domingo, 25 de marzo de 2012

LA VIDA EN SUSPENSO


La noche fría del otoño, lo obligo a apurar el paso rumbo a la parada del colectivo, era tarde ya y los negocios de la avenida todos cerrados, la convertían en un paisaje desusado, en algo diferente a lo que se suponía debía ser, dado que de haber sido con la luz solar fiesta del consumo, en esos momentos de nocturna existencia, se había convertido en un muestrario de miseria social, cartoneros, personas que elegían los huecos de los negocios para dormir en ellos y gente, que deambulaba sin rumbo fijo como haciendo tiempo, porque quizás no tenia donde ir, o el lugar que lo esperaba, debería ser peor que la misma calle en donde se encontraba, todo a su alrededor ofrecía el aspecto desolado, que nos muestra el hombre sin trabajo ni destino, sujeto solo a los vaivenes de la fortuna esquiva, dispuesto a sobrevivir como pueda sin esperar nada de la vida, solo lo que la casualidad en condiciones de ofrecerle, le quiera dar. Así las cosas llegando a la parada, experimento de pronto el deseo de quedarse en la noche, de ser uno más de esos noctámbulos que pueblan la ciudad, cuando todos deciden irse de ella y sin más trámite, viendo cerca un café abierto entro y se fue derecho a la barra en donde pidió un coñac, sentado en el taburete miro a su alrededor, lo que vio le devolvió la imagen de hombres y mujeres como el, solos o acompañados, que escapando del frio y el hastió, se habían atrincherado en la fortaleza del boliche, esperando tal vez que pase la tormenta interior que azotaba sus almas, para después ya más convencidos de que es imposible no seguir, volver a sus casas.

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