En un reino pequeño pero importante, porque
tenía inmensas plantaciones de cacao y con el fabricaban sus súbditos, grandes
barras de chocolate que vendían a todos los reinos del vasto imperio, el Rey
del Chocolate así llamado, majestad suprema de ese reino chocolatero, era el
padre de una hermosa princesa, a la que le habían puesto por su belleza
Vaporosa Nube Rosa, era bella tan bella, que muchos príncipes y mercaderes y
poetas, hasta temibles piratas se disputaban su amor. Pero ella, indiferente a
todo lo que su belleza despertara pasaba la vida recluida en palacio, rodeada
de sus damas de compañía y de los sacerdotes que le enseñaban las importantes
cosas que ella sabía, cuando no los cocineros, muy dispuestos le explicaban sus
secretos, dado que la hija de un rey del chocolate debía saber de tortas, masas
y bombones y también de helados, ya que era el postre preferido en ese reino. Todo
eso la princesa debía realizarlo como el mejor confitero que hubiera en este
mundo, así las cosas, una tarde que la princesa deambulaba por el jardín
cercano a sus aposentos, entre las flores y los pequeños lagos y los senderos
adornados de piedras, gramilla y tulipanes, gozando de todo lo que la vida en
palacio le ofrecía y le brindaba, sus inquietos ojos y su risa alegre,
mostraban a todos los que quisieran verla su felicidad, el rey su padre era
feliz, la reina su madre no podía ser menos y Vaporosa Nube Rosa, esa tarde en
el jardín, hacía honor a la tradición familiar del buen humor, se encontraba
contenta, radiante de dicha ya que ningún problema atormentaba su vida, sobre
todo, porque en el reino del chocolate, la vida era dulce y ninguno de sus
súbditos vivía amargado. El sol que maduraba el cacao, también veía crecer a la
princesa y ambos dos uno y otro, se sentían felices de encontrarse todas las
tardes, en el jardín el le ofrecía su luz y ella le brindaba su belleza,
mientras saltaba su dicha de piedra en piedra por el sendero del parque,
siguiendo el camino que conducía a cada una de todas las partes, que el destino
reservaba para ella. Así estaba la princesa cuando de pronto le pareció por un
instante, que el brillo del sol perdía su intensidad y la tarde era noche y la
alegría temor ¡Pero no! Fue algo tan rápido esa sensación, que antes de que
pudiera saber la causa el efecto paso y su risa y su rostro, volvieron a ser lo
que siempre fueran y ella ese momento, sin siquiera estar presente en su cabeza
lo olvido y siguió caminando por la tarde y el sol, sin darle más importancia a
esa fea situación, pero cuando volvía a sus aposentos entonces recordó, que eso
nunca le había pasado en el reino, donde el chocolate era dueño y señor. Esa
noche, mientras todo el palacio descansaba en silencio, en las habitaciones de
la princesa esta no dormía, pensando en lo que esa tarde le ocurrió, en ese
pequeño instante apenas perceptible donde su corazón alegre, blindado en
chocolate suspiró, cuanto más pensaba en ello menos entendió. Llego la mañana,
cantaron los pájaros, el sol volvió de nuevo, en palacio, la maquinaria del
chocolate funciono, pero algo muy extraño y fuera de lo común sucedió, cuando
fueron a despertar a la princesa, en su cuarto durmiendo nadie la encontró.
Mientras tanto lejos de allí, en alta mar sobre la caparazón de una tortuga muy
pero muy gigante, muerta y hecho navío, el poderoso pirata Cimitarra Veloz huía
hacia los reinos de la piratería, llevando consigo a Vaporosa Nube Rosa,
encerrada bajo siete llaves en su camarote, que ocupaba la popa de la nave.
Dentro de el despertó la princesa y no se encontró en palacio, se vio sola
durmiendo en una cama que no era su cama y en un cuarto, más parecido a un
barco que a un aposento de palacio y tuvo miedo, ¡Mucho miedo! Su dulzura de
chocolate que siempre la protegía de todo y de todos, se disolvió de golpe, la
tristeza, ese estado de animo inexistente en su reino, afloro a su rostro y en
sus ojos aparecieron lagrimas y por primera ves en su vida, supo del llanto,
estado emocional que antes nunca había sentido, lloro, como dicen los que
lloran, largo y tendido, durante horas, sin saber siquiera adonde iba y quien
era aquel, que allí en ese cuarto, más parecido a un barco que a un palacio, la
tenia presa, bajo siete vueltas de una llave inmensa, hecha de tiempo soledad y
misterio. En eso estaba llorando y pensando, tratando de entender y llorando
otra vez, cuando de pronto como un rugido de mar embravecido, la puerta se
abrió de golpe y sobre su hueco, luminoso, erguido y fuerte, a los ojos de
Vaporosa Nube Rosa, ¡Poderoso! Apareció el pirata más terrible de los líquidos
mares de ese imperio, mas rico que un helado, más feroz que una sopa, Cimitarra
Veloz de un salto llegó a su lado y ya frente a ella, que estaba sentada en la
mullida cama temblando y asustada, le hablo de esta manera, mientras su torva
mirada la recorría entera y sus feroces ojos, parecían calmarse como lo hace el
fuego, ante la humedad de un bosque.
--Princesa, yo solo se tener lo que deseo a través
del robo y tengo funestos hechiceros, que solo hacen lo que quiero, gracias a
ellos te robe de palacio, llegue a las costas de tu reino chocolate, no a comer
los postres tan ricos que allí hacen, sino a llevarte a vos que eres el postre
más dulce que poseen, de vos me hablaban los pájaros que hablan y en tu jardín
te vieron, yo a mi vez, te he visto en el espejo que ve a todos y a cada uno,
de los habitantes de tu reino y mientras el mundo gira y da vueltas, yo te
llevo en mi tortuga barco, a mi pequeña isla perdida en el océano, en un mar
donde sus aguas son de color plata y espumosas, para que una ves allí ya no
seas princesa, sino diosa, de mi pequeño imperio, no por pequeño menos poderoso
que todo tu reino, que dejamos veloces hace un tiempo. Se que tienes miedo, quizás
me odies, se que tal ves no te merezca, pero lamentablemente o no, eso lo sabré
luego, solo aprendí a hacer lo que deseo y yo te deseo, entre todas las demás
mujeres de los reinos y fue por eso, que llegue a la isla chocolate y te robe
la otra noche de tu lecho, para que seas mía, para que junto a mi gobiernes mi
pequeño imperio, allá en la isla de aguas color plata, donde el abundante sol
impide la llegada del invierno.
Silencio hizo el pirata, por todos llamado
Cimitarra Veloz y ya no era fiera su mirada, sino dulce como dulce era su voz y
ya no erguido como antes, sino sentado al borde de la cama, mirando a los ojos
a la princesa espero su respuesta. A esta le pareció que ese hombre desconocido
y fiero, podía muy bien pasar por un habitante de su imperio, se quedo pensativa
hilando la respuesta en la rueca del tiempo, mientras recordó de golpe su
suspiro en el jardín de palacio y su estremecimiento, no entendido por ella,
que tuvo la tarde aquella en el interior del parque, sobre su verde senda y
hablo entonces la princesa, veloces como el viento, sus palabras fueron al
encuentro del pirata.
--Cimitarra Veloz, terrible bucanero que robas
por amor, como si el amor fuera un bien más del cual, apropiarte quieras y no
es así estas equivocado, no siempre todo se resuelve por la fuerza y el deseo,
de aquel que es entre todos el más fuerte, debes tener respeto por la opinión
del otro, como miedo le tienes a la muerte, nunca mujer alguna te amara, si la
obligas a hacerlo prisionera de tu antojo, esa no es manera de tratar a los demás
y esas no son armas a emplear con las mujeres, si me quieres a mi amar, debes
conquistarme con cariño y el primer paso que debes dar, es devolverme a mi
padre y a mi reino ahora mismo.
Dejo de hablar Vaporosa Nube Rosa y lo miró a
los ojos, Cimitarra Veloz, miraba el mar a través de la puerta abierta y más
allá el horizonte y más lejos todavía, su futuro y su pequeña isla y su vida
desierta y su inmenso poder en los mares y en la tierra, todo esto era nada
para esta mujer bella, que decía no quererlo y abiertamente le exigía
¡Devolverla! A su isla chocolate y a su mundo que no era el suyo, para tal ves
nunca más verla, olvidarla con el tiempo, lo que era peor aun, ¡Perderla! Se volvió
a ella a Vaporosa Nube Rosa que esperaba impaciente, lo que iba a decir ese
pirata terrible, que incluso hasta con las palabras solía herir.
--Cuando te robe de tu reino la hechicera, me
dijo que el amor no se roba, porque el amor es un sueño y los sueños, están más
allá de poseerlos si no son creados por nosotros mismos, yo le conteste
entonces que estaba bien, que de ser así iba por el buen camino, porque yo
había tenido un sueño donde soñé, que una princesa hermosa, secuestrada por mi,
llegó a amarme a bordo de mi casco de tortuga y me dio de comer un postre de
chocolate, que nos unió para siempre en ese amor por mi soñado, ante eso la hechicera
me volvió a decir, entonces si soñaste es correcto hacerlo, porque vas en la búsqueda
de tu propio sueño y la soñada que no lo sabe, solo debe saberlo por tu boca,
cuando se lo digas frente a frente en el camarote de tu casco de tortuga, mirándola
a los ojos con la puerta abierta y que entre por ella, el dios de la fortuna.
Dado que necesito que sepas que a pasado, te cuento mi sueño Vaporosa Nube Rosa,
tal como la hechicera me pidiera, así sabes de mi amor y el porque decidí
robarte y el porque la hechicera acepto que de esa forma fuera. Pero más allá
de todo, del sueño, de la magia, del conjuro, del cuento al cual pertenecemos
debo decirte, que bien pensado pese a mi poder y a mi nunca bien comprendida
fama, yo no soy quien para robarte de tu reino y sacarte del cuidado de tus padres,
de tu rico chocolate, tus gustosos postres y tu riquísimo helado ¡No! Debo
devolverte cuanto antes a tu reino, a tu mundo, a lo que vos quieras hacer en
el y fuera de el y así lo haré, no yo, sino mis magos, fieles servidores se
encargaran de hacerlo, te dormirán y cuando despiertes, otra ves en palacio en
la misma noche y en el mismo sueño en que te robe de el, te volverán a dejar en
el aposento donde dormías cuando decidí traerte. Solo una cosa mas se me ocurre
que de mis labios sepas, si algún día, porque a veces ocurre que quisiéramos
volver sobre nuestros pasos, dar vuelta el tiempo y encontrarnos con las cosas
que perdimos, se te ocurriera tener necesidad de verme, no tienes más que salir
al jardín de palacio y decirle a los pájaros que quieres hacerlo, ellos me lo dirán
rápidos como el rayo, este yo donde este en los mares que el destino me lleve y
entonces, volveré a la isla chocolate, como un visitante más, comeré sus
postres y bombones y luego compraré un helado, que te llevare a palacio y le diré
a tu padre y a tu madre que yo, Cimitarra Veloz Gran Pirata, el más temido por
todos los otros del oficio, quiere hacerte reina de los mares, ahora cierra los
ojos que yo haré un chasquido con mis dedos –porque también soy mago- y cuando
los abras estarás en palacio, de acuerdo con el tiempo y el horario. ¡Adiós
princesa! Vaporosa Nube Rosa, espero verte, espero amarte y que me ames, espero
que un día seas mía, espero en fin que la espera sea corta y no largo el tiempo
del reencuentro, como te dije, cierra los ojos ahí va el chasquido, ya estas en
tu reino, tu reino de chocolate pero no del olvido.
Se despertó sobresaltada esa mañana Vaporosa
Nube Rosa en su lecho, se quedo mirando el techo y quizás pensó por un instante,
que ese despertar era distinto a los de antes, a los que hasta ese momento
había tenido, todos los anteriores días pasados en su cama y en su aposento
allí en palacio, despertando en su reino y recibiendo el sol y el chocolate, el
perfume del cacao y el canto de los pájaros traído por el viento, Vaporosa Nube
Rosa suspiró por segunda vez en su vida y se levanto convencida, de que su
mundo de postres, golosinas y caramelos, iría a cambiar debido a un ave, que
tal vez vaya en busca del hombre que la ame, que le haga conocer el amor, ese
sentimiento del cual ella nada sabia y que el ave, en su largo vuelo al fin se
lo traería. Se levanto y fue hacia la ventana desde ella observo su reino, su jardín
el palacio y el pueblo y se dio cuenta que miraba de otro modo todo aquello,
como si fuera lo que era demasiado conocido para ella y hoy, necesitara ver
nuevos horizontes, mundos nuevos, mares inmensos, islas distintas y lejanas,
azules y distantes firmamentos y recordó entonces que tuvo un sueño, pero no
pudo recordar más nada, porque le estaba vedado por la magia lo soñado. Se
baño, se vistió y bajo a vivir un día más en el palacio, fue al encuentro de su
madre, que como siempre la esperaba con su desayuno de chocolate, sus golosinas
y sus masas, llegó al comedor, en una mesa muy larga al costado de ella dos
tazas humeantes la esperaban, con diferentes manjares y frente a una de ellas
sentada, se encontraba su madre, se acerco la saludo y se sentó frente a ella,
así desayunaron juntas mientras hablaban, de las cosas de palacio, de la vida,
de las amigas, del padre, del novio o de la novia de mengano o de sultano, de
aquel de tantos que se presento en palacio, pidiendo a la princesa por esposa,
del otro príncipe poderoso que en tres elefantes blancos, mando regalos y
sueños y esperanzas de conseguir el amor de Vaporosa Nube Rosa, la conversación
seguía animada y de pronto, la madre mirándola a los ojos le dijo.
--Querida niña, anoche hablando con tu padre
en nuestra alcoba, llegamos a la conclusión que ya es hora que te cases, el
reino así lo exige, el chocolate lo pide, los postres y las cremas, todos los
cocineros quieren un príncipe joven e inteligente que los guíe, Vaporosa Nube
Rosa, aunque tu padre no este presente aquí con nosotras, los dos te decimos
por mi boca ¿Qué piensas hacer en esto que te pido? Muchos son los que golpean
la puerta de palacio en busca de tu amor, no será difícil decidirte.
--Muchos son madre, tantos que a todos los he
visto, a algunos por los regalos que me han mandado y ha otros muchos, por su físico,
pero la verdad madre que hasta este momento que estamos ambas aquí sentadas,
nadie me ha gustado y a ninguno de todos ellos he amado.
--Vaporosa Nube Rosa debes encontrar al hombre
que vos quieras, porque la hora ha llegado en que el reino de chocolate además
de su rey, tenga su príncipe, el comercio con los otros reinos así lo exige, tu
belleza llama al amor y al casamiento, a todos los audaces que vagan por el
mundo y yo ante los audaces temo.
--No te preocupes madre nada pasará te lo
aseguro, dame un poco más de tiempo, este asunto que solo me incumbe a mi y a
ningún otro, debo resolverlo sin apuro, de hecho se me ocurre que se esta
resolviendo sin que yo lo sepa -y suspiro la princesa- ¿Qué te pasa? Le
pregunto la reina, nada dijo ella, solo contesto para salir del paso, estoy
atacada de suspiros, dicho lo cual se levantó de la mesa y se fue a caminar por
el jardín, sola y alegre como lo hacía siempre, llego al sendero de piedra y
musgo verde, cerca del lago de palacio y empezó a saltar de una piedra a la
otra, de un mármol a un granito, de un granito a un basalto, cuando de pronto
desde lo alto sobre la rama de un cedro verde, un pájaro le hablo ¿Princesa
tienes algo que decirme? Ella detuvo sus saltos y asombrada lo miro, pero más
asombrada aún se quedó cuando escucho de su propia boca lo que al pájaro
respondió.
--Si dile que venga, que se termino la espera,
que ya se que lo amo.
No hablo más la princesa y el pájaro desapareció,
ella volvió a sus tareas, a sus padres a sus clases de cocina y a las charlas
con los sacerdotes en el templo, que tenía forma de gran torta de chocolate
coronada por un inmenso anillo, como la blanca crema que cubriera la sabiduría
del reino del cacao.
Todo transcurría como debía ser en un palacio
y los días fueron pasando, uno sobre otro hasta formar semanas y meses,
Vaporosa Nube Rosa, se levantaba a la mañana e iba al jardín, en donde nunca jamás
volvió a escuchar hablar a ningún pájaro, estaba con sus padres y estudiaba las
cosas que debía saber una princesa, pero su boca no habló de pretendiente
alguno, que a su corazón de mujer habría tocado y esto preocupaba a la reina su
madre, ya que la quería ver casada, pues un príncipe para el reino de chocolate
ella deseaba. Un mediodía, en que el sol en lo alto llamaba a la alegría, hubo conmoción
en el puerto del reino de chocolate y todo porque, porque una nave en el habia
atracado y esto a quien importaría se puede pensar, ya que naves en el puerto
entran todos los días, pero esta era sin lugar a dudas una nave muy especial,
era un barco pirata muy fiero y de grandes dimensiones, hecho con un inmenso
caparazón de tortuga, a cuyo bordo habia barriles de pólvora y grandes cañones
y su tripulación se componía, de hombres sin escrúpulos y con mucho coraje,
¿Quién sería el capitán de este buque bucanero? Se preguntaban todos los del
pueblo, enseguida lo supieron, quien comandaba este barco no era otro, que el
conocido y feroz pirata Cimitarra Veloz, quien ya encaramado a la proa del
mismo, se disponía a saltar al muelle apenas la cubierta lo tocara y así fue,
que en un salto atlético y elegante piso por ves primera, el suelo del reino de
chocolate. Tras el bajo parte de su tripulación, para evitar que alguien le
atacara y para estar a su lado por si los necesitaba. Decidido a disfrutar de
todo lo bello que en ese reino encontrara, comenzó a dar un paseo por los
alrededores del puerto con su gente y poco a poco, a conocer todas las cosas típicas
del lugar, sus postres, sus golosinas, sus helados, la rica comida y sus
habitantes muy calidos con el, aunque de verdad lo que sucedía, que le tenían
miedo, porque su figura de pirata despertaba temor y mas si sus ojos se
clavaban en uno, eran como la mirada fulminante de algún dios. En realidad el
deseo de Cimitarra Veloz no era otro que encontrarse con su amor, Vaporosa Nube
Rosa, para lo cual necesitaba dirigirse hacia palacio y como primera excusa
pedir hablar con la reina, para decirle su verdad aunque esta no accediera,
pedirle la mano de su hija la princesa, ese y solo ese era el motivo de su
llegada al reino, por lo tanto una ves que ubico el lugar donde el palacio del
rey se encontraba, comenzó a dirigirse al mismo juntamente con sus hombres que
lo acompañaban, su intención era llegar después del mediodía, porque recordaba
que Vaporosa Nube Rosa le habia dicho, que esa era la parte del día que se
dedicaba a pasear por el jardín, si de cualquier modo, alguna ayuda le hiciera
falta para el buen fin de esta aventura, allí en el jardín donde estaría la
princesa, el tenía a sus pájaros habladores y a su mundo mágico, que lo podía
ayudar llegado el caso, a conquistar el corazón de ella. Pronto divisó a lo
lejos las torres de merengue, las murallas de tortas y los puentes de chocolate,
que distinguían al palacio de todas las otras construcciones que se hallaban a
su alrededor, ya llegando a el, siguió por la calle principal que lo llevaba a
la entrada, las veredas se encontraban adornadas con infinidad de confites, de
distinto color y duro caramelo color rozado, formaba su pavimento, pronto sin
darse el cuenta un guardia estuvo a su lado
--¿Qué buscas extranjero en palacio? -pregunto-
--Hablar con la reina es lo que deseo-
--¿A quien anuncio yo?
--Dile que soy el dueño de los mares, el señor
del misterio aquel que puede ser malo o bueno sin dejar de ser el mismo, dile
que soy bucanero, Cimitarra Veloz así me llaman pero dile que no tema nada, que
solo vengo al reino de chocolate en busca de un deseo, no busco tesoros ni
dinero, tampoco joyas, simplemente hablar con ella quiero, como lo haría un
amigable príncipe guerrero.
--Espera un instante caballero, perdón
bucanero, voy a decirle y vuelvo con su respuesta.
Se alejó el guardia y Cimitarra Veloz con su
magia, recorrió uno a uno los aposentos del palacio, en el comedor del mismo vio a la reina y a Vaporosa Nube Rosa, que
terminando de almorzar estaban hablando, también en el interior de su mente,
contemplo el momento en que el guardia se acerco a ellas y le anunció su
presencia, observó que después de meditar un segundo y viendo la cara de
asombro de su hija, la reina decidió verlo, mientras el guardia volvía para
anunciarle que sería recibido en palacio, el ya lo sabia. La reina y Vaporosa
Nube Rosa después de hablar acaloradamente se separaron, según la magia del
pirata, la una fue a su encuentro y la otra al jardín donde las aves hablan. Volvió
el guardia.
--Forastero la reina ha aceptado verte, por lo
tanto sígueme que te llevare a su presencia.
Cimitarra Veloz tras de el se adentro en
palacio, los que lo habían acompañado hasta ese lugar desde que salieran del
puerto, piratas bravos de su tripulación quedaron afuera, mientras, los
pasillos y las puertas y los arcos de palacio, iban pasando y pasando como la
vida misma, Cimitarra Veloz pensaba que decirle a la reina, de improviso se
encontraron en una sala inmensa, como si estarían dentro de una torta mezclados
con cremas y dulce de leche y colgados del techo, confites blancos, tal era la
decoración del lugar que esa sensación daba, en un pequeño trono al fondo con
relación a la entrada, sobre un muro de caramelo de carmesí que le hacia de
respaldo, estaba la reina sentada, el guardia se acerco a ella y le dijo.
--Majestad aquí te traigo al que recién ha
llegado al reino y dice ser pirata y quiere hablar con vos, yo me quedaré en la
puerta por lo que haga falta.
Así hablando se retiro el guardia y la reina y
Cimitarra Veloz se quedaron solos, uno frente al otro y entonces ella hablo.
--Me dicen que has venido de lejos a verme, es
más, me dicen que el motivo de tu viaje ha sido el hablar conmigo, me dicen,
¿Será cierto? Me digo ¿Acaso te molestarías en cruzar los mares del mundo, en
arriesgarte tanto solo para hablarme? ¿Solo para estar frente mío y cambiar dos
palabras? No, no lo creo, imagino que yo soy una excusa y el motivo de tu viaje
es otro, por lo tanto como reina y madre quiero saber la verdad ¿Porque has
venido de tan lejos para verme?
--¡HO! Reina, la sabiduría habla por tu boca y
como mujer, te has dado cuenta de las cosas, pero algo de verdad hay en lo que
te dije, desde lo profundo del oriente vengo, atravesé estrechos y mares sombríos, afronte peligros pero jamás
me vi perdido, porque el amor me mantenía firme y el rumbo, era esta isla y
hasta aquí vine y de verdad ha sido para hablar contigo.
--¿Qué quieres decirme?
--Quiero pedirte en casamiento a Vaporosa Nube
Rosa, no otra cosa quiero y fue por ella y por conquistar su amor, que cruce
los mares atravesé tormentas y tempestades y mil peligros, que el destino cruzo
en mi camino, solo para verla y decirle que la amo y quiero estar a su lado, ya
que ella es el mejor tesoro que encontrar pude en mi larga vida de corsario.
--¡Como madre te digo! Mi niña no recorrerá
los mares con pirata alguno, subida en un bergantín rumbo a la muerte, ella es
la princesa de este reino y yo quiero un príncipe que la acompañe, no un
bucanero que le inflija daño.
--Yo soy un príncipe de la magia y sus
misterios y se que a la muerte, llegas de la mano del destino y no de ningún
otro, ya que nadie más que el sabe su camino, pero porque hay en tu corazón
miedo voy a decirte algo, puedo mañana mismo dejar de ser bucanero, si con ello
no pierdo el amor de Vaporosa Nube Rosa, ¿Después de todo? ¿No recorremos los
mares solo con una obsesión en nuestra mente de pirata, encontrar el mayor de
los tesoros? Por tanto en este reino y no en otro lugar, creo haberlo hallado y
es el amor de Vaporosa Nube Rosa, no otra cosa, por lo tanto reina madre te
repito ¿Me das la bendición de tu aprobación, para que si ella lo quisiera
ambos reina madre, nos casemos? Solo me falta llegar al jardín donde se
encuentra y hablarle, solo me falta tu acuerdo a lo que pido, porque si fuera
el caso que vos te negaras a ello, yo me iría ahora mismo y para siempre de
este suelo, dado que me niego a ser la piedra de la discordia entre ustedes dos,
que por esa gracia del destino tanto se aman y comprenden.
--¿Eres mago?
--Lo soy, puedo ver a Vaporosa Nube Rosa
caminar por el jardín ahora en este instante, no habiendo muro ni puerta ni obstáculo
alguno entre mi mirada y la figura de ella, que me impida hacerlo, podría si
quisiera desdoblarme y hablar con ella y contigo al mismo tiempo, siendo mi
discurso a ambas diferente, podría volar, huir o hacerme invisible a tu mirada
reina, pero no quiero, la magia es un don, algo que te es impuesto imposible de
conseguir si no te ha sido dado, por los antiguos dioses nuestros ancestros y
debo por lo tanto, usarla con el mayor respeto, hacia ella y hacia mi que soy
el mago, este es un problema inherente al hombre que también soy y en función
solo de el, he venido a resolverlo ¿Entiendes reina que quien tiene que usar la
magia de la conducta humana, eres vos y no yo en este momento? Debes decidirte
por el fuego o el desierto, por la vida de aquel que aún no ha muerto y por la
felicidad o la desgracia, de los seres que más quieres ¿Qué dices reina? Voy al
jardín quiero verla y hablarle, decirle que la amo y preguntarle si siente
igual que yo, ahora que su cuerpo y su pensamiento ambos dos juntos están al
lado mío. ¿Qué dices reina?
--Acepto.
--Ahora vuelvo, mejor casi seguro ahora
volvemos.
Se alejo Cimitarra Veloz y guiado por su magia,
atravesó pasillos y puertas abiertas a su paso y un rato más tarde estaba fuera
de palacio, sobre el sendero de piedra y musgo verde, en el jardín donde los
pájaros hablan y en el cual Vaporosa Nube Rosa, se encontraba sentada a la
orilla del pequeño lago, contemplando al cisne blanco que en su interior
nadaba, su mirada seguía los círculos del agua, que aparecían y desaparecían a
medida que el cisne avanzaba, de pronto una sombra proyectada por un cuerpo, se
acerco a su lado y el cisne del lago, se volvió hacia ella y le dijo solemne
las siguientes palabras.
--El amor que tanto esperabas, ha llegado.
Sobresaltada por lo irreal del momento volvió
sus ojos más allá de la sombra, buscando a quien el sol iluminaba, segura de
quien era, al darse vuelta supo que tenía razón, Cimitarra Veloz y no otro era
la causa de su amor, se incorporo de un salto y corrió a su lado ¡Debían hablar
tanto! pero nadie hablo, iban a hacerse mil preguntas, pero nadie preguntó, tan
solo se abrazaron y fueron los cuerpos unidos estrechamente, que se dijeron
todo, de modo que el silencio fue la mejor conversación. Paso el tiempo, un
largo rato paso, lo suficiente para que el cisne haya volado, lo suficiente
para que ella y el se hubieran enamorado y encontrado en ese amor, el camino
que los haría de hoy en más, seguir juntos por la vida, así lo decidieron, sin
más preámbulos a la orilla del lago y juntos, fueron a anunciarlo a la reina,
para que ya no se preocupe más por la falta de un príncipe en su reino, debido
a que Cimitarra Veloz sería el príncipe y Vaporosa Nube Rosa la princesa de
este relato de amor, que fue contado y llevado por el viento y que pasado el
tiempo como debía ser, a la orilla del lago en una pomposa boda ambos se
casaron, mientras el cisne blanco, formaba círculos en el agua y los pájaros
hablaban y una inmensa torta de chocolate los invitados saboreaban, cocineros,
sacerdotes y el pueblo entero, todos participaban de esa fiesta, mientras
Cimitarra Veloz y Vaporosa Nube Rosa, hacían realidad un sueño y la vida de hoy
en mas, agregaría un ingrediente nuevo a ese dulce reino.
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