes, entonces debemos empezar por el comienzo, deberé contar lo que me pasa, lo que asola mi alma día a día, como el mar embravecido mueve olas, que van del sur al mediodía, ondulantes y siempre sigilosas, en busca del camino que las guía. Sabrás entonces Amoba mi dilema, el profundo amor que me domina y el liquido rojo de mis venas, que le entrego a el mi ser amado, mi profundo dolor y mi condena, fue un día Amoba, un atardecer como el de hoy, de cielo diferente, donde no reinaba alegre el sol, sino las nubes oscuras de la muerte, estaba sola en la playa, frente al mar, gozando la tormenta, cuando de pronto a lo lejos, divise el barco, vi su velamen roto, como se levantaba el casco y vi, con horror de que forma se hundía para siempre, me arrodille en la playa y convoque al dios del mar, Aratra, para que manifieste dolor por los tripulantes muertos y trate, de proteger, a quien de ellos se salvara, sentí como respuesta solo el viento, el viento huracanado que me hablaba y quizás, sin saberlo, contestaba mi ruego, al rato, no se cuanto tiempo paso de aquel instante, vi contra la pared de coral, llegar un bote y dentro un hombre, que trataba por todos los medios, de salvarse, corrí a su encuentro, el agua me frenaba, el mar venia hacia la costa, pero pude llegar a su lado, lentamente y al cabo de un tiempo, regido por los dioses, estuve tan cerca que lo ayude a dejar el bote y abrazados, juntos, llegamos a la playa, donde ambos exhaustos nos tumbamos, lo observe Amoba, era malayo, de las propias islas de Borneo, era conocedor del mar y sus misterios, no pude saber mas ya que quede dormida sobre la playa misma, de cara al cielo, el también a mi lado, entrego su cuerpo al sueño, estábamos cansados, muy cansados,  cuando  despertamos, el sol estaba en lo alto,  ni rastros de tormenta, solo un hombre y una mujer, tirados en la playa, aturdidos, sin saber quien era quien, se miraban dulcemente, a partir de ese momento, comencé a amarlo y a partir del sol sobre la playa, comencé a sufrir, porque el solo quería volver a su parao que ya no estaba y regresar, al lugar donde yo pensaba, un amor poderoso, mas intenso para él que el mío, lo esperaba. Luche Amoba, solo yo se lo que luche, por conquistarlo, por retenerlo a mi lado, pero fue todo en vano, pese a que compartimos lecho mucho tiempo, pese a que nuestras bocas se juntaron, cada ves que quisimos en un beso, nunca fue posible que me quiera, como yo a el lo amaba y el día llegó Amoba, el día presentido y no querido, en que un parao se acerco a la isla, en busca de agua y provisiones y entonces, el que siempre había estado al lado mío, aparentando estar, solo eso, apenas tuvo la oportunidad de partir, se alejo de mi lado para siempre. Desde entonces Amoba, soy esclava de el en su recuerdo, no puedo olvidarlo, lo quiero más en su olvido, que haberlo amado pude en su presencia y estoy aquí, sufriendo sin respuesta, esperando vuelva a mi, sabiendo que no hay retorno de la pesadilla eterna de no verlo, así termino entonces de contarte, lo profundo, lo triste de mi pena, podrás pensar, decir lo que vos quieras, yo solo se, lo que es amar, lo que es sufrir, lo que es reclamar ante los dioses, por la paz de mi alma y la  calma necesaria de mi mente, reclamar, pedir, gritar y no obtener respuesta, solo este dolor, eterno y absoluto, que llevo en mi alma silenciosa y oscura, expuesta a los misterios de ese amor y solo de él, terriblemente presa. He concluido Amoba, que dices de todo esto, ¡Habla por favor! Te escucho, Iduli a través de sus dioses, dices te ha mandado, para tratar de poner armonía en mi cabeza, ¿Podrás hacerlo Amoba, querrás, intentaras, conociéndome apenas y sabiendo que todo, no depende de vos ni de mi, tan solo de un recuerdo, que mi cerebro acoge y no lo suelta?
--Pali no te conozco, no se quien sos, ni menos se, del hombre misterioso que vino del sur, de sus lejanas tierras, a naufragar justo en estas costas y la casualidad aun mayor Pali, que en día de tormenta, sola en la playa lo vieras y no eso, que además salvarlo puedas. Pali, ¿No crees que en todo esto? Intervinieron los dioses, aquellos que gobierna Iduli y pueblan estas tierras, ¿Por qué lo hicieron? ¿A que sembraron con fuego del amor tu corazón tranquilo? ¿Por qué cubrieron tu alma Pali del dolor eterno, ese sentimiento atroz, que solo sienten los enamorados, que no son correspondidos? ¿Por qué Pali? Solo piensa en ello, solo mírame a los ojos y ayúdame a saber, que quiero curarte, para que olvides, para que vuelvas a ser lo que eras antes, cuando dulce y alegre, vivas y comprensiva, estabas en la isla contenta de la vida. Pienso Pali, observo y pienso, analizo todo lo ocurrido que escuche de tus labios y únicamente, viene a mi cerebro, como la flor al agua y el ave al espacio entero, que los dioses te cruzaron ese amor, venido de la playa, traído por las olas, empujado por el viento huracanado y tormentoso, para que vos sufras, para que vos llores, para que ames de forma tal, que enfermes tu conciencia, así podrías darte cuenta Pali, entender, de que manera, sienten aquellos que buscan tu presencia, con el solo fin de curarse del recuerdo, que el ser amado le dejó en su alma, cuando abandono su vida y los hundió, en un mundo solitario, eso es lo que imagino, lo que intuyo que los dioses quisieron llevar a cabo, con ese amor que te impusieron, a través de sus presagios y milagros.
--Escucho tus palabras Amoba y tal vez, tengas razón y sea cierto, que los dioses quisieron pasarme sufrimiento, para que yo sepa en carne propia, lo que es amar, como amaron aquellos que en mi buscaron paz, para su alma y  corazón enfermo, ¿Pero te pregunto Amoba? ¿Ahora que lo se, ahora que tengo conciencia de lo que realmente pasa, en cada ser enamorado que a mi lado llega? Ahora en este instante que tanto sufro, como sufrí antes y sufriré mañana, ¿Qué debo hacer Amoba? Para encontrar la calma, que nunca más he tenido, para pedir por mi alma y todos mis sentidos, ¿Me escucharan los dioses? ¿Podré llegar a ellos? No lo se Amoba, ¿Vos lo sabes? Solo pienso, que un día me perdí en la playa, en mi lugar, en el sitio más hermoso que mis pies hollaran y sabes, desde entonces, desde aquel nefasto día que lo vi sobre el agua, a punto de morir y pude rescatarlo, desde ese día Amoba, desde el momento mismo, que se unieron nuestros labios, te aseguro, te lo afirmo, no soy feliz y lo peor, lo que no tiene sentido, ¡Lo que me tiene loca! Lo absurdo, que el se ha ido, a partido un día de mi lado, nunca más lo vi y se, estoy segura, que jamás lo veré por estas arenas blancas de mi isla, pero sabiendo eso, estando segura de lo que mi cerebro sabe, igual lo quiero, lo sigo queriendo, tanto lo amo, que nazco y muero en su recuerdo a cada instante, en que mi mente piensa en el sin darse tregua y si es como vos dices, que los dioses me dieron este amor, solo para que sepan como sufren, los que aman y luego de improviso son dejados, que esta bien, que acepto este castigo, que más que un castigo es una experiencia, ¡Pero por favor! Si ves a Iduli, si lo ves Amoba, suplícale en mi nombre, que hable con sus dioses y sacrifiquen mi alma si fuera necesario, a fin de que termine esta pasión horrible, esta pasión surgida en el misterio mismo del mundo impenetrable de su magia. No se que hacer, estoy desorientada, si solo Iduli sabe la palabra justa, para terminar con esto, dile a él, de parte mía, que el conjuro de mis labios, sería las letras que forman el presagio, compuesto por su voz, cuando pronuncia ¡Basta! Eso, basta de sufrir, de solo amar lo que no existe en cuerpo, pido piedad para mi y mi tristeza, solo una cosa quiero y él y el mundo lo saben, te lo digo Amoba, mensajero mío ante los dioses, necesito, pido, suplico, terminar con esto.
--Pali, Iduli me dijo que el nada puede hacer, para curarte, que yo solo por los dioses designado, debo hacerme cargo de tu cura.
--Entonces una pregunta, algo que cambie mis dudas al respecto, ¿Qué harás Amoba conmigo, para curar mis penas? ¡Habla te escucho!
--No lo se.
--¿Entonces?
--No soy Chaman ni Profeta, solo un mortal, menos aun que vos Pali, que eres Sacerdotisa, de dioses que comprendes y buscan por tu medio, curar las heridas del amor, en esta tierra.
--Vuelvo a preguntarte entonces, ¿Qué pasa contigo? ¿Puede ser que los dioses, hallan elegido a un ser, no competente para llevar a cabo sus designios? No lo creo, no puedo pensar en dioses que se equivocan, más prefiero imaginar que tienes miedo y te resistes por temor, a cumplir sus órdenes.
--¿Eso piensas Pali? ¿Miedo de que?
--No lo se, pero presiento que al hablarte Iduli, te habrá dicho, cuales pueden ser los riesgos que te aguardan y tal ves, pensando en ello, no quieras arriesgarte, ¿Estoy en lo cierto? Si es así, dime que te dijo Iduli, que hace que tu razón sea tan cauta.
--Vos que entiendes lo que yo no se, ¿Debo decirte, lo que los dioses hablaron por su boca, o debo callar, para no ofender las palabras, de aquellos que hablan sin voz?
--Debes hablar, porque yo soy la causa del conjuro y necesito saber, cual es la obligación, que han puesto sobre tus hombros, eres mortal no dios, no estas sujeto a sus mismas obligaciones.
--Hablo entonces y digo, que Iduli me dijo, que para curarte sea la forma que yo encuentre para hacerlo, cualquiera de ella no importa cual, lo único que debo tener en cuenta, que no me enamore de vos, porque si esto así fuera y a conocimiento de los dioses, este hecho llegara, entonces el hechizo que vos tienes, sobre mi vendría y siempre te amaré, eternamente y nunca en esa eternidad, vos mujer querrás ser mía.
--¿Correrás el riesgo Amoba?
--Lo correré, aunque presiento,
--¿Qué?
--Que después de haberte conocido estoy perdido.
--¿Qué sabes vos de aquello que nos pase? ¿Acaso puedes acercar el futuro y transformarlo en presente, para poder oírlo y sacar conclusiones de los hechos?
--No, seguro que no puedo.
--Entonces Amoba espera, veremos lo que pasa, no apresures tu andar en esta senda, que aparentemente los dioses quieren que transitemos juntos.
--No lo haré, seguiré tus consejos, solo vos habla mujer, de conjuros y presagios, de cómo entendernos con los dioses, yo solo diré lo que se, de aquello que fuera necesario, para curar tu alma cubierta de tristeza.
--Muy bien Amoba este es el pacto, a partir de hoy habitarás mi casa, en la condición de un amigo llegado a estas islas, traído por los dioses para curar mi alma.
--Acepto Pali y para resguardarme de los dioses, aquellas haladas formas de la nada, que tejieron mi presagio, sobre hilos invisibles de la vida, solo una cosa te pido.
--¿Cuál?
--Que no mires mis ojos, que no entres a ellos con tu profunda mirada cuando hablas, pues temo perderme y quiero curarte.
--Así será Amoba, lo prometo y ahora vamos a comer, yo preparo la comida trae vos leña del bosque, después pondremos una cama, en el cuarto del fondo, para que duermas en el, desde mañana trata de curarme, que yo buscaré ser la mejor paciente, aquella que no discute nada de lo que vos propongas.
--Voy al bosque, a recoger troncos de cocoteros secos, así los parto con el hacha y preparo el fuego.
--Ve y ten cuidado, con la rastrera víbora y el tigre malayo, ambos son animales que rara vez aparecen, pero siempre en todo momento son enemigos nuestros.
--Se de ellos también se de su peligro, no te preocupes el arma llevo, para usarla llegado el caso.


Amoba salio, de la casa, a su izquierda el mar, le acercaba el murmullo del agua, que eterna va y viene hasta el fin del tiempo, en su continuo oleaje, como si llevara la luz y la sombra, a través del mundo en ignorado viaje. A su derecha la calle, larga y arbolada, como un túnel de selva, donde los pájaros vuelan y juegan misteriosos conjuros, que desde dentro del poblado bosque, los dioses derraman por el espacio y su conjunto. Hacia allá, hacia donde se encontraba el centro de la isla, todo corría en tropel desordenado, en busca quizás de ese mundo extraño, producto de lo moderno que a todo alcanza, era allí en ese punto central donde se reunían, las autoridades y el comercio, la constante ciencia del dinero, que costaba descubrir en tradiciones ancestrales, creencias míticas y personajes de leyenda, que un día recorrieron ese peñón de tierra roja, que hoy habitada era la isla de Mapue, donde el se encontraba, fue hacia el mar, a la costa, donde al final del pueblo y antes, de empezar a recorrer sus calles, habia un pequeño bosque de cocoteros, que seguía ininterrumpidamente la línea de la playa, ocultando el pueblo a quien del mar llegara, una ves entre los árboles y el follaje, se dedico a recoger troncos secos, cuando tuvo unos cuantos volvió a la casa, de golpe le resulto familiar ese trayecto, es como si su mente y todo el, estaría dentro de un Asura, estado de la mente según los Chamanes, en donde el que sueña, de pronto vive su propio sueño y lo toma, como un hecho real, algo que le sucede y le permite transformar como verdadero, aquello que no existe, algo que solamente estuvo en su imaginación, hasta ser arrancado de ella y puesto en el mundo real, por el Asura, tuvo miedo, se vio a si mismo, integrando la vida de Pali, su casa, sus emociones, como si ambos fueran una pareja de mucho tiempo atrás, de toda la vida y este recorrido, que lo hacia por vez primera, de ir a buscar leña, fuera por el contrario, algo que venia haciendo de mucho, mucho tiempo, algo que le alegraba la vida y dado que llevaba el fuego, el fuego para el hogar, para compartir con la mujer que había elegido, para juntos vivir en el amor, esa palabra unida al fuego, a la llama que nos brinda su calor originaba en él, sensaciones que nunca había experimentado, por primera vez en su vida, vio a la mujer como una compañera y sintió, en lo profundo de su corazón, la necesidad de estar a su lado. Camino un poco más y se detuvo, no por el peso de los troncos, ni por estar cansado, no, sino porque el Asura le advirtió que su destino era quedarse al lado de Pali, curarla y el, penar de amor eternamente. Decidió apurarse, la noche ya llegaba y quiso estar en la casa junto a ella, camino más de prisa y un rato después, atravesando el jardín, llamo a la casa, Pali, nuevamente, igual que antes, le abrió la puerta.

--Has llegado justo Amoba, necesito el fuego, dentro de un rato el viento del mar, nos traerá el frío, dentro de un rato, tendrás hambre y necesito cocinar lo que prepare, dentro de un rato, la oscuridad será completa y solo la luz de la llama acogedora, podrá iluminar nuestros semblantes, dentro de un rato estaremos los dos, vos y yo, por primera vez juntos, sentados frente al fuego y en la pared opuesta, esa pared clara, blanca, que vistes en el living cuando entraste, aparecerán en ella figuras, contornos de las llamas que reflejan nuestros cuerpos, ahí Amoba, te leeré el futuro, a través de la figura de tu propia alma, reflejada por las sutiles llamas que danzan frente nuestro.
--Ya mismo corto el tronco y lo hago leña, lo coloco en la marmita y le doy chispa, para que vuele hecho calor, flamee convertido en llama y nos proporcione luz, para que ambos vos y yo, podamos vernos entre las sombras nocturnas que se acercan, después de comer Pali, nos sentaremos juntos frente a la marmita, para que las figuras de la pared blanca, te digan mi futuro y yo, pueda saberlo, porque en mi futuro, estarás vos presente y quiero conocerte, mas allá que hoy, en el posterior instante de este día, para saber, para conocer, para enterarme, para bien o para  mal, quien serás vos y de que se trata.
--Veraz tu vida, pero no la mía, porque si bien hay dos sombras en la pared, solo una interpreta los conjuros del destino, solo una puede hablar con Ori, el dios del fuego, solo yo Pali, puedo hablar de lo que veo en mi, pero no debo decirte nada, -porque soy la voz del dios- y nada debes saber de el en el momento que paso a ser yo.
--Acepto lo que dices, ahora solo quiero cortar la leña, hacerla fuego, ir al cuarto que dijiste tendré en el fondo de la casa, para cambiarme y volver enseguida, así te ayudo a preparar la cena que gustaremos juntos.
--Perfecto Amoba, saliendo del living hay un pasillo, con un baño y dos piezas, la última es la tuya, lleva tus cosas a ella y cambiate como dices, luego, saliendo afuera, por la puerta que da al final del pasillo, que te digo, ahí tienes el fondo de la casa, el hacha, el lugar donde se guarda la leña, destroza los troncos que trajiste, guarda lo que hoy no usaremos y lo que creas suficiente sea, tráelo a la marmita y prendele fuego.
--Así lo haré Pali, ya vuelvo.

Se alejo Amoba para llevar a cabo, todo lo que Pali dijera y esta, se quedó sola en la casa, terminando de preparar la cena, mientras esto hacia pensaba, ¿Debido a que? Iduli había mandado a Amoba, con el pedido especial de los dioses para que la cure, pero a la vez, con la amenaza que no se podía enamorar de ella, dado que, pasaría el a sufrir su pena, todo esto era muy extraño, algo difícil de entender ¿Qué se proponía Iduli? ¿Por qué su repentino interés por ella, cuando en realidad, siempre fueron rivales, en el arte de curar? No lo entendía, pero si estaba convencida que Iduli, al hacer lo que hizo, al pedirle a Amoba que fuera a verla, para curarla por mandato de los dioses, ya sabía él, porque aquellos se lo habrán hecho entender, a través de los conjuros, que al final Amoba y tal vez ella –el tiempo dirá-terminarían por enamorarse. Sus pensamientos, se interrumpieron, cuando Amoba entró en la casa, con la leña cortada y fue al living a preparar el fuego, entonces ella, llevo la cena y la puso sobre la marmita, para que se cocinara.
--Amoba.
--¿Qué Pali?
--¿Cuál sería tu primera palabra de la cura, que debo hacer para que olvide, a aquel que despertó mi amor y mi locura?
--Que debes hacer, no lo se, desconozco eso, hasta hoy no he amado de ese modo, por otro lado, mi primera palabra no la encuentro, es mas, imagino que nunca hay una primera palabra, solo nos interpreta un texto, un relato al final del cual, habremos leído un cuento, nuestra vida, lo que somos y fuimos, en pos de paradójicamente estar vivos, por ello Pali, no desesperes, no es que ignore el remedio para tus males, sino que interpreto humildemente, entregado a los dioses por entero, que la solución a tu problema, vendrá con el tiempo y la medicina mejor para curarte, es que estemos juntos, ambos los dos, viviendo bajo el mismo techo.
--¿Y vos? ¿Qué será de vos si llegas a amarme y se cumple el presagio?
--Pali, más allá de mi y de los dioses, si yo llegara a amarte, como no quiere el conjuro, estas vos, solo vos, para definir eso, yo no puedo evitar quererte si así nace en mi pecho, la pasión, que todo arrastra, e impide razonar sobre lo echo, pero tampoco vos podrás evitar, aunque lo quieras, controlar lo que tu alma, pide que así sea.
--¿Entonces que debemos hacer?
--Estar juntos como estamos, si un día de golpe, mirándote a los ojos a tus hermosos ojos te dijera, estoy enamorado de vos, solo te quiero, no puedo hacer otra cosa que adorarte, que gritar mi amor al mundo entero, en ese momento Pali, en ese momento es cuando hablara tu corazón y yo, sabre la respuesta, mientras, esperemos, olvidemosno de Iduli y sus dioses, del conjuro y su presagio, de las formas geomanticas escritas en la arena, de todo, pero estemos juntos, viviendo simplemente el día a día, vos en tu trabajo, sigue curando por favor, a los desvalidos que mueren de amor, por haber querido tanto, yo también trabajaré para lo que vine a la isla, como médico, veré a la gente y curare sus cuerpos, golpeados por la vida, urgidos por la muerte y al atardecer, cuando termine el día, estaré aquí, siempre y sin que yo lo sepa y vos lo notes, algún día no se cual, pero será un día en que el sol, este en lo alto y bañe con su luz el mar, a ese profundo océano que por casualidad tendrá sus aguas quietas, en ese día entonces, sanaras de golpe y no se si yo, sufriré a tu lado, eso lo decides cuando el momento llegue y yo, no pueda mas que aceptarlo.
--Esta bien Amoba, vamos a cenar ya todo está cocido, veni a la mesa, que yo sirvo, después de haber comido, iremos a sentarnos frente a la llama los dos, quiero saber que pasa, en el tiempo por venir, contigo. Amoba, ¡Tengo miedo! No se porque, temo por vos, ¡Te se perdido!
--No temas Pali, te lo dije antes, solo vos decides, no es más que eso.

Fueron a la mesa y se sentaron, comieron, hablaron de sus vidas, se contaron entero su pasado, rieron, comulgaron la ciencia de lo oculto, se beneficiaron sin saberlo, con lo bueno de la magia, debido al hecho de encontrarse ambos, en el mundo, en un lugar tan lejos, solo a través de un mago, solo a través de el, Iduli, fue que los dos se vieron. Amoba se levanto y atizo el fuego y las llamas, se alzaron nuevamente, como buscando espacio, tiempo, para preveer el futuro de todo aquel que se siente frente a ellas, luego, se quedaron en silencio los dos, mirándose a los ojos, Pali olvido lo dicho por Amoba o este no bajo los ojos para evitar su mirada, lo cierto, lo que ocurrió sin duda, que los ojos de ella, almendrados, se hundieron en las pupilas de el y buscaron su alma y recorrieron su mente y investigaron, en cada rincón de su corazón, para saber quien era en realidad, el hombre que tenia sentado frente a ella, ¿Lo abra logrado? Como poder saberlo, lo cierto lo que se vio, que de pronto ella, le pidió ir a sentarse frente al fuego, ambos fueron y ya así sentados, sobre la pared blanca en una danza negra de sombras bien mezcladas, aparecieron sus cuerpos, locos se movían, sus formas cambiaban las figuras, ora chatas, ora alargadas, de pronto altas como afiladas torres, al conjuro de la llama respondían y fue en ese instante, en el momento del frenético baile, sobre la pared blanca, que la voz de Pali, algo más distinta de lo que se escuchara siempre, como si Ori el dios del fuego, hablara por su boca, dijo sus palabras.

--Amoba, este instante es tu presente, hasta aquí sabes todo de tu vida, frente tuyo tienes el fuego, el me permitirá ver, más allá de este instante, conocer lo que vendrá hacia adelante. Por un momento, la delgadez de la delgada llama, proyectada sobre la pared blanca, hace que tu tiempo se estire, que deje el presente y se proyecte hacia el futuro, con la condición de que los ojos de la profetisa, puedan verlo, mis ojos de natural almendrados, se convierten en fuego, envían su fulgor hacia la pared blanca, chocan con la llama y en ella, leo lo que te pasara a vos que aun no sabes ¡Amoba! Para lo que me interesa saber, solo para eso, las figuras del fuego y en el fuego dicen, que caerás preso, de un imposible amor, que no te será correspondido, porque es un pacto que has hecho con los dioses, de que no te ibas a enamorar y no has cumplido.
--Una pregunta Pali, una sola pregunta, mirándote a los ojos, ya que nada me importa de pactos y compromisos, ¿Me amarás vos si te lo pido? Si te digo que vengo del otro lado de la tierra, cruce los dos océanos, atravesé todas las aguas, para llegar a verte y hoy, aquí a tu lado, donde nunca imagine estar,  mirándote pregunto y repito lo que digo, ¿Me amaras amor si te lo pido? Más allá de las llamas, de los dioses, de Ori rey del fuego y del destino, mas cerca nuestro, al lado mío, mas que al lado juntos Pali, ¿Quiero saberlo? Necesito estar contigo y escuchar de tus labios, la respuesta, ahora mismo, frente a las llamas, cuando vos sabes lo que será y a mí, solo me preocupa lo que es, ¡Contéstame amor! Te lo suplico, porque vengo del mar y su silencio, porque estoy solo, aunque la gente me rodea, porque vi muchas mujeres y mi corazón, fue visitado por tantas pasiones, como cada isla del océano visite en mis viajes, pero ninguna amor, ninguna me detuvo en mi camino y corto mi paso, acelero mi pulso y desbasto mi alma, como siento que lo haces, cada ves que te miro, ¡Por favor Pali! Vos ya lo sabes, el destino lo sabe, Iduli lo sabe, sus dioses lo saben, ¡Te amo! No te dejaré jamás si me lo pides, seré tuyo Pali, si vos lo aceptas. Se está apagando el fuego, ya nada puedes saber de mi futuro, pero aquí estoy yo con mi presente, para dártelo a vos, si así lo quieres, te amo Pali, te lo repito, una y mil veces si fuera necesario, imprescindible, para vos y todos tus dioses, si desean saberlo, yo lo expreso con la boca, mis dientes y mis labios, ¿Qué contestas a esto, por favor habla, quiero escucharlo?
--Eres extranjero en mis creencias, vienes de las alturas de Kuala Lumpur, en ese lugar distante, donde la gente se aleja de los templos y solo acepta su conciencia, vive en función de sus pensamientos, yo soy diferente, me guío por las líneas en la arena, por los signos producto del vuelo de las aves, por los conjuros, que los Chamanes realizan con sus ramas, sacadas de la selva y arrojadas al fuego, cuando deducen, por el humo que producen y sus ruidos internos, el mensaje eterno de sus dioses, creo en los presagios, si camino por el bosque, la flor que cae cuando yo paso, no es una flor, es un mensaje, si al andar por la costa, de pronto el mar hunde su espuma en mis pies y las gaviotas, ascienden veloz en las alturas, algo pasa, es un aviso de mis ancestros, que cuidan de mi alma perdida en el misterio de la vida, por eso Amoba, cuando dices, que me amas y me pides conteste a tu deseo, tengo miedo, mucho miedo, porque yo creo Amoba, conozco el presagio de los dioses y vi en tu futuro, el conjuro de ellos, no solo vi eso, supe también que yo era la elegida para que se cumpla, lo que pensaron para vos y no puedo, luchar contra los dioses, si han decidido que tu dolor será mi cura, es más, mientras te hablo y te explico siento, que me es imposible amarte y a la ves siento, que me curo Amoba, estoy olvidando, se calma mi cabeza del profundo dolor que la invadía, olvido para siempre, a aquel que tanto hube querido, se consumió el conjuro, ya nada sufro por aquel que un día, ocupo mi alma y mi corazón entero, me toco el presagio, ¡Estoy libre! Suelta de la reja, de todo aquello que me mantuvo presa, pero en mi alegría, ausente mi alma del dolor, debo decirte Amoba, ya que vos fuiste quien me liberó, no esperes nada de mí, yo no te quiero, las llamas sobre la pared blanca tenían razón, ha llegado el momento de que soy feliz, no puedes entonces con tu amor, invadir mi corazón, adiós Amoba.
--¿Debo irme?
--Es necesario que dejes mi casa, has cumplido con los dioses, la cura fue completa.
--Debo partir si me lo pides, yo sin aportar nada te he curado, solo con el amor que apareció de golpe, por el solo hecho de verte y estar a tu lado, acepto el castigo de los dioses, la culpa es solo mía, fui advertido por Iduli que no hiciera lo que al verte hice, pero estaba escrito en la pared junto a la danza de las llamas, que este presente que horas apenas fue mi futuro, iba a ocurrir sin duda y ocurrió como debió ser, tan rápido que no entiendo, tan parecido a la tormenta imprevista, que surge del fondo de las aguas, que me da miedo, miedo de perderte y que no seas mía, miedo de probarme que aunque te quiero, debo estar solo, aunque te ame no seré correspondido, por el inmenso amor que yo te entrego, no debo olvidarme, que vos estas presente en el recuerdo eterno y no te olvido.

Los pasos de Amoba lo alejaron de la casa, los pasos que nos llevan por la vida, rumbo a lo que deseamos y necesitamos, a veces, son los mismos que nos alejan del lugar, de donde nunca nos hubiésemos querido ir, podríamos entonces, imaginar y creer que Amoba, oscurecida su alma, por el fracaso del amor y su corazón lastimado, por la culpa de haber amado, cuando los dioses le alertaron que no lo haga, se dirigió al único lugar donde debía ir, a aquel en donde habitaba el hombre, que solo por su sabiduría, pudiera comprenderlo y ayudarlo. Busco la playa y el mar, calle abajo hacia el rumor de las olas, que incesantes acarician el fondo de la curva de la tierra, giro a la izquierda y camino las siete cuadras, que lo separaban de la casa de Iduli, solo él, podía aconsejarle, solo él, estaba en condiciones de hablar con los dioses, a ver si conseguían comprenderlo y levantar su condena, así podía tener el amor de Pali nuevamente, que era eso lo que mas quería. En la ultima cuadra, la ultima de las siete recorridas, volvió a entrar al pueblo, no tuvo mas que caminar treinta y tres metros, por la tierra apisonada del pavimento, cuando ya se encontraba frente a la casa de Iduli, entro en ella, cruzo la puerta y se encontró en el living, donde dentro del triangulo de la vida, frente a la marmita, donde la hierba prendida atizaba los conjuros que a los dioses llegaban, se encontraba el Chaman, fija su mirada, en el fuego crepitante. De su frente curtida por los años, se reflejaba el brillante, de un fuerte color rubí que en ella llevaba, representaba su poder simbólico aquí en la tierra, de las hojas prendidas salía un humo azulado, que dando vueltas cónicas sobre si mismo, desaparecía en una de las tres aberturas mágicas, abiertas en el techo, de ese modo se reflejaban en el, las tres oportunidades de lo humano, las que ya fueron, las que son y aquellas que no sabemos sean, según el humo con su voluptuoso azul atraviese el agujero, entonces el Chaman interpretaría cual es el misterio, de la persona hincada a su frente, con la cabeza erguida y los ojos, sus parpados entornados, esperando paciente a que el Chaman, le dicte, lo que de necesario debe hacer, para cambiar su vida. Amoba espero, que Iduli acabe el sortilegio y consiga, formar las letras necesarias que condensadas en palabras entendibles, expliquen al paciente su problema, cuando ocurrió el milagro y aquel se retiró agradecido, Iduli volvió su rostro inexpresivo y sus ojos buscaron, los de Amoba, ¿Por qué has sido tan precipitado? ¿Por qué tu corazón cayó tan fácilmente vencido? No lo entiendo, no puedo comprenderlo, te pedí por favor que no lo hagas, es mas, te dije que era condición necesaria de los dioses, que esto no suceda y apenas, llegas a su lado, apenas la ves, se cambian dos, tres palabras, caes a sus pies enamorado. Como si nunca hubieras conocido mujer alguna, como si no fueras hombre pensante, sino tan solo un ser, al que el deseo maneja y nada piensa, de la consecuencia de sus actos, pues solo escucha a su corazón enfermo, Amoba, ¿Qué te ha pasado? Se a que vienes, pero ¿Podré curarte? No lo se, demasiado es el amor que te domina, para que logre yo arrebatarte de los dioses, sacarles a ellos el manejo de tu alma y una ves esto conseguido, pedirles el perdón por lo que has hecho.
--Iduli, mi gran Iduli, maestro del que no pude, o no quise seguir sus enseñanzas, se que estoy perdido, que la amo, como nunca imagine pudiera amar, que me pierdo en mi soledad, si no la veo y que siento, que nunca volveré a ser quien fui, porque jamás volveré a acercarme a ella, la ame sin saberlo, es más, creo que ya la amaba sin haberla conocido, es aun peor, creo que recorrí el mundo, no para curar, como imagine hacerlo, sino con el único motivo –ignorado por mi- de encontrarme con ella y hoy, que todo esto sucedió, en vez de mantenerme calmo, con la cabeza fría como vos dices, por el contrario loco de mi, no soporte ni un segundo su presencia y hice lo que mi voluntad quiso, lo que mi corazón ansiaba, lo que mi alma pedía, ¡Iduli! Vos lo sabes, antes que yo te lo diga, le declare mi amor,  simplemente le dije que la amaba, más que a mi vida y en ese momento, como un rayo que cae de la tormenta, -como vos habías anunciado- ella se curo y es más, lo que tu presagio decía, se cumplió, a partir de que le declare mi amor, note en ella, la cura de su mal y en mi alma, vi que aquel tomaba posesión de su espacio, para siempre, desde horas atrás, de mi futuro reciente, surgen su rechazo a mi amor y esta pena, que a mi corazón encierra de modo permanente. Por eso vine a verte, a preguntarte ¡O Maestro! Que debo hacer con esto, con esta pasión que me devora y no encuentra cause, para abrir un rumbo, que calme un poco a mí angustiada mente.
--No debes hacer nada, ya todo lo has hecho, obligando a ella a rechazarte y a los dioses, a caer sobre vos con todo su derecho.
--¿No podrás salvarme Iduli? ¿No podrás curarme el alma según veo? ¿Estoy condenado a vagar por este mundo sin encontrar su amor, hasta morir de viejo?
--El deseo es eterno, aún más lo es el tiempo, yo interpreto el presente, leo el pasado e indago al futuro, por lo tanto en el interpretar, el leer y el indagar, sobre lo que has sido, eres y serás, esta la solución a tu problema. Ven Amoba, ven a mi, hagamos un intento, arrodíllate dentro del triangulo de la vida, yo tiraré sobre la marmita, las hierbas rojas del olvido y sobre ella, pondré el polvo de jazmines, que es lo que más halaga a los dioses, si me preguntas, te diré que además de todo eso y como esperando una respuesta, a tu futuro, si volverás a ella, en brazos del amor, que aun en su corazón guarda, estoy seguro, agregaré la tierra, de los acantilados, que el mar renueva cada día y es siempre presente. Entonces olvido, respuesta y presente, son tres condiciones necesarias, para que podamos entender, como termina esto, permíteme por lo tanto, concentrarme….Ya el fuego esta prendido y los materiales arden, ya todo se transforma, el humo nos invade y yo puedo, por mi conocimiento, ver y hablar a los dioses, escuchar lo que dicen en función del pedido que les hago. Pido para Amoba que lo olviden, que le den respuesta a sus dolores y ¡OH! dioses poderosos ¡Que al conjuro de la llama llegan, ante mis viejos y cansados ojos! Por último les pido, es mi ruego, que el amor correspondido, sea la vida del presente, que Amoba en el mundo de su dicha, deba por mandato de ustedes, gozar siempre. Viejo Chaman soy, por serlo, cancele mi corazón a los deseos, cerré mi alma a toda pasión que humana sea y no vivo, para mi, sino que a la miseria y el dolor de los demás, me entrego, por lo tanto es mi ruego, la suplica total de mi alma entera que se cumpla el milagro de los dioses y que a Pali y Amoba se les conceda, formar una vida nueva, por la santa trinidad de los que fueron carne, miseria y corazón en esta vida y hoy más allá de ella, son solo polvo, acumulado en las entrañas infinitas de la tierra.

El humo rojo gris y transparente, viró de golpe al rubí intenso, el fuego hecho látigo del destino, se mezclo en ellos y el color fundido por la vida, se mantuvo quieto, sin moverse en el cielo y un rayo de luz, del infinito mismo, allí donde solo existe, el intenso brillo de la llama y la luz solar, más primitiva, hizo blanco en el fuego eterno de la vida y en los corazones de Pali y Amoba, nació una gota, producto del profundo misterio de las cosas, caída sobre ellos de rubí muy fuerte, que abrazo sus almas y los unió para siempre, en un amor intenso. La oscuridad creció por todas partes, Iduli cayó en trance, leves temblores acompañaron su cuerpo y la llama de la marmita, se apagó de golpe, como un telón oscuro, que cayera sobre el mundo y apagara las luces de todo el firmamento, en el centro del triangulo de la vida, exhausto Iduli, apenas si vivía, Amoba reincorporo su cuerpo, sintió como algo nuevo, que dentro de el nacía y se alejó al encuentro de Pali, que alegre presentía lo estaría esperando, después de siete cuadras junto a la playa, de cara al mar, sabiendo que el amor de él ya le pertenecía y podía amarlo, porque los dioses a través de Iduli, habían levantado su condena.









      
   

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