domingo, 25 de marzo de 2012

LA MUERTE



Tejió de pronto con sus temblorosas manos sobre el papel en blanco, letras y palabras sin destino, se hablaba solo a ella pensando que escribía, mientras sentía que poco a poco cada vez más inexorable la vejez la vencía. En ese escrito propio y solitario, trataba de imprimir a sus recuerdos el rumbo, algo borroso por los años transcurridos, de una vida humana y fue en ese momento, sola en su cuarto, con el sol golpeando en la ventana, cuando vio a la muerte, silenciosa y profunda esperando sin moverse que el tiempo de su vida terminara, sus ojos huecos la miraban y en el manto oscuro que la envolvía, noto que la humanidad de uno a uno se perdía. Un gesto hizo el fantasma, aquel ultimo terror que todos esperamos y luego le hablo sin darse prisa, como quien sabe que su poder radica, en que nadie puede contradecirle en nada y en cada palabra pronunciada, el sol se convertía en noche y el cuarto para ella no existía y el final de su vida se acercaba. Consiente estaba de ello, perdida y asustada la esperaba, lejanas las palabras le llegaban.
--Aquí estoy, siempre aparezco cuando el destino de vivir se acaba, soy quien cierra la puerta de una vida y abre el recuerdo de una ausencia, quien pone un final, a lo que la naturaleza da por terminado, o accede rápido a recoger las consecuencias, de aquello que produce el hecho por cierto inesperado, no soy más que eso, la circunstancia de que has vivido y hoy como siempre porque así debe ser, conmigo de por medio todo a concluido.

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