miércoles, 28 de marzo de 2012

SIN SABER COMO NI PORQUE



Le preguntó a alguien por la calle si conocía esa dirección, si faltaba mucho para llegar, le dijeron que no, solo tres cuadras derecho y después una a la izquierda era fácil, agradeció el dato y siguió caminando ¿Adonde iba? No sabia, la dirección se la había dado su amiga Laura, pidiéndole por favor que vaya a esa casa a buscarle un recado, ya que ella no podía ir y le era imprescindible contar con esa carta. El la amaba a Laura y como nunca se lo pudo decir, se convirtió en su mejor amigo y por ser eso, su mejor amigo hoy estaba allí en la calle, yendo a esa dirección desconocida en busca de una nota que como dijera ella, le era imprescindible recibir y algo imprescindible para Laura, pasaba a ser automáticamente algo imprescindible para el. Lo que no le cerraba del asunto era esto ¿Cómo puede ser que en la época del mail, el celular, la compu, la notebook y los sms? A Laura teniendo todo eso a su disposición, se le ocurriera recibir una comunicación mediante una carta, un papel manuscrito de persona a persona y el funcionando como cartero del asunto, pero Laura era así, hermosa, seductora, algo caprichosa y rara, rara no, tal vez se le ocurrió un termino equivocado, más bien antigua ¡Eso! ¡Antigua sí! Aunque tenía su celu y su compu, se le daba por mantener largas charlas en su teléfono fijo y escribía cartas, con su letra apretada y chiquitita. Era zurda y las palabras volcadas hacia la izquierda del texto, daban la sensación cuando escribía, que el mismo estaba en movimiento y poco a poco, se iba alejando del papel donde ella lo volcaba y al leerlo, huía a medida que era descifrado, por el margen izquierdo de la hoja, como una bandada de pájaros, dentro de una nube blanca. Sí, a Laura le gustaba escribir, pero no lo hacia sobre hojas de papel carta o de cuaderno, no, usaba postales de diez y siete centímetros de largo por doce centímetros de ancho, esa era la superficie exacta de su mundo literario y allí contaba a quien quería, todo aquello que necesitaba decirle, letras, palabras, dibujitos, guiones, rayas, florcitas de tres pétalos, todo iba sembrando en esa tarjeta, era su mundo, su personalidad, su carácter, después se lo mandaba al destinatario igual que en los tiempos anteriores al mail y a la compu, por correo. Laura era joven, moderna y hermosa, pero no dejaba de parecerle antigua y esa mañana, mientras caminaba en busca del recado para ella, otro pedazo de papel escrito, le parecía más antigua todavía como si el mismo, inclusive en su función de mensajero, sin saberlo casi, se estaría metiendo en la edad media; pero bueno, no era quien para juzgarla; dado que aunque ella no lo supiera el la amaba. Pronto se dio cuenta que había llegado a la esquina de la tercer cuadra, como le dijeron doblo a la izquierda y poco después, estaba frente a la vivienda de donde debía retirar la nota, esta era una casita baja de barrio de clase media, ni muy mucho ni muy poco, linda y confortable pensó mientras tocaba el timbre y esperaba haciéndose el distraído, porque no le gustaba estar mucho tiempo parado frente a una casa que no era la suya, en un barrio desconocido, pero se tuvo que bancar su intranquilidad porque nadie respondía a su llamado, extrañado toco el timbre nuevamente y volvió a esperar, nada, nadie salía pese a que ahora recordaba, que Laura le había dicho que lo estarían esperando, nervioso ya, se apoyo en la puerta y esta de improviso se abrió sola, miró a su alrededor y  en toda la cuadra, no había ningún vecino del barrio a la vista, asustado decidió entrar, total ya la puerta se encontraba abierta, por ahí quien lo esperaba se encontraba en el fondo de la vivienda y no lo escucho, se agarro con fuerza del picaporte empujó y entro decidido, cerró tras el y se detuvo hasta que sus ojos se acostumbraron a la media luz de la habitación. Se hallaba en un sitio parecido a un living, había un sillón, una mesa ratona, una biblioteca, sillas, frente suyo un pasillo y al final de este una luz, debe ser la salida al fondo de la casa pensó y sin analizar mucho lo que hacia, tal vez justificando el hecho de que estaba allí, comenzó a caminar rumbo a la luz que lo atraía, como un faro que fuera a disipar todas sus dudas, pronto se encontró con el lugar en donde se generaba esa luz, que lo atrajera sin sentido evidente para el. Era una habitación parecida a un escritorio, al menos eso se imaginó, porque precisamente el mueble dominante en ella estaba constituido por un escritorio y sentado a el, se encontraba un hombre joven con la cabeza apoyada en la superficie, donde aparentemente un rato antes estuviera trabajando, del costado de esa cabeza corría un pequeño hilo de sangre, que terminaba en el piso, perplejo y sin poder evitarlo, se dirigió a ese cuadro de siniestro horror que nunca hubiera imaginado ver, al llegar junto al hombre muerto, encontró que su mano estrujaba una tarjeta de diez y siete centímetros de largo por doce de ancho, con la chiquitita y apretada letra de Laura, sobre el escritorio otra tarjeta igual a la que tenía el hombre entre sus dedos, pero esta escrita con otra letra desconocida para el,  decía lo siguiente: “Laura sos boleta, la cocaína en las tarjetas no va más, te pasaste de viva, nos quisiste cagar” . Mensajero al fin, arrancó la tarjeta de la mano del hombre  y tomo la que estaba en el escritorio, huyo rápidamente hacía la casa de Laura, llevando las dos para entregárselas, pero lamentablemente para el, no pudo cumplir con lo que tan heroicamente se había propuesto, al llegar casi a la casa de su amiga, en la puerta misma donde ella vivía , vio dos vehículos parados, una ambulancia y un patrullero, también vio vecinos que corrían presurosos en esa dirección, no quiso ver más, rompió las dos tarjetas y las tiró en el containers de la basura, mientras se alejaba, pensó en  Laura, en su escritura chiquitita, en sus florcitas de tres pétalos, en que la quería y nunca se lo dijo y sin saber como ni porque, el que jamás lo hacia, se puso a llorar.   

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