Amoba caminó por el sendero de la costa,
detrás del acantilado de coral, las aguas tranquilas, existentes entre la playa
y la barrera de caracoles milenarios, le habían permitido dejar la lancha y
seguir con el agua hasta la cintura, caminando, hacia donde un desordenado
bosque de cocoteros y blanca arena, le indicaban que ese era el final de su
recorrido, atrás, en alta mar, mecido por las olas, el barco de carga que lo
habia traído hasta allí, se alejaba lentamente, rumbo a nuevas y lejanas islas,
a las cuales debía proveer de insumos, comida y agua. Poco a poco, fue dejando
la costa y adentrándose, en el bosque de cocoteros, un rato después, se
empezaron a ver las primeras casas y las arboladas calles, que perpendiculares
al mar, le ofrecían un camino para llegar al pueblo, no le fue difícil
orientarse, su trabajo era ese, recorrer las islas y dar a sus habitantes,
tratamiento médico sobre las enfermedades tropicales, que estos padecían, también
sabía que su primer contacto, debería ser con el chaman del lugar, pues bien
entendía, que sin su consentimiento y compañía, no podría curar a nadie, ni siquiera
ser respetado por ningún habitante, dado que el chaman era la principal
autoridad, en cuestiones del cuerpo y del alma y aunque él, era un joven
moderno, respetaba mucho a aquel viejo hombre tribal, porque sus ojos habian
visto –nadie se lo contó- curas milagrosas de almas atormentadas que venían a
él, en busca de paz y consuelo, para males de la mente que enfermaban sus
cuerpos. Mientras avanzaba hacia la casa de Iduli –así se llamaba el chaman de
esa isla- se le hacia presente su figura, alta y flaca, de piel bronceada,
abundante pelo negro y barba, del mismo color, todo ello enmarcaba a dos profundos
ojos grises, de mirar penetrante y calmo, que mas que ver, parecían hablarle a
quien tuvieran enfrente. Pensando en Iduli, pronto se encontró con la vista de
su casa, que en la lejanía le anunciaba, que ya estaba llegando al fin de su
camino. Aparentemente Iduli estaba en ella, porque de su chimenea salía un humo
blanco y espeso, lo que anunciaba que estaría quemando algunos de sus yuyos,
como ofrendas a dioses, que el solo sabia de su existencia y a quienes, a través
de la ofrenda, le pedía la cura para el ser, la persona isleña, que estaría a
su lado, hincado frente a el, esperando respuesta. Apuro el paso, siempre lo conmovía
ver estas curaciones, porque en el transcurso de ellas, veía, como en ninguna
otra parte que le haya tocado estar, a la condición humana, en su mayor
esplendor de entrega y consideración para con el otro, nuestro hermano en la
vida y el sufrimiento, no era cuestión de curar desde lo alto, el poder del
medico moderno, como personaje y el enfermo, criatura humana que potencia ese
poder, ¡No!, lo de Iduli era otra cosa, , darse al otro, porque debía entregarse,
porque el Chaman, fundido en la personalidad del enfermo, era la cura, Iduli se
enfermaba, una y otra vez en cada cura, padecía lo del otro, sufría con el y al
sanarse el enfermo, también el lo hacia, jamás en los años que visitó la isla, vio
a un Iduli diferente al que siempre viera.
Al entrar en la casa y divisar al Chaman, en el centro del triangulo de
la vida, donde era su lugar de atención, lo vio solo, clavada su mirada en la
marmita de hierro, donde las ramas de algún árbol de la selva, se consumían
lentamente, ningún paciente, nadie cerca suyo, tan solo un leve viento, que
entraba por la ventana abierta y hacia bailar a las llamas de formas
diferentes, mientras avivando el fuego, lo consumía lentamente. Pasó un rato
largo, demasiado largo, para los gustos occidentales del joven y recién llegado
médico a la casa, quizás muy corto, para Iduli y sus pensamientos, quien
aparentemente no había notado todavía, la llegada del joven a su hogar.
--Amoba, doctor que llegas sin anunciarte y te
miró sin verte, ¿Qué haces aquí nuevamente, en la isla y en mi casa? En este
territorio, tan propicio a los milagros y
los resplandores de los demonios incansables, que dominan las almas de
los vivos, mis iguales, aquellos que sufren lo que yo y vienen hacia mí, en
busca de cura sin saber el origen de sus males.
--Iduli, solo vengo a verte, me gusta
observarte mientras curas, aunque hoy me llama la atención que estés solo,
sobre el triangulo de la vida y en su centro, contemplando el fuego al que
preguntas.
--Amoba, hoy estoy solo, porque aquella que
sufre, no a querido venir y en su lugar, vino su alma, a estado entre nosotros
todo el tiempo, solo que vos no pudiste percibirla, porque tus ojos no están
acostumbrados, a ver más allá de las cosas materiales.
--¿Quién es ella Iduli que no quiere verte y
solo su alma, en rebeldía viene a vos?
--Es la hechizara Pali, Amoba, la hermosa
mujer de la raza de los Mandiba, que dicen los que recurren a ella, cura las
penas que el amor deja, en nuestras almas y se resisten, a que nuestra razón las
aleje de nosotros.
--¿Cómo puede ser Iduli? ¿Qué una hechicera
practica en los ritos del amor, tenga que recurrir a vos, para cicatrizar su
alma herida y no comprenda ella, como hacerlo? ¿Acaso hay amores, imposibles de
arrancarlos por nosotros mismos? ¿Qué opinas vos, sabio de los ojos claros,
como faro de alta mar que guía nuestros pasos?
--Opino Amoba que al conocedor, le es
imposible usar sus conocimientos sobre si mismo, ya que su alma le pertenece y
no puede observarla alejada de él, su corazón late en su cuerpo pero no tiene
la llave para abrirlo, todo aquello que nos pertenece, nunca alcanzaremos a
comprenderlo, menos a curarlo.
--Ahora Iduli, vos que viste el alma de la sacerdotisa,
de la hechicera llamada Pali, ¿Has podido descifrar su misterio? ¿Sabes acaso
porque su alma afligida, pena incomprensible sin que ella que todo lo sabe,
nada pueda hacer?
--No Amoba, no pude saberlo, las llamas y sus
espacios, la manera como el humo se aleja de mi, los distintos sonidos del
fuego, el momento en que este parece apagarse y vuelve a prenderse con
ferocidad, nada, nada de todo lo que se, se ha presentado ante mi, para que
pudiera yo conocer el misterio, por el cual Pali sufre, pero no todo fue en
vano, mis ancestros, aquellos que me enseñaron, el difícil arte de predecir y
ver el camino de todas las cosas, me manifestaron a través del trance, ese
sueño clarividente que invade mi cerebro, cuando siento que todas las fuerzas
del cosmos, entran en mi, para darme la oportunidad de comprender y establecer
un presagio, que de la solución al caso planteado, en ese momento de sentir, de
ver, de comprender, recibí una visión de los dioses y ellos, me dijeron, Amoba,
que solamente ellos en este día, en esta hora en que el presagio esta echado,
decidieron que vos estés en esta isla, dentro de esta casa, al lado mío, para
que sea yo Iduli, Chaman de todos estos parajes y sitios predeterminados, quien
te trasmita, que deberás ir en busca de Pali, presentarte a ella, anunciarle
que vienes protegido por Zetan dios del reconocimiento y por Alie princesa del
comienzo del amor, para tratar de borrar de su mente, la maligna pasión que la
domina, pero ten cuidado Amoba, Pali se curará, de sus males de amor, pero es
deseo de los dioses, que no te enamores de ella, ya que no podrás conseguir su
amor y solo harás, que la imposible pasión que ella conlleva, pase a vos,
convertida en un amor desesperado, que no será correspondido, te echará de su
lado y vos pasaras a padecer lo que ella antes sufría. En nombre de los dioses,
¿Aceptas Amoba lo que te ofrezco? Si quieres puedes decir no y alejarte de mi
casa, de mi lado y de mi tiempo, no me enojaré por eso.
--Acepto Iduli yo también vine en esta isla a
curar, por otro lado que otra cosa puedo hacer, astuto Iduli, sabes muy bien
que el misterio me domina y el deseo de complacer a los dioses, tus dioses,
siempre me pareció una grata tarea, lo único Iduli que no entiendo, es porque
no puedo enamorarme de ella, ¿Qué hay en el amor entre los dos, que lastime a
los dioses?
--Eso no lo dice el presagio, solo lo he
percibido en el deseo de ellos.
--Esta bien Iduli, a que hablar, si no conozco
a Pali, a que preguntar si vos no tenes respuestas, sabes Iduli, solo quiero
que me digas una cosa.
--¿Cuál?
--Como debo hacer para ver a Pali, ¿Dónde
queda su casa?
--Amoba, estoy orgulloso de vos, desde un
principio, pensé que aceptarías el desafío de mis dioses, tan extraños a vos y
sin embargo, tan cercanos, que puedes aceptar lo que te piden. ¿Dónde puedes
encontrar a Pali? Muy simple, vuelve al mar, a la costa y una vez en ella,
cuenta siete calles mas, entra al pueblo por la séptima y a tu izquierda verás
una casa Mali, con un jardín de flores, es la tercera desde el comienzo de la
calle, allí vive Pali, allí la conocerás y espero, que ella acepte recibirte,
porque si no lo hace, tampoco su cura será posible, lo que te recomiendo si ves
que mucho se resiste, a que vos trates de curarla, apela a su alma, ella sabrá
de mi y será tu aliada.
--Iduli, ¿Cómo puedo recurrir a un alma que me
entienda, si en Pali, su corazón y su cerebro me negaran?
--Solo debes intentarlo, mirarla a los ojos y
ser su esclavo. De cualquier forma recuerda siempre, por favor Amoba, nunca lo olvides,
yo estaré aquí para cuidarte, de Pali y de mis dioses y de vos, ya que mucho me
temo puedas enamorarte.
--Si así fuera Iduli, ¿Estarías a mi lado,
serías capaz de negar el presagio ancestral, que te ha llegado?
--No se Amoba, solo se que te aprecio, solo se
que estoy viejo y un día cercano, inexorable, deberé partir, hacia la isla grande
de la cual no hay regreso. En ese momento, en que mi cuerpo se llenará de luz y
yo, entraré en la oscuridad eterna, en ese momento, como te digo, quisiera
Amoba que vos entiendas los presagios, te amigues con mis dioses y puedas ver,
más allá de las cosas materiales, porque en ese instante único e irrepetible,
Amoba, desearía que los dioses, me concedan, el único deseo que les pido en la
vida, que vos Amoba, como antes yo lo fuera y todavía lo sigo siendo, seas
Chaman de esta isla, ahora que lo sabes, ahora que entiendes, porque puedo
llegar a protegerte de mías parientes ancestrales, si así deba hacerlo, te pido
que me dejes, te indico que te vayas hacia la casa de ella, saliendo esta la
playa, siete cuadras al norte llegarás a verla.
--Iré Iduli, ya salgo, espero no tener que recurrir
a vos, si por amor me muero.
--Vete ya, pero tene presente que el amor, ese
don divino de los dioses, el más hermoso de los sentimientos, que nos atraviesa
el alma, a veces mata.
Salió Amoba y camino hacia la playa, una vez
en ella, contó siete cuadras y entró de nuevo al pueblo por la séptima, rumbo a
la casa de Pali, que como dijera Iduli, era la tercera después del comienzo de
la calle, se detuvo frente al jardín de flores y macetas colgantes, que
adornaban el frente pintado de celeste cielo, al costado de la puerta, un
llamador colgaba, tiró de el y espero paciente, al rato se abrió la puerta y
una joven mulata, de ojos almendrados, dientes muy blancos y negro cabello
trenzado, que en cascada se perdía tras sus hombros, apareció ante sus ojos,
adornando todo con una sonrisa franca.
--Señor ¿Qué desea?
--Mi nombre es Amoba, acostumbrado estoy en
recorrer estas islas, que me son tan familiares como mi mano y mi vida, pero
hoy, que estoy en una de ellas, casualmente la que tu morada tiene, me siento
mal, el mal que me preocupa, no es de mi cuerpo al que lo siento sano, sino el
de mi alma, a la que se enferma y no puedo curarla.
--¿De que se enfermo tu alma Amoba, que no
noto nada en tu mirada, que me avise a mi que debo salvarla? ¿Acaso estas
mintiendo, que pretendes Amoba? ¿Por qué vienes a mi casa, aduciendo algo que
no tienes? No quiero cerrarte la puerta sin saberlo.
--Estas en lo cierto, solo quiero verte, si te
he mentido antes, ahora no lo hago, me han hablado de vos, de tus curas, del
imposible amor que llevas en tu alma y sin poder impedirlo, lo reflejan tus
ojos.
--¿Quién ha hablado?
--Rumores, charlas, frases sueltas, diálogos de
viejas en el mercado, soy medico, recorro el pueblo curando gente, aunque no lo
quiera yo, al final todo se sabe.
--¿Qué te movió a vos venir a verme? ¿Qué
quieres hacer, curarme? En tu condición de medico itinerante, que llego a estas
islas sin saber siquiera, que en ellas yo existía.
--No se Pali, el porque estoy frente a tu
puerta, si fue por lo que escuche, de aquellos que me hablaron, si porque
quería conocer a la hechicera del amor, a la que todos recurren, o solo por la
curiosidad de verte, no pretendo en nada curarte, solo arreglo cuerpos
lastimados, apenas se de almas que enamoradas sufren, apenas se de vos, que no
te he visto nunca, solo quiero entrar y hablar contigo, me gustaría hurgar en
el camino, de lo que fue tu vida, así te cuento algo de la mía. Solo hablar,
pasar un rato en compañía, tomar un te si quieres, sabes Pali, estoy solo acá
en la isla, quizás empiece a darme cuenta, que necesite de la hechicera del
amor y sus consejos.
--Me dijiste que tu nombre es Amoba, ya sabes
el mío, pienso en lo que dices, lo estoy pensando y creo no equivocarme, en
suponer que podemos hablar un rato juntos, porque no, tal vez tengas razón,
aunque no creas y estar solo no en la isla, sino en la vida, sea un problema
para vos y no te des cuenta, por lo tanto acepto, pasa, entra a mi casa, te
serviré un te y charlaremos, después partirás Amoba y nunca más, ni en la
tierra ni en el cielo nos veremos.
Amoba entro a la casa detrás de ella,
siguiendo sus pasos, sus pies desnudos, que no dejaban huella, en la alfombra
del piso que cubría a la tierra, fueron hacia una habitación interior, cruzaron
el living y terminaron su recorrido, en un cuarto amoblado al estilo oriental,
una mesa ratona, ocupaba el centro cuyas patas eran tigres agazapados,
coloridos almohadones en el suelo, hacían las veces de sillas para los recién
llegados, mas allá, un mueble de bambú, contenía pócimas y remedios naturales,
hierbas y ramas del bosque, que tarde o temprano, terminarían en el fuego de
una pequeña marmita de hierro alimentada a leña, que contra una de las paredes
se veía, Pali dio la vuelta a la mesa y se sentó al medio de ella, sobre un
almohadón rojo, que en el suelo había, tomo la posición del loto, esa flor
ausente y melancólica, que vive en los pantanos de la isla de Joia, cruzó sus
piernas, enderezo su torso y clavo, sus almendrados ojos de mestiza
euroasiática, sobre los ojos de Amoba, que absorto la miraba.
--Siéntate frente mío, vos que has venidos del
sur y cruzaste, la barrera de corales y mojaste, tu cuerpo en las aguas del
Pacifico, con el único intento de llegar a estas islas y curar a su gente, si
tu sabes el arte de combatir, a quienes dañan el cuerpo, ¿A que vienes a mi? Que
no te atreves a decírmelo y solo argucias pones, para justificar tu presencia
en esta casa ¡Habla Amoba! Te escucho, estoy atenta, como la fiera en la selva,
al cazador furtivo, como el pescador que a su presa espera y solo ve su hilo,
habla por favor, te escucho.
--He estado con Iduli, el Chaman de la isla a
quien vos y todos conocen, a quien todos visitan.
--¿Qué te ha dicho Iduli si estuviste con el?
--Llegue esta mañana, entre sin que lo note y vi.
que estaba solo, en el triangulo de la vida. Exorcizando a nadie, pero con su
marmita prendida y el humo de las hierbas, saliendo desde el fuego, buscando
los conjuros, que alguien requería, ¿Quién será ese alguien? Me pregunte y
cuando el Chaman hablo, le dije, ¿A quien curaba? Ya que yo a ningún ser en el
lugar veía. Me respondió, al alma de Pali curo, ya que ella no vino con su
cuerpo, fue su alma, que busco el auxilio necesario y preciso, que no quiere
darse Pali, para salvarse de un amor dañino, que destroza su alma lentamente,
por eso nada has visto, eso me comento Iduli cuando hable con el.
--No lo creo, no sentí yo, que mi alma saliera
de mi cuerpo, cansada del pesar que le provoco, por lo tanto Iduli miente, ¿Qué
más te dijo?
--Me anunció, que en el conjuro hecho por los
dioses Del Reconocimiento y el Principio del Amor, hablaron y le anunciaron,
que había caído en mi, la señal de curarte, que yo, mi persona, más allá de lo
que soy y comenzando a convertirme, en lo que ellos quieren que sea, debía
venir a verte Pali, escucharte y entender que te pasa, , porque ellos los
dioses, a través del Chaman Iduli, su interprete en la tierra, decidieron que
yo era el único que podía curarte, arrancarte del pecho al amor equivoco y
limpiar de tu alma, sus dolores, que en forma de sombras te persiguen, a través
del tiempo que tu vives. ¿Estas dispuesta Pali a que te cure, o al menos, trate
de hacerlo en lo posible de mis fuerzas, que desconozco poseer, pero que los
dioses de Iduli me han dado, junto al mandato de curarte? Estoy pendiente Pali
de tus palabras, mientras miro tus ojos almendrados, en esta habitación que nos
encierra y nos hace a los dos, conjuros de la nada.
--Amoba, la empresa que te propones es
inmensa, más grande aun , que haber atravesado los mares que cruzaste, en pos de
esta isla y este encuentro no esperado, pero si los dioses así te lo han
ordenado, debes cumplir su mandato y llegar al fin de tu tarea, sea esta buena,
sea mala, el tiempo lo dirá sin atenuantes, entonces debemos empezar por el
comienzo, deberé contar lo que me pasa, lo que asola mi alma día a día, como el
mar embravecido mueve olas, que van del sur al mediodía, ondulantes y siempre
sigilosas, en busca del camino que las guía. Sabrás entonces Amoba mi dilema,
el profundo amor que me domina y el liquido rojo de mis venas, que le entrego a
el mi ser amado, mi profundo dolor y mi condena, fue un día Amoba, un atardecer
como el de hoy, de cielo diferente, donde no reinaba alegre el sol, sino las
nubes oscuras de la muerte, estaba sola en la playa, frente al mar, gozando la
tormenta, cuando de pronto a lo lejos, divise el barco, vi su velamen roto,
como se levantaba el casco y vi, con horror de que forma se hundía para
siempre, me arrodille en la playa y convoque al dios del mar, Aratra, para que
manifieste dolor por los tripulantes muertos y trate, de proteger, a quien de
ellos se salvara, sentí como respuesta solo el viento, el viento huracanado que
me hablaba y quizás, sin saberlo, contestaba mi ruego, al rato, no se cuanto
tiempo paso de aquel instante, vi contra la pared de coral, llegar un bote y
dentro un hombre, que trataba por todos los medios, de salvarse, corrí a su encuentro,
el agua me frenaba, el mar venia hacia la costa, pero pude llegar a su lado,
lentamente y al cabo de un tiempo, regido por los dioses, estuve tan cerca que
lo ayude a dejar el bote y abrazados, juntos, llegamos a la playa, donde ambos
exhaustos nos tumbamos, lo observe Amoba, era malayo, de las propias islas de
Borneo, era conocedor del mar y sus misterios, no pude saber mas ya que quede
dormida sobre la playa misma, de cara al cielo, el también a mi lado, entrego
su cuerpo al sueño, estábamos cansados, muy cansados, cuando
despertamos, el sol estaba en lo alto,
ni rastros de tormenta, solo un hombre y una mujer, tirados en la playa,
aturdidos, sin saber quien era quien, se miraban dulcemente, a partir de ese
momento, comencé a amarlo y a partir del sol sobre la playa, comencé a sufrir,
porque el solo quería volver a su parao que ya no estaba y regresar, al lugar
donde yo pensaba, un amor poderoso, mas intenso para él que el mío, lo
esperaba. Luche Amoba, solo yo se lo que luche, por conquistarlo, por retenerlo
a mi lado, pero fue todo en vano, pese a que compartimos lecho mucho tiempo,
pese a que nuestras bocas se juntaron, cada ves que quisimos en un beso, nunca
fue posible que me quiera, como yo a el lo amaba y el día llegó Amoba, el día
presentido y no querido, en que un parao se acerco a la isla, en busca de agua
y provisiones y entonces, el que siempre había estado al lado mío, aparentando
estar, solo eso, apenas tuvo la oportunidad de partir, se alejo de mi lado para
siempre. Desde entonces Amoba, soy esclava de el en su recuerdo, no puedo
olvidarlo, lo quiero más en su olvido, que haberlo amado pude en su presencia y
estoy aquí, sufriendo sin respuesta, esperando vuelva a mi, sabiendo que no hay
retorno de la pesadilla eterna de no verlo, así termino entonces de contarte,
lo profundo, lo triste de mi pena, podrás pensar, decir lo que vos quieras, yo
solo se, lo que es amar, lo que es sufrir, lo que es reclamar ante los dioses,
por la paz de mi alma y la calma
necesaria de mi mente, reclamar, pedir, gritar y no obtener respuesta, solo
este dolor, eterno y absoluto, que llevo en mi alma silenciosa y oscura,
expuesta a los misterios de ese amor y solo de él, terriblemente presa. He
concluido Amoba, que dices de todo esto, ¡Habla por favor! Te escucho, Iduli a través
de sus dioses, dices te ha mandado, para tratar de poner armonía en mi cabeza,
¿Podrás hacerlo Amoba, querrás, intentaras, conociéndome apenas y sabiendo que
todo, no depende de vos ni de mi, tan solo de un recuerdo, que mi cerebro acoge
y no lo suelta?
--Pali no te conozco, no se quien sos, ni menos
se, del hombre misterioso que vino del sur, de sus lejanas tierras, a naufragar
justo en estas costas y la casualidad aun mayor Pali, que en día de tormenta, sola
en la playa lo vieras y no eso, que además salvarlo puedas. Pali, ¿No crees que
en todo esto? Intervinieron los dioses, aquellos que gobierna Iduli y pueblan
estas tierras, ¿Por qué lo hicieron? ¿A que sembraron con fuego del amor tu corazón
tranquilo? ¿Por qué cubrieron tu alma Pali del dolor eterno, ese sentimiento
atroz, que solo sienten los enamorados, que no son correspondidos? ¿Por qué
Pali? Solo piensa en ello, solo mírame a los ojos y ayúdame a saber, que quiero
curarte, para que olvides, para que vuelvas a ser lo que eras antes, cuando
dulce y alegre, vivas y comprensiva, estabas en la isla contenta de la vida. Pienso
Pali, observo y pienso, analizo todo lo ocurrido que escuche de tus labios y
únicamente, viene a mi cerebro, como la flor al agua y el ave al espacio
entero, que los dioses te cruzaron ese amor, venido de la playa, traído por las
olas, empujado por el viento huracanado y tormentoso, para que vos sufras, para
que vos llores, para que ames de forma tal, que enfermes tu conciencia, así
podrías darte cuenta Pali, entender, de que manera, sienten aquellos que buscan
tu presencia, con el solo fin de curarse del recuerdo, que el ser amado le dejó
en su alma, cuando abandono su vida y los hundió, en un mundo solitario, eso es
lo que imagino, lo que intuyo que los dioses quisieron llevar a cabo, con ese
amor que te impusieron, a través de sus presagios y milagros.
--Escucho tus palabras Amoba y tal vez, tengas
razón y sea cierto, que los dioses quisieron pasarme sufrimiento, para que yo
sepa en carne propia, lo que es amar, como amaron aquellos que en mi buscaron
paz, para su alma y corazón enfermo,
¿Pero te pregunto Amoba? ¿Ahora que lo se, ahora que tengo conciencia de lo que
realmente pasa, en cada ser enamorado que a mi lado llega? Ahora en este
instante que tanto sufro, como sufrí antes y sufriré mañana, ¿Qué debo hacer
Amoba? Para encontrar la calma, que nunca más he tenido, para pedir por mi alma
y todos mis sentidos, ¿Me escucharan los dioses? ¿Podré llegar a ellos? No lo
se Amoba, ¿Vos lo sabes? Solo pienso, que un día me perdí en la playa, en mi
lugar, en el sitio más hermoso que mis pies hollaran y sabes, desde entonces,
desde aquel nefasto día que lo vi sobre el agua, a punto de morir y pude
rescatarlo, desde ese día Amoba, desde el momento mismo, que se unieron nuestros
labios, te aseguro, te lo afirmo, no soy feliz y lo peor, lo que no tiene
sentido, ¡Lo que me tiene loca! Lo absurdo, que el se ha ido, a partido un día
de mi lado, nunca más lo vi y se, estoy segura, que jamás lo veré por estas
arenas blancas de mi isla, pero sabiendo eso, estando segura de lo que mi
cerebro sabe, igual lo quiero, lo sigo queriendo, tanto lo amo, que nazco y
muero en su recuerdo a cada instante, en que mi mente piensa en el sin darse
tregua y si es como vos dices, que los dioses me dieron este amor, solo para
que sepan como sufren, los que aman y luego de improviso son dejados, que esta
bien, que acepto este castigo, que más que un castigo es una experiencia, ¡Pero
por favor! Si ves a Iduli, si lo ves Amoba, suplícale en mi nombre, que hable
con sus dioses y sacrifiquen mi alma si fuera necesario, a fin de que termine
esta pasión horrible, esta pasión surgida en el misterio mismo del mundo
impenetrable de su magia. No se que hacer, estoy desorientada, si solo Iduli
sabe la palabra justa, para terminar con esto, dile a él, de parte mía, que el
conjuro de mis labios, sería las letras que forman el presagio, compuesto por
su voz, cuando pronuncia ¡Basta! Eso, basta de sufrir, de solo amar lo que no
existe en cuerpo, pido piedad para mi y mi tristeza, solo una cosa quiero y él
y el mundo lo saben, te lo digo Amoba, mensajero mío ante los dioses, necesito,
pido, suplico, terminar con esto.
--Pali, Iduli me dijo que el nada puede hacer,
para curarte, que yo solo por los dioses designado, debo hacerme cargo de tu
cura.
--Entonces una pregunta, algo que cambie mis
dudas al respecto, ¿Qué harás Amoba conmigo, para curar mis penas? ¡Habla te
escucho!
--No lo se.
--¿Entonces?
--No soy Chaman ni Profeta, solo un mortal,
menos aun que vos Pali, que eres Sacerdotisa, de dioses que comprendes y buscan
por tu medio, curar las heridas del amor, en esta tierra.
--Vuelvo a preguntarte entonces, ¿Qué pasa
contigo? ¿Puede ser que los dioses, hallan elegido a un ser, no competente para
llevar a cabo sus designios? No lo creo, no puedo pensar en dioses que se
equivocan, más prefiero imaginar que tienes miedo y te resistes por temor, a
cumplir sus órdenes.
--¿Eso piensas Pali? ¿Miedo de que?
--No lo se, pero presiento que al hablarte
Iduli, te habrá dicho, cuales pueden ser los riesgos que te aguardan y tal ves,
pensando en ello, no quieras arriesgarte, ¿Estoy en lo cierto? Si es así, dime
que te dijo Iduli, que hace que tu razón sea tan cauta.
--Vos que entiendes lo que yo no se, ¿Debo
decirte, lo que los dioses hablaron por su boca, o debo callar, para no ofender
las palabras, de aquellos que hablan sin voz?
--Debes hablar, porque yo soy la causa del
conjuro y necesito saber, cual es la obligación, que han puesto sobre tus
hombros, eres mortal no dios, no estas sujeto a sus mismas obligaciones.
--Hablo entonces y digo, que Iduli me dijo,
que para curarte sea la forma que yo encuentre para hacerlo, cualquiera de ella
no importa cual, lo único que debo tener en cuenta, que no me enamore de vos,
porque si esto así fuera y a conocimiento de los dioses, este hecho llegara,
entonces el hechizo que vos tienes, sobre mi vendría y siempre te amaré,
eternamente y nunca en esa eternidad, vos mujer querrás ser mía.
--¿Correrás el riesgo Amoba?
--Lo correré, aunque presiento,
--¿Qué?
--Que después de haberte conocido estoy
perdido.
--¿Qué sabes vos de aquello que nos pase?
¿Acaso puedes acercar el futuro y transformarlo en presente, para poder oírlo y
sacar conclusiones de los hechos?
--No, seguro que no puedo.
--Entonces Amoba espera, veremos lo que pasa,
no apresures tu andar en esta senda, que aparentemente los dioses quieren que
transitemos juntos.
--No lo haré, seguiré tus consejos, solo vos
habla mujer, de conjuros y presagios, de cómo entendernos con los dioses, yo
solo diré lo que se, de aquello que fuera necesario, para curar tu alma
cubierta de tristeza.
--Muy bien Amoba este es el pacto, a partir de
hoy habitarás mi casa, en la condición de un amigo llegado a estas islas,
traído por los dioses para curar mi alma.
--Acepto Pali y para resguardarme de los
dioses, aquellas haladas formas de la nada, que tejieron mi presagio, sobre
hilos invisibles de la vida, solo una cosa te pido.
--¿Cuál?
--Que no mires mis ojos, que no entres a ellos
con tu profunda mirada cuando hablas, pues temo perderme y quiero curarte.
--Así será Amoba, lo prometo y ahora vamos a
comer, yo preparo la comida trae vos leña del bosque, después pondremos una
cama, en el cuarto del fondo, para que duermas en el, desde mañana trata de
curarme, que yo buscaré ser la mejor paciente, aquella que no discute nada de
lo que vos propongas.
--Voy al bosque, a recoger troncos de
cocoteros secos, así los parto con el hacha y preparo el fuego.
--Ve y ten cuidado, con la rastrera víbora y
el tigre malayo, ambos son animales que rara vez aparecen, pero siempre en todo
momento son enemigos nuestros.
--Se de ellos también se de su peligro, no te
preocupes el arma llevo, para usarla llegado el caso.
Amoba salio, de la casa, a su izquierda el
mar, le acercaba el murmullo del agua, que eterna va y viene hasta el fin del
tiempo, en su continuo oleaje, como si llevara la luz y la sombra, a través del
mundo en ignorado viaje. A su derecha la calle, larga y arbolada, como un túnel
de selva, donde los pájaros vuelan y juegan misteriosos conjuros, que desde
dentro del poblado bosque, los dioses derraman por el espacio y su conjunto.
Hacia allá, hacia donde se encontraba el centro de la isla, todo corría en
tropel desordenado, en busca quizás de ese mundo extraño, producto de lo moderno
que a todo alcanza, era allí en ese punto central donde se reunían, las
autoridades y el comercio, la constante ciencia del dinero, que costaba
descubrir en tradiciones ancestrales, creencias míticas y personajes de
leyenda, que un día recorrieron ese peñón de tierra roja, que hoy habitada era
la isla de Mapue, donde el se encontraba, fue hacia el mar, a la costa, donde
al final del pueblo y antes, de empezar a recorrer sus calles, habia un pequeño
bosque de cocoteros, que seguía ininterrumpidamente la línea de la playa,
ocultando el pueblo a quien del mar llegara, una ves entre los árboles y el
follaje, se dedico a recoger troncos secos, cuando tuvo unos cuantos volvió a
la casa, de golpe le resulto familiar ese trayecto, es como si su mente y todo
el, estaría dentro de un Asura, estado de la mente según los Chamanes, en donde
el que sueña, de pronto vive su propio sueño y lo toma, como un hecho real,
algo que le sucede y le permite transformar como verdadero, aquello que no
existe, algo que solamente estuvo en su imaginación, hasta ser arrancado de
ella y puesto en el mundo real, por el Asura, tuvo miedo, se vio a si mismo,
integrando la vida de Pali, su casa, sus emociones, como si ambos fueran una
pareja de mucho tiempo atrás, de toda la vida y este recorrido, que lo hacia
por vez primera, de ir a buscar leña, fuera por el contrario, algo que venia
haciendo de mucho, mucho tiempo, algo que le alegraba la vida y dado que
llevaba el fuego, el fuego para el hogar, para compartir con la mujer que había
elegido, para juntos vivir en el amor, esa palabra unida al fuego, a la llama
que nos brinda su calor originaba en él, sensaciones que nunca había
experimentado, por primera vez en su vida, vio a la mujer como una compañera y
sintió, en lo profundo de su corazón, la necesidad de estar a su lado. Camino
un poco más y se detuvo, no por el peso de los troncos, ni por estar cansado,
no, sino porque el Asura le advirtió que su destino era quedarse al lado de
Pali, curarla y el, penar de amor eternamente. Decidió apurarse, la noche ya
llegaba y quiso estar en la casa junto a ella, camino más de prisa y un rato
después, atravesando el jardín, llamo a la casa, Pali, nuevamente, igual que
antes, le abrió la puerta.
--Has llegado justo Amoba, necesito el fuego,
dentro de un rato el viento del mar, nos traerá el frío, dentro de un rato,
tendrás hambre y necesito cocinar lo que prepare, dentro de un rato, la
oscuridad será completa y solo la luz de la llama acogedora, podrá iluminar
nuestros semblantes, dentro de un rato estaremos los dos, vos y yo, por primera
vez juntos, sentados frente al fuego y en la pared opuesta, esa pared clara,
blanca, que vistes en el living cuando entraste, aparecerán en ella figuras,
contornos de las llamas que reflejan nuestros cuerpos, ahí Amoba, te leeré el
futuro, a través de la figura de tu propia alma, reflejada por las sutiles
llamas que danzan frente nuestro.
--Ya mismo corto el tronco y lo hago leña, lo
coloco en la marmita y le doy chispa, para que vuele hecho calor, flamee
convertido en llama y nos proporcione luz, para que ambos vos y yo, podamos
vernos entre las sombras nocturnas que se acercan, después de comer Pali, nos
sentaremos juntos frente a la marmita, para que las figuras de la pared blanca,
te digan mi futuro y yo, pueda saberlo, porque en mi futuro, estarás vos
presente y quiero conocerte, mas allá que hoy, en el posterior instante de este
día, para saber, para conocer, para enterarme, para bien o para mal, quien serás vos y de que se trata.
--Veraz tu vida, pero no la mía, porque si
bien hay dos sombras en la pared, solo una interpreta los conjuros del destino,
solo una puede hablar con Ori, el dios del fuego, solo yo Pali, puedo hablar de
lo que veo en mi, pero no debo decirte nada, -porque soy la voz del dios- y
nada debes saber de el en el momento que paso a ser yo.
--Acepto lo que dices, ahora solo quiero
cortar la leña, hacerla fuego, ir al cuarto que dijiste tendré en el fondo de
la casa, para cambiarme y volver enseguida, así te ayudo a preparar la cena que
gustaremos juntos.
--Perfecto Amoba, saliendo del living hay un
pasillo, con un baño y dos piezas, la última es la tuya, lleva tus cosas a ella
y cambiate como dices, luego, saliendo afuera, por la puerta que da al final
del pasillo, que te digo, ahí tienes el fondo de la casa, el hacha, el lugar
donde se guarda la leña, destroza los troncos que trajiste, guarda lo que hoy
no usaremos y lo que creas suficiente sea, tráelo a la marmita y prendele
fuego.
--Así lo haré Pali, ya vuelvo.
Se alejo Amoba para llevar a cabo, todo lo que
Pali dijera y esta, se quedó sola en la casa, terminando de preparar la cena,
mientras esto hacia pensaba, ¿Debido a que? Iduli había mandado a Amoba, con el
pedido especial de los dioses para que la cure, pero a la vez, con la amenaza
que no se podía enamorar de ella, dado que, pasaría el a sufrir su pena, todo
esto era muy extraño, algo difícil de entender ¿Qué se proponía Iduli? ¿Por qué
su repentino interés por ella, cuando en realidad, siempre fueron rivales, en
el arte de curar? No lo entendía, pero si estaba convencida que Iduli, al hacer
lo que hizo, al pedirle a Amoba que fuera a verla, para curarla por mandato de
los dioses, ya sabía él, porque aquellos se lo habrán hecho entender, a través
de los conjuros, que al final Amoba y tal vez ella –el tiempo dirá-terminarían
por enamorarse. Sus pensamientos, se interrumpieron, cuando Amoba entró en la
casa, con la leña cortada y fue al living a preparar el fuego, entonces ella,
llevo la cena y la puso sobre la marmita, para que se cocinara.
--Amoba.
--¿Qué Pali?
--¿Cuál sería tu primera palabra de la cura,
que debo hacer para que olvide, a aquel que despertó mi amor y mi locura?
--Que debes hacer, no lo se, desconozco eso,
hasta hoy no he amado de ese modo, por otro lado, mi primera palabra no la
encuentro, es mas, imagino que nunca hay una primera palabra, solo nos
interpreta un texto, un relato al final del cual, habremos leído un cuento,
nuestra vida, lo que somos y fuimos, en pos de paradójicamente estar vivos, por
ello Pali, no desesperes, no es que ignore el remedio para tus males, sino que
interpreto humildemente, entregado a los dioses por entero, que la solución a
tu problema, vendrá con el tiempo y la medicina mejor para curarte, es que
estemos juntos, ambos los dos, viviendo bajo el mismo techo.
--¿Y vos? ¿Qué será de vos si llegas a amarme
y se cumple el presagio?
--Pali, más allá de mi y de los dioses, si yo
llegara a amarte, como no quiere el conjuro, estas vos, solo vos, para definir
eso, yo no puedo evitar quererte si así nace en mi pecho, la pasión, que todo
arrastra, e impide razonar sobre lo echo, pero tampoco vos podrás evitar,
aunque lo quieras, controlar lo que tu alma, pide que así sea.
--¿Entonces que debemos hacer?
--Estar juntos como estamos, si un día de
golpe, mirándote a los ojos a tus hermosos ojos te dijera, estoy enamorado de
vos, solo te quiero, no puedo hacer otra cosa que adorarte, que gritar mi amor
al mundo entero, en ese momento Pali, en ese momento es cuando hablara tu
corazón y yo, sabre la respuesta, mientras, esperemos, olvidemosno de Iduli y
sus dioses, del conjuro y su presagio, de las formas geomanticas escritas en la
arena, de todo, pero estemos juntos, viviendo simplemente el día a día, vos en
tu trabajo, sigue curando por favor, a los desvalidos que mueren de amor, por
haber querido tanto, yo también trabajaré para lo que vine a la isla, como
médico, veré a la gente y curare sus cuerpos, golpeados por la vida, urgidos
por la muerte y al atardecer, cuando termine el día, estaré aquí, siempre y sin
que yo lo sepa y vos lo notes, algún día no se cual, pero será un día en que el
sol, este en lo alto y bañe con su luz el mar, a ese profundo océano que por
casualidad tendrá sus aguas quietas, en ese día entonces, sanaras de golpe y no
se si yo, sufriré a tu lado, eso lo decides cuando el momento llegue y yo, no
pueda mas que aceptarlo.
--Esta bien Amoba, vamos a cenar ya todo está
cocido, veni a la mesa, que yo sirvo, después de haber comido, iremos a
sentarnos frente a la llama los dos, quiero saber que pasa, en el tiempo por
venir, contigo. Amoba, ¡Tengo miedo! No se porque, temo por vos, ¡Te se
perdido!
--No temas Pali, te lo dije antes, solo vos
decides, no es más que eso.
Fueron a la mesa y se sentaron, comieron,
hablaron de sus vidas, se contaron entero su pasado, rieron, comulgaron la
ciencia de lo oculto, se beneficiaron sin saberlo, con lo bueno de la magia,
debido al hecho de encontrarse ambos, en el mundo, en un lugar tan lejos, solo
a través de un mago, solo a través de el, Iduli, fue que los dos se vieron. Amoba
se levanto y atizo el fuego y las llamas, se alzaron nuevamente, como buscando
espacio, tiempo, para preveer el futuro de todo aquel que se siente frente a
ellas, luego, se quedaron en silencio los dos, mirándose a los ojos, Pali
olvido lo dicho por Amoba o este no bajo los ojos para evitar su mirada, lo
cierto, lo que ocurrió sin duda, que los ojos de ella, almendrados, se
hundieron en las pupilas de el y buscaron su alma y recorrieron su mente y
investigaron, en cada rincón de su corazón, para saber quien era en realidad,
el hombre que tenia sentado frente a ella, ¿Lo abra logrado? Como poder
saberlo, lo cierto lo que se vio, que de pronto ella, le pidió ir a sentarse
frente al fuego, ambos fueron y ya así sentados, sobre la pared blanca en una
danza negra de sombras bien mezcladas, aparecieron sus cuerpos, locos se movían,
sus formas cambiaban las figuras, ora chatas, ora alargadas, de pronto altas
como afiladas torres, al conjuro de la llama respondían y fue en ese instante,
en el momento del frenético baile, sobre la pared blanca, que la voz de Pali,
algo más distinta de lo que se escuchara siempre, como si Ori el dios del
fuego, hablara por su boca, dijo sus palabras.
--Amoba, este instante es tu presente, hasta
aquí sabes todo de tu vida, frente tuyo tienes el fuego, el me permitirá ver,
más allá de este instante, conocer lo que vendrá hacia adelante. Por un
momento, la delgadez de la delgada llama, proyectada sobre la pared blanca,
hace que tu tiempo se estire, que deje el presente y se proyecte hacia el
futuro, con la condición de que los ojos de la profetisa, puedan verlo, mis
ojos de natural almendrados, se convierten en fuego, envían su fulgor hacia la
pared blanca, chocan con la llama y en ella, leo lo que te pasara a vos que aun
no sabes ¡Amoba! Para lo que me interesa saber, solo para eso, las figuras del
fuego y en el fuego dicen, que caerás preso, de un imposible amor, que no te
será correspondido, porque es un pacto que has hecho con los dioses, de que no
te ibas a enamorar y no has cumplido.
--Una pregunta Pali, una sola pregunta, mirándote
a los ojos, ya que nada me importa de pactos y compromisos, ¿Me amarás vos si
te lo pido? Si te digo que vengo del otro lado de la tierra, cruce los dos
océanos, atravesé todas las aguas, para llegar a verte y hoy, aquí a tu lado,
donde nunca imagine estar, mirándote
pregunto y repito lo que digo, ¿Me amaras amor si te lo pido? Más allá de las
llamas, de los dioses, de Ori rey del fuego y del destino, mas cerca nuestro,
al lado mío, mas que al lado juntos Pali, ¿Quiero saberlo? Necesito estar
contigo y escuchar de tus labios, la respuesta, ahora mismo, frente a las
llamas, cuando vos sabes lo que será y a mí, solo me preocupa lo que es, ¡Contéstame
amor! Te lo suplico, porque vengo del mar y su silencio, porque estoy solo,
aunque la gente me rodea, porque vi muchas mujeres y mi corazón, fue visitado
por tantas pasiones, como cada isla del océano visite en mis viajes, pero
ninguna amor, ninguna me detuvo en mi camino y corto mi paso, acelero mi pulso
y desbasto mi alma, como siento que lo haces, cada ves que te miro, ¡Por favor
Pali! Vos ya lo sabes, el destino lo sabe, Iduli lo sabe, sus dioses lo saben,
¡Te amo! No te dejaré jamás si me lo pides, seré tuyo Pali, si vos lo aceptas.
Se está apagando el fuego, ya nada puedes saber de mi futuro, pero aquí estoy
yo con mi presente, para dártelo a vos, si así lo quieres, te amo Pali, te lo
repito, una y mil veces si fuera necesario, imprescindible, para vos y todos
tus dioses, si desean saberlo, yo lo expreso con la boca, mis dientes y mis
labios, ¿Qué contestas a esto, por favor habla, quiero escucharlo?
--Eres extranjero en mis creencias, vienes de
las alturas de Kuala Lumpur, en ese lugar distante, donde la gente se aleja de
los templos y solo acepta su conciencia, vive en función de sus pensamientos,
yo soy diferente, me guío por las líneas en la arena, por los signos producto
del vuelo de las aves, por los conjuros, que los Chamanes realizan con sus
ramas, sacadas de la selva y arrojadas al fuego, cuando deducen, por el humo
que producen y sus ruidos internos, el mensaje eterno de sus dioses, creo en
los presagios, si camino por el bosque, la flor que cae cuando yo paso, no es
una flor, es un mensaje, si al andar por la costa, de pronto el mar hunde su
espuma en mis pies y las gaviotas, ascienden veloz en las alturas, algo pasa,
es un aviso de mis ancestros, que cuidan de mi alma perdida en el misterio de
la vida, por eso Amoba, cuando dices, que me amas y me pides conteste a tu
deseo, tengo miedo, mucho miedo, porque yo creo Amoba, conozco el presagio de
los dioses y vi en tu futuro, el conjuro de ellos, no solo vi eso, supe también
que yo era la elegida para que se cumpla, lo que pensaron para vos y no puedo,
luchar contra los dioses, si han decidido que tu dolor será mi cura, es más,
mientras te hablo y te explico siento, que me es imposible amarte y a la ves
siento, que me curo Amoba, estoy olvidando, se calma mi cabeza del profundo
dolor que la invadía, olvido para siempre, a aquel que tanto hube querido, se consumió
el conjuro, ya nada sufro por aquel que un día, ocupo mi alma y mi corazón
entero, me toco el presagio, ¡Estoy libre! Suelta de la reja, de todo aquello
que me mantuvo presa, pero en mi alegría, ausente mi alma del dolor, debo
decirte Amoba, ya que vos fuiste quien me liberó, no esperes nada de mí, yo no
te quiero, las llamas sobre la pared blanca tenían razón, ha llegado el momento
de que soy feliz, no puedes entonces con tu amor, invadir mi corazón, adiós
Amoba.
--¿Debo irme?
--Es necesario que dejes mi casa, has cumplido
con los dioses, la cura fue completa.
--Debo partir si me lo pides, yo sin aportar
nada te he curado, solo con el amor que apareció de golpe, por el solo hecho de
verte y estar a tu lado, acepto el castigo de los dioses, la culpa es solo mía,
fui advertido por Iduli que no hiciera lo que al verte hice, pero estaba
escrito en la pared junto a la danza de las llamas, que este presente que horas
apenas fue mi futuro, iba a ocurrir sin duda y ocurrió como debió ser, tan rápido
que no entiendo, tan parecido a la tormenta imprevista, que surge del fondo de
las aguas, que me da miedo, miedo de perderte y que no seas mía, miedo de
probarme que aunque te quiero, debo estar solo, aunque te ame no seré correspondido,
por el inmenso amor que yo te entrego, no debo olvidarme, que vos estas
presente en el recuerdo eterno y no te olvido.
Los pasos de Amoba lo alejaron de la casa, los
pasos que nos llevan por la vida, rumbo a lo que deseamos y necesitamos, a
veces, son los mismos que nos alejan del lugar, de donde nunca nos hubiésemos
querido ir, podríamos entonces, imaginar y creer que Amoba, oscurecida su alma,
por el fracaso del amor y su corazón lastimado, por la culpa de haber amado,
cuando los dioses le alertaron que no lo haga, se dirigió al único lugar donde
debía ir, a aquel en donde habitaba el hombre, que solo por su sabiduría,
pudiera comprenderlo y ayudarlo. Busco la playa y el mar, calle abajo hacia el
rumor de las olas, que incesantes acarician el fondo de la curva de la tierra,
giro a la izquierda y camino las siete cuadras, que lo separaban de la casa de
Iduli, solo él, podía aconsejarle, solo él, estaba en condiciones de hablar con
los dioses, a ver si conseguían comprenderlo y levantar su condena, así podía
tener el amor de Pali nuevamente, que era eso lo que mas quería. En la ultima
cuadra, la ultima de las siete recorridas, volvió a entrar al pueblo, no tuvo
mas que caminar treinta y tres metros, por la tierra apisonada del pavimento,
cuando ya se encontraba frente a la casa de Iduli, entro en ella, cruzo la
puerta y se encontró en el living, donde dentro del triangulo de la vida,
frente a la marmita, donde la hierba prendida atizaba los conjuros que a los
dioses llegaban, se encontraba el Chaman, fija su mirada, en el fuego
crepitante. De su frente curtida por los años, se reflejaba el brillante, de un
fuerte color rubí que en ella llevaba, representaba su poder simbólico aquí en
la tierra, de las hojas prendidas salía un humo azulado, que dando vueltas cónicas
sobre si mismo, desaparecía en una de las tres aberturas mágicas, abiertas en
el techo, de ese modo se reflejaban en el, las tres oportunidades de lo humano,
las que ya fueron, las que son y aquellas que no sabemos sean, según el humo
con su voluptuoso azul atraviese el agujero, entonces el Chaman interpretaría
cual es el misterio, de la persona hincada a su frente, con la cabeza erguida y
los ojos, sus parpados entornados, esperando paciente a que el Chaman, le
dicte, lo que de necesario debe hacer, para cambiar su vida. Amoba espero, que
Iduli acabe el sortilegio y consiga, formar las letras necesarias que
condensadas en palabras entendibles, expliquen al paciente su problema, cuando ocurrió
el milagro y aquel se retiró agradecido, Iduli volvió su rostro inexpresivo y
sus ojos buscaron, los de Amoba, ¿Por qué has sido tan precipitado? ¿Por qué tu
corazón cayó tan fácilmente vencido? No lo entiendo, no puedo comprenderlo, te pedí
por favor que no lo hagas, es mas, te dije que era condición necesaria de los
dioses, que esto no suceda y apenas, llegas a su lado, apenas la ves, se
cambian dos, tres palabras, caes a sus pies enamorado. Como si nunca hubieras
conocido mujer alguna, como si no fueras hombre pensante, sino tan solo un ser,
al que el deseo maneja y nada piensa, de la consecuencia de sus actos, pues
solo escucha a su corazón enfermo, Amoba, ¿Qué te ha pasado? Se a que vienes,
pero ¿Podré curarte? No lo se, demasiado es el amor que te domina, para que
logre yo arrebatarte de los dioses, sacarles a ellos el manejo de tu alma y una
ves esto conseguido, pedirles el perdón por lo que has hecho.
--Iduli, mi gran Iduli, maestro del que no
pude, o no quise seguir sus enseñanzas, se que estoy perdido, que la amo, como
nunca imagine pudiera amar, que me pierdo en mi soledad, si no la veo y que
siento, que nunca volveré a ser quien fui, porque jamás volveré a acercarme a
ella, la ame sin saberlo, es más, creo que ya la amaba sin haberla conocido, es
aun peor, creo que recorrí el mundo, no para curar, como imagine hacerlo, sino
con el único motivo –ignorado por mi- de encontrarme con ella y hoy, que todo
esto sucedió, en vez de mantenerme calmo, con la cabeza fría como vos dices,
por el contrario loco de mi, no soporte ni un segundo su presencia y hice lo
que mi voluntad quiso, lo que mi corazón ansiaba, lo que mi alma pedía, ¡Iduli!
Vos lo sabes, antes que yo te lo diga, le declare mi amor, simplemente le dije que la amaba, más que a
mi vida y en ese momento, como un rayo que cae de la tormenta, -como vos habías
anunciado- ella se curo y es más, lo que tu presagio decía, se cumplió, a
partir de que le declare mi amor, note en ella, la cura de su mal y en mi alma,
vi que aquel tomaba posesión de su espacio, para siempre, desde horas atrás, de
mi futuro reciente, surgen su rechazo a mi amor y esta pena, que a mi corazón
encierra de modo permanente. Por eso vine a verte, a preguntarte ¡O Maestro!
Que debo hacer con esto, con esta pasión que me devora y no encuentra cause,
para abrir un rumbo, que calme un poco a mí angustiada mente.
--No debes hacer nada, ya todo lo has hecho,
obligando a ella a rechazarte y a los dioses, a caer sobre vos con todo su
derecho.
--¿No podrás salvarme Iduli? ¿No podrás
curarme el alma según veo? ¿Estoy condenado a vagar por este mundo sin
encontrar su amor, hasta morir de viejo?
--El deseo es eterno, aún más lo es el tiempo,
yo interpreto el presente, leo el pasado e indago al futuro, por lo tanto en el
interpretar, el leer y el indagar, sobre lo que has sido, eres y serás, esta la
solución a tu problema. Ven Amoba, ven a mi, hagamos un intento, arrodíllate
dentro del triangulo de la vida, yo tiraré sobre la marmita, las hierbas rojas
del olvido y sobre ella, pondré el polvo de jazmines, que es lo que más halaga
a los dioses, si me preguntas, te diré que además de todo eso y como esperando
una respuesta, a tu futuro, si volverás a ella, en brazos del amor, que aun en
su corazón guarda, estoy seguro, agregaré la tierra, de los acantilados, que el
mar renueva cada día y es siempre presente. Entonces olvido, respuesta y
presente, son tres condiciones necesarias, para que podamos entender, como
termina esto, permíteme por lo tanto, concentrarme….Ya el fuego esta prendido y
los materiales arden, ya todo se transforma, el humo nos invade y yo puedo, por
mi conocimiento, ver y hablar a los dioses, escuchar lo que dicen en función
del pedido que les hago. Pido para Amoba que lo olviden, que le den respuesta a
sus dolores y ¡OH! dioses poderosos ¡Que al conjuro de la llama llegan, ante
mis viejos y cansados ojos! Por último les pido, es mi ruego, que el amor
correspondido, sea la vida del presente, que Amoba en el mundo de su dicha,
deba por mandato de ustedes, gozar siempre. Viejo Chaman soy, por serlo,
cancele mi corazón a los deseos, cerré mi alma a toda pasión que humana sea y
no vivo, para mi, sino que a la miseria y el dolor de los demás, me entrego,
por lo tanto es mi ruego, la suplica total de mi alma entera que se cumpla el
milagro de los dioses y que a Pali y Amoba se les conceda, formar una vida nueva,
por la santa trinidad de los que fueron carne, miseria y corazón en esta vida y
hoy más allá de ella, son solo polvo, acumulado en las entrañas infinitas de la
tierra.
El humo rojo gris y transparente, viró de
golpe al rubí intenso, el fuego hecho látigo del destino, se mezclo en ellos y
el color fundido por la vida, se mantuvo quieto, sin moverse en el cielo y un
rayo de luz, del infinito mismo, allí donde solo existe, el intenso brillo de
la llama y la luz solar, más primitiva, hizo blanco en el fuego eterno de la
vida y en los corazones de Pali y Amoba, nació una gota, producto del profundo
misterio de las cosas, caída sobre ellos de rubí muy fuerte, que abrazo sus
almas y los unió para siempre, en un amor intenso. La oscuridad creció por
todas partes, Iduli cayó en trance, leves temblores acompañaron su cuerpo y la
llama de la marmita, se apagó de golpe, como un telón oscuro, que cayera sobre
el mundo y apagara las luces de todo el firmamento, en el centro del triangulo
de la vida, exhausto Iduli, apenas si vivía, Amoba reincorporo su cuerpo,
sintió como algo nuevo, que dentro de el nacía y se alejó al encuentro de Pali,
que alegre presentía lo estaría esperando, después de siete cuadras junto a la
playa, de cara al mar, sabiendo que el amor de él ya le pertenecía y podía
amarlo, porque los dioses a través de Iduli, habían levantado su condena.
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