miércoles, 21 de marzo de 2012

LA TEMPLANZA


Sin motivo aparente que escribir, su mirada recorrió la biblioteca que frente suyo sobre el escritorio había, de pronto sus ojos de casualidad repararon en el mazo de cartas de Tarot que sobre uno de los estantes del mueble se encontraba, pensó quizás que tal vez en esas cartas, viera algo que lo impulse a hacerlo. Procedió a tomarlas y saco de entre ellas una cualquiera, “La Templanza”, no contento con esta figura que no le proponía nada para relatar, volvió la carta al mazo, mezclo este varias veces, lo apoyo en el escritorio boca abajo y lo separo en dos mitades, para a continuación juntarlas nuevamente, estando la que antes se hallaba abajo ocupando ahora el lugar de arriba. A continuación, decidió cubrir el ancho del escritorio con las cartas que cupieran en el, todas puestas boca abajo, cuando termino con lo que se le había ocurrido, levando una de ellas al azar y se fijo cual era, noto no con inquietante sorpresa, que “La Templanza” nuevamente aparecía ante sus ojos, no cabía dudas o escribía sobre la templanza o se levantaba y se iba a hacer otra cosa. Ese tema no le interesaba, pero movido por la curiosidad, decidió darle un crédito al motivo ajeno e imprevisto que se le aparecía siempre en cada carta que sacaba. Para orientarse mas en el camino exacto de la palabra, fue al diccionario y busco entre sus páginas la definición del término, allí encontró: “Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón”
Entonces…
Vanda Koles oriunda de la tierra, esa tarde casi llegando la noche, se levanto de una de las camas del quilombo del barrio de Monserrat y con un suspiro y mucho cansancio, dio por concluida su jornada de ese día, su ultimo cliente ya se había retirado, un empleado del centro, viejo ya, lascivo y asqueroso, al que hizo terminar casi sin ponerla, fue a la ducha y se dio un baño, junto los tickets y al acomodarlos podía ver en ellos, a cada uno de los hombres que pasaron por su cuerpo, no le agrado ninguno todos le dieron asco, pero su trabajo era así, “Moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón” ¡Tenia templanza! Mucha templanza, lo inconcebible que casi analfabeta, ella no lo supiera

No hay comentarios:

Publicar un comentario