La casa en silencio y a oscuras, anunciaba que era noche plena, todos dormían, sobre la mesa del comedor, dos copas vacías que habían quedado de la cena, chocaron de repente en un brindis, a la mañana siguiente al despertar, la dueña de casa inquieta, como presintiendo algo, dejo su cuarto y bajo al comedor, las copas ya no estaban, pero el comedor no era el mismo que en esa casa había, otro distinto se encontraba en ella y sentado a la mesa un hombre, un desconocido, con sendos desayunos servidos la esperaba, sorprendida preguntó.
--¿Quién eres? ¿Qué haces en mi casa?
--No estoy en tu casa, sino en la mía y hace mucho tiempo te aguardaba.
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