martes, 17 de mayo de 2011

BASURA


Caminaba lentamente, mientras subía la cuesta que nace en Leandro N. Alem y se pierde por la Avenida Corrientes, en dirección al centro, era un día sábado a la noche y la soledad, se mezclaba con la miseria, de los más necesitados y con el despilfarro, de luces y colores, de aquellos, a los que la necesidad no los ha tocado y derrochan, alegremente, lo que otros no poseen, es la parte solidaria de nuestra sociedad pensó, mientras veía gente durmiendo a la entrada de los negocios, sobre el suelo de la vereda cual cama acogedora, e infinidad de cartoneros con sus carritos, juntando basura y gente como él, que caminaba en busca de diversión, rumbo al teatro, los cafés, el cine, una cita con una mujer o un hombre, o porque no, aquel que solo caminaba paseando su tristeza. El panorama visual daba a entender, que todo estaba allí mostrado, mezclado, confundido, atrozmente estratificado y nadie se preocupaba por ello, evidentemente pensó, esto refleja que vivimos en una perfecta democracia y el problema, es que no nos damos cuenta. Sorteo a su paso chicos y mujeres, demasiados chicos en busca de basura y por un momento, imagino el futuro, ¿Cuál sería el futuro de todos nosotros? Si despreocupadamente, dejamos que los chicos, estos pequeños seres que habitan el lugar donde nacimos y nos creamos, solo junten basura y reciban la orden y el ejemplo de sus padres, que lo único que se puede hacer es eso, juntar basura. ¿Cuál futuro? ¡Ah!, se habia perdido entre sus pensamientos, imagino de nuevo, ¡Si! Un futuro donde solo haya, generadores de basura, en pequeña minoría y casi todos los demás, se dediquen a juntar esa basura. Recordó las estadísticas, tan de moda ahora, diez kilos de basura por habitante, cien kilos de basura por habitante, ¡Mil kilos de basura por habitante! Somos un país que produce basura, para repartir entre la inmensa mayoría, de quienes en el viven, ¡Estamos salvados! Somos socialmente justos diría, los más justos del mundo, dado que nuestras clases pudientes reparten su basura, a diestra y siniestra, a manos llenas, sin pudor, con una mística social, propia tal vez de una sociedad audaz, moderna y sobre todo generosa, ¿Acaso no hay ropa en la basura? Los pibes, las mujeres y los hombres, se visten con ella. ¿Acaso no hay colchones en la basura? Por las calles en la noche la gente tirada duerme sobre ellos. ¿Acaso no hay comida? Vaya si la hay, de todo tipo y calidad, cuantos hombres, tristes y solitarios, viejos y solos, revuelven los containers frente a los colegios, en busca de los restos de comida, que no fueron al estomago de los alumnos, después, tenemos la comida de elite, de las pizzerías y restaurantes de Recoleta, Puerto Madero, Avenida Corrientes, Avenida Cabildo y todos los demás lugares de buen comer de la capital, los sufridos que tienen –pobre su dolor- van y pagan por comer, diez veces lo que el plato vale, nuestros desamparados, pobres y dejados de la mano de Dios, pero no de la solidaridad de nuestra sociedad –dicen quienes tiran la basura- comen más tarde, la misma comida por nada, buscándola  entre las sobras que se tiran al container de la basura, ¡No es esto maravilloso! Una muestra de nuestro equilibrio social, de que damos todo, ¡Hasta la basura! Por los más necesitados. ¿De que se quejan? La solución social es muy simple, aumentemos las estadísticas, de lo que arroja cada ser pudiente, de basura a la sociedad, así de esa forma, tendremos todo solucionado, cada ves más container, más mujeres y niños sobre ellos, más colchones en la calle, todo esto nos hará ver, que estamos en una sociedad increíble, donde la basura es el impulso de todas las conquistas y lo que nivela, a todas las clases sociales. Decidió apurar el paso, Marta lo estaba esperando en las Cuartetas y llevaba como una hora de atraso, lo que pasó, que había ido al telo con la amiga intima de ella, Laura y, se le hizo tarde, porque se perdió entre sus tetas, pero bueno ya estaba frente a la pizzería, era cuestión de hacerse el boludo, pedir disculpas, mentir y esperar, cruzó la entrada y la vio, estaba sentada en una mesa del medio del salón, con una gaseosa y dos porciones de muzzarella y una de faina, frente suyo, la encontró linda, como siempre, como siempre la quería, ¡Seguro que la quería!, Pero no podía dejar de salir con otras minas, la saludo de lejos y se acerco con su mejor sonrisa, pero noto que el horno no estaba para bollos, los ojos de Marta, esos sus hermosos ojos negros, estaban duros y helados, gélidos de furor, siguió caminando hacia ella de la misma manera, risueño y desenvuelto, no le quedaba otra.

--¿Cómo estas amor?, ¡Mi vida! Disculpame por el atraso, pero no me vas a creer lo que me paso.

Los ojos de ella fríos, de pronto estallaron en un relámpago de ira.

--¡Basura! Sos eso, ¡Una basura!

Se levanto y se fue, él, sorprendido, porque no le dio tiempo a desplegar toda su conversación mentirosa, se sentó a la mesa, de pronto, vio el pedido que ella no consumiera, dos de muzarella y una de faina, pensó en los container, en los chicos, en las mujeres, tenia hambre, se comió las dos porciones con faina, se tomo la gaseosa, pago y se fue.





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