martes, 19 de junio de 2012

VAPOROSA NUBE ROSA


En un reino pequeño pero importante, porque tenía inmensas plantaciones de cacao y con el fabricaban sus súbditos, grandes barras de chocolate que vendían a todos los reinos del vasto imperio, el Rey del Chocolate así llamado, majestad suprema de ese reino chocolatero, era el padre de una hermosa princesa, a la que le habían puesto por su belleza Vaporosa Nube Rosa, era bella tan bella, que muchos príncipes y mercaderes y poetas, hasta temibles piratas se disputaban su amor. Pero ella, indiferente a todo lo que su belleza despertara pasaba la vida recluida en palacio, rodeada de sus damas de compañía y de los sacerdotes que le enseñaban las importantes cosas que ella sabía, cuando no los cocineros, muy dispuestos le explicaban sus secretos, dado que la hija de un rey del chocolate debía saber de tortas, masas y bombones y también de helados, ya que era el postre preferido en ese reino. Todo eso la princesa debía realizarlo como el mejor confitero que hubiera en este mundo, así las cosas, una tarde que la princesa deambulaba por el jardín cercano a sus aposentos, entre las flores y los pequeños lagos y los senderos adornados de piedras, gramilla y tulipanes, gozando de todo lo que la vida en palacio le ofrecía y le brindaba, sus inquietos ojos y su risa alegre, mostraban a todos los que quisieran verla su felicidad, el rey su padre era feliz, la reina su madre no podía ser menos y Vaporosa Nube Rosa, esa tarde en el jardín, hacía honor a la tradición familiar del buen humor, se encontraba contenta, radiante de dicha ya que ningún problema atormentaba su vida, sobre todo, porque en el reino del chocolate, la vida era dulce y ninguno de sus súbditos vivía amargado. El sol que maduraba el cacao, también veía crecer a la princesa y ambos dos uno y otro, se sentían felices de encontrarse todas las tardes, en el jardín el le ofrecía su luz y ella le brindaba su belleza, mientras saltaba su dicha de piedra en piedra por el sendero del parque, siguiendo el camino que conducía a cada una de todas las partes, que el destino reservaba para ella. Así estaba la princesa cuando de pronto le pareció por un instante, que el brillo del sol perdía su intensidad y la tarde era noche y la alegría temor ¡Pero no! Fue algo tan rápido esa sensación, que antes de que pudiera saber la causa el efecto paso y su risa y su rostro, volvieron a ser lo que siempre fueran y ella ese momento, sin siquiera estar presente en su cabeza lo olvido y siguió caminando por la tarde y el sol, sin darle más importancia a esa fea situación, pero cuando volvía a sus aposentos entonces recordó, que eso nunca le había pasado en el reino, donde el chocolate era dueño y señor. Esa noche, mientras todo el palacio descansaba en silencio, en las habitaciones de la princesa esta no dormía, pensando en lo que esa tarde le ocurrió, en ese pequeño instante apenas perceptible donde su corazón alegre, blindado en chocolate suspiró, cuanto más pensaba en ello menos entendió. Llego la mañana, cantaron los pájaros, el sol volvió de nuevo, en palacio, la maquinaria del chocolate funciono, pero algo muy extraño y fuera de lo común sucedió, cuando fueron a despertar a la princesa, en su cuarto durmiendo nadie la encontró. Mientras tanto lejos de allí, en alta mar sobre la caparazón de una tortuga muy pero muy gigante, muerta y hecho navío, el poderoso pirata Cimitarra Veloz huía hacia los reinos de la piratería, llevando consigo a Vaporosa Nube Rosa, encerrada bajo siete llaves en su camarote, que ocupaba la popa de la nave. Dentro de el despertó la princesa y no se encontró en palacio, se vio sola durmiendo en una cama que no era su cama y en un cuarto, más parecido a un barco que a un aposento de palacio y tuvo miedo, ¡Mucho miedo! Su dulzura de chocolate que siempre la protegía de todo y de todos, se disolvió de golpe, la tristeza, ese estado de animo inexistente en su reino, afloro a su rostro y en sus ojos aparecieron lagrimas y por primera ves en su vida, supo del llanto, estado emocional que antes nunca había sentido, lloro, como dicen los que lloran, largo y tendido, durante horas, sin saber siquiera adonde iba y quien era aquel, que allí en ese cuarto, más parecido a un barco que a un palacio, la tenia presa, bajo siete vueltas de una llave inmensa, hecha de tiempo soledad y misterio. En eso estaba llorando y pensando, tratando de entender y llorando otra vez, cuando de pronto como un rugido de mar embravecido, la puerta se abrió de golpe y sobre su hueco, luminoso, erguido y fuerte, a los ojos de Vaporosa Nube Rosa, ¡Poderoso! Apareció el pirata más terrible de los líquidos mares de ese imperio, mas rico que un helado, más feroz que una sopa, Cimitarra Veloz de un salto llegó a su lado y ya frente a ella, que estaba sentada en la mullida cama temblando y asustada, le hablo de esta manera, mientras su torva mirada la recorría entera y sus feroces ojos, parecían calmarse como lo hace el fuego, ante la humedad de un bosque.
--Princesa, yo solo se tener lo que deseo a través del robo y tengo funestos hechiceros, que solo hacen lo que quiero, gracias a ellos te robe de palacio, llegue a las costas de tu reino chocolate, no a comer los postres tan ricos que allí hacen, sino a llevarte a vos que eres el postre más dulce que poseen, de vos me hablaban los pájaros que hablan y en tu jardín te vieron, yo a mi vez, te he visto en el espejo que ve a todos y a cada uno, de los habitantes de tu reino y mientras el mundo gira y da vueltas, yo te llevo en mi tortuga barco, a mi pequeña isla perdida en el océano, en un mar donde sus aguas son de color plata y espumosas, para que una ves allí ya no seas princesa, sino diosa, de mi pequeño imperio, no por pequeño menos poderoso que todo tu reino, que dejamos veloces hace un tiempo. Se que tienes miedo, quizás me odies, se que tal ves no te merezca, pero lamentablemente o no, eso lo sabré luego, solo aprendí a hacer lo que deseo y yo te deseo, entre todas las demás mujeres de los reinos y fue por eso, que llegue a la isla chocolate y te robe la otra noche de tu lecho, para que seas mía, para que junto a mi gobiernes mi pequeño imperio, allá en la isla de aguas color plata, donde el abundante sol impide la llegada del invierno.
Silencio hizo el pirata, por todos llamado Cimitarra Veloz y ya no era fiera su mirada, sino dulce como dulce era su voz y ya no erguido como antes, sino sentado al borde de la cama, mirando a los ojos a la princesa espero su respuesta. A esta le pareció que ese hombre desconocido y fiero, podía muy bien pasar por un habitante de su imperio, se quedo pensativa hilando la respuesta en la rueca del tiempo, mientras recordó de golpe su suspiro en el jardín de palacio y su estremecimiento, no entendido por ella, que tuvo la tarde aquella en el interior del parque, sobre su verde senda y hablo entonces la princesa, veloces como el viento, sus palabras fueron al encuentro del pirata.
--Cimitarra Veloz, terrible bucanero que robas por amor, como si el amor fuera un bien más del cual, apropiarte quieras y no es así estas equivocado, no siempre todo se resuelve por la fuerza y el deseo, de aquel que es entre todos el más fuerte, debes tener respeto por la opinión del otro, como miedo le tienes a la muerte, nunca mujer alguna te amara, si la obligas a hacerlo prisionera de tu antojo, esa no es manera de tratar a los demás y esas no son armas a emplear con las mujeres, si me quieres a mi amar, debes conquistarme con cariño y el primer paso que debes dar, es devolverme a mi padre y a mi reino ahora mismo.
Dejo de hablar Vaporosa Nube Rosa y lo miró a los ojos, Cimitarra Veloz, miraba el mar a través de la puerta abierta y más allá el horizonte y más lejos todavía, su futuro y su pequeña isla y su vida desierta y su inmenso poder en los mares y en la tierra, todo esto era nada para esta mujer bella, que decía no quererlo y abiertamente le exigía ¡Devolverla! A su isla chocolate y a su mundo que no era el suyo, para tal ves nunca más verla, olvidarla con el tiempo, lo que era peor aun, ¡Perderla! Se volvió a ella a Vaporosa Nube Rosa que esperaba impaciente, lo que iba a decir ese pirata terrible, que incluso hasta con las palabras solía herir.
--Cuando te robe de tu reino la hechicera, me dijo que el amor no se roba, porque el amor es un sueño y los sueños, están más allá de poseerlos si no son creados por nosotros mismos, yo le conteste entonces que estaba bien, que de ser así iba por el buen camino, porque yo había tenido un sueño donde soñé, que una princesa hermosa, secuestrada por mi, llegó a amarme a bordo de mi casco de tortuga y me dio de comer un postre de chocolate, que nos unió para siempre en ese amor por mi soñado, ante eso la hechicera me volvió a decir, entonces si soñaste es correcto hacerlo, porque vas en la búsqueda de tu propio sueño y la soñada que no lo sabe, solo debe saberlo por tu boca, cuando se lo digas frente a frente en el camarote de tu casco de tortuga, mirándola a los ojos con la puerta abierta y que entre por ella, el dios de la fortuna. Dado que necesito que sepas que a pasado, te cuento mi sueño Vaporosa Nube Rosa, tal como la hechicera me pidiera, así sabes de mi amor y el porque decidí robarte y el porque la hechicera acepto que de esa forma fuera. Pero más allá de todo, del sueño, de la magia, del conjuro, del cuento al cual pertenecemos debo decirte, que bien pensado pese a mi poder y a mi nunca bien comprendida fama, yo no soy quien para robarte de tu reino y sacarte del cuidado de tus padres, de tu rico chocolate, tus gustosos postres y tu riquísimo helado ¡No! Debo devolverte cuanto antes a tu reino, a tu mundo, a lo que vos quieras hacer en el y fuera de el y así lo haré, no yo, sino mis magos, fieles servidores se encargaran de hacerlo, te dormirán y cuando despiertes, otra ves en palacio en la misma noche y en el mismo sueño en que te robe de el, te volverán a dejar en el aposento donde dormías cuando decidí traerte. Solo una cosa mas se me ocurre que de mis labios sepas, si algún día, porque a veces ocurre que quisiéramos volver sobre nuestros pasos, dar vuelta el tiempo y encontrarnos con las cosas que perdimos, se te ocurriera tener necesidad de verme, no tienes más que salir al jardín de palacio y decirle a los pájaros que quieres hacerlo, ellos me lo dirán rápidos como el rayo, este yo donde este en los mares que el destino me lleve y entonces, volveré a la isla chocolate, como un visitante más, comeré sus postres y bombones y luego compraré un helado, que te llevare a palacio y le diré a tu padre y a tu madre que yo, Cimitarra Veloz Gran Pirata, el más temido por todos los otros del oficio, quiere hacerte reina de los mares, ahora cierra los ojos que yo haré un chasquido con mis dedos –porque también soy mago- y cuando los abras estarás en palacio, de acuerdo con el tiempo y el horario. ¡Adiós princesa! Vaporosa Nube Rosa, espero verte, espero amarte y que me ames, espero que un día seas mía, espero en fin que la espera sea corta y no largo el tiempo del reencuentro, como te dije, cierra los ojos ahí va el chasquido, ya estas en tu reino, tu reino de chocolate pero no del olvido.
Se despertó sobresaltada esa mañana Vaporosa Nube Rosa en su lecho, se quedo mirando el techo y quizás pensó por un instante, que ese despertar era distinto a los de antes, a los que hasta ese momento había tenido, todos los anteriores días pasados en su cama y en su aposento allí en palacio, despertando en su reino y recibiendo el sol y el chocolate, el perfume del cacao y el canto de los pájaros traído por el viento, Vaporosa Nube Rosa suspiró por segunda vez en su vida y se levanto convencida, de que su mundo de postres, golosinas y caramelos, iría a cambiar debido a un ave, que tal vez vaya en busca del hombre que la ame, que le haga conocer el amor, ese sentimiento del cual ella nada sabia y que el ave, en su largo vuelo al fin se lo traería. Se levanto y fue hacia la ventana desde ella observo su reino, su jardín el palacio y el pueblo y se dio cuenta que miraba de otro modo todo aquello, como si fuera lo que era demasiado conocido para ella y hoy, necesitara ver nuevos horizontes, mundos nuevos, mares inmensos, islas distintas y lejanas, azules y distantes firmamentos y recordó entonces que tuvo un sueño, pero no pudo recordar más nada, porque le estaba vedado por la magia lo soñado. Se baño, se vistió y bajo a vivir un día más en el palacio, fue al encuentro de su madre, que como siempre la esperaba con su desayuno de chocolate, sus golosinas y sus masas, llegó al comedor, en una mesa muy larga al costado de ella dos tazas humeantes la esperaban, con diferentes manjares y frente a una de ellas sentada, se encontraba su madre, se acerco la saludo y se sentó frente a ella, así desayunaron juntas mientras hablaban, de las cosas de palacio, de la vida, de las amigas, del padre, del novio o de la novia de mengano o de sultano, de aquel de tantos que se presento en palacio, pidiendo a la princesa por esposa, del otro príncipe poderoso que en tres elefantes blancos, mando regalos y sueños y esperanzas de conseguir el amor de Vaporosa Nube Rosa, la conversación seguía animada y de pronto, la madre mirándola a los ojos le dijo.
--Querida niña, anoche hablando con tu padre en nuestra alcoba, llegamos a la conclusión que ya es hora que te cases, el reino así lo exige, el chocolate lo pide, los postres y las cremas, todos los cocineros quieren un príncipe joven e inteligente que los guíe, Vaporosa Nube Rosa, aunque tu padre no este presente aquí con nosotras, los dos te decimos por mi boca ¿Qué piensas hacer en esto que te pido? Muchos son los que golpean la puerta de palacio en busca de tu amor, no será difícil decidirte.
--Muchos son madre, tantos que a todos los he visto, a algunos por los regalos que me han mandado y ha otros muchos, por su físico, pero la verdad madre que hasta este momento que estamos ambas aquí sentadas, nadie me ha gustado y a ninguno de todos ellos he amado.
--Vaporosa Nube Rosa debes encontrar al hombre que vos quieras, porque la hora ha llegado en que el reino de chocolate además de su rey, tenga su príncipe, el comercio con los otros reinos así lo exige, tu belleza llama al amor y al casamiento, a todos los audaces que vagan por el mundo y yo ante los audaces temo.
--No te preocupes madre nada pasará te lo aseguro, dame un poco más de tiempo, este asunto que solo me incumbe a mi y a ningún otro, debo resolverlo sin apuro, de hecho se me ocurre que se esta resolviendo sin que yo lo sepa -y suspiro la princesa- ¿Qué te pasa? Le pregunto la reina, nada dijo ella, solo contesto para salir del paso, estoy atacada de suspiros, dicho lo cual se levantó de la mesa y se fue a caminar por el jardín, sola y alegre como lo hacía siempre, llego al sendero de piedra y musgo verde, cerca del lago de palacio y empezó a saltar de una piedra a la otra, de un mármol a un granito, de un granito a un basalto, cuando de pronto desde lo alto sobre la rama de un cedro verde, un pájaro le hablo ¿Princesa tienes algo que decirme? Ella detuvo sus saltos y asombrada lo miro, pero más asombrada aún se quedó cuando escucho de su propia boca lo que al pájaro respondió.
--Si dile que venga, que se termino la espera, que ya se que lo amo.
No hablo más la princesa y el pájaro desapareció, ella volvió a sus tareas, a sus padres a sus clases de cocina y a las charlas con los sacerdotes en el templo, que tenía forma de gran torta de chocolate coronada por un inmenso anillo, como la blanca crema que cubriera la sabiduría del reino del cacao.
Todo transcurría como debía ser en un palacio y los días fueron pasando, uno sobre otro hasta formar semanas y meses, Vaporosa Nube Rosa, se levantaba a la mañana e iba al jardín, en donde nunca jamás volvió a escuchar hablar a ningún pájaro, estaba con sus padres y estudiaba las cosas que debía saber una princesa, pero su boca no habló de pretendiente alguno, que a su corazón de mujer habría tocado y esto preocupaba a la reina su madre, ya que la quería ver casada, pues un príncipe para el reino de chocolate ella deseaba. Un mediodía, en que el sol en lo alto llamaba a la alegría, hubo conmoción en el puerto del reino de chocolate y todo porque, porque una nave en el habia atracado y esto a quien importaría se puede pensar, ya que naves en el puerto entran todos los días, pero esta era sin lugar a dudas una nave muy especial, era un barco pirata muy fiero y de grandes dimensiones, hecho con un inmenso caparazón de tortuga, a cuyo bordo habia barriles de pólvora y grandes cañones y su tripulación se componía, de hombres sin escrúpulos y con mucho coraje, ¿Quién sería el capitán de este buque bucanero? Se preguntaban todos los del pueblo, enseguida lo supieron, quien comandaba este barco no era otro, que el conocido y feroz pirata Cimitarra Veloz, quien ya encaramado a la proa del mismo, se disponía a saltar al muelle apenas la cubierta lo tocara y así fue, que en un salto atlético y elegante piso por ves primera, el suelo del reino de chocolate. Tras el bajo parte de su tripulación, para evitar que alguien le atacara y para estar a su lado por si los necesitaba. Decidido a disfrutar de todo lo bello que en ese reino encontrara, comenzó a dar un paseo por los alrededores del puerto con su gente y poco a poco, a conocer todas las cosas típicas del lugar, sus postres, sus golosinas, sus helados, la rica comida y sus habitantes muy calidos con el, aunque de verdad lo que sucedía, que le tenían miedo, porque su figura de pirata despertaba temor y mas si sus ojos se clavaban en uno, eran como la mirada fulminante de algún dios. En realidad el deseo de Cimitarra Veloz no era otro que encontrarse con su amor, Vaporosa Nube Rosa, para lo cual necesitaba dirigirse hacia palacio y como primera excusa pedir hablar con la reina, para decirle su verdad aunque esta no accediera, pedirle la mano de su hija la princesa, ese y solo ese era el motivo de su llegada al reino, por lo tanto una ves que ubico el lugar donde el palacio del rey se encontraba, comenzó a dirigirse al mismo juntamente con sus hombres que lo acompañaban, su intención era llegar después del mediodía, porque recordaba que Vaporosa Nube Rosa le habia dicho, que esa era la parte del día que se dedicaba a pasear por el jardín, si de cualquier modo, alguna ayuda le hiciera falta para el buen fin de esta aventura, allí en el jardín donde estaría la princesa, el tenía a sus pájaros habladores y a su mundo mágico, que lo podía ayudar llegado el caso, a conquistar el corazón de ella. Pronto divisó a lo lejos las torres de merengue, las murallas de tortas y los puentes de chocolate, que distinguían al palacio de todas las otras construcciones que se hallaban a su alrededor, ya llegando a el, siguió por la calle principal que lo llevaba a la entrada, las veredas se encontraban adornadas con infinidad de confites, de distinto color y duro caramelo color rozado, formaba su pavimento, pronto sin darse el cuenta un guardia estuvo a su lado
--¿Qué buscas extranjero en palacio? -pregunto-
--Hablar con la reina es lo que deseo-
--¿A quien anuncio yo?
--Dile que soy el dueño de los mares, el señor del misterio aquel que puede ser malo o bueno sin dejar de ser el mismo, dile que soy bucanero, Cimitarra Veloz así me llaman pero dile que no tema nada, que solo vengo al reino de chocolate en busca de un deseo, no busco tesoros ni dinero, tampoco joyas, simplemente hablar con ella quiero, como lo haría un amigable príncipe guerrero.
--Espera un instante caballero, perdón bucanero, voy a decirle y vuelvo con su respuesta.
Se alejó el guardia y Cimitarra Veloz con su magia, recorrió uno a uno los aposentos del palacio, en el comedor del mismo vio  a la reina y a Vaporosa Nube Rosa, que terminando de almorzar estaban hablando, también en el interior de su mente, contemplo el momento en que el guardia se acerco a ellas y le anunció su presencia, observó que después de meditar un segundo y viendo la cara de asombro de su hija, la reina decidió verlo, mientras el guardia volvía para anunciarle que sería recibido en palacio, el ya lo sabia. La reina y Vaporosa Nube Rosa después de hablar acaloradamente se separaron, según la magia del pirata, la una fue a su encuentro y la otra al jardín donde las aves hablan. Volvió el guardia.
--Forastero la reina ha aceptado verte, por lo tanto sígueme que te llevare a su presencia.
Cimitarra Veloz tras de el se adentro en palacio, los que lo habían acompañado hasta ese lugar desde que salieran del puerto, piratas bravos de su tripulación quedaron afuera, mientras, los pasillos y las puertas y los arcos de palacio, iban pasando y pasando como la vida misma, Cimitarra Veloz pensaba que decirle a la reina, de improviso se encontraron en una sala inmensa, como si estarían dentro de una torta mezclados con cremas y dulce de leche y colgados del techo, confites blancos, tal era la decoración del lugar que esa sensación daba, en un pequeño trono al fondo con relación a la entrada, sobre un muro de caramelo de carmesí que le hacia de respaldo, estaba la reina sentada, el guardia se acerco a ella y le dijo.
--Majestad aquí te traigo al que recién ha llegado al reino y dice ser pirata y quiere hablar con vos, yo me quedaré en la puerta por lo que haga falta.
Así hablando se retiro el guardia y la reina y Cimitarra Veloz se quedaron solos, uno frente al otro y entonces ella hablo.
--Me dicen que has venido de lejos a verme, es más, me dicen que el motivo de tu viaje ha sido el hablar conmigo, me dicen, ¿Será cierto? Me digo ¿Acaso te molestarías en cruzar los mares del mundo, en arriesgarte tanto solo para hablarme? ¿Solo para estar frente mío y cambiar dos palabras? No, no lo creo, imagino que yo soy una excusa y el motivo de tu viaje es otro, por lo tanto como reina y madre quiero saber la verdad ¿Porque has venido de tan lejos para verme?
--¡HO! Reina, la sabiduría habla por tu boca y como mujer, te has dado cuenta de las cosas, pero algo de verdad hay en lo que te dije, desde lo profundo del oriente vengo, atravesé estrechos  y mares sombríos, afronte peligros pero jamás me vi perdido, porque el amor me mantenía firme y el rumbo, era esta isla y hasta aquí vine y de verdad ha sido para hablar contigo.
--¿Qué quieres decirme?
--Quiero pedirte en casamiento a Vaporosa Nube Rosa, no otra cosa quiero y fue por ella y por conquistar su amor, que cruce los mares atravesé tormentas y tempestades y mil peligros, que el destino cruzo en mi camino, solo para verla y decirle que la amo y quiero estar a su lado, ya que ella es el mejor tesoro que encontrar pude en mi larga vida de corsario.
--¡Como madre te digo! Mi niña no recorrerá los mares con pirata alguno, subida en un bergantín rumbo a la muerte, ella es la princesa de este reino y yo quiero un príncipe que la acompañe, no un bucanero que le inflija daño.
--Yo soy un príncipe de la magia y sus misterios y se que a la muerte, llegas de la mano del destino y no de ningún otro, ya que nadie más que el sabe su camino, pero porque hay en tu corazón miedo voy a decirte algo, puedo mañana mismo dejar de ser bucanero, si con ello no pierdo el amor de Vaporosa Nube Rosa, ¿Después de todo? ¿No recorremos los mares solo con una obsesión en nuestra mente de pirata, encontrar el mayor de los tesoros? Por tanto en este reino y no en otro lugar, creo haberlo hallado y es el amor de Vaporosa Nube Rosa, no otra cosa, por lo tanto reina madre te repito ¿Me das la bendición de tu aprobación, para que si ella lo quisiera ambos reina madre, nos casemos? Solo me falta llegar al jardín donde se encuentra y hablarle, solo me falta tu acuerdo a lo que pido, porque si fuera el caso que vos te negaras a ello, yo me iría ahora mismo y para siempre de este suelo, dado que me niego a ser la piedra de la discordia entre ustedes dos, que por esa gracia del destino tanto se aman y comprenden.
--¿Eres mago?
--Lo soy, puedo ver a Vaporosa Nube Rosa caminar por el jardín ahora en este instante, no habiendo muro ni puerta ni obstáculo alguno entre mi mirada y la figura de ella, que me impida hacerlo, podría si quisiera desdoblarme y hablar con ella y contigo al mismo tiempo, siendo mi discurso a ambas diferente, podría volar, huir o hacerme invisible a tu mirada reina, pero no quiero, la magia es un don, algo que te es impuesto imposible de conseguir si no te ha sido dado, por los antiguos dioses nuestros ancestros y debo por lo tanto, usarla con el mayor respeto, hacia ella y hacia mi que soy el mago, este es un problema inherente al hombre que también soy y en función solo de el, he venido a resolverlo ¿Entiendes reina que quien tiene que usar la magia de la conducta humana, eres vos y no yo en este momento? Debes decidirte por el fuego o el desierto, por la vida de aquel que aún no ha muerto y por la felicidad o la desgracia, de los seres que más quieres ¿Qué dices reina? Voy al jardín quiero verla y hablarle, decirle que la amo y preguntarle si siente igual que yo, ahora que su cuerpo y su pensamiento ambos dos juntos están al lado mío. ¿Qué dices reina?
--Acepto.
--Ahora vuelvo, mejor casi seguro ahora volvemos.
Se alejo Cimitarra Veloz y guiado por su magia, atravesó pasillos y puertas abiertas a su paso y un rato más tarde estaba fuera de palacio, sobre el sendero de piedra y musgo verde, en el jardín donde los pájaros hablan y en el cual Vaporosa Nube Rosa, se encontraba sentada a la orilla del pequeño lago, contemplando al cisne blanco que en su interior nadaba, su mirada seguía los círculos del agua, que aparecían y desaparecían a medida que el cisne avanzaba, de pronto una sombra proyectada por un cuerpo, se acerco a su lado y el cisne del lago, se volvió hacia ella y le dijo solemne las siguientes palabras.
--El amor que tanto esperabas, ha llegado.
Sobresaltada por lo irreal del momento volvió sus ojos más allá de la sombra, buscando a quien el sol iluminaba, segura de quien era, al darse vuelta supo que tenía razón, Cimitarra Veloz y no otro era la causa de su amor, se incorporo de un salto y corrió a su lado ¡Debían hablar tanto! pero nadie hablo, iban a hacerse mil preguntas, pero nadie preguntó, tan solo se abrazaron y fueron los cuerpos unidos estrechamente, que se dijeron todo, de modo que el silencio fue la mejor conversación. Paso el tiempo, un largo rato paso, lo suficiente para que el cisne haya volado, lo suficiente para que ella y el se hubieran enamorado y encontrado en ese amor, el camino que los haría de hoy en más, seguir juntos por la vida, así lo decidieron, sin más preámbulos a la orilla del lago y juntos, fueron a anunciarlo a la reina, para que ya no se preocupe más por la falta de un príncipe en su reino, debido a que Cimitarra Veloz sería el príncipe y Vaporosa Nube Rosa la princesa de este relato de amor, que fue contado y llevado por el viento y que pasado el tiempo como debía ser, a la orilla del lago en una pomposa boda ambos se casaron, mientras el cisne blanco, formaba círculos en el agua y los pájaros hablaban y una inmensa torta de chocolate los invitados saboreaban, cocineros, sacerdotes y el pueblo entero, todos participaban de esa fiesta, mientras Cimitarra Veloz y Vaporosa Nube Rosa, hacían realidad un sueño y la vida de hoy en mas, agregaría un ingrediente nuevo a ese dulce reino.
 

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