viernes, 16 de marzo de 2012

CARTONEROS


Juana levanto una vez mas la tapa de otro container de basura, se puso a revolver entre los deshechos, en busca de papel, cartón, metal, vidrio, cualquier cosa que tuviera algún valor para vender, Luis un poco mas atrás, se acercaba arrastrando el chango semilleno.

--Vení trae el chango, acá hay vidrio, cartón, papel.
--Córrete que los saco.

Metió medio cuerpo en el container y saco dos botellas, cuatro diarios, mas dos platos viejos que si no se podían vender, al menos para el rancho servirían, en sus recorridas por las calles llevaban lo que sea para hacerlo plata, o usar en el rancho.

--Listo, vamos a la otra esquina vi cajas tiradas.
--Estoy cansada, quiero volver,
--Espera Juana, sabes que a las doce de la noche llega el camión que levanta todo, si aparecemos temprano los viejos, tanto el tuyo como el mío nos matan.
--¡Que importa yo estoy cansada!, ellos no se si laburan, pero nosotros salimos todos los días, hoy ¡estoy cansada!
--Esta bien che, descansa, quédate aquí en esta esquina, yo doy una vuelta manzana y vuelvo, no me gustan que levanten lo que vi primero.
--Anda te espero.

Juana tendría, ni ella lo recordaba, quince o dieciséis años, Luis otro tanto, se criaron rancho de por medio en la villa de detrás de la Ciudad Universitaria, eran pareja desde hacia un tiempo, como sus hermanos, igual que todos, juntaban basura para sobrevivir, lo mismo que sus padres, todo el mundo cartonero. En esa esquina de Libertador y Sucre, pasaba por delante de ella, un mundo totalmente indiferente e imposible, al cual jamás podría acercarse, siempre como ahora, mirarlo de lejos, aunque estuviera atravesada por gente, autos, luces de las ventanas y fulgurantes carteles luminosos, infranqueables puertas de negocios, salvo para retirar basura. Estaba cansada y lo peor que no sabia porque, su fatiga tal vez, fuese bronca por ser villera pobre, que la condeno a convertirse en cartonera, para poder vivir. Por la otra esquina apareció Luis, tirando del chango, lo había llenado mas con cartón, las cajas tiradas eran muchas, cruzo la calle y fue en su búsqueda.

--Che Luis buena carga.
--No te dije que en la otra cuadra vi cartón, a mi no se me escapa nada.

Cruzaron Libertador, hacia el río y comenzaron a caminar para el lado de Monroe, deberían levantar la tapa, de todos los container, porque el chango no estaba lo suficientemente lleno

--Che Luis.
-- ¿Que Juana?
-- ¿No te pudre estar haciendo este laburo?, metiendo la mano todo el día en la basura.
--Que me importa, ganamos plata, le damos un poco a los viejos, otro poco nos queda a nosotros, con eso vivimos, además trabajamos de cinco de la tarde a las once de la noche, después tengo todo el día para joder, ,joder con vos, chupar cerveza con los pibes, jugar al futbol, que otra cosa vamos a hacer, además esto es fácil, no tenes quilombos, no necesitas saber nada, solo darse cuenta en que bolsa, esta lo que vale, ser piola para que no te caguen ¿o no?
--Si, pero yo camino por un mundo que no es el mío, recojo lo que no sirve, basura, veo todo lo lindo que nunca podré tener, siquiera tocarlo, no te das cuenta Luis, que salvo la gente de la villa, para los demás no existimos, nos sienten como perros, perros sueltos sin paseador alguno, entendes, somos muertos sociales, cosas sin presencia, sabes Luis, cual es la única forma que te vean, te tomen en consideración, roba un celular, cagale a un pibe la bicicleta, métete en un negocio y chorea algo, entonces, ese es el momento que te van a ver, si tienen maquina te van a matar, si no sos rápido te meten preso, después, si volves a la rutina de juntar basura, buscar entre los container, toda la gente que pasa a tu alrededor, trata de no verte, sos una caca de perro en el suelo, todos nos evitan, si nos tocan corren a lavarse.
--Che que señora bien estas hecha hoy, ¡déjate de joder!; no rompas más las bolas, ayúdame que en aquel árbol hay un calefón, buena guita.

Se acercaron al calefón, que algún respetable ciudadano, dejo primoroso sobre un árbol -tal cuidado para salvar sus culpas- entre los dos lo tiraron en el chango.

--Juana, dentro de poco vas a tener que ayudarme con el chango, esta pesado.
--Quédate tranquilo, yo empujo de adelante, vos lo manejas de atrás, ¡dale vamos! hace fuerza, ves Luis a veces pienso que no merecemos nada, porque solo hacemos fuerza, como el caballo, somos muy simples, nos echamos un polvo, comemos, y para trabajar hacemos fuerza.
--Yo no, cuando juego al futbol en la villa gambeteo, cuando vamos de joda bailo, cuando peleo corto, cuando no hago nada, chupo, lo ultimo que me gusta hacer es fuerza, pero que queres, como te dije, con este chango ganamos guita, cada vez que el camión te pesa, te paga, es una guita por la cual la cana no nos jode, la otra, la del choreo es mas complicada.
--Che ya estamos cerca de Monroe, sigamos dos cuadras mas, por hay en el súper encontramos basura.
-- ¿En el que esta frente al tiro? seguro no, hace un rato lo vi al hijo de puta de Mario, son dos y con un carrito de ruedas de goma, seguro nos ganaron de mano y se lo llevaron todo, mejor cruzamos de nuevo Libertador, vamos al otro súper y al sanatorio, allí hay mucha basura, por ahí pescamos algo, total faltan para las once.

Así hicieron, Juana empujando de adelante y Luis de atrás, cruzaron Libertador, a esa hora, todos los bares estaban abiertos, la gente ocupando mesas puestas sobre la vereda de los locales, comían sus pizzas, empanadas, milanesas, bebían sus vinos, cervezas y cortados, pero ninguno los veía, pasaban como fantasmas de la noche, cual objetos que están ahí, pero nosotros no somos responsables de que estén, no los vemos, los saquen o los dejen no nos importa. Los coches circulaban por la avenida, la luz, es roja, amarilla, verde, el cielo estrellado y claro, los perros bonitos con sus agradables o desagradables dueños, pero ellos no tienen contenido ni forma corpórea real, son sin sentido humano, cartoneros. Tuvieron suerte, en el súper cerca de la esquina, varias cajas de cartón los aguardaban, más allá dos sillas rotas.

--Todo sirve dijo Luis, ayúdame a cargar.

Juana empezó con las cajas, mientras el iba por las sillas.
--Espera Juana, para un poco no metas las cajas adentro, mejor vamos a abrirlas, y hacemos una pared alrededor del chango, así tenemos mas lugar
--Esta bien, ¡pero el maldito será mas pesado!
--Cuanto más lleno, sacamos mas guita, está.
--Tenes razón, yo soy la única que hablo, pero vos tenes razón, vamos a hacer mas lugar en el chango.

Desarmaron las cajas, y con los pedazos sueltos, armaron alrededor del chango un costado más alto.

--Luis, agarremos Blanco Encalada esta el sanatorio, allí hay basura seguro, mucha gente pasa por ese lugar.
--Si crucemos Monroe y vamos.

Nuevamente a tirar los dos del chango, cada vez mas pesado, a medida que pasaba el tiempo, no les costo mucho llegar, también encontraron papeles y cartón, decidieron ir rumbo a la villa, bajaron por Blanco Encalada tratando de acercarse a Echeverria, ya que esta tiene salida, por el puente que pasa sobre las vías y va a Ciudad Universitaria, ya se encontraban en la mitad del recorrido, volver era el mismo trayecto que haber venido, nada mas que la gran diferencia estaba en el chango cargado, chango que de buena ganas Juana, cuando estuviesen arriba del puente, lo habría dejado caer solo, para que se destroce, bajando la pendiente a toda velocidad, pero no, no bajaba solo, descendía con la fuerza de ellos conteniéndolo, para que no se vaya al diablo.

--Juana doblemos y agarra Mendoza, hay mas vidrio, papel, hasta alguna mesa rota, a la noche sacan todo, ¡dale!
--Si toda la porquería, que se cansaron de verla en su casa, ojo que doblo.

Siguieron caminando hacia Alcorta, juntando papel mas cartón, vidrios, levantando la tapa de infinitos container que se cruzaban en su camino, como cofres que contuvieran en su interior la felicidad, la varita mágica necesaria para cambiar, pero ellos sabían que no había nada, en el mejor de los casos, un vidrio para cortarse.

-- ¡Por fin! Luis,  ¡Alcorta!, ya estaba repodrida, estoy cansada te lo digo de nuevo, no te dejo solo, porque te quiero, siempre me pregunto si los que nos ven pasar  tirando del chango, llegaran a darse cuenta de que podemos amar, creo que no, ya que eso es un sentimiento, e imaginan que no los tenemos, somos árboles plantados en medio de la calle.
--Mira ya estamos hechos, el chango esta repleto, cruzamos Alcorta y nos tiramos un poco en el parque para descansar, la subida del puente será  brava, hay que tener cuidado con estos putos autos, que te pasan tan cerca, que te pueden hacer mierda.

Cruzaron, entraron en el parque alejándose unos metros de la calle, dejaron el chango y sus cuerpos cansados, fueron a dar contra la humedad del suelo. Juana de cara al cielo pregunto.

--Luis, ¿que quisieras tener?
--Que piola, plata, una casa, un coche, computadora, audio, una mina no porque te tengo a vos, pilchas, todo lo que veo y se que no será mío.
--Acá en la villa no vas a tener nada de eso, terminaras cortado o drogado, no hay otra, tampoco podes salir de ella, es tu lugar, naciste, vas a vivir y morir en la mierda, con todos los que nos rodean, en una vorágine de papel y cartón encendidos que nos devore. Lo que pasa que no hay salida Luis, otra vez no existimos, nadie nos ve, salvo  como te dije, cuando hacemos cagadas, ¡estoy harta!, yo pertenezco a esta villa, porque nací aquí, pero nadie nunca me pregunto si quería quedarme, que quería ser, ¡no!, por el contrario, tengo un rotulo, cartonera, la gente se dirige a mi con una sonrisa falsa, solo para darme su basura, ¡estoy harta Luis!, pero se que no me queda otra, que estas eternamente harta, o absolutamente entregada a esta vida, me puedo hacer puta, pero terminas destrozada, sin ningún sentido, todo da lo mismo.
-- ¡Que decís che!,  ¡para! porque estas tan jodida esta noche, te crees que sos la única, cuantas en la villa están como vos y no dicen nada, se la pasan jodiendo y chau, viví lo mejor que puedas y listo, ¿Porque no haces eso y de dejas de joder?
--Esta noche me gustaría que sea la última que arrastre un chango.
--No te calentes, lo vas a seguir arrastrando, vamos, a levantarse que ya es tarde y el camión nos espera, tenemos que cruzar el puente.

Juana adelante y Luis detrás comenzaron a arrastrar el chango hacia arriba, el puente muy largo, la Ciudad Universitaria quedaba lejos, comenzaron a subir por el costado, lenta y fatigosamente, lo mas pesado estaba en llegar hasta la altura que correspondía con las vías del tren, después empezaba la cuesta abajo, se necesitaba tener fuerte el chango, para que no se escape por su propio peso, por fin estaban sobre las vías, descansaron un poco para tomar aliento, empezaron el descenso.

--Juana
-- ¿Que Luis?
--Veni atrás conmigo, así los dos lo agarramos bien para que no se caiga.

Juana fue y comenzaron a bajar, la noche era cerrada, el costado del puente se encontraba menos iluminado que la calzada principal, en lo alto apareció la trompa de un auto, que descendía a gran velocidad, derrapo y fue contra el costado, Juana, Luis y el chango, volaron por los aires rumbo a su destrucción.

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