martes, 17 de mayo de 2011

EL OLVIDO


--Ruedan por mi cabeza, viajan por mi memoria y entran en mi, para no dejarme más, para intranquilizar mi espíritu, de por si inquieto y angustiar mi alma, casi siempre sola, los recuerdos, esos enemigos mortales que poseo, que llenan de lagrimas mis ojos y oprimen de angustia, a mi pecho. Los recuerdos, se deslizan en mi interior, como el murmullo ahogado de mi pluma, sobre el papel en que escribo, mi pluma, ese punto azul, que a través del movimiento, que mi mano le ofrece, relata solo el texto, las palabras, el sentido de las frases que encuentro, ajenas al olvido, teniendo cerca mío, adentro del cartucho de tinta, su recuerdo, derramo sobre la fibra de madera rota, que el papel compone, sin apariencia alguna, del árbol frondoso que en la selva fuera y ahí,  en el terso papel blanco, donde no figuran ramas ni paisajes, solo líneas paralelas, que forman un continuo horizonte de esperanzas, solo allí, solo en esa paleta, donde se confunde el blanco de la pulpa, con la luz del día, escribo, sueño, sufro, relato, pienso en ella, siento su rostro que me sigue a todas partes y nunca está a mi lado, como una tortura, como una frase siniestra, escrita en el anverso, de una doble lectura, de un hecho que pasara, entre los seres vivos y que hoy nos damos cuenta, por el paso del tiempo, sin conocerlos, sin saber quienes son, deben inevitablemente, haber muerto. ¿Cuál es mi culpa para padecer esto? ¿Cuál es el desafío, que mi ánimo propuso y mi razón, no pudo hacer? ¿La busque acaso? Recorrí las calles, los bares, las ciudades, repletas de mujeres, queriendo encontrarla, buscando que sea ella, solo ella y no otra, a la que vuelva a amar, después de tanto tiempo, luego de tantos años, en que tal vez por viejo, el amor, ese amor juvenil que nunca tuve, que jamás mi pluma relatar pudiera, apareció de golpe, sin saber yo siquiera, que vendría un día, ese día, el día que llegara, de otro país, de otro mundo, de otro lugar de esta bendita tierra, al sitio exacto, al lugar seguro, donde yo me encontraba, solo y viejo, escribiendo relatos que hablaban de amores, que no eran los míos y de personajes, que hubiera querido, fuera yo igual a ellos, pero era imposible, dado que yo solo escribo, dejo correr mi pluma, sobre el papel blanco, repleto de árboles dormidos. Vino sola, a mi encuentro, no la busque seguro, ni sabia mi boca, ni mis dientes, ni mi cuerpo, ni mi mente, ni todo yo, que ella vendría, pero hoy, se que no puedo estar sin ella, aunque no este más aquí y solo tenga, su recuerdo ¿Cómo se hace con el recuerdo? ¿Con el alma de la mujer que entró en mi cuerpo? Nada pasó entre nosotros, ni un abrazo, ni la más mínima caricia, mucho menos, un beso, solo verla y quedarme extasiado de verla, solo oír su voz y no querer, el laberinto de mi oído, escuchar otra cosa, padezco, sufro y estoy triste, por algo etéreo que conservo, su recuerdo, no me lo puedo sacar de la cabeza y solo escribo, solo recorro el camino que mi pluma elige, para hundirme en ella, ¿Acaso el recuerdo tiene cuerpo? Si, un cuerpo escrito. ¿Tiene rostro? ¿Tiene voz? Es la palabra impresa, el sonido en el alma de aquel que me lee, mientras la pagina muestra mi recuerdo, también la muestra a ella. No la busque, como dije y como digo, no trate de encontrarla, es más, no sabia quien era, pero apareció, el destino la trajo, envuelta en el Búho de Minerva, me miro, se sonrío, me mostró su simpatía y su belleza, el juvenil encanto de la mujer joven, a la cual hace muchos años, deje en el olvido de la juventud que tuve, yo estoy seguro no he querido este encuentro, casual que ha sucedido, entre ella y yo, pero lo cierto, que en este cuarto donde escribo, donde me encierro para encontrarme con textos y figuras, frases, palabras rescatadas del olvido, ya no estoy solo, ella esta conmigo, presente en mi recuerdo, ocupando el espacio donde vivo, donde escribo,  donde leo y he perdido la paz, que siempre tuve, el tranquilo vivir del solitario, solo con sus libros ¿Estaré acaso en el mundo de los vivos y apenas me acompaña, su recuerdo? La contraseña necesaria para estar aquí, hasta que llegue la hora del olvido. Habla Arúspice, adivino, examinador de entrañas, te escucho, di si puedo alejar de mí este recuerdo.
--Colocaré la lámpara entre nosotros, pues el demonio, no puede penetrar en el circulo iluminado por ella, debo preguntarte, porque necesito saberlo, antes de ver las entrañas del ave, cazada en pleno vuelo, las entrañas que me hablaran de vos y tu recuerdo, hombre que sufre, porque conoció el amor según dice, en un rostro de joven mujer que a su lado llegara y partiera como vino, sin haberlo querido y dejara en él, la ilusión fugas de un amor no correspondido. Presta atención entonces, a lo que pregunto y digo, ¿En que lugar se alojan las trampas del destino?
--Entre el corazón y el alma, a mitad de camino, allí Arúspice siento, que se alojan los dardos, que ella tiro y por los cuales, fui herido, te juro tu lo sabes, sin haberlo querido.
--Pongamosno de acuerdo, si no lo quisiste, si nunca pensaste en sentimiento alguno, ¿Cómo es posible entonces? Que de golpe viniera el amor a tu alma, la pasión a tu cuerpo, si en lo profundo de tu corazón, no habia ni el menor rastro de ello.
--Arúspice te lo dije, fue su juventud, su alegría, la risa inconfundible de su alma, que sonaba en mi cada mañana, cuando al filo del alba comenzaba el día. Solo eso, nunca quise nada, ni sus caricias, ni sus ansiados besos, porque seguro estoy nada de todo eso, me habría sido dado, ¡Soy un viejo! ¿Entiendes? Alguien que ya entró en el pasado y ella, tiene todo el futuro por delante, fue un imposible, como el juego de dados, como que el sol retroceda en su camino, o lo que es peor Arúspice, que vos tengas éxito y yo, pierda mi recuerdo y encuentre mi destino.
--Para perder tu recuerdo, revisaré las entrañas palmo a palmo, del ave muerta en vuelo, que aquí sobre la mesa, en el lugar sagrado, deposite en medio de siete candelabros, por cada uno de ellos, hablara el sabio y de cada uno, extraeré el deseo, que una ves todos juntos, formen tu recuerdo, solo eso, a cada entraña miro y veo, al animal en vuelo y cada giro, de el sobre los imaginarios cielos, escriben en el tiempo del destino, tu anhelo, tu misterioso signo, aquel que todo ser, lleva en su memoria y le hace recordar, lo que fuera un instante, como si fuera eterno. Ese es el mensaje que recibo, el ave muerta habla y dice, que tu sueño, el sueño del amor alegre y juvenil, que has perdido, no lo encontraras mas, ¡No puede ser! Vos sos un viejo y ella, es el comienzo del camino. En el fondo milenario de las cosas, la existencia es una, individual, irreversible, propia de cada ser y vos, vos ya la has vivido, olvida tu recuerdo y deja que ella siga su destino.
--Arúspice ¿La he perdido?
--Simplemente, ha entrado en el olvido.





No hay comentarios:

Publicar un comentario